Pedí a Dios que tocara el corazón de mimadre
Un día de octubre de 1992, mientras regresaba a casa después de asistir a la escuela en Cabo Verde, me fijé en dos jóvenes que iban vestidos con camisa blanca y corbata, y decidí hablarles. Mientras charlábamos, pude sentir un gran amor que emanaba de ellos. Me dijeron sus nombres y el nombre de su iglesia: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Luego me invitaron a conocer a sus familias por medio de unas fotografías, y también expresaron su interés en ir a mi casa y conocer a mi familia.
El día en que fueron a mi casa, mi madre se mostró cortés, pero no tenía interés en su mensaje. Aún así, disfruté inmensamente de las charlas; cada una parecía ser mejor que la anterior. El testimonio del profeta José Smith y el aprender sobre el Evangelio restaurado fueron los mensajes más maravillosos que jamás había escuchado, y ciertamente cambiaron mi corazón. Finalmente, los misioneros mencionaron el bautismo. Mi madre no estaba contenta con mi deseo de unirme a la Iglesia y no me dio permiso para bautizarme.
Continué investigando la Iglesia y asistiendo a todas las reuniones y actividades, pero también fui obediente a mi madre. En muchas ocasiones los élderes le explicaron a mi madre la importancia de bautizarme, pero ella no cambió de opinión.
Un día en la reunión sacramental, una hermana misionera nos habló sobre la oración. Sus palabras me conmovieron profundamente y luego, ya en casa, medité en lo que había dicho. Inspirado por las indicaciones del Espíritu Santo, decidí orar. Salí al porche de nuestra casa y oré en voz alta, revelando los sentimientos de mi corazón a mi Padre Celestial. Le hablé fervientemente de mi deseo de unirme a Su Iglesia y le pedí que tocara el corazón de mi madre para que me permitiera ser bautizado.
Fue una oración que no olvidaré jamás. Luego entré a la casa y hablé sobre el bautismo con mi madre. Ella respondió sin ninguna objeción: “Si ése es tu deseo, puedes bautizarte”. Mi corazón estaba lleno de felicidad y alabanzas a Dios. Sabía sin duda alguna que Él había oído y contestado mi oración.
Me bauticé el 13 de febrero de 1993 en la isla de São Tiago, Cabo Verde. Poco después de un año más tarde, luego de ofrecer muchas más oraciones fervientes, bauticé a dos miembros de mi familia: mis tías Edna y Ana. En junio de 1994 recibí una de las mayores bendiciones de mi vida cuando bauticé a mi madre.
Nuestro Padre Celestial es amoroso y amable, y siempre contesta nuestras oraciones teniendo en cuenta lo que Él sabe que es mejor para nosotros.
Adilson José Horta es miembro de la Rama Praia 1, Distrito Praia, Cabo Verde.