Con pirañas o sin ellas
Mientras servía en la Misión Bolivia Cochabamba, a mi compañero y a mí se nos asignó para trabajar en Villamontes, ahora parte de la Misión Bolivia Santa Cruz, un remoto pueblo que se encuentra en el sudeste del país. La ciudad más cercana se halla a 90 kilómetros de distancia. Debido a que en Villamontes no había pila bautismal, efectuábamos los bautismos en el cercano río Pilcomayo.
Nuestra labor se estaba desarrollando con cierto éxito y tuvimos un buen número de bautismos en el río. Parecía un buen lugar hasta que comenzamos a oír rumores de que en él había pirañas. Lo último que queríamos hacer era estar metidos hasta la cintura en unas aguas infestadas de peces carnívoros, pero no teníamos otro lugar donde realizar esas importantes ordenanzas. Hicimos caso omiso de los rumores hasta que un miembro de la Iglesia pescó uno de los peces y nos lo mostró. Los afilados dientes de la piraña nos alarmaron, pero con todo y eso la obra del Señor tenía que salir adelante y confiábamos en que Él nos protegiera.
Necesitábamos Su protección en el próximo bautismo porque las lluvias estacionales habían hecho crecer el río a niveles peligrosos, obstaculizándolo con troncos, ramas y otros desechos. Estábamos convencidos de que teníamos que encontrar otro sitio para realizar los bautismos.
Después de varios días de búsqueda, finalmente decidimos llevar a cabo un bautismo en la cisterna de un miembro, una especie de pequeño tanque de agua. La cisterna era tan pequeña que nos preguntábamos si cabrían en ella dos personas, pero tanto el converso como el poseedor del sacerdocio se metieron y el converso fue bautizado por inmersión.
Teníamos otro bautismo para la semana siguiente y no podíamos contar con la cisterna, por lo que lo realizamos en una cuba de cemento. Una vez más, tanto el converso como el poseedor del sacerdocio se metieron en la pequeña pila improvisada, y el muchacho que se bautizaba tuvo que ponerse de rodillas para ser sumergido.
Después de ese bautismo, nos quedamos pensando dónde podríamos llevar a cabo futuros bautismos. El problema era urgente porque se había programado el bautismo de tres personas más para el domingo siguiente. Afortunadamente se iba a celebrar una conferencia de distrito en Yacuiba y el centro de reuniones de allí tenía pila bautismal, así que nos fuimos para allá para realizar el servicio bautismal.
El presidente de misión nos dijo durante el servicio que, debido al crecimiento de la Iglesia en Villamontes, el pequeño pueblo iba a recibir una pila bautismal. Estábamos rebosantes de alegría.
Nuestras experiencias en Villamontes nos enseñaron que cuando trabajamos fuerte, el Señor siempre proporciona el modo de que se logre lo que Él nos ha pedido. La obra del Señor avanzará siempre, con pirañas o sin ellas.
Ramiro Ruiz Ceja es miembro del Barrio College 44, Estaca 3 de Ricks College.