2006
Pensamientos inspiradores
marzo de 2006


Mensaje de la Primera Presidencia

Pensamientos inspiradores

Crean en Dios

“Crean en Dios. Crean en Dios, el Eterno Padre. Él es el gran Gobernante del universo, pero también es nuestro Padre y nuestro Dios a quien podemos acudir en oración. Somos Sus hijos e hijas. ¿Alguna vez se han puesto a pensar en que de verdad son hijos de Dios y que en su interior hay algo de la divinidad?

“Crean en Dios y no le sean infieles. Adórenle en espíritu y en verdad. Crean en Él. Lean Su palabra y sigan Sus enseñanzas.

“Crean en Jesucristo… Él es el hijo de Dios que vino a la tierra, que dejó las cortes reales celestiales para venir y morar entre los hombres y dar Su vida por cada uno de nosotros, por ustedes y por mí. Por medio de Él podemos acercarnos al Padre. No sean incrédulos sino creyentes en el Señor Jesucristo, el Salvador y Redentor del mundo” (reunión, Moscú, Rusia, 10 de septiembre de 2002).

Una fe inextinguible

“Lleven en el corazón una fe inextinguible, un conocimiento seguro de los grandes e importantísimos aspectos del Evangelio de Jesucristo, del que ustedes forman parte —esta Iglesia y el reino de Dios— de que el Dios de los cielos y Su Hijo Amado, el Señor Jesucristo, rasgaron el velo en esta [época] y se mostraron al profeta José Smith.

“¿Es su fe firme al respecto? ¿Creen que Juan el Bautista vino? ¿Creen que Pedro, Santiago y Juan; y que Moisés, Elías y Elías el profeta vinieron y restauraron el sacerdocio y sus llaves para dar comienzo a esta gran dispensación? ¿Creen, después de todo, que aquí es donde reside la verdad?

“¿Albergan en el corazón esa fe firme? De ser así, la carga será ligera, se lo prometo. Si no fuera así… hay una manera de conseguirla, como señaló el Salvador cuando dijo: ‘El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta’ (Juan 7:17)” (conferencia regional, American Fork, Utah, 24 de agosto de 2002).

Cultiven las relaciones familiares

“No llevemos la clase de vida… de la que nos tengamos que lamentar… Al final no va a importar mucho cuánto dinero hayan ganado, el tipo de casa que tengan, el automóvil que posean ni cuánto dinero tengan en su cuenta bancaria. Nada de eso importa. Lo que sí va a importar es esa preciada mujer que ha caminado a su lado como compañera suya durante todos estos años, así como los hijos, los nietos y los bisnietos, la fidelidad de ellos y la guía que buscan de ustedes… con respeto, amor, deferencia y bondad…

“Después de todo, las relaciones familiares serán lo único que ustedes se llevarán… Que Dios nos bendiga para que seamos buenos padres… y buenos esposos para nuestras buenas esposas” (reunión, Pleasant Grove, Utah, 18 de enero de 2003).

Sean buenas mujeres y buenas madres

“Mujeres: sean buenas mujeres y buenas madres. Sean amables, corteses y generosas. Fortalezcan a sus hijos mediante su fe y testimonio, y edifíquenlos. Ayúdenles a sortear los problemas del mundo a medida que crezcan en esta época tan difícil. Apoyen, sostengan, respeten y bendigan a sus esposos con amor y ánimo, y el Señor las bendecirá. Aun si no son miembros de la Iglesia, bendíganlos con bondad y busquen la forma de ayudarlos de la mejor manera posible. Es probable que lleguen a ser miembros antes de morir. Puede que pase mucho tiempo y que tengan que poner mucho de su parte, pero si sucede así, sabrán que habrá valido la pena” (reunión, Filadelfia, Pensilvania, 25 de octubre de 2002).

Honren a sus esposas

“Ustedes, hombres que poseen el sacerdocio de Dios, honren a sus esposas. Respétenlas; ellas son las madres de sus hijos. Después de todo, cuando esta vida llegue a su fin y prosigan adelante hacia la eternidad, no se llevarán ni cinco centavos de la riqueza que hayan reunido, ni siquiera cinco centavos. Sólo hay una cosa que se podrán llevar, y eso es su alma eterna y el amor y la compañía de su cónyuge. Vivan de tal modo que sean dignos de ello” (reunión, Kingston, Jamaica, 15 de mayo de 2002).

Más amor en nuestros hogares

“Me gustaría ver más amor en nuestros hogares… Ustedes que son padres y madres, atesoren los hijos que tienen. Demuéstrenles amor. Guíenlos… con amor… Si lo hacen, ellos seguirán su ejemplo. Les prometo que si lo hacen, llegará el momento en el que se sentirán tan agradecidos por ello que se arrodillarán y darán gracias al Señor por los preciados hijos que han tenido y que han crecido bajo su guía” (reunión, Puerto España, Trinidad, 20 de mayo de 2002).

Un real sacerdocio

“Éste es el día que Pedro previó, cuando en la tierra habría un real sacerdocio al alcance de todo hombre que aceptara el Evangelio.

“Mis queridos hermanos, ¿se dan cuenta de lo que tienen al poseer el sacerdocio de Dios? Pueden servir en el gobierno de la Iglesia, tener un cargo en ella. Pueden administrar sus asuntos. Pero tal vez aún más importante que eso, es que lleva consigo el poder y la autoridad para imponer las manos en la cabeza de su familia y bendecirla. ¿Saben de otro grupo en el mundo en el que el padre tenga el derecho, el privilegio y la oportunidad de poner sus manos sobre la cabeza de su esposa e hijos y bendecirlos en el nombre del Señor? ¡Qué privilegio tan invalorable! Y agrego… vivan de tal modo que sean dignos de esta gran bendición” (reunión, Kiev, Ucrania, 9 de septiembre de 2002).

Sean leales a la Iglesia

“Sean leales a la Iglesia. Tengo un testimonio de la veracidad de esta Iglesia, al igual que ustedes… Casi cada uno de los presentes puede ponerse de pie y decir: ‘Sé que Dios vive, que Jesús es el Cristo y que ésta es Su obra’… Nunca hagan nada que suponga algún tipo de deslealtad. Sostengan [a la Iglesia], apóyenla, oren por ella, trabajen en pos de ella y háganla avanzar… El futuro de la obra… descansa sobre ustedes. Necesitamos Santos de los Últimos Días que sean leales y fieles…

“Sean leales a la fe, sean leales a Dios, sean leales a Jesucristo y sean leales a la Iglesia de Jesucristo. Al hacerlo, serán leales a ustedes mismos” (reunión, Kingston, Jamaica, 15 de mayo de 2002).

“Sean leales a esta Iglesia, mis hermanos y hermanas… Quiero expresarles mi testimonio de que las Autoridades Generales de esta Iglesia nunca les conducirán por el mal camino, sino por un sendero que los elevará si lo siguen con fe y fidelidad” (conferencia regional, Salt Lake City, Utah, 5 de mayo de 2002).

Sean fieles y verídicos

“Deseo decir a todos los miembros de la Iglesia, dondequiera que se encuentren: sean buenos. Sean buenos ciudadanos de sus comunidades, sean fieles y verídicos. Sean fieles a la maravillosa Iglesia de la que son parte. Cada uno de ustedes es importante, cada uno es un miembro de la gran hermandad de los Santos de los Últimos Días, cada uno es hijo o hija de nuestro Padre Celestial. Depositen su confianza en el Señor” (Japón, conferencia de estaca, transmisión por satélite, 6 de noviembre de 2004).

Los matrimonios misioneros

“Contamos con unos 5.300 [hoy día 5.800] hombres y mujeres jubilados que prestan servicio de forma significativa como misioneros de la Iglesia en todo el mundo, un número que va en aumento. Sirven donde se les manda; sirven donde se los necesita. Hacen amistades, comparten habilidades, surgen oportunidades para aquellas personas que nunca olvidarán a los hombres y a las mujeres que fueron entre ellos con un espíritu de total generosidad para instruirles y hacer el bien. No reciben dinero; antes bien, se costean sus propios gastos. Su devoción no tiene límites; los frutos de sus esfuerzos son incalculables…

“La gran clave de esta Iglesia es el trabajo. Todos trabajamos. Uno no progresa a menos que trabaje. La fe, el testimonio de la verdad, es como los músculos de mi brazo. Si los uso, se fortalecen; pero si los pongo en un cabestrillo, se debilitan. Ponemos a la gente a trabajar; esperamos grandes cosas de ellos y lo maravilloso es que cumplen con lo que se les asigne. Consiguen buenos resultados” (World Affairs Council, Los Ángeles, California, 12 de junio de 2002).

Vayan a la casa del Señor

“Vayan al templo; serán bendecidos por hacerlo. Todo hombre y toda mujer que vaya a la casa del Señor sale de ella siendo mejor de lo que era al entrar. La casa del Señor tendrá un efecto purificador en ustedes; hará que cultiven la generosidad y que aumenten en rectitud. Entenderán cabalmente la importancia de hacer lo que deban. Vayan a la casa del Señor” (conferencia de estaca, Provo, Utah, 22 de septiembre de 2002).

Una casa de Dios dedicada

“Entre nosotros no hay edificio tan sagrado como una casa de Dios dedicada. Sólo en los templos de los Santos de los Últimos Días se preservan en una unión indisoluble y por toda la eternidad las preciadas relaciones que se establecen en esta vida terrenal. De entre las muchas cosas de índole doctrinal que diferencian a esta Iglesia de las demás se destaca la obra que se realiza en la casa del Señor bajo la divina autoridad del sacerdocio.

“Cada templo que hay en el mundo es un monumento visible a la fe de este pueblo en la certeza de la inmortalidad y en la continuación de vínculos sagrados en el reino inmortal” (ceremonia de la palada inicial, Sacramento, California, 22 de agosto de 2004).

La gran fuerza de la Iglesia

“¿Cuál es la gran fuerza de [esta] Iglesia?… Es el hincapié que ponemos en la familia. Vivimos en un mundo en el que la familia se está desmoronando. Hacemos mucho hincapié en la familia. Mantengan a sus familias unidas, y amen y honren a sus hijos. Críenlos en la verdad y en la fe para que amen al Señor” (reunión, Reykiavik, Islandia, 11 de septiembre de 2002).

Un milagro total

“Al observar el avance de esta gran obra, he presenciado lo que considero un milagro… Tal vez ustedes lo vean como algo común, pero para mí, mis hermanos y hermanas, es un milagro total, esta pequeña piedra que fue cortada del monte, no con mano, y que está destinada a rodar y llenar toda la tierra. Sólo hemos visto el comienzo… Estoy convencido de que esta obra seguirá adelante e influirá en millones y millones de personas en todo el mundo. El Dios del cielo, a quien pertenece esta Iglesia, abrirá el camino para que eso sea posible si es que tanto ustedes como yo, y los miembros de la Iglesia, dondequiera que se encuentren, aportamos nuestro granito de arena a este proceso” (conferencia regional, Salt Lake City, Utah, 5 de mayo de 2002).

Ideas para los maestros orientadores

Una vez que se prepare por medio de la oración, comparta este mensaje empleando un método que fomente la participación de las personas a las que enseñe. A continuación se citan algunos ejemplos:

  1. Explique que va a leer algunas citas de un respetado líder mundial. Testifique a la familia de que el presidente Gordon B. Hinckley es un profeta para el mundo. Seleccione varias partes del mensaje y léalas, e invite a la familia a dar oído al consejo del presidente Hinckley.

  2. De ser posible, lleve con usted un mapa o un globo terráqueo y pida a un miembro de la familia que señale un lugar. (También puede pedirle que nombre un país de cualquier parte del mundo.) Lean el mensaje que el presidente Hinckley dirigió a los santos del área geográfica más próxima al lugar nombrado; repitan esta actividad tantas veces como el tiempo lo permita. Explique que los mensajes del presidente Hinckley son para los miembros de la Iglesia de todo el mundo.

  3. Escriba en tiras de papel los títulos de las secciones de todo el mensaje y pida a los integrantes de la familia que se turnen para escoger uno y leerlo en voz alta. Comparta los comentarios del presidente Hinckley sobre el tema escogido y analicen cómo puede la familia ponerlos en práctica. Invítelos a compartir experiencias que hayan tenido con esos principios.