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"He aquí, yo os envío el profeta Elias"
Malaquías
(34-1) Introducción
Durante la noche del 21 de septiembre de 1823, José Smith buscó al Señor en oración, pidiendo la remisión de sus pecados. La respuesta del Señor vino en la persona de un mensajero celestial, Moroni, quien le habló de importantes acontecimientos que pronto se verificarían en la tierra. Después de hablarle a José acerca de las planchas sagradas enterradas en el Cerro Cumora, Moroni comenzó a citar profecías del Antiguo Testamento. José Smith nos relata que el mensajero citó pasajes de Malaquías (véase JS—H 36-39).
Al comparar los pasajes citados por Moroni con su contrapartida bíblica, es evidente que se produjeron algunos cambios. Hay más que simples cambios. Por ejemplo, Moroni habló de "promesas hechas a los padres", en tanto que la Biblia no. ¿Qué promesas fueron ésas? ¿A qué padres les fueron hechas? ¿Qué significa quedar sin "raíz ni rama"? ¿Qué sacerdocio reveló Elias? ¿Cuáles llaves y a quién? ¿Por qué toda la tierra sería "totalmente asolada en su venida" si Elias no era enviado? ¿En qué forma la venida de Elias el profeta ayuda a volver el corazón de los hijos a los padres? ¿Qué significa eso?
Al llamar al arrepentimiento al pueblo de Judá, Malaquías pronunció profecías de gran significado para su tiempo y época. Al estudiar éste, el último libro en el Antiguo Testamento, considere si es significativo o no que el Antiguo Testamento se cierre con la declaración de Malaquías respecto a que Elias el Profeta sería enviado. Si es así, ¿qué sentido tiene para los Santos de los Ultimos Días?
COMENTARIOS SOBRE MALAQUIAS
(34-2) Malaquías 1:1. ¿Quién fue Malaquías y en qué época vivió?
Al igual que lo que sucede con muchos de los profetas, poco se sabe de la vida de Malaquías, a no ser lo que se puede aprender en su libro. Malaquías vivió después que los profetas Hageo y Zacarías, y se piensa que fue contemporáneo de Nehemías. Su libro probablemente fue escrito unos cuatrocientos años antes del nacimiento de Cristo. Lehi y su familia salieron de Jerusalén en el año 600 a. C., casi doscientos años antes de la época de Malaquías. Los nefitas, por lo tanto, no pudieron tener las palabras de Malaquías excepto a través del Señor. Las planchas de Labán no las contenían.
(34-3) Malaquías 1:2-5. ¿Es verdad que el Señor aborreció a Esaú?
El vocablo aborrecer significa, en hebreo, amar a al-quien menos que a otro, y no quiere decir despreciar con amarga hostilidad (comparar con Génesis 29:31). Esaú era el hermano de Jacob, el cual llegó a ser Israel, padre de las doce tribus. Quienes estudian las Escrituras saben que el Señor aborrece el pecado y no al pecador, pero cuando los hombres se manifiestan contra el Señor, tal como lo hizo durante siglos Esaú y sus descendientes, los edomitas, el Señor retira de ellos sus bendiciones. En este sentido Jacob fue amado y Esaú aborrecido.
Tan completo fue el rechazo manifestado hacia Dios por los descendientes de Esaú, que éstos llegaron a simbolizar, para los profetas, la debilidad humana (véase D. y C. 1:36; véase también Comentarios sobre Isaías 34:1-10). Antes de la época de Malaquías, eran conocidos como los edomitas, o idumeos, y su lugar de morada era conocido como Edom.
Jacob era como un símbolo de Israel, o el pueblo elegido, mientras que Esaú (Idumea, o Edom) simbolizó al mundo. Teniendo esto en cuenta, las palabras del Señor adquieren mayor significado.
(34-4) Malaquías 1:6-14. ¿De qué pecados fue culpable la antigua Judá y por qué?
Edom no se encontraba sola en su maldad. El pueblo de Judá, y particularmente los levitas que vivían entre ese pueblo, también estaban contaminados y corruptos. Como hijos espirituales y siervos del Señor (véase vers. 6), sus ofrendas a Dios se habían tornado comunes y sin valor. Ya que los sacrificios que hacían por el pueblo eran una representación del futuro sacrificio y expiación del Hijo de Dios, el único sacrificio aceptable era uno que no tuviera mancha.
Los sacerdotes y levitas de la época de Malaquías se burlaban de Dios ofreciendo sacrificios al Señor con animales enfermos, ciegos y cojos, y llamándolos aceptables (vers. 8). No tenían respeto hacia lo que estaban haciendo. El Señor les dijo: "Yo no tengo complacencia en vosotros… ni de vuestra mano aceptaré ofrenda" (vers. 10). Eran egoístas y mundanos, y ninguno de ellos encendía el fuego del altar si no le pagaban por ello. El Señor había sido ofendido. La mesa sobre la que se hacía la ofrenda había sido contaminada. La ofrenda misma era despreciable (véase vers. 12). Tal cosa, profetizó Malaquías, acarrearía maldiciones en vez de bendiciones.
El élder James E. Talmage explicó lo siguiente: "Manifiestamente, en lo que concernía al Salvador, la expiación habría de ser un sacrificio vicario, voluntario e inspirado por el amor, universal en su aplicación al género humano, al grado que éstos aceptasen el medio de rescate que de esta manera se ponía a su alcance. Para tal misión, solamente uno en quien no hubiese pecado podía reunir las cualidades necesarias. Aun las víctimas que los israelitas antiguos ofrecían sobre el altar —propiciación provisional por las ofensas del pueblo bajo la ley mosaica— tenían que estar limpias y libres de manchas o defectos; de no ser así, eran inaceptables y constituía un sacrilegio el intentar ofrecerlas." (Jesús el Cristo, pág. 21. En cuanto a los requisitos especiales de un sacrificio en la ley de Moisés, veáse Levítico 22:18-22; Deuteronomio 15:21; 17:1.)
(34-5) Malaquías 2:5-7. Cómo debería ser el poseedor del sacerdocio
El fiel poseedor del sacerdocio adora con sinceridad. Se conduce como si estuviera en la presencia del Señor cuando actúa en su nombre. Es honrado en todos sus tratos con los demás, y su vocabulario es digno y adecuado. Anda con el Señor con confianza y seguridad y se siente cómodo en su responsabilidad de bendecir a los demás y guiarlos hacia una mejor forma de vida. Es un estudioso de las Escrituras y tiene la capacidad de enseñar las palabras de vida a los demás. "Mensajero [maestro, instrumento, representante] es de Jehová de los ejércitos" (vers. 7).
(34-6) Malaquías 2:8-10. La ira del Señor hacia los infieles portadores del sacerdocio
Las promesas del Señor para los hombres son condicionales. ¿Podría un sacerdote de la época de Malaquías gozar del Espíritu y tener éxito en sus labores a menos que fuera digno? En estos versículos, el Señor hizo recordar a los sacerdotes y levitas que sus representantes deberían ser hombres dignos, hombres que continuaran andando con El en paz y equidad y que apartaran a muchos de la iniquidad (véase vers. 6). Luego detalló algunos de los pecados de Judá y de su sacerdocio. Estos, por ejemplo, habían "hecho tropezar a muchos en la ley" tomando decisiones inmorales e injustas, y llevándolos a la destrucción y la ruina espiritual (vers. 8). Comparada con las instrucciones impartidas a los levitas y expuestas en Deuteronomio 33:8-11, tal conducta ni se aproxima a las normas impartidas por Dios. Por esta razón eran menospreciados por el pueblo en lugar de ser amados como el Señor quería (véase vers. 8-9). Todos los hombres son hermanos, hijos del mismo Dios. Cuando el hombre maltrata a su hermano, ofende también a su Dios.
(34-7) Malaquías 2:11-17. ¿De qué pecados en particular fue culpable Judá?
Como resultado del fracaso de los sacerdotes para juzgar y dirigir en justicia, Judá cayó nuevamente en un grave pecado. "Judá ha profanado el santuario de Jehová que él amó, y se casó con hija de dios extraño" (Malaquías 2:11). Este pasaje recuerda la familiar metáfora del Antiguo Testamento del esposo (Jehová) y la esposa (Judá/Israel). Existe entre Jehová e Israel una alianza o convenio tan solemne como la que existe entre un marido y su esposa. Pero Judá había escogido otra cónyuge, "hija de dios extraño", lo que quiere decir que Judá había establecido una alianza temporal, o espiritual, con una nación que no consideraba a Jehová como Rey del cielo.
Uno de los graves pecados entre el antiguo pueblo del Señor fue la infidelidad a los votos matrimoniales. Algunos de los varones hebreos, aburridos de sus esposas y madres de sus hijos, buscaban la compañía de mujeres más jóvenes. Las esposas iban al templo y presentaban el caso a Dios en el altar. Sobre esta infidelidad a los votos matrimoniales, el Señor declaró que estos hombres habían actuado traicioneramente (véase vers. 13-14). El Señor estaba enojado con estos hombres porque no permanecieron fieles a sus esposas, pero también expresó ira para con los sacerdotes por saber del problema y no ejecutar la justicia. Les dijo a los hombres que analizaran sus sentimientos hacia sus esposas a quienes habían amado en su juventud, las cuales les habían dado hijos y los habían amado y servido, y que no las abandonaran (vers. 15). Pues "el Señor… aborrece el repudio" (vers. 16). El desprecia tal conducta y a quienes la practican.
(34-8) Malaquías 3:1. ¿Quién era el mensajero enviado para preparar la senda del Señor y quién era el mensajero del pacto?
Uno de los mensajeros enviados a preparar la senda del Señor en su primera venida fue Juan el Bautista. La misión de Juan fue efectuada en el espíritu y poder del sacerdocio de Elías (véase Lucas 1:17). Elias es el nombre que se da a quien es un precursor, uno que va delante o prepara el camino para alguien o algo mayor. En ese sentido el Sacerdocio Aarónico es el sacerdocio de Elias porque prepara y califica a los hombres para las bendiciones mayores. José Smith explicó lo siguiente: "El espíritu de Elias consiste en preparar el camino para una revelación mayor de Dios. Es el sacerdocio de Elias o el sacerdocio que fue conferido a Aarón. Y cuando Dios envía a un hombre al mundo con las llaves y el poder de Elias, a fin de preparar el camino para una obra mayor, se ha llamado la doctrina de Elias, aun desde las primeras edades del mundo." (Enseñanzas del profeta José Smith, págs. 414-15.)
José Smith también fue un Elias en el sentido de que fue un precursor, alguien que preparó el camino, que puso el cimiento para la Segunda Venida mediante la restauración del evangelio.
En el meridiano de los tiempos el camino fue preparado por Juan para el Mensajero del Pacto mismo, El que vendría a traer las bendiciones mayores (véase Mateo 3:1-3, 11-12). El que era más poderoso que Juan y vino después de él para bautizar con fuego y el Espíritu Santo fue Jesucristo, el Hijo de Dios. Es llamado el Mensajero del Pacto porque es el que trae el evangelio de salvación para los hombres. El élder Bruce R. McConkie explicó lo siguiente: "Nuestro Señor es el Mensajero del Pacto (Mal. 3:1). Vino en nombre de su Padre (Juan 5:43), presentando el mensaje de su Padre (Juan 7:16-17), para cumplir el convenio del Padre que prometió que proporcionaría a los hombres un Redentor y Salvador (Moisés 4:1-3; Abraham 3:27-28). Además, mediante su ministerio, los términos del convenio sempiterno de salvación entraron en vigencia; el mensaje que El enseñó fue que la salvación viene a través del pacto del evangelio." (Mormon Doctrine, pág. 488.)
Cuando venga a la tierra por segunda vez, se mostrará más de una vez antes de venir en las nubes del cielo para que toda carne lo vea al mismo tiempo (D. y C. 88:93; 101:23). Por lo menos una de esas visitaciones incluye una súbita venida a su templo, que todavía tiene que ser edificado, en el Condado de Jackson, Misurí. El élder McConkie declaró:
"Malaquías registró la promesa, hablando de acontecimientos de los postreros tiempos, que 'vendrá súbitamente a su templo el Señor' (Malaquías 3:1). Ciertamente el Todopoderoso no tiene limitado el número de apariciones y de veces que tenga que volver a la tierra para cumplir las Escrituras, iniciar la dispensación final y consumar su gran obra de los últimos días.
"Esta aparición súbita en los últimos días en el templo no se relaciona con su aparición en el día grande y terrible, pues esa venida será cuando ponga su pie en el Monte de los Olivos en medio de la gran batalla final. La aparición en el templo se cumplió, en parte al menos, en su retorno al Templo de Kirtland el 3 de abril de 1836; y bien puede ser que vuelva una vez más, repentinamente, a otros de sus templos, más particularmente al que será levantado en el Condado de Jackson, Misurí.
"En este sentido es interesante notar que cuando el Señor aparezca, vendrá súbitamente, esto es, 'pronto, en una hora en que no pensáis' (D. y C. 51:20). Su advertencia repetida a menudo: 'vengo pronto' (D. y C. 35:27) significa que cuando llegue la hora señalada, El vendrá con una rapidez y presteza que no dará tiempo para prepararse para ese gran día." (Mormon Doctrine, págs. 693-94.)
(34-9) Malaquías 3:2. "¿Quién podrá soportar el tiempo de su venida?"
El retorno del Señor a la tierra, en su gloria, será en un día grande y terrible: grande para los rectos y terrible para los malvados. Como Juan el Bautista les dijo a los judíos, el Salvador recogerá el trigo (los justos), y la paja (los malvados) será quemada con un fuego inextinguible (véase Mateo 3:12). Los únicos que sobrevivirán serán los que hayan guardado sus convenios con el Señor o quienes sean dignos de por lo menos una gloria paradisíaca, o terrestre. Toda iniquidad será destruida de la tierra.
El presidente Joseph Fielding Smith dijo:
"…Cuando Cristo venga la segunda vez, será en las nubes del cielo, y será el día de venganza contra los impíos, cuando aquellos que hayan amado la maldad y hayan sido culpables de transgresión y rebelión contra las leyes de Dios serán destruidos. Durante todo el ministerio de Cristo, reinó la maldad y pareció prevalecer; pero cuando El venga en las nubes de gloria, como se declara en este mensaje de Malaquías al mundo, y que Moroni dijo que estaba próximo, entonces será cuando Cristo aparecerá como el afinador y purificador, tanto del hombre como de la bestia, y todo cuanto corresponda a esta tierra, porque la tierra misma pasará por un cambio y recibirá su gloria paradisíaca anterior." (Doctrina de salvación, tomo III, págs. 10-11.)
(34-10) Malaquías 3:3-6. ¿Cuál es la ofrenda en rectitud que harán los hijos de Leví?
Es evidente que hay más de un sentido en "la ofrenda en justicia" que los hijos de Leví harán en la Segunda Venida o cerca de este acontecimiento. En relación al sacrificio de animales, José Smith dijo: "…generalmente se supone que los sacrificios fueron enteramente quitados cuando se ofreció el Gran Sacrificio [es decir], el sacrificio del Señor Jesús, y que en lo futuro no habrá necesidad de la ordenanza del holocausto; mas los que afirman esto indudablemente no se han informado de los deberes, privilegios y autoridad del sacerdocio, ni de los profetas.
"El ofrecer sacrificios siempre se ha relacionado con el sacerdocio, y constituye parte de sus deberes. Los holocaustos principiaron con el sacerdocio y seguirán hasta después de la venida de Cristo, de generación en generación. Frecuentemente se nos hace mención de que los siervos del Altísimo ofrecían sacrificios en los días antiguos, antes de la ley de Moisés, y éstos continuarán cuando se restaure el sacerdocio con toda su autoridad, poder y bendiciones…
"Estos sacrificios, así como toda ordenanza que pertenece al sacerdocio, serán restablecidos completamente y se administrarán con todos sus poderes, ramificaciones y bendiciones, cuando sea edificado el templo del Señor y queden purificados los hijos de Leví. Esto siempre ha existido y existirá cuando los poderes del Sacerdocio de Melquisedec se revelen suficientemente. De lo contrario, ¿cómo se puede efectuar la restitución de todas las cosas de que hablaron los santos profetas? No se debe entender que de nuevo se establecerá la ley de Moisés con todos sus ritos y variedad de ceremonias; los profetas jamás han declarado esto; pero han de continuar las cosas que existieron antes de los días de Moisés, a saber, los holocaustos." (Enseñanzas, págs. 205, 206.)
(34-11) Malaquías 3:7-9. "¿Robará el hombre a Dios?"
En este punto y mediante Malaquías, el Señor comprometió a Judá en una serie de preguntas y respuestas. Dijo que se habían apartado de sus ordenanzas y les ruega que vuelvan a ellas. "¿En qué hemos de volvernos?" preguntan (vers. 7). Les responde que habían robado, aun a Dios mismo. Y nuevamente preguntan: "¿En qué te hemos robado?" (vers. 8). Por lo tanto, dice El, ellos son "malditos… con maldición" (vers. 9). El élder LeGrand Richards dijo:
"Además de entregarnos a nosotros mismos y de dar nuestro servicio, el Señor nos ha pedido que demos de nuestros medios y de nuestro sostén. En la Iglesia tenemos hombres que dan su tiempo, van donde se les pide que vayan a predicar y realizan tareas cívicas, pero les es difícil realizar la pequeña tarea que solamente ven en secreto ellos mismos y Dios y sus oficiales presidentes. Se nos pide que contribuyamos con nuestros diezmos y ofrendas, no solamente porque la Iglesia necesita dinero para ser establecida, sino porque antes de que hubiera una organización de la Iglesia, Dios introdujo el principio del sacrificio a fin de que sus siervos y sus hijos pudieran ser probados, para que trajeran lo mejor de sus cosechas y de sus rebaños, y, como la Iglesia no necesitaba estas cosas y no había pobres para alimentar, las mismas eran quemadas sobre el altar del sacrificio; pero el hecho de dar santificaba las almas de los que las daban…
"El profeta Malaquías declaró que en los últimos días el Señor enviaría su mensajero para preparar el camino delante de El, e invitó a Israel —y yo interpreto eso como queriendo significar 'Israel moderno'— a retornar a El, prometiendo que El se volvería a su pueblo, y éste le preguntó: '¿En qué hemos de volvernos?' Y les dijo: 'En vuestros diezmos y ofrendas… porque vosotros, la nación toda, me habéis robado. Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa'.
"Y deseo deciros, hermanos y hermanas, que nece sitamos los diezmos de los santos a fin de que el reino vaya adelante, pues será establecido tan rápidamente como la fe de éstos pueda establecerlo, y esta obra se demora cuando hay falta de fe." (En Conference Report, abril de 1939, págs. 44-45.)
(34-12) Malaquías 3:10-12. Bendiciones por el pago de los diezmos
A Israel, antiguo y moderno, el Señor le prometió abrir las ventanas de los cielos y derramar "bendición hasta que sobreabunde" (vers. 10). Todas las cosas materiales así como las espirituales son de Dios para ser dadas como El crea propicio. Incluidas en sus "bendiciones del cielo" están las revelaciones en la vida personal de cada uno. Todas las bendiciones, naturalmente, son condicionales (véase D. y C. 82:10; 130:21; 132:5). El desea bendecir abundantemente a sus hijos fieles (véase 1 Corintios 2:9).
Al mencionar "al devorador", el Señor tal vez se refería a la langosta y otras plagas de la agricultura, pero también pudo haberse referido a Satanás. Prometió que los frutos de la tierra y de la vid no saldrán antes de su estación, es decir, cuando tienen poco valor. Estas palabras implican que toda la obra de las manos del hombre recibirán su bendición para salir y dar fruto en su estación.
Por causa de las bendiciones que vendrán sobre los fieles, éstos serán reconocidos por el mundo que los rodea, no sólo individualmente sino también como pueblo.
(34-13) Malaquías 3:13-15. ¿Es inútil servir a Dios?
Una de las muchas verdades en cuanto a su convenio es que ambas partes deben cumplir su promesa a fin de mantener en vigencia el pacto. A veces cuando los hombres sin fe pierden las bendiciones prometidas, culpan al Señor (véase D. y C. 58:29-33), lo cual es una locura, porque el Señor es Dios, y, por lo tanto, El nunca quebranta una promesa (véase D. y C. 82:10).
La dificultad, tal como Malaquías lo explica, radica en el hecho de que los que critican al Señor han distorsionado la verdad: ponen en duda las ventajas que trae consigo el cumplir las ordenanzas del Señor y sostienen que servir a Dios no redunda en beneficio alguno (véase vers. 14). Encuentran que hay desigualdad en que los inicuos prosperan, y quienes obran mal aparentemente son ensalzados, y culpan al Señor por permitir que suceda tal cosa. Así, sus palabras de crítica son "violentas" contra el Señor (vers. 13). El presidente Spencer W. Kimball relató la siguiente historia verdadera:
"Hace algún tiempo platiqué con una hermana que me decía: '¿Por qué es, hermano Kimball, que aquellos que menos contribuyen a la edificación del reino parecen prosperar más que nadie? Nosotros tenemos un auto Ford, pero nuestros vecinos tienen un Cadillac. Nosotros observamos el Día de Reposo y asistimos a nuestras reuniones; ellos juegan al golf, se van de caza, de pesca y se divierten. Nosotros nos abstenemos de todo lo prohibido, mientras que ellos comen, beben y se divierten sin ninguna restricción. Nosotros pagamos nuestros diezmos y hacemos otras donaciones a la Iglesia; ellos se gastan todos sus copiosos ingresos en darse toda clase de lujos. Nosotros siempre estamos atados a nuestra gran familia de niños pequeños, los que a menudo se enferman; ellos están totalmente libres para hacer vida social —para ir a cenar y a bailar. Nosotros nos vestimos con ropa de algodón y de lana, y yo uso el mismo abrigo hasta por tres estaciones, pero ellos usan sedas y atuendos costosos, y ella tiene un abrigo de visón. Nuestros escasos ingresos siempre nos mantienen ajustados y nunca parecen ser suficientes para nuestras necesidades, mientras que a ellos les abunda la riqueza con la que pueden permitirse toda clase de lujos. Y con todo eso, ¡todavía el Señor promete bendiciones a los fieles! Me parece que vivir el evangelio no trae ningún verdadero beneficio —que los orgullosos y los que quebrantan sus convenios son los que prosperan'."
"Después de escucharla, le dije: 'La pregunta que usted me hace no es nada nueva. Job y Jeremías también se quejaron de lo mismo'. En seguida le cité la respuesta que por medio de Malaquías nos ha dado el Señor [Malaquías 4:1-2].
"Entonces le dije a la desconsolada hermana: 'Pero para recibir muchas recompensas, no necesita esperar hasta el día del juicio. Tiene muchas bendiciones hoy. Cuenta con una familia de niños adorables y rectos. ¡Qué maravillosa recompensa es ésa a cambio de los supuestos sacrificios! Las bendiciones de las que goza usted no pueden compararse ni siquiera con toda la riqueza de sus vecinos'." (La fe precede al milagro, págs. 223-224.)
(34-14) Malaquías 3:16-18. ¿Qué es el "libro de memorias"?
Quienes se dedican al Señor ganan para sí el privilegio de que sus nombres sean anotados en el libro de la vida que es del Cordero. Este sagrado "libro de memorias" (vers. 16) es llevado en los cielos y contiene los nombres de los hijos e hijas fieles al Padre Celestial, o, en otras palabras, ios nombres de aquellos que son Sus joyas preciosas. (Véase D. y C. 128:6-7; Salmos 69:28; Apocalipsis 3:5; 21:27.) Son quienes heredarán la vida eterna, pues este libro contiene "los nombres de los santificados, aun de los del mundo celestial" (D. y C. 88:2). Aquellos cuyos nombres están anotados allí y que posteriormente vuelven a sendas pecaminosas tendrán sus nombres borrados del libro (véase Apocalipsis 13:8; 17:8; 22:19).
El libro de la vida es el libro de memorias del Señor, parecido al que se ha mandado que lleven los discípulos del Señor. El élder McConkie explicó:
"Adán llevó un registro escrito de sus fieles descendientes en el que anotó su fe y sus obras, su rectitud y devoción, las revelaciones y visiones, y la fidelidad de ellos al plan revelado de salvación. Para confirmar la importancia de honrar a nuestros dignos antepasados y de prestar atención a las grandes verdades que les fueron reveladas, Adán llamó a esa historia libro de memorias. Fue preparado 'de acuerdo con el modelo dado por el dedo de Dios'. (Moisés 6:4-6, 46.)
"Los santos en todas las épocas han llevado registros semejantes. (Mal. 3:16-17; 3 Nefi 24:15-16.) Muchas de nuestras Escrituras han llegado a nosotros porque primero fueron escritas por profetas que seguían el ejemplo de Adán de guardar un libro de memorias. Hoy en día la Iglesia guarda registros semejantes (D. y C. 85) e insta a sus miembros a llevar sus libros de memorias (recuerdos) personales y familiares." (Mormon Doctrine, pág. 100.)
(34-15) Malaquías 4:1. "Todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa"
Malaquías declaró que "viene el día" en el que habrá gran destrucción de los malvados (vers. 1). El élder Theodore M. Burton dijo:
"Al profetizar de la Segunda Venida, Malaquías habló de los 'soberbios y todos los que hacen maldad'. ¿De quiénes estaba hablando? Primero de aquellos que rechazan a Cristo por causa del orgullo de su corazón y, segundo, de aquellos que, habiendo aceptado a Jesús, no fueron valientes en guardar sus mandamientos.
"Malaquías siguió diciendo que 'serán estopa'. Esto significa que serán destruidos. ¿Por quién? Malaquías explica: 'Aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos'." (En Conference Report, octubre de 1967, pág. 81.)
Toda cosa corruptible e impura, incluyendo al hombre y las bestias, peces y aves, será quitada de la tierra. (Véase D. y C. 64:24; 101:24-25.)
(34-16) Malaquías 4:1. "No les dejará ni raíz ni rama"
Todo individuo forma parte de un árbol familiar. Las raíces de un individuo son los antepasados de los cuales ha descendido, y sus ramas son los que descienden de él. Quedar sin raíz ni rama es ser arrancado eternamente de nuestra ascendencia y posteridad. Esa es precisamente la condición de las personas que no han recibido las bendiciones del sellamiento del Sacerdocio de Melquisedec, o de aquellas que, habiendo recibido las ordenanzas, no viven dignamente como para reclamar sus bendiciones. Para evitar esta gran calamidad, Elias el Profeta fue enviado a la tierra en estos días con los poderes para sellar (véase D. y C. 110:13-16).
(34-17) Malaquías 4:5-6. ¿Cuál es la gran obra que inició Elias el Profeta?
Esta tierra tiene un destino. Su propósito es el de proporcionar un lugar en donde los hombres puedan, mediante sus obras, lograr su salvación eterna ante el Señor. Parte de esa salvación depende de que reciban las ordenanzas necesarias, en rectitud, ordenanzas que los sellarán a Dios y entre sí por tiempo y por toda la eternidad. Pero las ordenanzas no son solamente para los vivientes. De otro modo, miles se habrían visto privados de estas bendiciones, sencillamente porque el poder necesario del sacerdocio no se encontraba en la tierra cuando ellos vivieron.
José Smith recibió de Moroni la promesa de que Elias vendría. Moroni mencionó las "promesas hechas a los padres" (JS—H 39) en tiempos antiguos. Estas promesas, dijo Moroni, ayudarían a volver el corazón de los hijos a los padres. El presidente Joseph Fielding Smith escribió: "¿Cuál fue la promesa hecha a nuestros padres que se cumpliría en los postreros días volviendo el corazón de los hijos a. sus padres? Fue la promesa del Señor hecha mediante Enoc, Isaías y los profetas, a las naciones de la tierra, de que vendría el día en el cual los muertos serían redimidos. La conversión del corazón de los hijos se cumple en la realización de la obra vicaria del templo y en la preparación de sus genealogías." (Doctrina de salvación, tomo II, pág. 144.)
Elias el Profeta vino a José Smith y Oliverio Cowdery en cumplimiento de la promesa del Señor tal como aparece en Malaquías. Su primera visita fue el 3 de abril de 1836 en el Templo de Kirtland. Las llaves del sacerdocio que trajo Elias consistieron en los poderes para sellar dados al Sacerdocio de Melquisedec, siendo esas llaves el medio por el cual lo que es atado y sellado en la tierra también lo es en los cielos (véase D. y C 110:13-16).
Al comentar en cuanto al significado de volver el corazón de los hombres, José Smith dijo: "La palabra convertir (hace volver) que se lee aquí debería ser traducida por ligar o sellar. Pero, ¿cuál es la finalidad de esta importante misión? o ¿cómo se va a cumplir? Las llaves se deben entregar, el espíritu de Elias ha de venir, se tendrá que establecer el evangelio, los santos de Dios han de ser reunidos, Sión edificada y los santos deben venir como salvadores sobre el Monte de Sión." (Enseñanzas, pág. 407.)
El élder Theodore M. Burton dijo: "Eso de volver el corazón a los familiares significa el establecimiento y sellamiento del linaje patriarcal dentro de los sagrados confines del templo y la proyección de esa herencia familiar en la vida diaria. Es por eso, que aunque construyamos templos, si no guardamos los convenios hechos en ellos, seremos rechazados como pueblo." (En Conference Report, oct. de 1967, pág. 81.)
RESUMEN ANALITICO
(34-18) El mensaje de Malaquías
Ahora hemos finalizado el estudio de los mensajes de Malaquías y del Antiguo Testamento… Muchos recuerdan las palabras diezmo y genealogía cada vez que oyen citar al libro de Malaquías, pero… ¿aprendió algo más a través de este profeta? ¿Cómo debería ser el que posee el sacerdocio, según las palabras de Malaquías? Haga una lista de las cosas que él enseña en el capítulo 2 acerca del poseedor del sacerdocio.
¿Alguna vez el Señor declara que se espera más de nosotros en obligaciones financieras que el simple pago del diezmo? ¿Qué podemos decir de las contribuciones para el presupuesto, el fondo de construcción, fondo misional, fondo para el templo y ofrendas de ayuno? El presidente Spencer W. Kimball dijo:
"A veces hemos sido un poco avaros y hemos calculado que para el desayuno comimos sólo una taza de leche que costó tantos centavos, y vamos y los damos al Señor. Creo que cuando tenemos bastante, como muchos tenemos, deberíamos ser muy o más generosos…
"Pienso que deberíamos… dar, en cambio de la cantidad ahorrada por las dos comidas del ayuno, mucho, mucho, más —diez veces más si estamos en posición de hacerlo." (En Conference Report, oct. de 1974, pág. 184.)
"Por mucho tiempo las ofrendas de ayuno han proporcionado los medios por los cuales se han abastecido las necesidades de los pobres del Señor. El deseo y objeto de la Iglesia ha sido, y todavía es, el de obtener de las ofrendas de ayuno los fondos necesarios para satisfacer las necesidades en efectivo del programa de bienestar, y conseguir de los proyectos de producción de este plan todo lo que sea artículos de primera necesidad. Si nosotros damos una ofrenda generosa de ayuno, aumentaremos nuestra propia prosperidad, tanto espiritual como temporal." (En Conference Report, octubre de 1977, pág. 126.)
¿Qué hará el mes que viene en cuanto al ayuno y la contribución para el fondo de ofrendas? ¿Puede hacer más de lo que ha estado haciendo?