Tu viaje pionero: Real, no simulado
Ser un Santo de los Últimos Días es ser un pionero.
Cuando era niño, a veces simulaba ser una estrella del deporte. Hacía como que podía volar. Me imaginaba que era un gigante. Era feliz con mi vida, aunque era bajito, prosaico y solo moderadamente atlético. Pero simular era divertido. Disfrutaba experimentando cosas diferentes, aunque solo fuera en mi imaginación. Supongo que es por eso que a muchas personas les gusta simular.
Y, hablando de simular, a nosotros —los Santos de los Últimos Días— nos encanta hacer caminatas pioneras. Llevamos ropa como la de los pioneros (más o menos). Tiramos de carros de mano como los de los pioneros (o algo así). Comemos lo que comían los pioneros (bueno, no exactamente). Hacemos un gran esfuerzo por hacer como que somos pioneros. Lo extraordinario es que no necesitamos simular; nosotros ya somos pioneros.
El presidente Thomas S. Monson ha dicho: “Ser un Santo de los Últimos Días es ser un pionero, porque un pionero se define como ‘alguien que va delante a fin de preparar o abrir el camino para que otras personas lo sigan’”1. El presidente Monson nos ha enseñado, por medio de sus palabras y de sus hechos, el modo de ser auténticos pioneros:
“… seguimos los pasos del Pionero supremo, el Salvador, quien fue delante de nosotros mostrándonos el camino a seguir.
“‘Ven, sígueme’, invitó Él”2.
“Ven, sígueme”. Estas sencillas palabras nos ayudarán a ser auténticos pioneros.
Veamos estas palabras desde la perspectiva de algunos pioneros modernos que recientemente participaron en una caminata pionera de estaca.
“Ven, sígueme”
La palabra ven es una invitación. Sugiere un desplazamiento de un lugar a otro. Taylor A. conoce bien el significado de esta palabra.
Taylor es brillante, alegre, y está llena del Espíritu, pero no tardaría en decirte que esas palabras no la describían dos años atrás. Ahora se ha desplazado a otro lugar, espiritual y físicamente. Ella es una pionera.
“He sido pionera en mi vida”, explica, “porque soy una conversa reciente, y mi recorrido ha sido simplemente asombroso. Siento que es toda una nueva vida. Y una vez que damos el primer paso del camino, suceden milagros”.
Taylor no solo entiende la invitación a ir [“Ven]”; ella conoce la fuente de la que proviene esa invitación, e hizo la siguiente observación: “En este mundo estamos muy desconectados de qué fue lo que nos trajo aquí, ¿verdad? Estamos inmersos en nuestras tareas y en la tecnología, pero el mensaje que realmente me ha martillado últimamente es poner a Cristo primero. Si tan solo conectamos con lo que realmente hicieron los pioneros… [Ellos estaban] centrados en Cristo”.
También se nos invita a seguir [a Cristo]. En la caminata pionera, Ethan G. obtuvo una mayor comprensión de esta palabra. “A veces, durante la caminata no me he sentido del todo bien, o me he desanimado un poco”, admite. “Pero me doy cuenta de que los pioneros también se sintieron así”.
Ethan solía preguntarse por qué los primeros pioneros estuvieron dispuestos a hacer lo que hicieron. Él dijo: “Creo que podría haberme dado por vencido sin más pero, al pensar en ello, de algún modo me di cuenta de que era porque amaban al Salvador, y tenían esperanza en que podían llegar a ser mejores por medio de Él. Yo quiero probar eso también”.
Antes de ir a la caminata, Ethan leyó sobre los pioneros del pasado, se sintió conectado a ellos e inspirado por la fe que tuvieron para seguir a Jesucristo. ¿Y qué hace Ethan ahora? Se está preparando para recibir su llamamiento como misionero de tiempo completo. Fiel al consejo del presidente Monson, él se está preparando para mostrar a otras personas el camino a seguir.
¿A dónde iremos? ¿A quién seguiremos? El Salvador nos dice: “Ven, sígueme” (Lucas 18:22; cursiva agregada). Cuando salió de casa para ir a la caminata, Harmony vio la mano del Señor en su experiencia. Supo que lo estaba siguiendo a Él.
La senda que recorrió Harmony hacia la caminata de su estaca fue diferente a la de otras personas. A los quince años de edad se enteró de que padecía una extraña forma de cáncer de piel, y no pudo participar en la caminata con su estaca. “Estaba desolada”, recuerda.
Cuatro años después, cuando su estaca anunció otra caminata, Harmony había superado el cáncer, pero con diecinueve años creyó que no podría ir. Entonces recibió un llamamiento para participar como líder. Ella dijo: “Para mí, es un testimonio de que el Señor sabe quiénes somos y conoce los deseos de nuestro corazón, y si son justos y buenos, Él nos bendecirá”.
Harmony da este consejo para ayudarnos cuando afrontemos pruebas: “A todo aquel que esté pasando dificultades, le diría que simplemente se apoye en el Señor. Él siempre estará ahí para ti. Él nos ama y no nos dejará caer. Solo tenemos que extender la mano hacia Él, y Él nos ayudará en nuestro viaje como pioneros”.
Tú puedes ser un pionero
Aunque nunca vayas a una caminata pionera, todavía puedes ser un pionero. No hace falta que lleves un gorrito o tires de un carro de mano. Solo tienes que seguir a Jesucristo, como hicieron los primeros pioneros. Al hacerlo serás, como dijo el presidente Monson, “alguien que va delante a fin de preparar o abrir el camino para que otras personas lo sigan”.
Si tienes la oportunidad de ir a una caminata pionera, ¡disfruta de ella! Y cuando termine, y dejes atrás tu carro de mano, no dejes dentro de él tu testimonio de pionero. Lleva ese testimonio contigo.
Tú eres un pionero moderno de la vida real. Con el Pionero supremo, el Salvador, como guía, ¡seguro que tendrás éxito!