2021
La Santa Cena durante la cuarentena: Un destello del amor de Dios
Marzo de 2021


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La Santa Cena durante la cuarentena: Un destello del amor de Dios

El autor vive en Wyoming, EE. UU.

Administrar la Santa Cena en el hogar me abrió de nuevo los ojos a su verdadero significado.

pan y agua

A veces, la familiaridad y la rutina tienden a despojar de todo su significado a momentos que, de otro modo, serían sagrados. En cuanto a mí, había dejado que la Santa Cena perdiera parte del significado para el que fue concebida. Cada semana, escuchaba las sagradas oraciones sacramentales sentado casi siempre en el mismo banco de la misma capilla, rodeado de una congregación con la que estaba familiarizado.

Sin embargo, la pandemia del COVID-19 alteró esa rutina y restableció mi perspectiva.

Al no poder unirme a los demás en la capilla, me encontré recibiendo la Santa Cena en un nuevo entorno, reunido alrededor de la mesa del comedor con mi pequeña familia. Hacer algo familiar y rutinario en este nuevo entorno aportó una nueva perspectiva y, gracias a esta, un significado renovado.

Aunque había participado en la ordenanza de la Santa Cena cientos de veces en mi vida, hacerlo en el lugar en el que normalmente me reunía con la familia para comer y conversar, resaltó el trasfondo familiar de la Santa Cena de un modo que no había apreciado antes.

Un domingo en particular, mientras me arrodillaba y pronunciaba las palabras: “[e]n el nombre de Jesucristo, tu Hijo, te pedimos” (Moroni 4:3), mi atención se dirigió a mi precioso hijo de cuatro años sentado cerca de mí. Allí estaba, sentado con los brazos cruzados, escuchando la oración, irradiando inocencia y bondad.

Con esta brillante visión en mi mente, continué ofreciendo la oración. Al pronunciar las palabras “del cuerpo de tu Hijo”, una pregunta me penetró la mente. ¿Cómo sería sacrificar de manera voluntaria a este hijo mío inocente y someterlo a un dolor y un sufrimiento incomprensibles?

En una palabra, inimaginable.

Al meditar en esta pregunta imposible, continué con la oración. Las palabras “tomar sobre sí el nombre de tu Hijo” me hicieron pensar en otra pregunta. Dios es también un Padre. ¿Cómo pudo sacrificar a Su Hijo? Mientras miraba a los demás miembros de mi familia, que, como yo, necesitaban desesperadamente la Santa Cena, llegó la respuesta, sencilla pero profunda: el amor divino (véase Juan 3:16).

Fue como si las ventanas del cielo se abrieran por un momento para revelar una parte del amor puro de nuestro Padre Celestial, un amor tan grande que Él sacrificó a Su Hijo verdaderamente inocente y perfecto por nosotros, Sus otros hijos.

En vista de este sacrificio, sin importar las dificultades y desigualdades de la vida —incluyendo una pandemia letal, economías perturbadas, disturbios civiles, un mundo incrédulo y una incertidumbre general— ¿cómo podríamos dudar seriamente de Su amor por nosotros?

Para que no lo olvidemos, la Santa Cena constituye un recordatorio semanal de este amor profundo y duradero. Al considerar de forma regular el inigualable don de Su Hijo, podemos encontrar consuelo y superar la tentación de dudar del amor o la preocupación del Padre por nosotros en los momentos difíciles.

Sin considerar adecuadamente la paternidad eterna de Dios y Su papel en la expiación de Jesucristo, la ordenanza de la Santa Cena me parece ahora incompleta. Me recuerda constantemente el sacrificio de Jesucristo y la expresión del amor del Padre Celestial por mí.

Debido a esta lección de amor, atesoraré para siempre esa experiencia de la Santa Cena en nuestro hogar.