Voces de los Santos de los Últimos Días
¡Listo!
Durante mis entrevistas como obispo un domingo por la tarde, tuve el placer de sentarme con un buen amigo y conversar sobre algunos desafíos que él estaba enfrentando. Después de escuchar sus preocupaciones por unos minutos, sentí que lo que él necesitaba era constancia al leer las Escrituras. Recordé que, como su obispo, yo también tenía que ser más constante en mi estudio de las Escrituras, algo con lo que había estado teniendo dificultades, de modo que le sugerí que nos convirtiéramos en “socios de responsabilidad” al esforzarnos por estudiar con más regularidad.
Todos los días, después de que terminábamos de leer nuestras Escrituras, nos enviábamos un mensaje de texto con la palabra ¡Listo! El hecho de saber que alguien más estaba esperando oír si el otro había terminado su lectura del día era una gran motivación para ambos. Si uno de los dos se olvidaba, el recibir un mensaje de texto era un recordatorio; si la otra persona no enviaba un mensaje de texto, no se le decía nada. Decidimos tomar ese desafío sin hacer que la otra persona se sintiera culpable.
Comenzamos el desafío hace seis meses, y no recuerdo un día en que hayamos olvidado leer nuestras Escrituras. Ese hermano se levantó durante la reunión de ayuno y testimonio hace un par de meses y compartió su testimonio sobre el impacto positivo que el estudio de las Escrituras estaba teniendo en él y en su familia.
Estoy muy agradecido por ese hermano y por su amistad, al igual que por sus mensajes de texto diarios. He visto cómo la tecnología, cuando se utiliza apropiadamente, puede mejorar nuestra vida. También estoy agradecido por las Escrituras y por cómo testifican de Cristo. Sé que el sacrificio expiatorio del Salvador hace posible que cada uno de nosotros regrese a vivir con Él algún día.