Mensaje de las maestras visitantes
Nutramos a los demás por medio del servicio caritativo
Enseñe los pasajes de las Escrituras y las citas o, si fuera necesario, otro principio que bendecirá a las hermanas que usted visite. Dé testimonio de la doctrina e invite a las personas a quienes enseñe a compartir lo que hayan sentido y aprendido.
¿Qué debo hacer para llegar a ser una persona caritativa y para tener más compasión?
Moroni 7:48: “Pedid al Padre con toda la energía de vuestros corazones, que seáis llenos de este amor que él ha otorgado a todos los que son discípulos verdaderos de su Hijo Jesucristo”.
Presidente Dieter F. Uchtdorf, Segundo Consejero de la Primera Presidencia: “Los discípulos de Cristo en todas las edades del mundo se han distinguido por su compasión… Al final, el número de oraciones que hacemos contribuirá a nuestra felicidad, pero el número de oraciones que contestemos será aun de mayor importancia. Abramos los ojos y veamos los corazones abrumados, notemos la soledad y la desesperación; percibamos las silenciosas oraciones de las personas que nos rodean y seamos instrumentos en las manos del Señor para dar respuesta a esas oraciones” (“La felicidad es su legado”, Liahona, noviembre de 2008, págs. 119, 120).
Barbara Thompson, Segunda Consejera de la Presidencia General de la Sociedad de Socorro: “Tenemos que “[rescatar] desde lo más profundo de [nuestro] ser todo aquello que sea de valor” para que, como hijas de Dios, hagamos nuestra parte para edificar el reino de Dios. Tendremos ayuda para hacerlo. Como lo declaró José: ‘Si viven de acuerdo con estos privilegios, no se podrá impedir que los ángeles las acompañen’.
“Llevemos las cargas las unas de las otras, lloremos con los que lloran, y consolemos a los que necesiten consuelo, y de ese modo cumplamos con el convenio que hemos hecho [véase Mosíah 18:8–10]” (“Ya regocijemos”, Liahona, noviembre de 2008, pág. 116).
¿De qué manera puedo nutrir a los demás por medio del servicio caritativo?
D. y C. 81:5: “Socorre a los débiles, levanta las manos caídas y fortalece las rodillas debilitadas”.
Élder Russell M. Nelson, del Quórum de los Doce Apóstoles: “El Buen Pastor dijo: ‘Apacienta mis corderos’ (Juan 21:15). Es así que una mujer apacienta a sus seres queridos, proporcionándoles ayuda y apoyo tal como lo haría el Salvador. Su don divino la lleva a nutrir, a ayudar al joven, a velar por el pobre y a dar paz al apesadumbrado.
“El Señor dijo: ‘Mi obra y mi gloria [es] llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre’ (Moisés 1:39). Entonces, Su devota discípula puede decir: ‘Mi obra y mi gloria es ayudar a mis seres queridos a alcanzar esa meta celestial’.
“El ayudar a otro ser humano a lograr su potencial celestial es parte de la misión divina de la mujer. En su papel de madre, maestra o miembro de la Iglesia, ella modela la arcilla viviente conforme a sus esperanzas. En colaboración con Dios, su divina misión es ayudar a los espíritus a vivir y a las almas a levantarse. Tal es el propósito de su creación, y se trata de un fin ennoblecedor, edificante y conducente a la exaltación” (“El valor infinito de la mujer”, Liahona, enero de 1990, págs. 22–23).
Silvia H. Allred, Primera Consejera de la Presidencia General de la Sociedad de Socorro: “El Señor ha bendecido a las mujeres con atributos divinos de amor, compasión, bondad y caridad. A través de nuestras visitas mensuales como maestras visitantes, tenemos el poder de bendecir a cada hermana al ofrecer nuestro amor y bondad y brindar los dones de compasión y caridad… Es mi oración que nos comprometamos a estar más dedicadas a extender nuestros brazos de amor y compasión para bendecir, ayudar y fortalecernos las unas a las otras al llevar a cabo nuestras visitas de maestras visitantes con un corazón dispuesto y feliz” (“Apacienta mis ovejas”, Liahona, noviembre de 2007, págs. 113, 115).