Compartir el Evangelio
Por el élder Edward Dube
De los Setenta
“[A]prended de mí […] y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mateo 11:29).
Un hombre para el que yo trabajaba me regaló un ejemplar del Libro de Mormón, pero durante al menos dos años no lo leí. Un domingo, tomé el Libro de Mormón y fui a la línea del ferrocarril a las afueras de la ciudad donde vivía en Zimbabue. Me senté y comencé a leer.
Al principio me costaba entenderlo, pero releí el testimonio de José Smith una y otra vez, y sus palabras me llegaron al corazón.
Tiempo más tarde, alguien me invitó a ir a la Iglesia. Al principio me sentí incómodo, así que me senté en la última fila; pero cuando las personas comenzaron a compartir sus testimonios acerca del Salvador Jesucristo y del Libro de Mormón, sentí algo maravilloso en mi interior.
Poco después, los misioneros fueron a mi vecindario y al poco tiempo fui bautizado. Unos años más tarde, tuve el honor de servir en una misión y compartir el Evangelio con muchas otras personas.
La Iglesia ha crecido mucho en Zimbabue, pero todavía hay mucho que podemos hacer para compartir el Evangelio, no importa dónde vivamos. Mediante la oración, el estudio de las Escrituras y la noche de hogar, puedes fortalecer tu testimonio y permanecer cerca del Padre Celestial. Tu testimonio puede bendecir la vida de muchas personas por todo el mundo. ●