El aviador valiente
Nadie se atrevía a responder al instructor de reclutas, pero sorprendentemente, un joven levantó la mano.
Hace muchos años, me uní a la Fuerza Aérea de los Estados Unidos para servir a mi país. Poco después me encontré en un campo de entrenamiento en Texas, EE. UU. Las semanas pasaban lentamente mientras soportaba las muchas cosas que uno experimenta típicamente en un campo de entrenamiento.
Un día, asistí a una gran reunión de más de 200 aviadores, todos en la etapa de entrenamiento como yo. La reunión comenzó cuando uno de los instructores de reclutas, que regularmente profería gritos y vulgaridades, exclamó a voces: “¿Alguien se opone a la manera en que manejo las cosas por aquí?”.
Por supuesto, nadie se atrevía a responderle, pero sorprendentemente, un joven levantó la mano.
“¡Aviador, levántese!”, gritó el instructor. “¿A qué se opone?”.
Todos escuchábamos atentamente mientras el joven declaraba en voz alta: “Me opongo a que tome el nombre de mi Salvador en vano. Me duele en el alma. Le ruego que deje de hacerlo”.
La habitación se quedó completamente en silencio. El instructor lo miró fijamente y luego le preguntó a qué religión pertenecía. El aviador valiente declaró con orgullo: “¡Soy miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días!”.
El instructor le agradeció al aviador su valor por tomar la palabra y la reunión continuó. Esa acción ejerció una profunda influencia en mí. A menudo pensaba que me gustaría tener el tipo de valor que demostró ese aviador.
Después del campamento de entrenamiento y la capacitación médica, me asignaron a una base de la fuerza aérea en Colorado, EE. UU. Un día, recibí una carta de mi hermano mayor, estacionado en Filipinas. Se había unido a la fuerza aérea un año antes que yo. Me dijo que se había convertido en miembro de la Iglesia y quería que me reuniera con los misioneros. Inmediatamente, recordé la experiencia en el campo de entrenamiento con el aviador valiente. Mi esposa y yo nos reunimos con los misioneros y en poco tiempo nos bautizamos.
Unos meses después, pedí a los misioneros que visitaran a mi hermano menor. Él y su esposa también fueron bautizados. Mis hermanos y yo tenemos ahora familias numerosas con nietos. Ellos también aman al Señor y Su Iglesia.
No conozco el nombre del aviador valiente; nunca volví a verlo, mas estaré eternamente agradecido por su valor para defender lo que creía.