2006
No hay otro lugar como el hogar
marzo de 2006


No hay otro lugar como el hogar

Cuando llegaban a su fin mis años en las Mujeres Jóvenes, me inquietaba el no tener la certeza de si la Iglesia realmente era verdadera. Pasé por una época difícil en la que tuve que enfrentar algunos desafíos pero que, a la vez, sirvió para responder a mi pregunta en cuanto a si La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es la Iglesia verdadera sobre la tierra.

Un día me encontraba sola en casa, y mi madre me había pedido que limpiara la casa y las ventanas. Sin embargo, cuando mi madre volvió, las cosas que me había pedido no las había hecho. Ella empezó a regañarme y cuanto más lo hacía, tanto más necia me ponía. Algunas de las palabras me las dijo porque estaba enojada. Pasaron por mi mente malos pensamientos y la influencia del adversario se hizo muy fuerte. Entonces escribí una carta a mi familia e hice planes para irme al día siguiente.

Después de haber empacado rápidamente mis cosas, de repente recordé un discurso del élder Kenneth Johnson, de los Setenta. Lo habíamos leído en nuestra clase de seminario, la que enseñaba la jovial hermana Leone A. Aiono. Tomé mi libro de seminario que estaba cerca y leí las palabras que había escrito: “No hay lugar como el hogar”.

Tomé la carta que había escrito y la tiré a la basura. Aunque en esa época de inmadurez espiritual no me gustaba orar, las tentaciones a las que me enfrentaba me impulsaban a hacerlo a menudo. Llegué a convencerme de que las lecciones que aprendí en seminario son verdaderas y sinceras. Me siento agradecida por mis padres, que me criaron dentro del Evangelio lleno de buenas lecciones que poco a poco cambiaron mi vida. La Iglesia es verdadera.

Faapisa M. Tupe es miembro del Barrio Fasitoo Uta, Estaca Upolu Faleasi’u, Samoa.