Historia de la Iglesia
Capítulo 39: Una nueva era


“Una nueva era”, Santos: La historia de la Iglesia de Jesucristo en los últimos días, tomo III, Valerosa, noble e independiente, 1893–1955, 2022

Capítulo 39: “Una nueva era”

Capítulo 39

Una nueva era

El Templo de Suiza

El martes 6 de septiembre de 1955, Helga Meyer abordó un tren hacia Berlín Occidental. Ella y otros miembros de la Rama Neubrandenburg se habían enterado recientemente de que el Coro del Tabernáculo vendría a la ciudad a dar un concierto. El Coro había estado de gira por Europa desde mediados de agosto y se presentaría en diferentes ciudades desde Glasgow a Copenhague previo a la dedicación del templo de Suiza. Era la actuación más trascendental del Coro desde su presentación en la Feria Mundial de Chicago [Chicago World’s Fair] hacía seis décadas. Para muchas de las personas que asistieron a los conciertos, el escuchar cantar al Coro había sido la experiencia de sus vidas1.

Por mucho tiempo había parecido que era poco práctico trasladar a más de 350 miembros del Coro a través del océano, pero el presidente David O. McKay pensaba que era tiempo de que el Coro se aventurara más allá de Norteamérica. “No hay una fuerza más poderosa para la obra misional que el Coro del Tabernáculo”, había dicho cuando se anunciaron los planes2.

Toda la gira era el producto de mucho trabajo, preparación y oración, pero la presencia del Coro en Berlín Occidental era extraordinariamente notable. Se habían llevado a cabo negociaciones de alto nivel entre los Estados Unidos y la Unión Soviética para permitir que un grupo tan grande de estadounidenses viajara por la República Democrática Alemana hacia el sector occidental de la ciudad3.

Una vez que Helga y otros santos de Alemania Oriental se enteraron de la visita inminente del Coro, procuraron obtener permiso para viajar a Berlín Occidental. Mientras que el Coro haría una presentación por la noche en la que se cobraría a la audiencia, también daría un “concierto de ensayo” gratuito durante el día para los residentes de la RDA y los refugiados de Alemania Oriental que ahora vivían en Alemania Occidental. Los Meyer no tenían mucho dinero, pero el negocio pesquero de Kurt y el trabajo de Helga como maestra de jardín de infantes habían producido ingresos suficientes para que ella viajara por su cuenta a Berlín Occidental y comprara una entrada para el concierto de la noche4.

Cuando el tren de Helga llegó a Berlín Occidental, ella salió de la estación y se dirigió al espacioso estadio deportivo Schöneberg para el concierto gratuito de la tarde. El auditorio estaba casi lleno de gente, pero ella pudo encontrar un asiento cerca del escenario.

Helga, Kurt y sus hijos habían pasado muchas noches apiñados alrededor de la radio escuchando las transmisiones del Coro del Tabernáculo. Debido a que el programa provenía de los Estados Unidos, la familia mantenía bajo el volumen para que nadie en la calle escuchara la música y los denunciara. Pero hoy ella podía escuchar sin temor y dejar que la letra y la música fluyeran a su alrededor5.

El Coro comenzó con música de los famosos compositores alemanes Bach, Händel y Beethoven. Luego el concierto siguió con los apreciados himnos Santos de los Últimos Días “Oh mi Padre” y “¡Oh, está todo bien!”. Helga no comprendía las palabras de los himnos en inglés, pero cuando las voces de los cantantes llenaron el espacio con gozosos sonidos, su corazón se ensalzó.

Ellos eran su pueblo —comprendió Helga— que había venido de lejos6.

Unas pocas horas más tarde, regresó al auditorio para el concierto que el Coro daría por la noche. Esta vez, santos de Alemania Occidental, militares en servicio activo estadounidenses y funcionarios de gobierno ocupaban la mayoría de los asientos en el abarrotado auditorio. El concierto estaba siendo grabado para que la Radio Europa Libre [Radio Free Europe] —una estación de Alemania Occidental patrocinada por los Estados Unidos— pudiera transmitirlo a las personas que vivían en la RDA, Checoslovaquia, Polonia y otros países comunistas de Europa Central y de Europa Oriental7.

Una vez más, Helga se deleitó al escuchar la música. El Espíritu del Señor la envolvió, y ella y quienes estaban a su alrededor no podían contener las lágrimas. Se sentía como el cielo en la tierra.

Después del concierto, el Coro salió del auditorio y comenzó a abordar los autobuses. Helga y un grupo de santos alemanes los siguieron hasta afuera y cantaron “Para siempre Dios esté con vos” y agitaron pañuelos blancos en el aire hasta que el último autobús se perdió de vista8.


Unos días después, el domingo 11 de septiembre de 1955, el presidente McKay ingresó a un atestado estacionamiento en las afueras de Berna, Suiza. Por varios años, había seguido el progreso de dos templos europeos desde lejos. Recientemente, había dado la palada inicial del templo de Londres y hoy había llegado para dedicar el recién terminado templo de Suiza9.

Era un momento triunfal para el presidente McKay. Europa había sido una fuente de fortaleza para la Iglesia por generaciones. Los padres del profeta habían nacido en suelo europeo. La familia de su padre se había unido a la Iglesia en Escocia y la familia de su madre estaba entre los primeros conversos de Gales. Ahora los santos europeos ya no tendrían que cruzar el océano para disfrutar de las bendiciones del templo como lo habían hecho sus padres y sus abuelos10.

Había estado lloviendo durante días en Berna, pero esa mañana un cielo azul y un sol brillante recibieron al presidente McKay. El exterior simple y moderno del templo resaltaba contra un fondo de árboles de hoja perenne. El edificio era de color crema, con hileras de pilastras blancas y altas ventanas que embellecían sus lados. Una aguja dorada, sostenida por una magnífica base blanca, se alzaba por sobre las puertas de bronce de la entrada. Y en la distancia, claramente visibles desde los jardines del templo, se elevaba el Macizo del Jura y los majestuosos Alpes suizos11.

Cuando el presidente McKay entró al templo, pasó por debajo de grandes letras de molde que se hallaban arriba de la puerta. Das Haus des Herrn, decía el mensaje en alemán: La Casa del Señor. Por primera vez, esas palabras aparecían en un templo Santo de los Últimos Días en un idioma distinto al inglés12.

Unos minutos más tarde, a las diez, el profeta se puso de pie ante el púlpito en el salón de asambleas del tercer piso. Una audiencia de alrededor de seiscientas personas —más de la mitad de ellos eran miembros del Coro del Tabernáculo— lo observaban. Otras novecientas personas se encontraban en otras salas del templo para escuchar la sesión por altavoces13.

Luego de que el Coro cantara y de la oración, el presidente McKay dio la bienvenida a todas las personas que habían asistido y recalcó que los anteriores Presidentes de la Iglesia estaban allí en espíritu. Dijo que entre ellos estaba Joseph F. Smith, quien había profetizado en Berna, hacía medio siglo, que un día se construirían templos en países de todo el mundo14.

Samuel Bringhurst, quien había sido llamado recientemente como presidente del templo de Suiza, habló a continuación. Él relató las dificultades para encontrar la propiedad y testificó de la guía del Señor para encontrar el sitio actual15.

Le siguió el apóstol Ezra Taft Benson, quien habló a la audiencia acerca de su abuela paterna, Louisa Ballif, cuyos padres se habían unido a la Iglesia en Suiza en la década de 1850 y habían emigrado a Utah. Siendo un joven que había crecido en Idaho, Ezra había oído a su abuela contar acerca de la conversión de su familia y de su amor por su país.

—Les aseguro —dijo el apóstol—, que yo sentía amor por Suiza mucho antes de haberla visto.

Luego, el élder Benson reflexionó acerca de su misión entre los santos de Europa después de la Segunda Guerra Mundial. Mencionó que había ido a Viena y a Zełwągi y recordó con cariño la amabilidad de los funcionarios del gobierno suizo que ayudaron a la Iglesia a distribuir la ayuda16.

Después de que el élder Benson se sentó, el presidente McKay regresó al estrado para dedicar la Casa del Señor. “Oh, Dios, nuestro Padre Eterno —oró—, en esta ocasión sagrada, la finalización y dedicación del primer templo erigido por la Iglesia en Europa, te entregamos nuestros corazones y elevamos nuestras voces hacia Ti en alabanza y gratitud”. Le agradeció al Señor por el Evangelio restaurado, por la revelación moderna y por el pueblo suizo que había respetado por siglos el derecho a adorar conforme a los dictados de la propia conciencia.

Durante la oración, el profeta parecía sentirse agobiado por la incredulidad de las personas en los países donde el evangelio de Jesucristo no se podía predicar en ese momento. “Bendice a los líderes de las naciones —suplicó— para que sus corazones queden libres de prejuicios, desconfianza y avaricia y se llenen con un deseo de paz y rectitud”.

El presidente McKay cerró la sesión dedicatoria de la mañana y dirigió a la congregación en la Exclamación de Hosanna17. Durante el servicio, le pidió a Ewan Harbrecht —una joven soprano del Coro del Tabernáculo cuya abuela de origen alemán había sido una de las primeras miembros de la Iglesia en la Rama Cincinnati— que se pusiera de pie y cantara.

En todos los lugares en que se habían presentado en Europa, Ewan y el Coro habían sido acogidos con una gran ovación. Pero en das Haus des Herrn, una apacible reverencia acorde con la ocasión inundó la sala. Ella cantó “Bendice esta casa”.

Bendice a las personas que están aquí,

mantenlas puras y libres de pecado.

Bendícenos a todos para que seamos

dignos, oh Señor, de morar contigo18.


El jueves siguiente, Jeanne Charrier entró al templo de Suiza para asistir a la última de las nueve sesiones dedicatorias. Rodeada de otros santos de la Misión Francesa, entre ellos Léon y Claire Fargier, Jeanne se sentía honrada de estar en la Casa del Señor y de figurar entre los europeos que pronto harían convenios eternos19.

El presidente McKay habló como lo había hecho en cada una de las sesiones anteriores. Jeanne sintió una conexión especial con el profeta a quien había conocido en una conferencia en París durante la gira que él hizo por Europa en 1952. Para ese entonces, ella llevaba tan solo un año como miembro de la Iglesia y el dolor del rechazo de sus padres todavía le afectaba. El presidente McKay hizo una pausa para preguntarle acerca de su bautismo y cómo había sido la vida de ella desde entonces. Más que simplemente estrecharle la mano, él le dio un abrazo cálido, como de abuelo, que la ayudó a disipar su conflicto interior20.

Cuando el presidente McKay dio la bienvenida al templo a los santos de la Misión Francesa, sus palabras estaban siendo interpretadas por Robert Simond, un miembro suizo de hacía mucho tiempo que había servido en la presidencia de la misión. “Esta dedicación marca una época en la historia de la Iglesia —dijo el profeta a los santos—. De varias maneras comienza una nueva era”21.

Luego habló a aquellas personas que pronto recibirían las ordenanzas iniciatorias y de investidura. Deseaba que estuvieran preparadas para comprender los grandes principios de la vida que se encuentran en la experiencia del templo.

—El ver o visualizar la gloria de la obra del templo es, en cierto modo, como obtener un testimonio de la divinidad de la obra de Cristo —dijo—. Para algunos, la gloria de la verdad del Evangelio restaurado llega de inmediato. Para otros, llega más lentamente, pero de manera segura22.

El comienzo de las primeras sesiones de investidura del templo de Suiza se habían programado para la semana siguiente. Pero después de enterarse de que los santos debían regresar a sus países de origen antes de eso, el presidente McKay le preguntó a Gordon B. Hinckley si su equipo podía trabajar toda la noche para preparar el templo para efectuar la obra de investidura el viernes por la mañana23.

El viernes por la tarde, Jeanne regresó al templo con otros santos de habla francesa. Las dos primeras sesiones de investidura del día habían sido en alemán y —como la investidura era una experiencia nueva para la mayoría de los participantes— todo tomó más tiempo de lo esperado. Para cuando comenzó la sesión en francés, el sol se había puesto y luego seguirían sesiones en otros idiomas24.

Después de escuchar al apóstol Spencer W. Kimball en una reunión especial en la capilla del templo, Jeanne y otros santos franceses participaron en las ordenanzas iniciatorias y de investidura. Juntos en una sala, vieron la nueva película del templo en francés y aprendieron más acerca de la creación de la tierra, de la caída de Adán y Eva y de la expiación de Jesucristo. Hicieron convenios con Dios y a cambio recibieron la promesa de grandes bendiciones en esta vida y en la vida venidera25.

Cuando la sesión de Jeanne terminó, estaban en medio de la noche. Los santos de Suecia, Finlandia, los Países Bajos, Dinamarca y Noruega siguieron a continuación y recibieron sus investiduras en las sesiones que siguieron sin pausa hasta avanzada la noche del sábado26.

Al haber participado en las ordenanzas del templo, Jeanne comprendió que este era un lugar de fe y esperanza que la prepararía para entrar algún día a la presencia de Dios. Y aunque su familia terrenal aún no estaba lista para escuchar el mensaje del Evangelio, ella estaba deseosa de hacer la obra por sus antepasados fallecidos que estaban esperando recibir las bendiciones del templo.

“Nadie quedará en el olvido”, pensó27.


Había sido una semana muy desafiante para Gordon B. Hinckley. Una vez que la película sobre la investidura había pasado por aduana, él había supervisado la instalación del equipo de proyección y sonido del templo, había sincronizado el sonido y la película en cada idioma para asegurarse de que funcionaran de forma apropiada y había capacitado al nuevo ingeniero del templo, Hans Lutscher, quien asumiría la responsabilidad a tiempo completo después de que él mismo fuera investido28.

Gordon y su equipo disfrutaron de un breve descanso de su agitada agenda durante los cinco días de la dedicación, pero apenas el presidente McKay anunció su deseo de comenzar inmediatamente con la obra de ordenanzas en el templo, volvieron a trabajar sin demora.

Desde el viernes temprano por la mañana, Gordon había pasado casi dos días operando el sistema de proyección y sonido. Dormir era apenas una opción y el clima húmedo del otoño de Berna había agravado la gripe que Gordon había contraído. Le goteaban sin cesar los ojos y la nariz, sentía la cabeza pesada y le dolía el cuerpo29.

Aun así, a medida que las sesiones se sucedían hora tras hora, Gordon se maravillaba de lo bien que funcionaba la película de la investidura. Los obreros del templo experimentaron solo unos pocos problemas con el nuevo proceso, a pesar de los desafíos de dar cabida a personas de tantos países diferentes. Al observar el desarrollo de la ordenanza, Gordon se dio cuenta de lo difícil que habría sido presentarla en siete idiomas de la manera tradicional30.

Cuando terminó la última sesión de investidura el sábado, ya era tarde y Gordon estaba exhausto, pero más allá de los ojos rojos y del dolor de garganta, él sintió un torrente de algo mucho más significativo. Desde su llegada a Berna, había visto a cientos de santos de las naciones de Europa entrar al templo; muchos de ellos habían hecho grandes sacrificios para asistir a la dedicación. Pudo ver que algunos de ellos eran muy pobres. Otros habían soportado la pérdida de la familia y de otros seres queridos durante las dos guerras mundiales. Ellos derramaron lágrimas cuando recibieron la investidura y presenciaron el sellamiento de sus familias por la eternidad.

Como nunca antes, Gordon supo con certeza que el Señor había inspirado al presidente McKay para que llevara las bendiciones del templo a las mujeres y los hombres de Europa. Al ver el gozo de ellos, todas esas largas noches y días estresantes que Gordon había experimentado durante los dos últimos años habían valido la pena31.


Como la mayoría de los santos que vivían en la RDA, Henry Burkhardt no pudo ir Berna a la dedicación del templo ni a las primeras sesiones de investidura. En lugar de eso, estuvo preparando una habitación en el ático de la casa de sus padres donde él e Inge vivirían después de su boda que estaba próxima. Había solicitado un apartamento para él, pero no sabía si el gobierno le otorgaría uno ni cuándo lo haría. Decidió que podrían arreglárselas en ese espacio pequeño y desprovisto de calefacción, el que esperaba que Inge encontrara un poco más alegre después de que él le pusiera papel tapiz nuevo a las paredes.

Henry e Inge se habían visto solo unas cuantas veces en los nueve meses transcurridos desde que se habían comprometido, normalmente cuando Henry se encontraba cerca de Bernburg para una conferencia de distrito. Planearon celebrar una boda civil el 29 de octubre y habían decidido que serían sellados en el templo lo antes posible luego de esta32.

Aunque el gobierno de Alemania Oriental permitía a sus ciudadanos viajar a Alemania Occidental, Henry e Inge no podían avisarle a nadie que estaban viajando juntos fuera del país ya que las autoridades podían suponer que se estaban marchando de forma permanente. Se aseguraron de obtener sus visas para ir a Alemania Occidental en ciudades diferentes y trabajaron con la oficina de la misión en Berlín Occidental para obtener las visas para ir a Suiza. De acuerdo con el plan, las visas de Suiza se enviarían a las oficinas de la Misión Alemania Oeste en Frankfurt. Si los documentos no llegaban, la pareja tendría que regresar a la RDA sin haber sido sellada33.

El día después de su boda en Bernburg, Henry e Inge viajaron sin incidentes a Alemania Occidental y las visas para viajar a Suiza aguardaban por ellos. Poco después compraron pasajes de ida y vuelta a Berna y pasaron algún tiempo con amigos en Alemania Occidental. Dondequiera que fueron, las personas eran amables y amistosas con ellos. Les sorprendía lo maravilloso que era ir y venir libremente sin restricciones34.

Henry e Inge llegaron a Berna la noche del 4 de noviembre y gastaron lo último que les quedaba del dinero que habían ahorrado para el viaje en el alquiler de una pequeña habitación cerca de la estación de trenes. A la mañana siguiente, la pareja subió los escalones hasta las puertas del templo y entró a la Casa del Señor. Poco después se hallaban sentados en la sala de investiduras del templo recibiendo la ordenanza, mientras la película en idioma alemán parpadeaba en una pantalla frente a ellos.

Después de la ordenanza, entraron a la sala de sellamientos y se arrodillaron ante el altar, uno frente al otro. Aprendieron acerca de las promesas gloriosas que se dan a aquellos que han concertado el convenio de sellamiento y luego fueron unidos para siempre35.

—Qué hermoso es pertenecer ahora el uno al otro por la eternidad —reflexionó Henry—. Qué gran responsabilidad, junto con muchas bendiciones, se nos han dado36.

A la noche siguiente, Henry e Inge caminaron hacia la estación de trenes para su viaje de regreso a su cuarto del ático en la RDA. Sabían que no tenían que volver allí si no lo deseaban; tenían amigos que los podían ayudar a quedarse en Alemania Occidental. Podían incluso intentar emigrar a los Estados Unidos como lo habían hecho muchos otros santos europeos.

Sin embargo, la pareja no deseaba dejar su país natal. La vida en la RDA no siempre era fácil, pero sus familias estaban allí y Dios tenía una obra para ellos, que debían realizar37.

Pronto llegó el tren y ellos subieron a bordo. Al dejar Suiza, ni Henry ni Inge tenían idea de cuándo podrían regresar al templo ni si iban a poder hacerlo; sin embargo, confiaban en que Dios guiaría su futuro. Unidos por tiempo y eternidad, estaban más comprometidos que nunca a servirlo a Él. Y sabían que Él jamás los abandonaría38.

  1. Meyer, entrevista [2017], págs. 2–4; Itinerario, 13 de agosto–18 de septiembre de 1955, Mormon Tabernacle Choir Tour Files, BHI; Thomas, Tabernacle Choir Goes to Europe, págs. XVII–XVIII. Tema: Coro del Tabernáculo

  2. Cornwall, Century of Singing, págs. 102–103; Henry A. Smith, “Tabernacle Choir Will Tour Europe”, Deseret News and Salt Lake Telegram, 25 de septiembre de 1954, sección de la Iglesia, pág. 7. Se editó la cita por motivos de legibilidad; “para esa obra misional” en el original se cambió a “para la obra misional”.

  3. Henry A. Smith, “Tabernacle Choir Will Tour Europe”, Deseret News and Salt Lake Telegram, 25 de septiembre de 1954, sección de la Iglesia pág. 7; Thomas, Tabernacle Choir Goes to Europe, págs. 45–48.

  4. Meyer, entrevista [2017], págs. 1, 4; Cornwall, Century of Singing, pág. 130; Meyer y Galli, Under a Leafless Tree, pág. 152; Couch, Farnsworth y Maksymiw, entrevista de historia oral, págs. 3–4; Hinckley, entrevista de historia oral, pág. 9; Kuehne, Mormons as Citizens of a Communist State, pág. 76.

  5. Meyer, entrevista [2017], pág. 3; Gregory, Mission President Journal, pág. 43; Couch, Farnsworth y Maksymiw, entrevista de historia oral, pág. 21; Thomas, Tabernacle Choir Goes to Europe, pág. 138; Cornwall, “Chronological History of Salt Lake Tabernacle Choir”, pág. 366. Tema: Medios de difusión

  6. Cornwall, “Chronological History of Salt Lake Tabernacle Choir”, pág. 368; Meyer, entrevista [2017], págs. 3–4. Tema: Himnos

  7. Henze, “RFE’s Early Years”, págs. 3–16; Cornwall, “Chronological History of Salt Lake Tabernacle Choir”, pág. 367.

  8. Meyer, entrevista [2017], pág. 4; Cornwall, Century of Singing, pág. 117; Cornwall, “Chronological History of Salt Lake Tabernacle Choir”, pág. 367.

  9. Ted Cannon, “Pres. McKay Dedicates First Temple of Church in Europe”, Deseret News and Salt Lake Telegram, 17 de septiembre de 1955, sección de la Iglesia, pág. 2; David O. McKay, Diary, 17 de abril de 1952, y 14 de enero de 1953 [BHI]: “Ground Broken for British Temple”, Deseret News and Salt Lake Telegram, 3 de septiembre de 1955, sección de la Iglesia págs. 6–7. Temas: Construcción de templos; David O. McKay

  10. “Report Given by Pres. David O. McKay”, pág. 8, en David O. McKay, Diary, 27 de agosto de 1953 [BHI].

  11. Holmes, Journal, 11 de septiembre de 1955; Kirby, “History of The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints in Switzerland”, pág. 126, 130; Marba C. Josephson, “A Temple Risen to Our Lord”, Improvement Era, septiembre de 1955, 58:624, 687. Tema: Suiza

  12. Ted Cannon, “President McKay Dedicates First LDS Temple in Europe”, Deseret News and Salt Lake Telegram, 12 de septiembre de 1955, pág. 1.

  13. Ted Cannon, “President McKay Dedicates First LDS Temple in Europe”, Deseret News and Salt Lake Telegram, 12 de septiembre de 1955, pág. 1; “LDS Opens First Temple on Continent of Europe”, Salt Lake Tribune, 12 de septiembre de 1955, sección 2, pág. 17.

  14. Morning Session, English language, 11 de septiembre de 1955, págs. 1–2, Swiss Temple Dedicatory Addresses, BHI; “The Gospel of Doing”, Der Stern, 1 de noviembre de 1906, tomo XXXVIII, págs. 331–332. Tema: Joseph F. Smith

  15. Morning Session, English languages, 11 de septiembre de 1955, págs. 2–4, Swiss Temple Dedicatory Addresses, BHI; Ted Cannon, “Pres. McKay Dedicates First Temple of Church in Europe”, Deseret News and Salt Lake Telegram, 17 de septiembre de 1955, sección de la Iglesia, pág. 2.

  16. Morning Session, English language, 11 de septiembre de 1955, págs. 6–7, 9, Swiss Temple Dedicatory Addresses, BHI; véase también Dew, Ezra Taft Benson, págs. 8–12. Tema: Suiza

  17. Morning Session, English language, 11 de septiembre de 1955, págs. 12–14, Swiss Temple Dedicatory Addresses, BHI. Tema: Dedicaciones de templo y oraciones dedicatorias

  18. Morning and Afternoon Sessions, English language, 11 de septiembre de 1955, pág. 5, Swiss Temple Dedicatory Addresses, BHI; Harbrecht, “Personal History of Ewan E. Harbrecht Mitton”, tomo I, págs. 5–7; Fish, “My Life Story”, pág. [1]; Christian Bang Sr., “My Story”, pág. [3]. “Bless This House” by Helen Taylor, May Brahe © 1927 by Boosey & Co Ltd. All Rights Reserved. Reprinted by Permission.

  19. Charrier, entrevista por correo electrónico a John Robertson, 18 de febrero de 2021; Afternoon Session, French language, 15 de septiembre de 1955, pág. 2, Swiss Temple Dedicatory Addresses, BHI; Nolan Olsen, “People from 14 Countries Attend Swiss Temple”, Herald-Journal (Logan, UT), 25 de septiembre de 1955, pág. 3; véase también Ted Cannon, “Choir Boards Trains for Date in Zurich”, Deseret News, 13 de septiembre de 1955, pág. 1.

  20. Charrier, entrevista por correo electrónico a John Robertson, 21 de febrero de 2021; Jeanne Esther Charrier, “Demeurez dans la liberté”, Liahona, diciembre de 2020, Páginas locales de Europa de habla francesa, pág. 4.

  21. David O. McKay, Diary, 15 de septiembre de 1955 [BHI]; Afternoon Session, French language, 15 de septiembre de 1955, pág. 2, Swiss Temple Dedicatory Addresses, BHI.

  22. Afternoon Session, French language, 15 de septiembre de 1955, pág. 3, Swiss Temple Dedicatory Addresses, BHI.

  23. Dew, Go Forward with Faith, pág. 183; Samuel E. Bringhurst a El Ray L. Christiansen, 20 de septiembre de 1955, El Ray L. Christiansen Temple Correspondence Files, BHI.

  24. David O. McKay, Diary, 16 de septiembre de 1955 [BHI]; Kimball, Journal, 16 de septiembre de 1955; Nolan Olsen, “People from 14 Countries Attend Swiss Temple”, Herald-Journal (Logan, UT), 25 de septiembre de 1955, pág. 3.

  25. Kimball, Journal, 16 de septiembre de 1955; “About the Temple Endowment”, Templos, ChurchofJesusChrist.org/temples. Tema: Investidura del templo

  26. Kimball, Journal, 16 de septiembre de 1955; David O. McKay, Diary, 16 de septiembre de 1955 [BHI]; Nolan Olsen, “People from 14 Countries Attend Swiss Temple”, Herald-Journal (Logan, UT), 25 de septiembre de 1955, pág. 3.

  27. Charrier, entrevista por correo electrónico a John Robertson, 18 de febrero de 2021.

  28. Hinckley, entrevista de historia oral, págs. 5, 7; Dew, Go Forward with Faith, pág. 181.

  29. Hinckley, entrevista de historia oral, págs. 7, 9–10; Dew, Go Forward with Faith, págs. 181–183; Paul Evans to Gordon B. Hinckley, 14 de agosto de 1955, Missionary Department Executive Secretary General Files, BHI.

  30. Hinckley, entrevista de historia oral, págs. 7–10; Dew, Go Forward with Faith, págs. 183–184. Tema: Ajustes a la obra del templo

  31. Hinckley, entrevista de historia oral, págs. 2, 9; Dew, Go Forward with Faith, págs. 176, 182–183; Ted Cannon, “Pres. McKay Dedicates First Temple of Church in Europe”, Deseret News and Salt Lake Telegram, 17 de septiembre de 1955, sección de la Iglesia, págs. 2, 9. Tema: Gordon B. Hinckley

  32. Kuehne, Henry Burkhardt, págs. 41–42.

  33. Kuehne, Henry Burkhardt, pág. 42; Burkhardt, “Henry Johannes Burkhardt”, pág. 28.

  34. Burkhardt, Journal, 11 de noviembre de 1955; Kuehne, Henry Burkhardt, pág. 42.

  35. Kuehne, Henry Burkhardt, pág. 42; Burkhardt, entrevista de historia oral, pág. 6; Burkhardt, “Henry Johannes Burkhardt”, págs. 28–29. Tema: Sellamiento

  36. Kuehne, Henry Burkhardt, pág. 42. Se editó la cita por motivos de legibilidad; “era” en el original se cambió a “es” y “había” se cambió a “ha”.

  37. Burkhardt, Journal, 11 de noviembre de 1955; Burkhardt, entrevista de historia oral, págs. 6–7.

  38. Burkhardt, Journal, 11 de noviembre de 1955; Kuehne, Henry Burkhardt, pág. 42; Burkhardt, entrevista de historia oral, pág. 6.