2021
Guiados por el Señor
Marzo de 2021


Solo para versión digital: Voces de los Santos de los Últimos Días

Guiados por el Señor

El Señor nos conoce y sabe lo que es adecuado para nosotros.

Imagen
man and woman working together in kitchen

Fotografía por Cody Bell.

Giselle

Antes de casarnos, André cursaba su doctorado y le ofrecieron un puesto de trabajo en la Universidad de Michigan. Nos casamos y nos mudamos allí. Con el tiempo, André empezó a tener algunos problemas en el trabajo y quiso cambiar de empleo.

Éramos jóvenes, nos acabábamos de casar y no sabíamos qué hacer. Decidimos orar al respecto.

André

Un día, fui a la universidad y vi una pizarra donde se publicaban empleos. Me postulé en tres ofertas laborales. En una semana, me ofrecieron los tres trabajos.

Giselle

Nos preguntábamos qué debíamos hacer. Oramos de nuevo. Un puesto era en Inglaterra, pero queríamos quedarnos en Estados Unidos. Otro empleo era en Texas, y el otro era en Maryland, cerca de Washington, D.C. El trabajo de Maryland era con la NASA. André es científico, así que la NASA parecía un buen lugar adonde ir.

André

Cuando nos mudamos a Maryland, yo conducía mientras Giselle dormía. Era temprano en la mañana cuando vi el Templo de Washington, D.C.

“¡Despierta! ¡Despierta! ¿Puedes verlo?”, le dije a Giselle. “¡Es como un castillo!”.

Giselle

Le dije a André que quizá un día podríamos ir de visita. No teníamos idea de lo que era. Unos días después de llegar a Maryland, fui a la biblioteca para usar internet a fin de solicitar empleo y revisar mi correo electrónico.

Una señora que trabajaba allí escuchó mi acento y me preguntó de dónde era. Le respondí que era de Brasil y comenzamos a hablar. Se llamaba Edna. Le dije que acabábamos de mudarnos desde Michigan y mencioné dónde vivíamos.

“Vivo en los mismos apartamentos”, comentó Edna.

Cuando regresé a la biblioteca al día siguiente, Edna me dijo: “Me alegra mucho que hayas vuelto. Quiero invitarlos a ti y a tu esposo a cenar a mi casa”.

Pensé que era extraño porque no me conocía. Entonces me dijo: “Oré en cuanto a ti porque sentí algo muy especial cuando te conocí ayer”.

Fuimos a su casa y nos enteramos de que su esposo recién había fallecido. Después de cenar, ella tocó “Señor, yo te seguiré” (Himnos, nro. 138) en el piano. Dijo que era el himno favorito de su esposo y que lo tocaron en su funeral. Luego nos habló del Plan de Salvación y nos invitó a ir a la Iglesia con ella.

Fuimos a la Iglesia, y allí la gente nos dio una cálida bienvenida, así que decidimos ir al domingo siguiente. Aceptamos recibir las lecciones misionales, y Edna se ofreció a que las tuviéramos en su casa. Durante cinco meses fuimos a la Iglesia cada domingo. Nuestro corazón y nuestro espíritu estaban preparándose para el bautismo.

André

Cuando se anunció nuestro bautismo, todos se vieron sorprendidos. “Vaya, ¿no son miembros?”, decían. “¡Pero están aquí cada semana!”. Nuestro bautismo fue especial; asistió casi todo el barrio.

Nos sellamos en el Templo de Washington, D.C., un año después. Cuando fuimos al templo, ¡nos dimos cuenta de que era el castillo que vimos hacía más de un año!

Giselle

Luego de que fuimos sellados en el templo, muchas cosas no andaban bien.

Después del 11 de septiembre de 2001, se nos hizo difícil renovar nuestras visas. Yo estaba triste porque me acababa de graduar de un instituto terciario y había solicitado una beca completa en la Universidad de Maryland. No me dieron la beca, y el laboratorio donde André trabajaba estaba cerrando.

Pensamos que quizá había llegado la hora de que regresáramos a Brasil.

André

Nuestro obispo nos dijo que podíamos ayudar a muchos miembros en Brasil y crecer de maneras que tal vez no serían posibles en Estados Unidos. Nos aconsejó que permaneciésemos cerca de la Iglesia.

“Vayan a Brasil y sirvan al Señor”, nos dijo.

Después de vivir un tiempo en Brasil, nuestro presidente de estaca vino a casa y me llamó a prestar servicio como obispo. De algún modo, yo sabía que me iban a llamar. Durante un par de noches antes de que me llamaran, no podía dormir; pensaba y estudiaba.

Giselle

Me preguntaba qué sucedía. Vi que cambió antes de que lo llamaran.

André

Cuando comencé mi llamamiento, nuestro barrio tenía 80 miembros activos. Cuando me relevaron, muchos más asistían a la Iglesia con regularidad, y 12 misioneros de nuestro barrio salieron a prestar servicio. ¡Fue increíble!

En la época en que me relevaron, el presidente Dieter F. Uchtdorf fue relevado de la Primera Presidencia. Recuerdo que el presidente Russell M. Nelson dijo que el presidente Uchtdorf tenía nuevas e importantes responsabilidades en el Cuórum de los Doce Apóstoles.

Tres meses después, fui llamado como primer consejero en la presidencia de misión. Yo no serví en una misión, pero me encanta mi llamamiento; me encanta trabajar con los misioneros. El Señor me conoce; Él sabía que debía ser relevado como obispo para que pudiese servir en el momento y lugar que es adecuado para mí ahora.

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