Ven y escucha la voz de un profeta
El canario que canta más bonito
Hace algunos años, fui llamado obispo de un barrio numeroso. Una noche, sonó el teléfono y oí una voz decir: “Obispo Monson, lo llaman del hospital; un miembro de su congregación, Kathleen McKee, acaba de morir. El nombre de usted aparece como el de la persona a la que se debía notificar de su fallecimiento. ¿Podría venir al hospital de inmediato?”
Al llegar, me entregaron una llave del apartamento donde había vivido Kathleen; cuando entré, encendí la luz y encontré una carta que decía:
“Obispo Monson:
“Creo que no volveré del hospital. En la cocina están mis tres queridos canarios; dos de ellos son hermosos, de color amarillo oro, con características perfectamente definidas. En sus jaulas he puesto el nombre de mis amigas a las que se deben entregar; en la tercera jaula está ‘Billie’, mi preferido; es algo feúcho y su color amarillo tiene tonos grises en las alas. ¿Podrían usted y su familia darle un hogar? No es el más atractivo, pero es el que canta más bonito”.
Kathleen McKee había tendido una mano de amistad a muchos vecinos necesitados y había iluminado la vida de toda persona a su alrededor. Ella se parecía mucho a “Billie”, su querido canario amarillo con gris en las alas, pues no había sido bendecida con belleza y, sin embargo, su melodía había servido para que los demás llevaran sus cargas con más paciencia.
El mundo está lleno de canarios amarillos con gris en las alas; algunos son los jovencitos y las jovencitas que no saben quiénes son, lo que pueden llegar a ser o incluso lo que desean ser.
Somos hijos e hijas de Dios. Es cierto que vivimos en un mundo donde el carácter moral a veces ocupa un segundo lugar, después de la belleza o del atractivo. Pero, ¿cuáles son las palabras inspiradas de Dios? El consejo que el Señor le dio a Samuel el profeta resuena en nuestros oídos: “…Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1 Samuel 16:7).
Él nos llama a ustedes y a mí para servirle aquí en la tierra. Ruego que al hacerlo demostremos nuestro amor por Él y por toda la humanidad.
De “Yellow Canaries with Gray on Their Wings”, Ensign, agosto de 1987, págs. 2–5.