“Zapatos desatados y el amor del Salvador”, Liahona, febrero de 2023.
Voces de los Santos de los Últimos Días
Zapatos desatados y el amor del Salvador
Al arrodillarme impacientemente para atar otro par de zapatos, el Señor me enseñó una lección sobre Su amor por nosotros que me hizo sentir humilde.
Durante varios años, he trabajado como maestra de educación especial para niños de entre cinco y ocho años. Mis alumnos luchan con muchas discapacidades, desde lesiones cerebrales traumáticas y autismo hasta discapacidades de aprendizaje.
Muchos de mis alumnos carecen de habilidades motrices finas y no se pueden atar los zapatos. Aplaudo a los padres que compran zapatos para sus hijos con correas de velcro, pero me quejo de los que los compran con cordones.
Tener los zapatos debidamente atados es una cuestión de seguridad para los niños. Así que, muchas veces al día, me veo arrodillada y atando los zapatos de mis pequeños alumnos. Durante la jornada escolar, esto requiere mucho tiempo y es un inconveniente.
Hace poco, al arrodillarme impacientemente en el patio de recreo para atar otro par de zapatos, me vino a la mente un hermoso pensamiento. Me imaginé al Salvador arrodillado junto a Sus discípulos para ofrecer el bondadoso servicio de lavarles los pies. Entonces, las palabras del Salvador me vinieron a la mente: “De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos, mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (Mateo 25:40).
Sentí el amor del Salvador por el niño ante quien me arrodillaba para prestarle servicio. Y también sentí el amor del Señor por mí. Me sentí reconocida y apreciada por Él por las incansables horas que paso cada semana tratando de servir a Sus pequeños más vulnerables.
Esa dulce experiencia me proporcionó la tan necesaria paz, fortaleza y seguridad de que estoy donde debo estar, y hago lo que se supone que debo hacer. Estoy agradecida por el Señor y Sus tiernas misericordias en mi vida, y ahora estoy agradecida por las oportunidades diarias de arrodillarme y atar zapatos.