Historia de la Iglesia
20 Tiempos difíciles


Capítulo 20

Tiempos difíciles

Manual de instrucciones de las chicas Abejitas

Poco después de graduarse del Colegio Universitario de Agricultura del Estado de Utah, Evelyn Hodges, de veintidós años, rechazó un puesto remunerado como maestra de escuela para ofrecerse como trabajadora social del Departamento de Servicios Sociales de la Sociedad de Socorro en Salt Lake City1.

Sus padres no estaban contentos. Aunque era muy activa en la Sociedad de Socorro, su madre no creía que el trabajo social fuera algo que su hija debiera hacer. Y su padre simplemente quería que ella permaneciera en la granja familiar en Logan.

—Tengo una hija viva y yo debería poder mantenerla —le dijo—. Quédate en casa, obtén una maestría, obtén un doctorado, lo que tú quieras, pero quédate en casa2.

Evelyn finalmente llegó a un acuerdo con sus padres. Se ofrecería como voluntaria durante nueve semanas como trabajadora social. Si la Sociedad de Socorro no le ofrecía trabajo remunerado para entonces, volvería a casa.

En su primer sábado en Salt Lake City, Evelyn se presentó en la casa de Amy Brown Lyman, la Primera Consejera de la Presidencia General de la Sociedad de Socorro y directora del Servicio Social de la Sociedad de Socorro. Amy no la recibió en la puerta. En cambio, Evelyn la encontró en el segundo piso de la casa, sentada con las piernas cruzadas en medio de una cama, absorta en un proyecto de costura. Llevaba un vestido arrugado y tenía materiales de costura esparcidos por todas partes.

La apariencia y la indiferencia de Amy inquietaron a Evelyn. Se preguntó si había tomado la decisión correcta al venir a Salt Lake City. ¿Quería realmente trabajar para esta mujer?3.

Durante las siguientes nueve semanas, Evelyn descubrió que sí quería. Su trabajo como asistente social para unas ochenta familias la llevó por toda la ciudad y llegó a conocer bien sus calles y callejones. Al principio, era tímida para hablar con extraños, pero pronto encontró alegría y satisfacción al ayudar a las personas necesitadas. Cuando sus padres vinieron a llevarla a casa después de sus nueve semanas, ella se desesperó. La Sociedad de Socorro aún no le había ofrecido trabajo.

Evelyn llevaba tres días de vuelta en Logan cuando recibió una llamada de Amy. Una trabajadora social de la Sociedad de Socorro acababa de aceptar un trabajo en un hospital cercano y Amy quería saber si Evelyn podía ocupar su lugar.

—Ah, sí —dijo Evelyn. Ni siquiera preguntó cuánto le pagaría Amy.

El padre de Evelyn estaba ausente en ese momento y se sintió decepcionado cuando descubrió que ella había aceptado el trabajo en su ausencia. Ella no quería que él se enojara, pero estaba comprometida con su nueva carrera4.

De regreso en Salt Lake City, Evelyn trabajó directamente con los obispos locales que remitían a la Sociedad de Socorro a viudas, personas discapacitadas, familias desempleadas y otras personas en circunstancias desesperantes5. Bajo la supervisión del obispo, ella ayudaría a desarrollar un plan de ayuda para cada situación. También coordinaría con los barrios y el gobierno local para que proporcionaran dinero para los necesitados de las ofrendas de ayuno, los fondos de la Sociedad de Socorro y las organizaciones benéficas administradas por el condado.

De acuerdo con las pautas de la Iglesia en ese entonces, se alentaba a las personas a obtener ayuda del gobierno antes de recurrir a la Iglesia, por lo que muchas de las familias con las que trabajó Evelyn recibieron ayuda de ambas fuentes. Sin embargo, la ayuda solía ser pequeña y ella siempre preguntaba a las personas que atendía qué ayuda adicional podían brindarles sus familiares, amigos o vecinos6.

En octubre de 1929, unos meses después de que Evelyn regresara a Salt Lake City, la bolsa de valores de Estados Unidos se derrumbó. Al principio, la caída de los precios de las acciones en la lejana ciudad de Nueva York no pareció afectar el número de casos de Evelyn. En la primavera de 1930, de hecho, la economía parecía estar recuperándose del colapso7.

Sin embargo, la recuperación duró poco tiempo. Las personas y las empresas con grandes deudas no podían pagarlas. La gente comenzó a gastar menos dinero, reduciendo la demanda de bienes y servicios8. El estado de Utah se vio especialmente afectado. Su economía, que dependía en gran medida de la minería y las exportaciones agrícolas, ya estaba teniendo problemas cuando el mercado de valores colapsó. Una vez que los precios de todos los productos básicos cayeron, los productores no pudieron obtener ganancias ni pagar a los trabajadores, y muchas personas se quedaron sin trabajo rápidamente. Para empeorar las cosas, había menos personas con dinero que donaran a las organizaciones benéficas para ayudar a los necesitados. El diezmo y otras donaciones de la Iglesia también disminuyeron.

Poco después de la celebración del centenario de la Iglesia, Evelyn comenzó a ver más familias que no podían llegar a fin de mes. El miedo se estaba arraigando en sus corazones9.


La noche del 19 de mayo de 1930, William y Clara Daniels dieron la bienvenida al presidente de la Misión Sudafricana, Don Dalton, en su casa en Ciudad del Cabo. La familia Daniels llevaba a cabo una “reunión espiritual casera” para discutir un capítulo de Jesús el Cristo, de James E. Talmage. Alice, la hija adulta de William y Clara, también estaba presente10.

Los Daniels habían estado celebrando reuniones los lunes por la noche en su casa desde 1921. Esas reuniones ofrecían un refugio de la tensión racial que experimentaban a su alrededor. En Ciudad del Cabo, las iglesias y las escuelas estaban segregadas; las personas de raza negra y los “mestizos”, o personas de raza mixta, asistían a un lugar y las personas de raza blanca a otro. Pero el color de la piel no impedía que los fieles asistieran a las reuniones espirituales en la casa de los Daniel. William y Clara, que tenían ascendencia negra y del sudeste asiático, daban la bienvenida a cualquiera que quisiera asistir. El presidente Dalton y los misioneros que solían asistir a las reuniones eran blancos11.

William había escuchado sobre el Evangelio restaurado por primera vez a través de su hermana Phyllis, quien se había unido a la Iglesia con su esposo y se mudó a Utah a principios del siglo XX. Unos años más tarde, en 1915, William conoció a un misionero Santo de los Últimos Días cuya sinceridad y devoción desinteresada al Evangelio le llamó la atención12.

Poco después de interesarse por la Iglesia, William visitó Utah para aprender más sobre los Santos de los Últimos Días y quedó impresionado con lo que vio. Admiraba la fe de los miembros de la Iglesia y valoraba su devoción a Jesucristo y al Nuevo Testamento. También se reunió dos veces con el presidente Joseph F. Smith, quien le dijo que aún no había llegado el momento de que los hombres de ascendencia africana recibieran el sacerdocio.

Las palabras del profeta inquietaron a William. Aunque la iglesia protestante a la que asistía en Sudáfrica estaba segregada, eso no le impedía servir como élder en su congregación. Si se unía a los Santos de los Últimos Días, no podría ocupar un cargo similar. Sin embargo, el presidente Smith le dio a William una bendición en la que le prometió que, algún día, él poseería el sacerdocio, aunque fuera en la próxima vida. William quedó conmovido por la bendición y cobró esperanzas. Fue bautizado en Utah y poco después, regresó a su hogar en Sudáfrica13.

Desde entonces, William había asistido a los servicios de adoración en la Rama Mowbray de Ciudad del Cabo, junto con los miembros blancos. En la rama, él compartía su testimonio y ofrecía oraciones. También ayudó a recaudar fondos para un nuevo órgano en el centro de reuniones14. Él y Clara, quien se había unido a la Iglesia unos años después de su bautismo, también mostraron un interés especial por los misioneros. La pareja a menudo organizaba comidas para dar la bienvenida a los nuevos misioneros, despedir a los élderes que se iban y celebrar cumpleaños y días festivos. Para ayudar a los jóvenes a sentirse bienvenidos en su casa, William a veces tocaba el himno nacional de Estados Unidos en su tocadiscos y organizaba partidos de béisbol15.

Sin embargo, no todas las personas en la rama eran tan acogedoras. William se había enterado recientemente de que algunos miembros no deseaban aceptar a su familia en plena hermandad. Al presidente Dalton le habían hablado de visitantes que dejaron de mostrar interés en la Iglesia cuando observaron la congregación mixta en Mowbray16.

En una ocasión, William le dijo a Clara que estaba pensando dejar la Iglesia. “Escucha —le había contestado ella—, tú has estado en Salt Lake City y fuiste bautizado. ¿Por qué rendirse ahora?”17.

Las palabras de Clara, junto con las reuniones espirituales de los lunes por la noche, le habían dado fuerzas para mantener la fe a pesar de sus preocupaciones. Esa noche de la primavera de 1930, después de que los Daniels y sus invitados se turnaron para leer de Jesús el Cristo, hablaron de cuando el Salvador calmó el mar azotado por la tormenta.

El pasaje les recordó que debían volverse a Cristo en los momentos de prueba. El poder humano a menudo era limitado, pero Cristo podía salvar a todos con un simple mandato: “¡Calla, enmudece!”18.


Cayó un granizo del tamaño de huevos de paloma sobre la casa de la Misión Suizo-Alemana en Basilea, Suiza, en la tarde del 24 de junio de 1930. Durante la última semana, John y Leah Widtsoe se habían alojado en la casa para capacitar a los presidentes de misión y sus respectivas esposas sobre las necesidades y responsabilidades de los misioneros. Cada día había estado marcado por largas reuniones y debates interesantes sobre la Iglesia en Europa. El fuerte traqueteo del granizo fue una rara intromisión en la conferencia19.

Leah nunca había estado más ocupada en su misión. Estaba a cargo de capacitar a las esposas de los presidentes de misión para que ayudaran a los santos europeos a organizar Sociedades de Socorro, Asociaciones de Mejoramiento Mutuo de la Mujeres Jóvenes y Primarias en sus distritos y ramas. Dado que los líderes de la Iglesia aconsejaban a los santos que permanecieran en sus países de origen para edificar Sion en todo el mundo, Leah creía que los santos locales debían asumir un papel de liderazgo en estas organizaciones20. En algunas ramas, los misioneros se desempeñaban como presidentes de Asociaciones de Mejoramiento Mutuo combinadas. Sin embargo, Leah pidió que cada rama tuviera una Asociación de Mejoramiento Mutuo de las Mujeres Jóvenes con una presidenta local, dos consejeras, una secretaria y tantas ayudantes como fueran necesarias.

Además, no se esperaba que la esposa de un presidente de misión supervisara personalmente todas las organizaciones; ella era una sola mujer y no podía hacer todo el trabajo con eficacia. De hecho, si no delegaba responsabilidades en las líderes locales, estaría obstaculizando enormemente la labor de las organizaciones. Leah quería que los líderes de misión inspiraran y capacitaran a los santos europeos para ser líderes por derecho propio21.

El 27 de junio, Leah habló a las mujeres sobre la necesidad de tener la AMMMJ en Europa. La AMMMJ estaba dividida en dos programas: las Abejitas y las Espigadoras. Abejitas era ahora un programa de tres años para cualquier mujer joven de catorce años o más. Una vez que completaba su trabajo como abejita, la joven se unía a las Espigadoras, un programa menos estructurado, diseñado para prepararla para la edad adulta. Las Abejitas ya tenían dos mil niñas participando en Europa, y Leah instó a las mujeres a promover el programa en todas las misiones22.

También anunció que la presidenta general de la AMMMJ, Ruth May Fox, la había autorizado recientemente a crear una edición europea del Manual de instrucciones de las Abejitas. El manual vigente en ese entonces había sido diseñado para fortalecer a las mujeres jóvenes a través de diversas actividades en el interior y al aire libre. Sin embargo, parte del contenido del libro se diseñó demasiado específicamente para mujeres jóvenes en los Estados Unidos, lo que lo hacía inadecuado para otras partes del mundo. Leah presentó sus ideas para el nuevo manual a las esposas de los presidentes de misión y ellas aportaron sugerencias sobre cómo adaptar el manual para satisfacer las necesidades de las mujeres jóvenes en Europa23.

Después de la conferencia, Leah escribió a la Primera Presidencia sobre su trabajo. “Creo que se puede informar en justicia de cierto grado de éxito obtenido —dijo—. Las mujeres de cada misión sienten cada vez más su necesidad de crecimiento y su responsabilidad de hacer su parte en la actividad de la Iglesia”.

Ella entendía que todavía había lugar para mejorar. “Las personas todavía no han aprendido a sostenerse y apoyarse mutuamente en sus cargos —escribió—. Es algo que se debe aprender aquí, así como en casa”. Para el siguiente año, ella planeó hacer hincapié en la importancia de apoyar a los oficiales locales y los líderes de la Iglesia.

“Cada día del año pasado, he dedicado el día completo al trabajo con apenas una hora de descanso”, añadió. Sin embargo, nunca se había sentido mejor. “Me siento una mujer mucho más joven y feliz que cuando llegué —escribió—. Por eso estoy agradecida en primer lugar al Padre Celestial, y después a ustedes, nuestros líderes y amigos”24.


Ese otoño, en Tilsit, Alemania, Helga Meiszus, de diez años, fue bautizada en el río Memel [actual río Niemen]. Hacía frío, pero el cielo era hermoso, todo iluminado con estrellas. Cuando Helga salió del agua, apenas pudo contener el gozo que sentía por ser miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días25.

Ocurrió en una época llena de acontecimientos en su vida. Había decidido asistir a una nueva escuela y al principio estaba emocionada por el cambio. La escuela estaba cerca de casa y muchas de sus amigas y vecinas estarían allí. Sin embargo, pronto se arrepintió de su decisión. A su maestra, la señorita Maul, no parecía gustarle.

Un día se le pidió a Helga que enviara un formulario que proporcionaba a la escuela su información personal. Cuando la señorita Maul revisó el formulario, se burló al ver que Helga era Santo de los Últimos Días. Aunque había más miembros que vivían en Alemania que en cualquier otro lugar fuera de los Estados Unidos, no eran bien conocidos ni muy respetados.

—Esto no es una religión —le dijo la señorita Maul a Helga—. Esto es una secta, ¡y una de las malas!26.

La palabra “secta” hirió a Helga. No estaba acostumbrada a que la trataran mal por su religión, así que se fue a casa y le contó a su madre lo que le había dicho la señorita Maul. Su madre simplemente sacó una hoja de papel y le escribió una carta a la maestra, recordándole que no era asunto suyo a qué iglesia asistían Helga y su familia.

Poco tiempo después, la señorita Maul vino a la clase con la directora. Todas las chicas se pusieron de pie y la señorita Maul se acercó a Helga, que estaba cerca del frente del salón de clases.

—Allí está —dijo, apuntando con el dedo a Helga—. Pertenece a esa horrible secta.

La directora permaneció allí un tiempo, mirando fijamente a Helga como si fuera un monstruo. Helga permaneció con la cabeza en alto. Amaba su religión y no estaba avergonzada de ella27.

Después de eso, muchas de las amigas de Helga dejaron de jugar con ella. Cuando caminaba a la escuela o de vuelta a casa, los alumnos a veces le tiraban piedras o le escupían. Una vez, después de regresar a casa de clases, Helga se dio cuenta de que había olvidado su abrigo. Se apresuró a regresar a la escuela y encontró su abrigo justo donde lo había dejado; pero cuando lo recogió, vio que alguien se había sonado la nariz con él28.

Las compañeras de clase de Helga continuaban intimidándola, pero cuando lo hacían, ella cantaba en silencio una canción que había aprendido en la Iglesia, y eso le daba fuerzas. En inglés, el título decía “Soy un niño mormón”, pero en alemán se podía aplicar a todos los niños y las niñas Santos de los Últimos Días:

Una niña mormona, una niña mormona,

soy una niña mormona;

hasta un rey envidia me tendrá,

pues soy una niña mormona29.


El 30 de enero de 1931, Evelyn Hodges y otras trabajadoras sociales de la Sociedad de Socorro en Salt Lake City estaban junto a las ventanas del segundo piso del edificio del Obispo Presidente, donde el Servicio Social de la Sociedad de Socorro tenía sus oficinas. Abajo, en la calle, casi mil quinientos manifestantes marchaban hacia el norte rumbo al capitolio de Utah para pedirle a la legislatura que ayudara al creciente número de desempleados del estado30.

Al mirar a los manifestantes, Evelyn se sorprendió de que no parecieran enojados o militantes. Llevaban dos banderas estadounidenses junto con carteles y pancartas instando a otros trabajadores a unirse a ellos. Muchos de los manifestantes arrastraban los pies e iban con la cabeza baja en señal de resignación. En todo caso, parecían tristes31.

Antes de que comenzaran los tiempos difíciles, Evelyn había trabajado principalmente con personas que estaban desempleadas debido a problemas de salud o discapacidad. Ahora veía cada vez más trabajadores dispuestos que simplemente no podían encontrar trabajo. Algunos de ellos eran trabajadores calificados, y otros eran estudiantes universitarios o graduados universitarios. Muchos de ellos habían perdido el sentido de autoestima y no querían pedir ayuda32.

Un hombre con el que habló había mantenido a su esposa e hijos durante años. Vivían en una casa cómoda en un buen barrio, pero ahora no podía encontrar trabajo y su familia estaba cada vez más desesperada. Llorando, admitió ante Evelyn que la única comida que quedaba en la casa era harina y sal. Claramente le dolía pedir dinero para ayudar a mantener a su familia, pero ¿qué otra opción tenía?33.

Evelyn se ocupaba de casos como este con regularidad. A medida que la economía empeoraba, la Sociedad de Socorro no podía permitirse emplear a más de cinco trabajadores sociales a la vez, por lo que Evelyn quedó sobrecargada de trabajo. A menudo, podía hacer poco más que evaluar rápidamente la situación de una persona antes de completar un formulario para proporcionar alimentos básicos, ayuda con el alquiler de un mes o un poco de carbón en el invierno34.

La Presidenta General de la Sociedad de Socorro, Louise Y. Robison, y sus consejeras se reunían regularmente con el Obispado Presidente para organizar los esfuerzos de bienestar entre los santos. De manera similar, los obispos y las líderes de la Sociedad de Socorro trabajaban juntos para identificar a las personas con dificultades en sus barrios y satisfacer sus necesidades básicas. Los gobiernos locales y algunas empresas también buscaban formas creativas de mantener a los trabajadores alimentados y en sus empleos. Un almacén administrado por el condado distribuía comida gratis en Salt Lake City. El gobierno de la ciudad creó trabajos temporales, como quitar nieve o cortar leña, para dar trabajo a más de diez mil hombres desempleados.

Sin embargo, los líderes de la Iglesia y la comunidad se estaban dando cuenta rápidamente de que sus esfuerzos y recursos combinados no eran suficientes para hacer frente a la crisis económica35.

Evelyn pronto se encontró dedicando aún más horas junto a Amy Brown Lyman y las otras trabajadoras sociales de la Sociedad de Socorro. A veces, los días nunca parecían terminar. Los días de entre semana y los fines de semana a menudo se fusionaban. Dado que los registros de trabajo social eran confidenciales, Evelyn trataba de trabajar en los casos solo en la oficina; pero a medida que aumentaban sus responsabilidades, llevaba los registros a casa en un maletín para poder trabajar los sábados por la tarde o los domingos.

Las exigencias de la carrera de Evelyn eran agotadoras y afectaron su salud, mas no podía olvidar los rostros tristes de las mujeres y los hombres oprimidos que marchaban hacia el capitolio del estado. La legislatura había ignorado en gran medida sus súplicas y se negó a ofrecer beneficios a los desempleados. Ahora la imagen de su desesperanza y desconsuelo estaba grabada en su mente. Quería llorar cada vez que pensaba en eso36.

  1. “Large Class of Graduates at U.S.A.C.”, Journal, Logan, UT, 25 de mayo de 1929, pág. 8; Lewis, Entrevista de historia oral, págs. 1–2.

  2. Lewis, Entrevista de historia oral, págs. 1–2, 25. Tema: Sociedad de Socorro

  3. Lewis, Entrevista de historia oral, pág. 2. Tema: Amy Brown Lyman.

  4. Lewis, Entrevista de historia oral, págs. 2–3.

  5. Lewis, Entrevista de historia oral, pág. 3; véase también, por ejemplo, “Relief Society Social Service Department Report for January 1930”, págs. [1]–[4], Presiding Bishopric General Files, 1872–1948, BHI.

  6. Ward Charity, [3]–6; Derr, “History of Social Services”, págs. 40–41; Lewis, Entrevista de historia oral, pág. 3; entrada de la familia Bell, Relief Society Family Welfare Department Budget, 24 de noviembre de 1928, Presiding Bishopric General Files, 1872–1948, BHI. Temas: Obispo; Programas de bienestar.

  7. Lewis, Entrevista de historia oral, pág. 6; Payne, Crash!, págs. 5, 83–84; Shlaes, Forgotten Man, págs. 85–93, 101; Kennedy, Freedom from Fear, págs. 56–58. Tema: Gran Depresión.

  8. Payne, Crash!, págs. 84–85; Shlaes, Forgotten Man, págs. 95–104; Kennedy, Freedom from Fear, págs. 58–69.

  9. Bluth y Hinton, “Great Depression”, págs. 481–485; Alexander, Utah, the Right Place, págs. 310–311; Orval W. Adams a John A. Widtsoe, 26 de mayo de 1930, Widtsoe Family Papers, BHI; Lewis, Entrevista de historia oral, pág. 6; Heber J. Grant a Reed Smoot, 14 de enero de 1932, First Presidency Miscellaneous Correspondence, BHI.

  10. Love Branch, Miscellaneous Minutes, 19 de mayo de 1930. Tema: Sudáfrica

  11. Mowbray Branch, Cottage Meeting Minutes, 25 de abril a 12 de diciembre de 1921; Stevenson, Global History of Blacks and Mormonism, págs. 49–50; Bickford-Smith, Ethnic Pride and Racial Prejudice in Victorian Cape Town, págs. 210–211; Chidester, Religions of South Africa, págs. 81–83; Adhikari, Not White Enough, Not Black Enough, págs. 2–5. Tema: Segregación racial

  12. Wright, History of the South African Mission, tomo II, págs. 252–254; entrada por Philles Jacoba Elizabeth February Sampson, conferencia de Ciudad del Cabo, Misión Sudáfrica, nro. 153 en Sudáfrica (país), parte 1, Record of Members Collection, BHI; véase también William P. Daniels, “My Testimony”, Cumorah’s Southern Messenger, 20 de febrero de 1935, tomo IX, pág. 28. La forma de escribir “Phyllis Sampson” en los registros es inconsistente.

  13. Wright, History of the South African Mission, tomo II, págs. 252–255; Love Branch, Miscellaneous Minutes, 14 de diciembre de 1931; Okkers, Entrevista de historia oral, págs. 3–4. Temas: Joseph F. Smith; Restricción del sacerdocio y del templo

  14. Stevenson, Global History of Blacks and Mormonism, pág. 50; Mowbray Branch, General Minutes, 24 de julio de 1921–1 de enero de 1928; Diario de Nicholas G. Smith, 5 de noviembre de 1920.

  15. Wright, History of the South African Mission, tomo II, págs. 253, 256; South Africa Mission, Manuscript History and Historical Reports, Jan. 4, 1923; Martin, Autobiografía, 1 de enero de 1927; véase también, por ejemplo, Love Branch, Miscellaneous Minutes, 20 de febrero de 1929–28 de abril de 1930; y Mowbray Branch, Cottage Meeting Minutes, 29 de agosto de 1921.

  16. Stevenson, Global History of Blacks and Mormonism, págs. 49–50; Don M. Dalton a la Primera Presidencia, 11 de abril de 1930, First Presidency Mission Files, BHI.

  17. Okkers, Entrevista de historia oral, pág. 4. La cita fue editada por motivos de legibilidad; la fuente original dice “Fuiste a Salt Lake City y bautizado”.

  18. Love Branch, Miscellaneous Minutes, 19 de mayo de 1930; Talmage, Jesús el Cristo, págs. 308–309.

  19. Widtsoe, Diario, 18–24 de junio de 1930; “Conference on Womans Activity in European Missions”, 18–24 de junio de 1930, págs. 1–2, Susa Young Gates Papers, BHI; Conferencia de presidentes de misiones europeas, 18–24 de junio de 1930.

  20. Leah D. Widtsoe a Anna W. Wallace y Eudora Widtsoe, 8 de abril de 1930, Widtsoe Family Papers, BHI; “Conference on Womans Activity in European Missions”, 25–28 de junio de 1930, págs. 2–7, Susa Young Gates Papers, BHI; Presiding Bishopric, Office Journal, 3 de septiembre de 1929, pág. 244. Tema: Recogimiento de Israel.

  21. Conference on Womans Activity in European Missions”, 28 de junio de 1930, págs. 8–11, Susa Young Gates Papers, BHI; véase también, por ejemplo, Misión Alemana-Austriaca, General Minutes, mayo de 1930, pág. 130.

  22. “Conference on Womans Activity in European Missions”, 27 de junio de 1930, págs. 3, 13, Susa Young Gates Papers, BHI; Conferencia de las presidentas de la Sociedad de Socorro de la Misión Europea, minutas, [21 de agosto], 1929, págs. 28–29; Eudora Widtsoe, “The Bee-Hive Girl”, Latter-day Saints’ Millennial Star, 3 de abril de 1930, tomo XCII, pág. 273. Tema: Organizaciones de las Mujeres Jóvenes.

  23. “Conference on Womans Activity in European Missions”, 27 de junio de 1930, págs. 3, 12–13, Susa Young Gates Papers, BHI; Hand Book for the Bee-Hive Girls of the Y. L. M. I. A. [décima edición], pág. 9; Handbook for the Bee-Hive Girls of the Young Ladies’ Mutual Improvement Association, pág. [5]; Leah D. Widtsoe a la Primera Presidencia, 16 de septiembre de 1933, First Presidency Mission Files, BHI.

  24. Leah D. Widtsoe a la Primera Presidencia, 8 de octubre de 1930, First Presidency Mission Files, BHI.

  25. Meyer y Galli, Under a Leafless Tree, pág. 36; Misión Alemana-Austriaca, General Minutes, septiembre de 1930, pág. 143.

  26. Meyer y Galli, Under a Leafless Tree, págs. 32, 34; Scharffs, Mormonism in Germany, pág. XIV, tabla 1; Naujoks y Eldredge, Shades of Gray, pág. 30. Tema: Alemania

  27. Meyer y Galli, Under a Leafless Tree, pág. 34.

  28. Meyer y Galli, Under a Leafless Tree, págs. 34–36.

  29. Meyer y Galli, Under a Leafless Tree, pág. 34; véase también Evan Stephens, “The ‘Mormon’ Boy”, Deseret Sunday School Songs, nro. 269.

  30. Lewis, Entrevista de historia oral, pág. 8; “Unemployed Plan to Ask State Aid”, Salt Lake Tribune, 29 de enero de 1931, pág. 9; “Idle Workers March upon Utah Capitol”, Salt Lake Tribune, 31 de enero de 1931, pág. 7. Tema: Oficinas Generales de la Iglesia

  31. Lewis, Entrevista de historia oral, pág. 8; “Unemployed March on Utah Capitol”, Salt Lake Telegram, 30 de enero de 1931, pág. 8B; Alexander, Utah, the Right Place, pág. 312.

  32. Derr, “History of Social Services”, pág. 42; Lewis, Entrevista de historia oral, págs. 7, 15.

  33. Lewis, Entrevista de historia oral, pág. 16.

  34. Derr, “History of Social Services”, pág. 39; Lewis, Entrevista de historia oral, págs. 6–8, 15–16; Obispado Presidente a Louise Y. Robison, 4 de febrero de 1930; Amy Brown Lyman al Obispado Presidente, 5 de marzo de 1930; Obispado Presidente a Amy Brown Lyman, [marzo de 1930], Presiding Bishopric General Files 1872–1948, BHI; Hall, Faded Legacy, págs. 112–113.

  35. Sociedad de Socorro, Minutes of Meetings with the Presiding Bishopric, enero a diciembre de 1930; 24 de mayo de 1932; 2 de noviembre de 1932; Derr, Cannon y Beecher, Women of Covenant, pág. 251; Hall, Faded Legacy, pág. 113; Bluth y Hinton, “Great Depression”, págs. 484–485. Temas: Gran Depresión; Programas de bienestar

  36. Lewis, Entrevista de historia oral, págs.8–9; Bluth y Hinton, “Great Depression”, pág. 484.