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Prestar servicio en el nombre de Jesucristo
La autora vive en Idaho, EE. UU.
Quiero que el servicio y el amor que doy se asemejen al amor y al servicio del Salvador.
Mi abuela era la mejor para dar regalos. Sus regalos eran perfectos, y cada presente que envolvía estaba cubierto con papel hermoso combinado con un moño de cintas atado perfectamente. Ir a su casa en la mañana de Navidad era como entrar en el taller de Santa Claus. No podía esperar para recibir sus regalos en Navidad y también en cada cumpleaños. Aun así, no recuerdo todos los presentes que me dio. Lo especial era la forma en que los daba.
A finales de 2016, a la abuela le diagnosticaron cáncer. Esa mujer, que sabía cómo regalar en las navidades, estaría en el hospital durante su festividad favorita del año. Empecé a preocuparme por cómo eso afectaría a la abuela, así que sentí que debía llamar a mi mamá y preguntarle cómo podía ayudar a la abuela con sus regalos. Conociendo a la abuela, ella habría hecho sus planes navideños hacía mucho tiempo y estaría muy decepcionada de no llevarlos a cabo. De hecho, mamá dijo que la abuela ya había comprado los regalos.
Mi abuelo nos dio la tarea de envolver y preparar los presentes para cada uno de los trece nietos y sus cónyuges, junto con los regalos para más de veintisiete bisnietos. Escogí cuidadosamente las bolsas de regalo, el papel de seda y los sobres.
Escaneé una tarjeta de un año anterior para recordar su mensaje anual: “Con amor eterno, la abuela y el abuelo”. Con el permiso del abuelo y la abuela, hice todo lo posible por recrear su mensaje. Traté de envolver como lo hacía la abuela. Quería que todo fuera perfecto y hacerlo como ella lo habría hecho.
Cuando iba por la mitad de las bolsas, la brillantina y las tarjetas, el Espíritu me susurró: “Esto es parte de lo que significa tomar sobre ti el nombre de alguien. Esto es parte de lo que significa hacer cosas en el nombre de alguien”. Al tratar de dar como la abuela, me estaba acercando más a ella. Comencé a pensar más en lo que significa tomar sobre nosotros el nombre de Jesucristo.
Al ser bautizada, hice convenio de tomar sobre mí el nombre de Jesús y “recordarle siempre” (Moroni 4:3). Cada semana, durante la Santa Cena, renuevo ese convenio y comienzo de nuevo. Ahora tomo esa invitación de forma más personal. Entiendo mejor que tomar el nombre de Cristo sobre nosotros implica vivir como Él lo haría.
Conocía la forma de dar de la abuela porque yo había sido la receptora de su amor y de su consideración muchas veces. Conozco la forma de amar y de dar del Padre Celestial y de Jesús porque constantemente soy testigo de Sus bendiciones en mi vida.
Soy receptora de la gracia de Cristo. Quiero hacer lo que Él haría. Quiero que la vida que vivo, el servicio que doy y el amor que comparto se asemejen a los de Él; quiero sentir como si vinieran de Él. Agradezco haber tenido la oportunidad de servir a la abuela y, al hacerlo, llegar a comprender más profundamente los dones que el Salvador me ha dado.