Pensando en Jesús
La autora vive en California, EE. UU.
Mía estaba entusiasmada. ¡Era la primera vez que iba a la Iglesia! Las misioneras le habían hablado a su familia acerca de la Iglesia y ellos decidieron ir.
Mía miró a su alrededor; vio un mantel blanco sobre una mesa y había algo debajo.
“¿Qué hay debajo de ese mantel?”, preguntó Mía a una de las misioneras.
La hermana Hanson sonrió. “Es la Santa Cena”.
Santa Cena. Eran palabras importantes. Mía había oído a las misioneras hablarles de ello a su mamá y a su papá, pero no estaba muy segura de lo que era.
Todos cantaron una canción; dos hombres levantaron el mantel blanco, y debajo había bandejas con pan. Mía los vio dividir el pan en trocitos.
Después de la canción, un hombre hizo una oración. Otros hombres repartieron el pan a todas las personas.
“El pan nos ayuda a recordar el cuerpo de Jesús”, susurró la hermana García.
Mía tomó un trocito de pan. Se imaginó a Jesús enfrente de ella.
Después se ofreció otra oración. Los hombres repartieron bandejas con vasitos de agua.
“El agua nos ayuda a recordar la sangre de Jesús”, susurró la hermana García. “Él murió por nosotros porque nos ama”.
Mía tomó un vasito de agua; pensó en lo mucho que Jesús la amaba. Sintió que Él le estaba dando un fuerte abrazo.
Más tarde, la hermana Hanson le dio a Mía una pequeña lámina de Jesús. “Comemos el pan y bebemos el agua para recordar a Jesús, y prometemos que lo seguiremos”. Ella sonrió. “¿Qué te pareció la Santa Cena?”.
Mía miró la imagen de Jesús. Recordó los sentimientos cálidos que había tenido y sonrió. “¡Fue muy linda! Amo a Jesús”.