De la Primera Presidencia
Sigamos a los pioneros
Adaptado de “Sigamos a los pioneros”, Liahona, enero de 1998, págs. 85–88.
En una ocasión caminé por algunas de las sendas que los primeros pioneros de la Iglesia recorrieron en su trayecto hacia el valle del Lago Salado. Me sentí muy humilde al caminar por donde caminaron los pioneros. Pero más importante que caminar por donde ellos caminaron es vivir como ellos vivieron.
Los pioneros avanzaron con fe hacia una nueva religión, una nueva tierra y una nueva manera de hacer las cosas. Confiaron en Dios. Nosotros también necesitamos tener fe.
Ellos hicieron lo que sus líderes les pidieron que hicieran. Nosotros debemos ser obedientes también.
Ellos usaron sus talentos y trabajaron juntos para edificar Sion. Nosotros debemos estar unidos también.
Ellos no dejaron a nadie atrás. Se aseguraron de incluir a quienes tenían dificultades en el camino. Nosotros debemos ser inclusivos también.
Podemos honrar a los pioneros al seguir su ejemplo.
Yo puedo ser un pionero
Cualquier persona que marca el camino ayudando a que la vida de su familia sea mejor es un pionero.
Encuentra tu camino a través del laberinto. A lo largo del recorrido puedes ser un pionero o una pionera cuando…
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Cuando aprendo algo nuevo.
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Cuando ayudo a crear una buena tradición.
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Cuando enseño a mi familia acerca del Evangelio.
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Cuando hago cosas para edificar mi familia eterna.