Enmarcando a Jesús con amor
“Recordad que el valor de las almas es grande a la vista de Dios” (D. y C. 18:10).
Basado en la experiencia que tuvo una familia del barrio de la autora.
Durante los ejercicios de apertura de la Primaria, la hermana Ashbourne, presidenta de la Primaria, sostuvo en alto una pintura de Jesucristo.
A Dustin le gustaba esa pintura; su familia tenía una igual en casa, y ocupaba un lugar especial arriba del piano.
La pintura tenía un borde de cartulina blanco. “Queremos que todos firmen su nombre en la cartulina”, dijo la hermana Ashbourne. “De esa forma, enmarcaremos a Jesús con nuestro amor. La llevaremos a cada una de las clases para que la firmen todos los niños y los maestros”.
Dustin tenía dificultades para escribir. Estaba en tercer año y estaba empezando a escribir en letra cursiva, pero debido a una discapacidad de aprendizaje, su progreso era lento; la mano le temblaba cada vez que intentaba escribir en cursiva, por lo que se sentía nervioso en cuanto a la idea de firmar la cartulina.
La presidencia de la Primaria llevó la pintura a la clase de Dustin. La hermana Beeker, su maestra, pasó la cartulina a cada uno de los niños. Cada uno se turnó para firmarla; cuando le llegó el turno a él, vaciló.
“No sé escribir muy bien”, le susurró a la hermana Beeker.
“Puedes escribir en letra de molde, si te sientes más cómodo”, le dijo ella.
Dustin bajó la mirada; le era difícil admitir que su letra de molde tampoco era mejor que su letra cursiva.
“¿Crees que a Jesucristo le importa cómo escribes?”, preguntó la hermana Beeker con ternura.
Dustin se detuvo a pensar en ello; sabía que Cristo amaba a todos. “No”, admitió.
Su maestra asintió con ánimo; “así es. ¿Sabes lo que a Cristo sí le interesa?”
Dustin negó con la cabeza.
“A Él le interesa que estés aquí en la iglesia; le interesa que lo ames y lo alabes; le interesa que trates a todos con bondad”. En ese momento le dio el lapicero a Dustin.
Dustin le sonrió a la hermana Beeker. “Gracias”, le dijo. Él escribió su nombre de la mejor manera que pudo y le entregó la cartulina a su maestra.
La semana siguiente, la hermana Ashbourne mostró la pintura enmarcada a toda la Primaria. “La colgaremos aquí”, dijo, señalando la pared del frente de la habitación, “donde podemos verla cada semana”.
Dustin contempló el rostro de Cristo, que parecía brillar de amor, lo que le hizo sentir una tierna calidez en su propio corazón.
Jane McBride Choate es miembro del Barrio Big Thompson, Estaca Loveland, Colorado.
“Todos los hijos de nuestro Padre Celestial son grandes a la vista de Él. Si el Señor ve la grandeza que poseen, ¿cómo deben verse entonces ustedes a sí mismos?”
Élder L. Tom Perry, del Quórum de los Doce Apóstoles, “Juventud bendita”, Liahona, enero de 1999, pág. 86.