2023
Lecciones sobre la felicidad que aprendemos de los santos en las Escrituras
Febrero de 2023


Solo para la versión digital: Jóvenes adultos

Lecciones sobre la felicidad que aprendemos de los santos en las Escrituras

Todos nos encontramos buscando la felicidad, y los ejemplos de los santos en las Escrituras pueden guiarnos en la dirección correcta.

Una silueta de una persona de pie, en un campo y mirando hacia el cielo

Fotografía de Pexels

En ocasiones, el mundo es un lugar triste. Tanto a nivel personal como mundial, hay aflicción, injusticia y sufrimiento. En un momento u otro, todos descubrimos que estamos “atravesando un valle de lágrimas”, como dice el himno “Venid a mí” en su versión en inglés1.

También se nos enseña que “existen los hombres para que tengan gozo” (2 Nefi 2:25).

¿Cómo reconciliamos ambas afirmaciones?

En las Escrituras, hay personas de todas las dispensaciones que han procurado establecer Sion y alcanzar la felicidad que en ella prevalece. ¡Y algunas han tenido mucho éxito! Al leer sobre tales santos, aprendemos dónde hallar gran gozo incluso en medio de grandes pruebas.

El pueblo de Alma: Guardar los convenios

En su lugar de reunión secreto, cerca de las aguas de Mormón, los del pueblo de Alma “batieron sus manos de gozo” (Mosíah 18:11) cuando se enteraron de que podían entrar en “el redil de Dios” (Mosíah 18:8) mediante el convenio del bautismo. También recibieron el Espíritu Santo (Mosíah 18:13), que, según el presidente James E. Faust (1920–2007), es “la mejor garantía que tenemos de lograr la paz interior en este mundo inestable”2.

Los del pueblo de Alma trabajaron arduamente para conservar el Espíritu consigo conforme “and[aban] rectamente ante Dios” (Mosíah 18:29). Y guardar su convenio resultó ser crucial para su felicidad; cuando estuvieron en cautiverio, el Señor los liberó porque guardaron su convenio: “Alzad vuestras cabezas […], pues sé del convenio que habéis hecho conmigo; y yo haré convenio con mi pueblo y lo libraré del cautiverio (Mosíah 24:13).

El pueblo de Alma entendía claramente lo que la hermana Jean B. Bingham, quien fuera Presidenta General de la Sociedad de Socorro, enseñó recientemente: “La felicidad es vana si cambiamos las bendiciones del gozo eterno por una comodidad momentánea […]; la clave de la felicidad duradera es vivir el evangelio de Jesucristo y guardar nuestros convenios”3.

Los nefitas de 4 Nefi: Eliminar las etiquetas

Después de la visita del Salvador resucitado, los nefitas pasaron casi doscientos años viviendo en armonía. “…[C]iertamente no podía haber un pueblo más dichoso entre todos los que habían sido creados por la mano de Dios” (4 Nefi 1:16).

Una de sus estrategias para lograr la felicidad fue establecer la igualdad:

“…[N]o había ricos ni pobres, esclavos ni libres […];

“ni lamanitas, ni ninguna especie de -itas” (4 Nefi 1:3, 17).

Parece sencillo, pero establecer esa imparcialidad debe haber requerido trabajo, ya que antes de la visita del Salvador, “h[abía] división entre el pueblo, unos en contra de otros” (3 Nefi 7:2).

El mundo a menudo impone etiquetas que dividen. Como el presidente Russell M. Nelson dijo recientemente a los jóvenes adultos: “El adversario se regocija en las etiquetas porque nos dividen y restringen la forma en que pensamos sobre nosotros mismos y los unos de los otros”4. Las jerarquías que creamos por medio de las etiquetas no provienen de Dios; “él invita a todos […] a que vengan a él y participen de su bondad” (2 Nefi 26:33).

Conforme los nefitas fomentaron la igualdad entre sí, “el Señor los prosperó en gran manera sobre la tierra” (4 Nefi 1:7).

La ciudad de Enoc: Unirnos en amor

La ciudad de Enoc es el único ejemplo en las Escrituras de una comunidad entera que fue “llevada al cielo” (Moisés 7:23). Si el cielo es “mor[ar] con Dios en un estado de interminable felicidad” (Mosíah 2:41), ¡la ciudad de Enoc es el ejemplo supremo que debemos seguir!

Pero, ¿cómo lo lograron?

Eran “uno en corazón y voluntad” (Moisés 7:18); unidos en busca de la gloria eterna. Ese tipo de trabajo en equipo requiere el amor puro de Cristo, porque implica esperar la exaltación de otras personas y trabajar por ello: ¡es el máximo altruismo!

Las personas de la ciudad de Enoc deben haber aprendido de Enoc cómo amar a los hijos de Dios de esa manera. Cuando se le mostraron “todos los hechos de los hijos de los hombres”, Enoc “vio [sus] abominaciones […] y lloró […] y se ensanchó su corazón como la anchura de la eternidad” (Moisés 7:41).

Cuando sentimos un amor semejante al de Cristo por los demás, los alentamos a unirse a nosotros en la senda a la exaltación al seguir a Jesucristo. Como ha dicho la presidenta Bonnie H. Cordon, Presidenta General de las Mujeres Jóvenes: “Vengan a Cristo. Vengan ya, ¡pero no vengan solos!”5.

Vivir el plan de felicidad

Aun cuando haya nubes sombrías que oscurezcan tu felicidad, hay una verdad que puede brillar a través de ellas: nuestro Creador desea nuestra felicidad eterna; ¡Su plan es el plan de felicidad! Existimos para llegar a ser infinitamente felices, tal como Él lo es.

Pero la palabra clave es llegar a ser. No tratamos de sentirnos felices solamente; tratamos de llegar a ser personas felices.

De los santos de las Escrituras aprendemos que llegar a ser felices es un objetivo posible y que la acción clave para ello es ejercer la fe en Dios y en Jesucristo. Como leemos en las Escrituras, la fe es lo que conduce a la obediencia a los mandamientos de Dios. La fe también conduce al arrepentimiento y al perdón de nuestros pecados mediante la expiación de Jesucristo, que ayudó a dichos santos a experimentar una medida de la felicidad que el Padre Celestial y Jesucristo disfrutan: la felicidad de la que todos estamos llegando a ser capaces.