Relatos de la conferencia
Construir cimientos duraderos
Presidente Henry B. Eyring, Primer Consejero de la Primera Presidencia, “Montañas que ascender”, Liahona, mayo de 2012, pág. 24.
De joven trabajé con un contratista construyendo bases (zapatas) y cimientos para casas nuevas. En el calor del verano era mucho trabajo preparar el terreno para el molde en el que vaciábamos el cemento para hacer las bases. No había maquinaria; usábamos el pico y la pala. En aquellos días era mucho trabajo construir cimientos duraderos para los edificios.
También se necesitaba paciencia. Después de verter el cemento, esperábamos a que curara (o fraguara). A pesar de lo mucho que queríamos seguir adelante con el trabajo, también esperábamos después de hacer los cimientos antes de quitar los moldes.
Y aún más impresionante para un constructor novato era lo que parecía ser un proceso tedioso que llevaba mucho tiempo: poner con cuidado varillas de metal dentro de los moldes para reforzar el cimiento.
De manera similar, el terreno se debe preparar con mucho cuidado para que nuestro cimiento de fe resista las tormentas que vendrán a la vida de todos. Esa base firme para un cimiento de fe es la integridad personal.
El elegir lo justo constantemente, cuando tengamos que tomar una decisión, crea el terreno firme bajo nuestra fe. Puede dar comienzo en la niñez, siendo que toda alma nace con el don gratuito del Espíritu de Cristo. Con ese Espíritu, podemos saber cuando hemos hecho lo correcto ante Dios y cuando hemos hecho lo malo ante Su vista.
Esas decisiones, cientos de ellas en la mayoría de los días, preparan el terreno firme sobre el cual se construye nuestro edificio de fe. El armazón alrededor del cual se vierte la sustancia de nuestra fe es el evangelio de Jesucristo con todos sus convenios, ordenanzas y principios.
Una de las claves para tener una fe perdurable es evaluar correctamente el tiempo de cura (o fraguado) que se necesita…
La cura no se lleva a cabo automáticamente con el paso del tiempo, pero sí requiere tiempo. No basta sólo con envejecer; el servir a Dios y a los demás constantemente, con todo el corazón y el alma, es lo que convierte el testimonio de la verdad en fortaleza espiritual inquebrantable.
Preguntas para reflexionar
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¿Recuerda algún momento en que su integridad personal se haya puesto a prueba? ¿Cómo respondió a ello?
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¿De qué manera el servir a Dios y a los demás con fe fortalece su cimiento espiritual?
Considere escribir lo que piensa en su diario personal o hablar en cuanto a ello con otras personas.