Las tres hermanas
Un año después de ser bautizada, recibí mi llamamiento misional e ingresé en el Centro de Capacitación Misional de Manila, Filipinas. Fue allí donde cultivé grandes amistades. La primera fue mi compañera, la hermana Loh, quien se había convertido en Singapur. Ya que no podía hablar su idioma y ella no conocía ninguno de los dialectos filipinos, la única opción que teníamos era comunicarnos en inglés.
Esos 16 días que permanecí en el CCM fueron los más espirituales de mi vida. A pesar de que estábamos lejos de nuestros familiares, sentimos mucho amor gracias a una persona especial, la hermana Luda Lee Cottrell, la esposa del presidente del CCM. Ella sonreía siempre y mostraba su felicidad. Nos brindaba consuelo y amor y me enseñó sobre la caridad en hechos y palabras.
Durante nuestra última noche en el CCM, la hermana Loh y yo queríamos darle algo a la hermana Cottrell en forma de recuerdo y de agradecimiento por todo el amor que nos había brindado. No teníamos nada especial que darle, así que mi compañera sugirió que le cantáramos un himno. Estuve de acuerdo con ella de inmediato. Como éramos recién conversas de la Iglesia, ninguna de nosotras estábamos familiarizadas con la mayoría de los himnos. Decidimos cantarle “Soy un hijo de Dios” (Himnos N° 196).
Encontramos a la hermana Cottrell en su oficina. Le comentamos sobre nuestro pequeño obsequio y ella nos escuchó pacientemente y con gusto. Mientras la hermana Loh y yo estábamos cantando, ocurrió una experiencia espiritual memorable. Me di cuenta de que éramos tres personas de diferentes razas, culturas e idiomas. Mi compañera y yo estábamos cantando en inglés para que nuestra querida hermana Cottrell pudiera entender lo que cantábamos.
En ese momento olvidé todas nuestras diferencias. El Espíritu me indicaba que nuestro país de origen no importa, ya que las tres somos hijas literales de nuestro Padre Celestial. El Espíritu me enseñó por qué razón las tres nos encontrábamos en ese lugar y qué nos había motivado a estar allí: es el Evangelio de Jesucristo. El Evangelio es lo que había llevado a la hermana Loh y a mí al CCM. El Evangelio es lo que hizo que la hermana Cottrell fuera una persona tan maravillosa y amorosa. Es el Evangelio el que nos dio a las tres el conocimiento de que todos somos hijos de Dios.
Jessie Noemi P. Patria es miembro del Barrio Bacolod 5, Estaca Bacolod Norte, Filipinas.