Los tatuajes y tu misión
Imagínate que te encuentras ante un hermoso templo de color blanco; que sus paredes y sus alrededores son impecables. Cerca de la puerta principal, sobre el césped, se encuentra un pintor. Sus obras de arte están a la vista de todos para que las admiren.
Después de unos minutos, observas que ese pintor da media vuelta, saca tarros de pintura y comienza a pintar sobre las paredes del templo. Su obra no es fea, pero simplemente no está en el lugar apropiado. ¿Hablarías con él al respecto? ¿Le pedirías que hiciera su pintura más grande y más colorida y ofrecerías pagarle por su obra? O le dirías: “¡No puede hacer eso! ¡Éste es un templo sagrado!”
¿Qué harías si fuera tu templo? El apóstol Pablo dijo: “¿No sabéis que sois templos de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?… porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es” (1 Corintios 3:16–17).
“Un tatuaje es graffiti en el templo del cuerpo”, dijo el presidente Gordon B. Hinckley1.
Los tatuajes son permanentes. No sólo son físicamente dañinos, sino que al desobedecer la voz de los profetas y tomar la decisión de hacerse uno, ocasionan también un daño espiritual. Además, hay algo en que posiblemente no hayas pensado antes y es que el tener un tatuaje afectará tu solicitud de prestar servicio como misionero.
El error de Bobby
Cuando Bobby Collins (se ha cambiado el nombre) envió su solicitud para servir en una misión, se sorprendió al no recibir un sobre grande de color blanco con su llamamiento misional. En vez de ello, recibió una carta del Departamento Misional de la Iglesia en la que se le preguntaba sobre su tatuaje.
Al terminar sus estudios secundarios, Bobby no estaba seguro si deseaba servir en una misión. Se mudó de su casa con motivo de su empleo y le gustó la libertad que sentía al no tener a sus padres cerca de él todo el tiempo. Durante esa época, su mejor amigo y su primo se hicieron tatuajes. “En cierta forma, eso hizo que bajara la guardia”, dice él.
Bobby siempre había sido bueno con las artes gráficas, así que diseñó su propio tatuaje. Él sabía que la Iglesia se opone a los tatuajes y que a su madre no le gustaría, y antes de hacérselo, le preguntó a su hermano cuál era su opinión al respecto. Su hermano le dio un buen consejo. Le dijo: “La vida nos deja tantas cicatrices. ¿Por qué querrías tener otra?”.
Pero Bobby ya estaba resuelto a hacerlo. Después de seis semanas y de gastar la gran suma de 700 dólares, por los que había trabajado arduamente, se había hecho un tatuaje enorme a lo largo de una de sus piernas. “Fue muy doloroso. Me sangraba”, recuerda él. Y, “el hacerse un tatuaje hizo que fuera más fácil pensar en hacerse otros”. No se hizo ningún otro, pero después de que su testimonio del Evangelio se fortaleció, tomó la decisión de que quería servir en una misión.
Así como fue doloroso hacerse el tatuaje, el dolor del remordimiento fue aún mayor para Bobby. Le preocupaba sobremanera si podría o no servir en una misión; deseaba deshacerse del tatuaje, pero no tenía el dinero para hacerlo. Le preocupaba lo que pensarían su futura esposa e hijos al respecto.
“Me angustió mucho la carta del Departamento Misional”, dice Bobby. “Mi mayor temor era que el tener ese tatuaje me impediría servir en una misión”.
Bobby tuvo que hacer lo que el Departamento Misional pide que haga todo solicitante que tiene un tatuaje y que desea servir en una misión. En la primera solicitud, él había comentado un poco sobre su tatuaje. En la carta que recibió más tarde, se le pedían más detalles, incluso una explicación de cuándo y por qué se lo había hecho y en qué parte de su cuerpo estaba, al igual que una descripción o una fotografía del tatuaje. También se le pidió que explicara cuáles eran sus sentimientos al respecto.
Cuando un candidato a la misión que se ha hecho un tatuaje envía su solicitud, las Autoridades Generales revisan el caso y deciden si a ese candidato se le permitirá servir en una misión. Algunos no pueden hacerlo.
Bobby finalmente recibió su llamamiento misional. Hoy se siente agradecido por ser un misionero y está arrepentido de que él, ahora un representante de la Iglesia del Señor, tomó una vez la decisión de hacerse un tatuaje.
Para algunos misioneros, el hacerse un tatuaje significa que se les envía a un lugar donde sea culturalmente aceptable tener uno o a algún lugar frío donde sea necesario usar mangas largas y medias para las mujeres a fin de cubrirlo. Un tatuaje no sólo limita los lugares donde puedes servir, sino que, dependiendo de lo que contenga el tatuaje y los sentimientos que tengas al respecto, también podría ser el factor que determine si puedes servir o no.
Consejo para los futuros misioneros
“Sólo espero que las personas sigan el consejo del presidente Hinckley”, dice Bobby. “Yo sé que él es un profeta de Dios y si él dice que es importante, entonces lo es”.
Bobby también tiene un consejo, el mismo consejo que le dio su hermano: “Aunque podemos ser perdonados por medio de la Expiación, ¿por qué hacer algo más que nos va a dejar marcados?”
La opinión de una enfermera
Inna Prokopenko es enfermera y está autorizada para ejercer como experta en estética en Salt Lake City, Utah. Ella ha tratado de quitar muchos tatuajes durante sus años de servicio. Esto es lo que Inna nos dice sobre los tatuajes:
El riesgo físico
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Un gran riesgo físico al hacerse un tatuaje es la alergia a la tinta. Ésta puede comenzar de inmediato o a los seis meses o hasta un año después de hacerse un tatuaje. La alergia a la tinta ocasiona inflamación, enrojecimiento y comezón de la parte del cuerpo donde se encuentre el tatuaje. Si eres alérgico y la tinta llega al torrente sanguíneo, podrías enfermar seriamente.
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Otro de los riesgos son las enfermedades transmitidas por la sangre. Si las agujas y demás equipo no se esterilizan adecuadamente, existe la posibilidad de contraer el VIH u otras enfermedades.
Deshacerse de ellos
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El remordimiento por haberse hecho tatuajes no es sólo uno de los riesgos, sino que es una realidad para todos los pacientes de Inna. Muchas personas tratan de deshacerse de los tatuajes para tener una apariencia más profesional en el trabajo o para dar a sus hijos un buen ejemplo.
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El deshacerse de los tatuajes por medio de un procedimiento de rayos láser puede eliminar algunos de ellos, por lo menos de forma parcial, pero el quitárselos es aún mucho más doloroso que hacérselos.
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Los procedimientos de rayos láser por lo regular no dejan cicatrices, pero existe la posibilidad de ello.
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Los tatuajes de color amarillo, o en los que se utiliza tinta amarilla, sólo se pueden quitar por medio de una cirugía.
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Los procedimientos para quitárselos son demasiado largos y muy costosos; son mucho más caros que el hacerse el tatuaje.
Eres creación suya
“Son hijos de Dios; el cuerpo de ustedes es la creación de Él. ¿Desfigurarían esa creación con representaciones de personas, animales y palabras?
“Les prometo que llegará el día, si ustedes llevan tatuajes, en que se arrepentirán de sus acciones. No se pueden quitar con agua; son permanentes. Únicamente se pueden quitar mediante un proceso costoso y doloroso. Si llevan un tatuaje, probablemente lo lleven con ustedes por el resto de sus vidas. Llegará el día en que se convertirá en algo vergonzoso para ustedes. Evítenlo. Nosotros, como sus hermanos que les aman, les suplicamos que no se vuelvan tan irreverentes con el cuerpo que el Señor les ha dado”.
Presidente Gordon B. Hinckley, “El consejo y la oración de un profeta en beneficio de la juventud”, Liahona, abril de 2001, pág. 37.