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Hageo: Profeta del segundo templo
Hageo
(30-1) Introducción
"Hageo, el primer profeta de la restauración de Judá luego del exilio, se conoce, aparte de este libro, solamente por referencias a él en el libro de Esdras. Estas referencias lo muestran como contemporáneo de Zacarías, sirviendo en Judá y en Jerusalén. Como resultado del ministerio conjunto de estos dos profetas, fue reniciada y acabada la obra de reconstrucción del templo. (Esdras 5:1; 6:14.) Nada se dice en cuanto a la vida particular de Hageo, y generalmente se ha supuesto que fue uno de los integrantes del grupo principal de exiliados que regresaron de Babilonia luego del decreto de Ciro en el año 538/7 a. C., el cual autorizaba la reconstrucción emprendida. Si fue así, él seria testigo de la obra inicial y del lapso transcurrido en el cual tuvieron que enfrentar la oposición…
"Esta fue una época en la que las provincias más lejanas del Imperio Persa, cada una bajo su gobernador (1:1), estaba sin ayuda directa de parte del gobierno central. La nueva norma de fomentar la autonomía local en asuntos seculares y religiosos puesta en vigencia por Ciro, mediante cuyo decreto había comenzado el primer retorno de judíos en el año 536 a. C., había cesado con su muerte unos seis años más tarde. Su hijo, Cambises (530-522), mostró menos simpatía a los estados vasallos, y sin duda esto contribuyó a que el pueblo judío no pudiera seguir adelante con la reconstrucción del templo… donde la obra había quedado interrumpida poco después de la llegada de los primeros en retornar bajo la dirección de Sesbasar, quien era el gobernador judío nombrado por los persas. Esta interrupción se prolongó por causa de la oposición de los samaritanos y de los terratenientes locales, que llevó a la prohibición de obra adicional… La moral del grupo comenzó a desplomarse, y los hombres se dedicaron al mejoramiento de su propia condición. Para ellos resultaba el momento inadecuado para dedicar esfuerzos y bienes a la casa de Dios (1:2)." (D. Guthrie y J. A. Motyer, eds., The New Bible Commentary: Revised, pág. 781.)
Fue en este medio donde Hageo se presentó, invitando al pueblo a reconocer la fuente de sus problemas y a arrepentirse. Como tantos otros profetas enseñó que los problemas temporales son resultado directo de la debilidad espiritual. Dijo que las dificultades económicas que sufrian eran el resultado de no esforzarse por reconstruir el templo. Hizo recordar a la gente que prosperaria solamente cuando diera la debida importancia a la voluntad de Dios. Su llamado al arrepentimiento es bien definido: Debían demostrar su cambio de parecer y su arrepentimiento reconstruyendo el templo. Para mostrar la importancia de su obra, Hageo profetizó en cuanto al día futuro en el que el templo tendría un gran significado para todos los pueblos de la tierra.
Aunque se trata de una obra breve, el libro de Hageo es significativo porque muestra la importancia de la adoración en el templo y de la obediencia a Dios.
COMENTARIOS SOBRE HAGEO
(30-2) Hageo 1:7-11. Consecuencias de la desobediencia
Los judíos de Jerusalén recibieron este consejo de parte de Hageo: "Meditad sobre vuestros caminos" (Hageo 1:7). Habían rechazado la asignación que el Senor les había dado de edificar el templo. Cierto es que habían surgido dificultades por la interferencia de los samaritanos, pero el Señor no los iba a bendecir con prosperidad si no prestaban atención a sus mandamientos (comparar con D. y C. 82:10).
Existen paralelos entre la época de Hageo y la historia de los Santos de los Ultimos Días puesto que éstos también edificaron templos, uno en Kirtland y otro en Nauvoo, y lo hicieron en épocas de gran pobreza y persecución. Compare el llamamiento de Hageo a Israel con las revelaciones dadas a José Smith en cuanto a la tarea de los santos de construir el templo en Nauvoo (véase D. y C. 124:31-55). El Señor atribuyó la pobreza del pueblo y la esterilidad del terreno a que el pueblo no cumplió con el mandamiento de reconstruir la casa del Señor (véase Hageo 1:9-11).
(30-3) Hageo 2:3-9. "La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera"
Cuando los cimientos del segundo templo fueron colocados, algunos que habían conocido el primero lloraron de gozo al considerar que nuevamente podrían tener las bendiciones que habían sido impartidas en el Templo de Salomón (véase Esdras 3:12-13). Se hizo evidente, durante la construcción, que este templo, construido en época de pobreza, no tendría el esplendor del anterior. El Señor aseguró al pueblo, no obstante, que no era el relativo esplendor de los dos edificios lo que a El le preocupaba, sino su obediencia al mandamiento de levantarle una casa.
Hageo profetizó en cuanto a un templo futuro que sobrepasaría en gloria y esplendor al de Salomón y que sena el lugar en el que el Señor daría paz a su pueblo (véase Hageo 2:9). Esta profecía tendrá cumplimiento al construirse el templo prometido para los últimos días que será levantado en el mismo lugar. La profecía de Hageo de que "vendrá el Deseado de todas las naciones" (vers. 7) claramente es una profecía referente a Cristo, quien traerá una paz duradera al mundo, lo que constituye un deseo común a todas las naciones. La paz duradera vendrá solamente después que el Señor conmueva a "los cielos y la tierra, el mar y la tierra seca… y…a todas las naciones" (vers. 6-7), cuando venga en su gloria para iniciar el Milenio. Entonces Su casa ciertamente estará llena de gloria; la paz será establecida y el deseo de todas las naciones se verá completamente satisfecho.
(30-4) Hageo 2:10-19. ¿Por qué Hageo propuso las preguntas sobre la "carne santificada" y "el inmundo a causa de cuerpo muerto"?
Keil y Delitzsch explicaron así el significado de este pasaje: "La nación, en su actitud hacia el Señor, se parece, por una parte, al hombre que lleva carne santificada en el pliegue de su ropa y, por otra parte, al hombre que se ha contaminado porque ha tocado un cadáver. Tsrael también posee un santuario en medio de su territorio —esto es, el lugar que Jehová ha elegido para su propia morada, y favorecido con muchas gloriosas promesas. Pero así como ningún tipo de alimento, ni pan ni hortalizas, ni vino ni aceite, es santificado por el hecho de ser tocado con su túnica santificada, igualmente todo esto no será santificado por el hecho de estar plantado en el suelo de la tierra que rodea y contiene al santuario de Jehová… Pues Israel se considera totalmente impuro por su negligencia hacia la casa de Jehová, como el nombre que se ha tornado inmundo por tocar un cadáver. Todo lo que Israel toma, o sobre lo que pone su mano, todo lo que planta y cultiva, es desde el principio afectado con la maldición de inmundicia; y consecuentemente aun los sacrificios que ofrece allí sobre el altar de Jehová son inmundos.' " (Commentary on the Old Testament, 10:2:204-5.)
La inmundicia era la razón por la que la tierra era tan improductiva (véase Hageo 2:15-17), pero cuando los judíos se arrepintieron y comenzaron la obra del templo (véase vers. 8), la maldición fue levantada, y el Señor prometió su bendición (véase vers. 19).
(30-5) Hageo 2:20-23. ¿Por qué Zorobabel fue comparado con un "anillo de sellar"?
"El significado de la expresión figurada de hacer a Zorobabel como un anillo de sellar es evidente en la importancia que el anillo de sellar tenía para los orientales, acostumbrados a llevar uno consigo y a cuidarlo como una posesión muy estimada… De ello tomamos la idea para nuestro pasaje en cuestión, esto es, que el día en el que Jehová derribaría los reinos de las naciones, haría a Zorobabel como un anillo de sellar, el cual es inseparable de su dueño; esto quiere decir que le daría un puesto en el que estaría inseparablemente relacionado con El (con Jehová), y, por lo tanto, El no lo desecharía, sino que lo cuidaría como su posesión preciada." (Keil y Delitzsch, Commentary, 10:2:213-14.)
La profecía es obviamente mesiánica en su naturaleza, y Zorobabel, en estos pasajes, sirvió como tipo o símbolo de Cristo. Keil y Delitzsch explicaron cómo pudo darse este simbolismo:
"A fin de comprender claramente el sentido de esta promesa, debemos considerar la posición que ocupaba Zorobabel en la comunidad de Israel a su retorno del exilio. Podemos suponer al comienzo que la promesa no se aplicaba a su propia persona, sino más bien al puesto oficial que tenía, basados en el hecho que lo que aquí se predice no ocurriría sino hasta después del derrocamiento del trono y poder de todos los reinos de los paganos. Esto no podía ocurrir en el lapso de vida de Zorobabel, ya que, aunque la caída de este u otro reino pudiera esperarse en el curso de una generación, el derrocamiento de todos los reinos y la venida de todos los paganos para llenar el templo del Señor con sus posesiones (vers. 7) ciertamente no podría acontecer. Zorobabel era gobernador (persa) en Judá, y sin duda fue elegido para este oficio porque era príncipe de Judá (Esdras 1:8), y como hijo de Salatiel era descendiente de la familia de David (véase Hageo 1:1). En consecuencia, la soberanía de la casa de David en su humilde condición existente, bajo la soberanía del poder imperial, fue representada y preservada en el llamamiento de Zorobabel como príncipe de Judá, de manera que el cumplimiento de la promesa divina de la perpetuación eterna de la simiente de David y de su reino se relacionaba con Zorobabel y dependía de la preservación de su familia. Por lo tanto, la promesa se refiere al hecho de que en el momento en el que Jehová derrocara los reinos paganos, mantendría y cuidaría la soberanía de la casa de David en la persona de Zorobabel, pues Jehová lo había elegido como su siervo. Con estas palabras, la promesa mesiánica hecha a David fue transferida a Zorobabel y a su familia entre los descendientes de David y se cumpliría en su persona en la misma forma en que se cumplió la promesa dada a David, de que Dios lo haría el mayor entre los reyes de la tierra (Salmo 89:27). El cumplimiento culmina en Jesucristo, el hijo de David y descendiente de Zorobabel (Mateo 1:12; Lucas 3:27), en quien Zorobabel fue hecho "anillo de sellar" de Jehová. Jesucristo ha establecido el reino de su padre David una vez más, y su reino no tendrá fin (Lucas 1:32-33). Aunque parezca estar bajo opresión y profundamente humillado durante el tiempo del poder de los reinos de los paganos, nunca será aplastado y destruido, sino que destruirá a todos estos reinos y los aniquilará, y perdurará para siempre (Daniel 2:44; Hebreos 12:28; 1 Corintios 15:24)." (Commentary, 10:2:214-15.)
RESUMEN ANALITICO
(30-6) "Meditad sobre vuestros caminos"
El élder L. Tom Perry nos recordó la vigencia constante de la advertencia de Hageo de meditar sobre nuestros caminos (véase Hageo 1:5).
" 'Pues así ha dicho Jehová de los ejércitos: Meditad bien sobre vuestros caminos.
" 'Sembráis mucho, y recogéis poco; coméis, y no os saciáis; bebéis, y no quedáis satisfechos; os vestís, y no os calentáis; y el que trabaja a jornal recibe su jornal en saco roto.
" 'Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Meditad sobre vuestros caminos.' (Hageo 1:5-7.)
"He leído este grandioso pasaje de las Escrituras y sigo impresionado por la claridad con la que este profeta del Antiguo Testamento describe las condiciones de nuestros días. Casi diariamente leemos con respecto a los que invierten mucho y recogen poco. Comemos alimentos tan refinados que carecen de valor nutritivo. Somos testigos de la bebida que no puede satisfacer la sed de quienes la beben; conocemos la tendencia a vestir por la moda en lugar de hacerlo por abrigo, comodidad y modestia; los altos salarios del asalariado de hoy no lo satisfacen ni le aportan lo que necesita.
"Un conocido historiador resumió, hace algunos años, las razones de la caída de Roma:
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La desintegración de la familia y el rápido aumento del divorcio.
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El aumento de los impuestos y los gastos extravagantes.
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La locura desenfrenada del placer y la violencia en los deportes.
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La decadencia de la religión en una miríada de formas confusas, lo que daba como resultado que el pueblo careciera de una guía uniforme.
"Nuestros apetitos descontrolados y la tendencia irrefrenada a obtener posesiones materiales parecen estar llevándonos por una senda tan repetida en la historia. El orgullo, la lujuria y el deseo sólo han llevado a la humanidad al desperdicio, a la destrucción y al sufrimiento.
"James E. Talmage escribió lo siguiente:
" 'Las pertenencias materiales, la riqueza o pobreza relativas, el ambiente físico —las cosas por las que nos esforzamos y a las cuales aspiramos, a menudo a costa de la felicidad y pérdida del verdadero éxitoson, después de todo, solamente externos, y su valor, en el juicio que vendrá, será calculado en términos del uso que les hayamos dado.' (James E. Talmage, The Vitality of Mormonism, 1919, pág. 352.)
"¿No es éste el momento y la hora de obedecer la amonestación del Señor y meditar sobre nuestros caminos?" (En Conference Report, abril de 1973, pág. 14.)
Aparte algo de su tiempo para meditar sobre sus propios caminos. En su diario anote aquéllos en los que tiene que cambiar.