2022
El diezmo: Una bendición, no una carga
Diciembre de 2022


“El diezmo: Una bendición, no una carga”, Liahona, diciembre de 2022.

Ven, sígueme

Malaquías 3:8–12

El diezmo: Una bendición, no una carga

Dios nos ha dado la ley del diezmo para bendecirnos tanto temporal como espiritualmente.

una ventana abierta

Soy converso a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Cuando tenía diez años, los misioneros llamaron a la puerta de mi casa y mi madre los dejó entrar. Ella había sido bautizada hacía más de una década, pero se había distanciado de la Iglesia por muchos años. Los misioneros nos enseñaron, mi madre regresó a la actividad y cuatro de mis hermanos y yo fuimos bautizados.

En aquellos tiempos, vivíamos en circunstancias económicas muy difíciles. Mi madre, que estaba separada de mi padre, trabajaba para proveer para nosotros. A pesar de trabajar en tres empleos diferentes, apenas ganaba lo suficiente para proveer para nuestras necesidades. No obstante, como miembro activa de la Iglesia, mi madre estaba dispuesta a cumplir sus convenios bautismales y a obedecer los mandamientos que Dios nos ha dado, entre los cuales se encuentra la ley del diezmo. Así que, aunque fue difícil para ella y para toda la familia, pagó el diezmo.

A mi madre también le encantaba invitar a comer a los misioneros a nuestra casa. A veces invitaba a más de diez misioneros, y ocurría un milagro en nuestro hogar que es similar al milagro del Nuevo Testamento cuando el Señor alimentó a los 5000 con cinco panes y dos peces, y hubo más que suficiente para satisfacer su hambre. Eso fue lo que sucedía con mi familia cuando los misioneros comían en nuestra casa. Cuando confiábamos en el Señor, de alguna manera había suficiente.

Mi madre me enseñó por precepto y por el ejemplo que Dios nos ha dado la ley del diezmo para bendecirnos tanto temporal como espiritualmente.

La ley del diezmo

Creo en la ley del diezmo. Esta ley ha existido desde la antigüedad y consiste en donar el diez por ciento de nuestra ganancia a la Iglesia con el propósito de bendecir a los hijos de nuestro Padre Celestial. Entre otras cosas, el diezmo ayuda a:

  • Financiar la construcción y el mantenimiento de las capillas y los templos.

  • Apoyar la predicación del evangelio de Jesucristo.

  • Facilitar la impresión de las Escrituras en diferentes idiomas.

  • Financiar las escuelas que son propiedad de la Iglesia, así como la educación religiosa por medio de Seminario e Instituto.

  • Proveer para la recopilación, digitalización y mantenimiento de registros de historia familiar.

Una bendición, no una carga

Para mí, la ley del diezmo ha sido una bendición y no una carga. En Malaquías 3:10, el Señor dice: “… probadme ahora en esto […], si no os abriré las ventanas de los cielos”. Me encanta esa invitación directa. Para mí, es como si el Señor me estuviera diciendo personalmente: “Si no me crees, hazlo y verás”.

Lo que dice a continuación me llena de confianza y esperanza: “… y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde” (Malaquías 3:10). Testifico que el Señor siempre cumple lo que promete.

“¿Quién soy yo, dice el Señor, para prometer y no cumplir?

“Mando, y los hombres no obedecen; revoco, y no reciben la bendición.

“Entonces dicen en su corazón: Esta no es la obra del Señor, porque sus promesas no se cumplen” (Doctrina y Convenios 58:31–33).

“¿Por qué no fui bendecido?”

Una vez, al concluir un servicio sacramental, una hermana se me acercó y me preguntó qué consejo podía darle. Dijo que estaba perdiendo la fe en la ley del diezmo. Me explicó que por algún tiempo había estado buscando un ascenso en el trabajo y, aunque había estado pagando el diezmo fielmente y le había pedido a Dios que la bendijera con ese ascenso, no había recibido esa bendición tan deseada. Mi consejo para esa hermana fue el mismo que comparto ahora con ustedes.

He aprendido que cuando el Señor nos promete una sobreabundancia de bendiciones, a veces pensamos que eso significa que recibiremos inmediatamente riquezas materiales, tales como un aumento o un ascenso en el trabajo. Sin embargo, el élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles, dijo que “cuando vivimos la ley del diezmo, a menudo recibimos bendiciones significativas pero sutiles que no siempre son lo que esperamos, y que fácilmente se pueden pasar por alto”1.

Reconocer las bendiciones

Es importante mencionar que esas bendiciones se pueden reconocer más fácilmente por medio del Espíritu Santo. Personalmente, me siento bendecido de haber tenido un trabajo estable durante muchos años. Me siento bendecido porque el Señor me ha permitido a mí, a mi esposa y a mis hijos disfrutar de buena salud. Él me ha bendecido para aprender a administrar mi tiempo y mis recursos, y a obtener más formación académica. Me ha ayudado a aprender a administrar mis recursos temporales para sacar mayor provecho de lo que Él me ha dado.

El Espíritu Santo me ha enseñado que debo estar agradecido por todas estas cosas. Para mí, eso es lo que significa que las ventanas de los cielos estén abiertas y que recibamos bendiciones en abundancia.

No exentos de las pruebas

Pagar el diezmo no nos exime de las pruebas, pero he llegado a darme cuenta de que el Señor me ha bendecido con fortaleza y sabiduría y ha preparado el camino para que pueda superar los tiempos difíciles.

Cuando mi hijo mayor era bebé, recibí una llamada en mi oficina en la que se me informó que alguien había entrado en mi casa a robar. Mi mayor preocupación era por el bienestar de mi esposa e hijo. Robaron muchas de nuestras pertenencias, incluso nuestros pasaportes y visados, que acabábamos de tramitar para asistir a un curso en el extranjero; pero a pesar de las posesiones perdidas, me sentí muy bendecido porque mi esposa y mi hijo no estaban en casa cuando ocurrió el robo. Eso sin duda fue una bendición.

El Señor abrió las ventanas de los cielos y colocó a las personas correctas en nuestro camino que pudieron ayudarnos a tramitar una vez más los documentos que necesitábamos para asistir al curso. Y a pesar de la intranquilidad que puede crear un robo, mi familia y yo fuimos bendecidos con la seguridad espiritual de que todo estaría bien.

Tiempo después, la empresa en la que trabajaba se vio gravemente afectada por un conflicto sociopolítico en mi ciudad, y me preocupó que todo lo que había construido con mucho trabajo y sacrificio se perdiera. Sin embargo, las ventanas de los cielos se abrieron nuevamente. Con fe, perseverancia y trabajo arduo, la empresa se recuperó.

mujer viuda sosteniendo a un niño

“… esta viuda pobre echó más que todos los que han echado al arca,

“porque todos han echado de lo que les sobra; pero esta, de su pobreza echó todo lo que tenía”.

The Widow’s Mite [La ofrenda de la viuda], por James Tissot

Con verdadera intención

En la Iglesia de Jesucristo valoramos grandemente la naturaleza sagrada de los diezmos y las ofrendas. La ley del diezmo pone a prueba tanto a los ricos como a los pobres. El pobre podría decir: “Necesito este diez por ciento para sobrevivir”. O el rico podría decir: “El diez por ciento es mucho”; pero ya sea que seamos pobres o ricos, el Señor nos pide que demos nuestras ofrendas con íntegro propósito de corazón, con verdadera intención. Independientemente de la cantidad de nuestra ofrenda, debe ser un diezmo íntegro. Recuerden el relato de la ofrenda de la viuda:

“Y estando Jesús sentado delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca; y muchos ricos echaban mucho.

“Y vino una viuda pobre y echó dos blancas, que son un cuadrante.

“Entonces, llamando a sus discípulos, les dijo: De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado al arca,

“porque todos han echado de lo que les sobra; pero esta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento” (Marcos 12:41–44).

Testifico que la ley del diezmo ha sido una bendición en mi vida. El Señor realmente abre las ventanas de los cielos y derrama bendiciones en abundancia. Esas bendiciones no siempre llegan cuando nos gustaría, pero debemos buscar la guía del Espíritu para poder reconocer lo que nuestro Padre Celestial nos está dando abundantemente. Ruego que el Señor los bendiga para que reconozcan en su propia vida las bendiciones de la ley del diezmo.