Toda persona responsable de sus actos en la tierra es tentada; incluso el Salvador fue tentado, pero ¿tenía la capacidad de pecar? El presidente Howard W. Hunter (1907–1995) enseñó: “Si no hubiera existido la posibilidad de que cediera a las tentaciones de Satanás, tampoco habría habido una verdadera prueba ni una genuina victoria como resultado […]. Él fue perfecto y sin mancha, no porque debía serlo, sino porque clara y decididamente quiso ser así” (véase “Las tentaciones de Cristo”, Liahona, febrero de 1977, pág. 8).
Vea lo que podría aprender de las siguientes enseñanzas de los líderes de la Iglesia sobre cómo el Salvador resistió la tentación.