Nuestro espacio
¿Por qué tenemos pruebas?
Muchas veces nos preguntamos por qué tenemos problemas incluso cuando guardamos los mandamientos y vivimos el Evangelio. No debemos olvidar que vinimos a esta tierra para ser probados. Cuando superamos las pruebas y mostramos al Padre Celestial que lo amamos con nuestras decisiones, Él nos bendice para que el Espíritu del Señor reine en nuestra familia.
Kahellyn V. (abajo), Venezuela
Mi Deber a Dios
He estado esforzándome por conseguir el premio Mi Deber a Dios, mientras vivía en Venezuela y también cuando me mudé con mi familia a China.
El programa Mi Deber a Dios es verdaderamente inspirado. Al llevar a cabo las metas que contiene, el joven aprende cosas maravillosas que se aplicarán a lo largo del resto de su vida; aprende cuestiones espirituales, temporales, físicas y mucho más.
De verdad merece la pena el esfuerzo de dedicarnos a realizar estas metas. He aprendido a ser una mejor persona, mi testimonio del evangelio de Jesucristo ha aumentado, y me he preparado mejor para recibir el Sacerdocio de Melquisedec y para servir en una misión. Resulta gratificante saber que podré ser un buen ejemplo para mis futuros hijos cuando llegue el día.
Jonathan A., China
Mi pasaje favorito
Este pasaje de las Escrituras me fortalece en la fe, ya que durante las pruebas Nefi muestra que sigue obedeciendo y hace lo que el Señor espera de él, y el Padre Celestial lo bendice por ello.
Kaila T. (arriba), Filipinas
Progreso Personal
El 27 de febrero de 2011 recibí mi Reconocimiento a la Mujer Virtuosa. Me siento feliz por haber terminado el programa del Progreso Personal, por haberme conservado pura y limpia, y por poder llevar el medallón con orgullo. Sé que la organización de las Mujeres Jóvenes nos ayuda a progresar y a prepararnos para el matrimonio en el santo templo. Me siento agradecida a mi Padre Celestial por esta organización. Al ganar este medallón, he conseguido una de mis metas, y sé que puedo seguir haciendo mucho bien en la obra del Señor.
Katherine M., Venezuela
La búsqueda de un testimonio personal
He estado en la Iglesia desde que nací, y no recibí verdaderamente un testimonio hasta que empecé a leer las Escrituras con verdadera intención. En vez de limitarme a leer las palabras escritas sobre el papel, escudriñé profundamente su significado. Leí 3 Nefi 11:3 poniéndome en el lugar de esas personas, y ese versículo y los siguientes me impactaron. Desde ese momento, seguí leyendo las Escrituras y orando con sinceridad, y mi testimonio creció.
Ryan R., Washington, EE. UU.