2023
¿Cómo puedo experimentar el gozo del Evangelio si padezco una enfermedad mental?
Febrero de 2023


Solo para versión digital: Jóvenes adultos

¿Cómo puedo experimentar el gozo del Evangelio si padezco una enfermedad mental?

He luchado con mi salud mental toda la vida, pero cambiar la perspectiva me mostró cuánto he crecido durante los desafíos.

una mano extendida a una mujer triste

Mi vida no siempre ha sido fácil. Comencé a experimentar síntomas de ansiedad social y depresión cuando era adolescente, y se me diagnosticó TDAH en la escuela secundaria. Tras llevar quince meses sirviendo en una misión de tiempo completo, empecé a tener pensamientos suicidas. Poco después, me diagnosticaron trastorno bipolar tipo II.

Entonces, me encontré frente una decisión difícil. El presidente de misión y yo conversamos sobre la posibilidad de irme a casa, donde podría procurar la ayuda que necesitaba, pero no podía evitar sentirme decepcionada con el Señor. Sentía que mi deseo de quedarme y continuar sirviendo a las personas a las que había llegado a amar era un deseo recto.

Con el tiempo, aprendí que había personas que el Señor necesitaba que conociera en casa y que había oportunidades para que mi corazón quebrantado sanara. También he llegado a saber que Él ha aceptado mi servicio misional.

A pesar de esa confirmación, me he preguntado por qué he tenido que pasar por tantas dificultades. Las Escrituras enseñan que “existen los hombres para que tengan gozo” (2 Nefi 2:25) y que la “obra” y la “gloria” del Señor son “llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre” (Moisés 1:39). Por lo tanto, todo lo que el Señor hace es para que todos podamos regresar a Él y finalmente ser felices, ¿no es así?

¿Y qué hay de mí? ¿Por qué tengo enfermedades mentales que obstaculizan mi capacidad de escoger la felicidad? ¿Por qué el Señor permite que pase por tanto dolor? ¿Hice algo malo para merecer mi enfermedad? Algunas reflexiones me han ayudado a encontrar algo de perspectiva.

Llegar a conocer al Salvador

A menudo pienso en el relato en el que Cristo sanó al hombre ciego y en el que se le preguntó quién había pecado para causar su enfermedad. La respuesta inspirada de Jesús es muy significativa para mí: “Ni este pecó ni sus padres, sino que fue para que las obras de Dios se manifestasen en él” (Juan 9:13). Cristo luego sana milagrosamente al hombre y enseña una lección que aumenta la fe, la confianza y la comprensión de Su poder y Su plan.

Las obras de Dios se manifestaron en aquel hombre, y sé que también pueden manifestarse en mí. He visto Sus obras manifestarse en la compasión que he logrado mediante mis pruebas y en la que trato de mostrar a quienes me rodean. He visto Sus obras manifestarse en la manera en que he llegado a conocer a mi Salvador y saber que Él me conoce porque sufrió por mí en Getsemaní y en la cruz.

Experimentar gozo es más dulce

Hace algunos meses, mi mamá sintió la impresión del Espíritu de decirme que había estado pensando en las pruebas que yo había sufrido. Me preguntó: “¿Y si estas cosas no te pasan a ti, sino que son para ti?” Me testificó de que, debido al dolor que había experimentado, tendría una mayor capacidad de experimentar gozo.

Adán y Eva entendieron ese principio. En el Jardín de Edén, estaban “en un estado de inocencia, sin sentir gozo, porque no conocían la miseria” (2 Nefi 2:23). Cuando siento gozo, es aún más dulce, porque sé lo que es sentirse desdichada.

Lehi le enseñó a Jacob, que nació en el desierto y nunca había experimentado la vida más sencilla de Jerusalén, que el Señor “consagrará tus aflicciones para tu provecho” (2 Nefi 2:2). Al final, estoy agradecida por mis dificultades con las enfermedades mentales. Sé que conforme permitamos que nuestras aflicciones nos acerquen más al Padre Celestial y a Jesucristo y nos purifiquen, llegaremos a ser más semejantes a Ellos.

Ese conocimiento no hace que mis dificultades sean mucho más fáciles, pero sí me da una perspectiva eterna. En los días difíciles, hallo esperanza al pensar en los convenios que he hecho con el Padre Celestial. Sé que Él cumple Sus promesas conforme yo cumpla las mías. Todavía necesito bendiciones temporales como psicoterapia, medicamentos y hábitos que mantengan mi salud mental, pero el combinarlos con herramientas espirituales como el estudio de las Escrituras, la oración y la adoración en el templo marca una diferencia enorme en mi salud mental.

Y en los días en que siento gozo a pesar de mis dificultades, se me recuerdan los milagros que Jesucristo y Su expiación pueden producir en mi vida.