24
1 Samuel 1–15
El profeta Samuel y Saúl, rey de Israel
(24-1) Introducción
El contraste entre Samuel y Saúl es el tema principal de esta parte del Antiguo Testamento. Al estudiar este capítulo, ¿cuál piensan que puede ser la diferencia principal entre Samuel el profeta y el rey Saúl?
COMENTARIOS SOBRE 1 SAMUEL 1-15
(24-2) 1 Samuel 1:4-5. ¿En qué consistían las “partes” que Elcana daba a sus esposas e hijos?
Cuando Elcana llevó a sus esposas e hijos a Silo (donde el tabernáculo había sido puesto después que las tribus conquistaron Canaán) para ofrecer sacrificios, hizo una ofrenda de paz. Después que la gordura, los ríñones y las demás partes del animal fueron quemadas, el sacerdote recibía, según la costumbre, el pecho y la paleta derecha. El resto del animal sacrificado era devuelto al oferente para que lo comiera en una fiesta especial. De esta carne, Elcana dio parte a su familia. Ana recibió más que los demás, o tal vez una parte mejor por causa del amor de Elcana hacia ella (Clarke, Bible Commentary, 2:206).
(24-3) 1 Samuel 1:6-7. ¿Quién era la rival de Ana y por qué Ana era provocada por ella?
Penina, la otra esposa, “se esforzaba continuamente por irritarla y burlarse de ella enojándola y entristeciéndola para hacerla sentirse descontenta con su suerte, porque el Señor le había negado hijos.
“Cuando toda la familia subió a Silo a los festivales anuales, Penina llevaba a sus hijos e hijas consigo (véase vers. 4), mas Ana no tenía ninguno; y Penina aprovechaba la oportunidad para escarnecerla en forma especial, haciendo notar ostentosamente la presencia de sus hijos.
“Ana se sentía muy afligida porque era considerado una gran desgracia en Israel que una mujer fuera estéril, porque, como sostienen algunos, todas esperaban que el Mesías viniera a través de su descendencia.” (Clarke, Bible Commentary, 2:207.)
(24-4) 1 Samuel 1:9. ¿Qué significado tenía que Elí se sentara al lado de un pilar del templo?
En el antiguo Oriente Medio era costumbre que ciertos oficiales se sentaran en el patio o cerca de los portones de la ciudad para poder juzgar, escuchando casos o reclamos. Estas sillas generalmente no tenían respaldo y eran colocadas al lado de una pared o pilar para que proporcionaran apoyo a la espalda. Esta circunstancia explicaría la razón por la que Elí, que estaba sentado, al oír las nuevas de la muerte de sus hijos, cayó hacia atrás y se desnucó (véase 1 Samuel 4:18).
(24-5) 1 Samuel 1:11
El pacto de Ana con el Señor de que si le daba un hijo no pasaría navaja sobre su cabeza parece ser una promesa de criar a Samuel como nazareo, o bajo voto especial de nunca cortarle el cabello. En Samuel encontramos un gran contraste con Sansón; aquél observó sus votos durante toda su vida y llegó a ser un poderoso hombre de Dios, mientras que este último, violando sus votos, se transformó en un maltrecho ejemplo de fracaso.
(24-6) 1 Samuel 1:16
Al protestar ante Elí diciendo que no era una “hija de Belial” (como aparece en algunas traducciones de la Biblia), Ana quiso decir que no era una persona impía o indigna. Belial significa “sin valor, alguien afiliado al mal”. Los traductores ingleses escribieron ese vocablo con mayúscula como si fuera un título de Satanás, y a veces es usado en ese sentido en libros posteriores del Antiguo Testamento (véase Rasmussen, Introduction to the Old Testament, 1:161).
(24-7) 1 Samuel 1:20
Samuel significa en hebreo “escuchado por Dios” (Keil y Delitzsch, Commentary 2:2:25). El nombre fue dado para que sirviera de recordatorio vitalicio, tanto para Ana como para Samuel mismo, de las circunstancias especiales y del pacto que rodearon su nacimiento.
(24-8) 1 Samuel 1:20-28. Samuel es presentado en el tabernáculo
“El destete se producía tarde entre los israelitas. De acuerdo con el pasaje que encontramos en 2 Macabeos 7:27, las madres hebreas amamantaban a sus hijos hasta los tres años. Una vez que se produjera el destete, Ana llevaría a su hijo al santuario para presentarlo ante el rostro del Señor y dejarlo allí para siempre, es decir, durante toda su vida. A los levitas generalmente se les requería efectuar su servicio en el santuario desde los veinticinco años hasta los cincuenta (véase Números 8:24—25); pero Samuel tenía que ser presentado al Señor inmediatamente después de su destete y debía quedar allí para siempre, o sea, que pertenecería enteramente al Señor. Con este fin debía recibir su educación en el santuario, para que en el temprano despertar de sus susceptibilidades pudiera recibir las impresiones de la sagrada presenda de Dios.” (Keil y Delitzsch, Commentary, 2:2:26.)
(Nota: 2 Macabeos es parte de uno de los libros que no se incluyeron en la Biblia protestante pero que se encuentra en la versión católica.)
(24-9) 1 Samuel 2:1-11
La oración de Ana la muestra como una mujer de gran fe y amor hacia Dios. El cuerno (vers. 1, La Biblia de Jerusalén; versión Casiodoro de Reina-Cipriano de Valera anterior a 1960) simbolizaba poder y fuerza. Dios le había dado poder para tener un hijo. La roca (vers. 2) era representación de protección. Jesucristo es la roca o piedra de Israel, el protector contra el mal (véase Mateo 21:42-44). En 1 Samuel 2:10 ambas alusiones se combinan en una: El Mesías es “el ungido” que destruirá a todos los adversarios del Señor (el vocablo griego equivalente a Mesías es Cristos que también significa “el ungido”). Era El, dijo Ana, quien recibiría fuerza en el hecho de que su cuerno (su poder) sería exaltado delante de los hombres. Este pasaje es una referencia escogida que se encuentra en el Antiguo Testamento, con relación al futuro Mesías y muestra que Ana había sido bendecida con el don de profecía.
(24-10) 1 Samuel 2:8
En la época de Ana la gente no creía, como algunos suponen, que el mundo fuera plano y sostenido por pilares. Esa superstición fue inventada en la Edad Media. Ana estaba empleando lenguaje poético para mostrar el poder de Jehová.
(24-11) 1 Samuel 2:13-36. Si los sacerdotes tenían derecho a una porción de ciertos sacrificios, ¿por qué fueron castigados los hijos de Elí?
“De estas ofrendas, la porción que legalmente correspondía al sacerdote como su parte era la espaldilla de la ofrenda elevada y el pecho de la ofrenda mecida. Y esto recibía después que las partes de gordura de los sacrificios habían sido quemadas sobre el altar (véase Levítico 7:30-34). Tomar la carne del animal del sacrificio y asarla antes que esta ofrenda hubiera sido hecha era un delito equivalente al robo a Dios…Además, los sacerdotes no podían solicitar carne que el oferente del sacrificio hirviera en agua como comida de sacrificio, después de quemar las gorduras sobre el altar y de haberles entregado a ellos las partes que les correspondían, y mucho menos tomar por la fuerza lo que había en los calderos mientras se estaba cocinando (véase 1 Samuel 2:12-17). Tal conducta de parte de los jóvenes (los siervos de los sacerdotes) era un gran pecado en la vista del Señor, pues en esa forma menospreciaban el sacrificio.” (Keil y Delitzsch, Commentary, 2:2:35-36.)
El triste ejemplo de los sacerdotes hizo que otros en Israel también menospreciaran “la ofrenda del Señor” (vers. 17). Pero estos hechos no fueron todo, pues los hijos de Elí seducían mujeres y cometían adulterio en las mismas puertas del tabernáculo, evidentemente abusando de su influencia de sacerdotes para atraer a las mujeres (véase vers. 22). Bajo la ley de Moisés, la desobediencia voluntaria a los padres era castigada con la muerte, y los padres estaban obligados a ver que este castigo fuese llevado a cabo (véase encabezamiento 20-9). Ofni y Finees agravaron sus terribles pecados desobedeciendo a su padre, y Elí fracasó en su responsabilidad de padre así como en su oficio como sacerdote presidente. Aunque reprendió a sus hijos, nada hizo para ver que la abominación de su familia y en el tabernáculo fuera corregida. Por lo tanto “un varón de Dios” (un profeta cuyo nombre no es dado) vino a Elí y pronunció la maldición del Señor sobre la casa de Elí porque él había honrado a sus hijos más que a Dios (vers. 27, 29). Esto es, la relación de Elí para con sus hijos fue de más valor para él que su relación para con Dios.
(24-12) 1 Samuel 3:1. “La palabra de Jehová escaseaba en aquellos días”
La palabra de Dios raramente se oía en la tierra. El élder Harold B. Lee explicó la razón en la forma siguiente: “El relato se inicia con una declaración significativa.
“ ‘El joven Samuel ministraba a Jehová en presencia de Elí; y la palabra de Jehová escaseaba en aquellos días; no había visión con frecuencia.’ (1 Samuel 3:1)…eso significa que no había profeta en la tierra a través del cual el Señor pudiera revelar su voluntad, ya por experiencia personal o mediante revelación. Y sucedió que Elí estaba acostado en su lecho y sus ojos comenzaban a oscurecerse, y el joven Samuel también estaba acostado para dormir, y recordaréis que aquella noche vino un llamado: ‘Samuel’, y pensando que Elí lo había llamado, fue a la recámara de Elí donde éste le informó que no lo había llamado. Y se acostó por segunda vez para ser llamado nuevamente, y así también la tercera vez. Y a esta altura de los hechos, Elí, dándose cuenta de que Samuel estaba siendo llamado por alguien invisible, dijo: ‘Vé y acuéstate; y si te llamare, dirás: Habla, Jehová, porque tu siervo oye’. De manera que al repetirse el llamado, Samuel respondió tal como se le había indicado. Y después dice: ‘Samuel no había conocido aún a Jehová, ni la palabra de Jehová le había sido revelada’. Y después que hubo reconocido al Señor y que dijo: ‘Tu siervo oye’, le fue dicho que el Señor procedería a ‘hacer una cosa en Israel, que a quien la oyere, le retiñirán ambos oídos’. Y luego explicó la razón por la que Elí no podía recibir más mensaje del Señor.’Sus hijos han blasfemado a Dios, y él no los ha estorbado’ o, en otras palabras, permitió que sus hijos maldijeran a Dios y por lo tanto estaban desviando al pueblo de Israel.” (”But Arise and Stand upon Thy Feet” —And I Will Speak with Thee, Brigham Young University Speeches of the Year, Provo, 7 de feb. de 1956, pág. 2.)
(24-13) 1 Samuel 3:19. El Señor honró a Samuel tal como honra a todos sus apóstoles.
“No debéis temer que cuando uno de los apóstoles del Señor Jesucristo expone una profecía en el nombre de Jesucristo, porque es inspirado a hacerlo, la misma caiga al lado del camino. Sé de más de una profecía, que, mirándola naturalmente, pareció como si fuera a caer a tierra a medida que los años fueran pasando. Pero he aquí, en las providencias del Señor, esa profecía se cumplió.” (Grant, Gospel Standards, pág. 68.)
(24-14) 1 Samuel 4-7
Estos capítulos tienen que ver con la pérdida del arca de Dios en manos de los filisteos. (Véase el mapa que se incluye a continuación para ubicar la mayoría de los lugares mencionados en estos capítulos.) Los israelitas consideraban al arca como el símbolo visible de la presencia de Dios, pero sacar el arca de Silo en esta ocasión fue una demostración del estado de maldad espiritual de Israel más que una demostración de su fe.
“En vano supusieron que el arca podía salvarlos cuando el Dios de ella se había apartado de Israel por causa de su iniquidad. Sabían que en épocas anteriores sus padres habían sido vencidos por sus enemigos cuando no llevaron consigo el arca a la batalla, tal como en el caso de sus guerras contra los cananeos (véase Números 14:44-45); y que habían vencido al llevarla consigo, como en el caso de la destrucción de Jericó (véase Josué 6:4). De la última cláusula sacaron su confianza, pero la causa de su derrota en la primera no fue tenida en cuenta.” (Clarke, Bible Commentary, 2:219.)
La presencia del arca entre las tropas fue seguida de grandes desastres por causa de la maldad de Israel. Sufrieron una aplastante derrota; Ofni y Finees resultaron muertos, y el arca fue arrebatada por los enemigos. Las noticias de la captura del arca y de la muerte de sus hijos causaron tanta consternación a Elí que perdió el equilibrio y cayó de su asiento (véase encabezamiento 24:4), hacia atrás, y se desnucó, cumpliéndose así la profecía de que su casa tendría un final trágico (véase 2:27-36).
(24-15) 1 Samuel 5:2-3. ¿Quién era Dagón?
Dagón era uno de los dioses de los filisteos (véase encabezamiento F-7). Puesto que los filisteos creían que Dagón les había dado la victoria sobre Israel, el arca fue llevada al templo de esa divinidad y depositada a los pies del ídolo como trofeo de guerra.
(24-16) 1 Samuel 5:6-12; 6:1-9. ¿Qué eran los tumores?
El vocablo que se ha traducido como tumores realmente significa “tumor inflamado”, y por ello se ha supuesto que los filisteos fueron atacados de hemorroides y así fueron motivados a devolver el arca a Israel. La descripción de los efectos de los tumores sobre los filisteos nos hace pensar que eran algo más grave que las hemorroides, aunque esa dolencia puede resultar muy dolorosa. Muchos murieron, y los que no murieron parecen haber sufrido terriblemente (véase 1 Samuel 5:10-12).
Josefo indicó que era una “enfermedad muy destructiva” que incluía disentería, hemorragias y vómitos violentos (véase Flavius Josephus Antiquities, libro 6, cap. 1, párr. 1). Josefo también mencionó una gran plaga de ratones que acompañó a la enfermedad. Aunque no se menciona directamente la plaga de roedores, cuando los filisteos intentaron aplacar la ira de Jehová desatada sobre ellos devolviendo el arca, enviaron cinco tumores de oro y cinco ratones de oro (véase 1 Samuel 6:4).
La gravedad de la afección y el hecho de que había roedores mezclados en las circunstancias llevó a muchos eruditos a deducir que lo que afligió a los filisteos fue la peste bubónica. La peste bubónica recibe su nombre de los bubones o tumores inflamados que se producen en los ganglios linfáticos. Estos tumores se localizan particularmente en la zona de la ingle. Es un hecho sabido que las ratas y ratones son los principales portadores de esta enfermedad, pues las pulgas que la transmiten al hombre viven en los roedores. La enfermedad va acompañada de gran sufrimiento y dolor, y las defunciones se elevan a un setenta por ciento de los casos que se producen. Los enfermos mueren en el término de una semana. (Hastings, Dictionary of the Bible, s. v. “medicine”, pág. 598; Douglas, New Bible Dictionary s. v. “emerods”, pág. 368.) No es de sorprender que los filisteos se mostraran tan ansiosos por devolver el arca a Israel.
Los antiguos filisteos eran muy supersticiosos. Así como muchos otros en la historia del mundo, creían que las imágenes hechas para representar un objeto podían ser usadas para alejar los poderes del mal. Tal parece haber sido su intención al hacer imágenes de oro de los tumores y de los ratones y enviarlos como “ofrenda por la culpa” (vers. 8) con el arca al territorio israelita.
(24-17) 1 Samuel 6:19-21. ¿Cuántos murieron en Bet-semes cuando el arca fue devuelta y por qué murieron?
“Con relación a los hombres de Bet-semes que fueron heridos por sacrilegio, el relato hebreo dice: ‘Y castigó Yahvéh a setenta de sus hombres’ (versión de la Biblia de Jerusalén) en tanto que la versión Reina-de Valera dice: ‘hizo morir del pueblo a cincuenta mil setenta hombres’. La cifra de ‘cincuenta mil’ parece haber sido agregada. La Septuaginta versión de los Setenta también menciona solamente a ‘setenta hombres’.” (Rasmussen, Introduction to the Old Testament, 1:163.)
No está bien claro qué fue lo que hicieron para acarrear esa maldición sobre sí. Si se trató solamente de mirar el arca, entonces uno se pregunta por qué no fueron heridos todos. Los eruditos han indicado que el vocablo hebreo traducido por miraron dentro“ en realidad significa “mirar algo con lujuria o placer malsano” (Keil y Delitzsch, Commentary, 2:2:69). (Nota del traductor: Las distintas versiones de la Biblia aportan conceptos dispares. La Biblia de Jerusalén dice: “Los hijos de Jeconías no se alegraron cuando vieron el arca…y castigó Yahvéh a setenta de sus hombres”; véase vers. 19.) Si recordamos que la tapa del arca tenía querubines de oro sólido y el arca misma estaba recubierta de láminas de oro (véase Exodo 25:10-18), podemos deducir que es posible que estos habitantes de Bet-semes la hayan mirado con codicia, o al menos hayan codiciado los tumores y ratones de oro que la acompañaban.
Pero cualquiera que haya sido la razón de la muerte de estos hombres, la lección es clara. El arca del pacto era un símbolo físico de la presencia viva de Jehová. Cualquier impiedad, ya fuera de los filisteos o de los israelitas, no podía ser tolerada.
(24-18) 1 Samuel 7:13. “Así fueron sometidos los filisteos”
Nuevamente se hace evidente el contraste entre Samuel y Sansón. Ambos habían nacido de mujeres estériles mediante la intervención milagrosa; ambos eran nazareos de por vida. Sansón, a pesar de su enorme fuerza física, no abatió el poder de los filisteos porque no se dedicó al Señor. Samuel, por otra parte, liberó a Israel de la opresión de los filisteos porque tuvo gran fuerza y poder espiritual.
(24-19) 1 Samuel 8:1. ¿Qué clase de gobierno tuvo Israel bajo la dirección de Samuel y de los caudillos que lo precedieron?
“La teocracia es el gobierno bajo la dirección directa de Dios a través de sus ministros y representantes. Originalmente éste fue el gobierno de la tierra, sirviendo Adán como el gran sumo sacerdote presidente mediante quien las leyes del Señor, temporales y espirituales, fueron reveladas y administradas. Este tipo de gobierno aparentemente continuó entre aquellos habitantes del mundo que eran justos, desde los días de Adán hasta Enoc, cuando Sión fue llevada al seno del Señor.
“Los grandes patriarcas después del Diluvio — Abraham, Isaac y Jacob, así también como otros— parecen haber tenido este tipo de gobierno. Los grupos que eran justos de los pueblos jareditas sin duda fueron gobernados por este sistema. Ciertamente, el antiguo Israel en los días de Moisés y de los jueces funcionaba en una base teocrática, y el mismo sistema prevaleció entre el grupo nefita de la descendencia de Lehi durante la mayor parte de su larga historia. Cuando Cristo venga a reinar personalmente en la tierra, durante la era del Milenio, prevalecerá un gobierno teocrático perfecto (D. y C. 38:20-22; 58:20-22).” (McConkie, Mormon Doctrine, pág. 789.)
Este tipo de gobierno era el ideal. Durante el mandato de los jueces, sin embargo, la iniquidad del pueblo en general y de ciertos caudillos en particular en gran parte invalidó la forma teocrática de gobierno.
(24-20) 1 Samuel 8:3-7. ¿Qué fue lo que llevó a los ancianos de Israel a rechazar a Samuel como juez y caudillo y a expresar su deseo de tener un rey?
Los hijos de Samuel dieron un mal ejemplo, pues se apartaron de las verdades religiosas que habían aprendido en su juventud. Usaron su posición de jueces para obtener ganancia, traicionando la confianza sagrada al aceptar sobornos y juzgando pervertidamente. Pero, además de eso, los israelitas como nación se habían tornado débiles y pecadores y envidiaban a los reinos vecinos, aunque los gobiernos de estos pueblos eran malvados y opresores. De manera que usaron a los hijos de Samuel como excusa para justificar su deseo de ser gobernados por el mismo sistema que tenían las naciones gentiles.
“El pueblo de Israel atribuyó la causa de la opresión y aflicción que había sufrido en ritmo creciente durante el mandato de los jueces a su propia constitución política. Expresaron el deseo de tener un rey, como todas las naciones paganas, para dirigir sus guerras y vencer a sus enemigos. Aunque el deseo que había existido en la nación desde los tiempos de Gedeón de ser gobernados por un rey no era en sí mismo diferente al llamado de Israel a ser el reino de Dios, la razón por la que ahora deseaban esto se basaba en un sentimiento equivocado y hostil hacia Dios. La fuente de todos los males y desgracias que había sufrido Israel se encontraba en la apostasía de la nación y en su coqueteo con los dioses de los paganos. En consecuencia, su obstinación en la idea de desear un rey, a pesar de las advertencias de Samuel, fue un rechazo real de la soberanía de Jehová, siendo que El siempre se había manifestado a su pueblo como su rey, librándolos del poder de sus enemigos tan pronto como se volvían a El en sencilla penitencia de corazón.” (Keil y Delitzsch, Commentary, 2:2:78.)
El Señor mismo le dijo a Samuel: “No te han desechado a ti, sino a mí me han desechado” (vers. 7).
(24-21) 1 Samuel 8:11-22. ¿Cuáles son los peligros que presenta el gobierno monárquico?
Samuel advirtió a los israelitas en cuanto a tres males principales de la forma monárquica de gobierno: impuestos elevados (véase vers. 15, 17), reclutamiento de mano de obra forzada (véase vers. 11-13, 16) y toma de propiedades privadas (véase vers. 14-15). Al comentar el asunto, el élder Bruce R. McConkie dijo:
“El sistema del gobierno monárquico mismo, no importa cuán talentoso o noble sea el individuo que ocupe el trono, no es la mejor forma de gobierno; no es un sistema que tenga como interés instintivo y automático la búsqueda de los mejores intereses del pueblo. Es inherente a la naturaleza de aun los mejores sistemas monárquicos que los privilegios especiales y la adulación dudosa se amontonen sobre la clase gobernante…
“Cierto es que el Señor, en algunas ocasiones en la era precristiana, dirigió un sistema teocrático justo mediante reyes, pero no ha existido entre los hombres, por más de 2000 años, un sistema monárquico así aprobado. Un sistema así, en el cual el rey es el representante del Señor, sigue el modelo del verdadero reino de Dios y es un gobierno apropiado, pero, en el momento en que un rey inicuo sube al trono, las bendiciones y libertades de tal sistema perecen. Tal como dijo el rey Mosíah: ‘por motivo de que no todos los hombres son justos, no es prudente que tengáis un rey o reyes para que os gobiernen. Pues he aquí, ¡Cuánta iniquidad puede un rey malo causar que se cometa; sí, y cuán grande destrucción!’ (Mosíah 29:16-17, cursiva agregada.) En tanto que esperan el día en el que El reinará nuevamente, porque ése es su derecho, los santos están obligados a sujetarse a los poderes que existen.” (Mormon Doctrine, págs. 414-15.)
(24-22) 1 Samuel 9:1-17. ¿Qué clase de persona era Saúl antes de ser llamado para ser rey?
Las Escrituras indican que “entre los hijos de Israel no había otro más hermoso que él” (vers. 2). (Nota del traductor: La Biblia de Jerusalén dice: “Nadie le superaba en gallardía”; y la versión Nácar-Colunga dice: “No había hijo de Israel más alto que él”.) El vocablo hermoso parece indicar muchas de las cualidades que hicieron de Saúl el candidato lógico para ser el primer rey de Israel. Todo lo que la Biblia revela indica que Saúl era honrado, digno de confianza, considerado con sus padres y además promisorio para la gran tarea que tenía por delante.
Este término también incluye los atributos físicos de Saúl. En este sentido, Saúl potencialmente era el ideal y hombre de valor que todo Israel buscaba. Era unos treinta centímetros más alto que los de su generación. Sin embargo, hechos posteriores muestran que el Señor estaba enseñando una lección a Israel acerca de la gente y de los reyes, al elegir a Saúl. Sin duda El conocía bien cómo terminaría todo, así como tiene conocimiento de todas las cosas. Aunque Saúl tenía, al comienzo, gran respeto hacia la ley de Moisés y hacia Dios, “la conciencia de su propio poder, aparejada con la energía de su carácter, lo desvió hacia un desinterés incauto de los mandamientos de Dios; su celo en la prosecución de sus planes lo llevó rápidamente a medidas violentas y desastrosas; y el éxito en las cosas que emprendía hizo crecer desmedidamente su ambición, llevándola a una orgullosa rebelión contra el Señor, el Dios-rey de Israel”. (Keil y Delitzsch, Commentary, 2:2:79.)
(24-23) 1 Samuel 9:9-27
Un vidente es aquel que tiene la habilidad de ver el futuro. Tal como lo explica el Libro de Mormón, los videntes son hombres que poseen el poder de “saber de cosas que han pasado y también de cosas futuras” (Mosíah 8:17). En algunos casos lo saben mediante la ayuda del Urim y Tumim. La posesión de estos instrumentos en los tiempos antiguos constituía en videntes a los hombres rectos que los tenían (véase Mosíah 8:13-18; 28:10-16), Es en este sentido, entonces, que un vidente es mayor que un profeta (véase Mosíah 8:15). El medio con el cual Samuel identificó a Saúl es clara evidencia del don de Samuel como vidente. En nuestra época los miembros de la Primera Presidencia y del Quorum de los Doce Apóstoles son sostenidos y ordenados profetas, videntes y reveladores.
(24-24) 1 Samuel 9:20. ¿Deseó Israel que Saúl fuese su rey?
Este versículo puede ser interpretado como que Saúl, como futuro rey, reunía todas las cualidades que Israel deseaba, aunque todavía no sabían que sería su rey. También podría significar que su estatura, su apariencia y otras cualidades eran bien conocidas y que su nombre era mencionado como una de las posibilidades.
(24-25) 1 Samuel 10:1. ¿Cuál era el significado de la ordenanza de la unción de Saúl?
Los Santos de los Ultimos Días sabemos que la unción con aceite, como ordenanza del sacerdocio, es tan antigua como Adán. Y, siendo que el Señor estableció el reino de Israel y reveló las leyes que debían gobernar a sus reyes, fue propio que estos reyes fueran ungidos.
“La unción con aceite era símbolo de investidura con el Espíritu de Dios; el aceite mismo, en virtud de la fuerza que imparte, era símbolo del Espíritu de Dios como principio de poder espiritual y divino (véase Levítico 8:12). Hasta aquí no había habido otra unción entre el pueblo de Dios aparte de la realizada por los sacerdotes en el santuario (véase Exodo 30:23-28; Levítico 8:10-36). Cuando Saúl, por lo tanto, fue consagrado rey mediante la unción, la monarquía fue inaugurada como institución divina…mediante la cual, desde entonces en adelante, el Señor también otorgaría sobre su pueblo los dones de su Espíritu para el establecimiento de su reino. Así como los sacerdotes eran consagrados mediante la unción para ser el medio por el cual Israel podía recibir las bendiciones éticas de la gracia divina, igualmente el rey era consagrado mediante unción para ser el vehículo y el medio de todas las bendiciones de gracia que el Señor, como Dios-rey, conferiría sobre su pueblo por medio de la institución de un gobierno civil. A través de esta unción, que fue efectuada por Samuel bajo la dirección de Dios, el rey fue apartado del resto de la nación como ‘ungido de Jehová’.” (Keil y Delitzsch, Commentary, 2:2:95.)
Pero Samuel ungió a Saúl como “príncipe” aunque posteriormente se le llamó rey (véase 1 Samuel 10:1). Este título debe haber servido como recordatorio de que el Señor seguía siendo el rey.
(24-26) 1 Samuel 10:25
En el Antiguo Testamento se mencionan varios libros que no son parte del canon presente de Escrituras. El élder Bruce R. McConkie escribió lo siguiente:
“Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo se mencionan libros y epístolas que ahora no tenemos. Entre los mismos hallamos: el Libro del Pacto (Exodo 24:4, 7); el Libro de las batallas de Jehová (Números 21:14); el Libro de Jaser (Josué 10:13; 2 Samuel 1:18); el Libro de los hechos de Salomón (1 Reyes 11:41); los Libros de Natán y Gad (1 Crónicas 19:29; 2 Crónicas 9:29); La profecía de Ahías y las visiones de Iddo (2 Crónicas 9:29; 12:15; 13:22); el Libro de Semaías (2 Crónicas 12:15); el Libro de Jehú (2 Crónicas 20:34); Los hechos de Uzías, escritos por Isaías (2 Crónicas 26:22); Los dichos de los videntes (2 Crónicas 33:18-19); una Epístola de Pablo a los Corintios (1 Corintios 5:9); una Epístola de Pablo a los efesios (Efesios 3:3); una Epístola de Pablo a los de Laodicea (Colosenses 4:16); y las Profecías de Enoc (Judas 14).” (Mormon Doctrine, pág. 454.)
Ciertamente los libros canónicos no contienen todo lo que Dios ha hablado a sus hijos, y quienes dicen que la Biblia es todo lo que hay están equivocados. El Libro de Mormón mismo no contiene “ni la centésima parte” de todo lo que Mormón tenía a su disposición al hacer el compendio (3 Nefi 5:8; véase también vers. 9-11).
(24-27) 1 Samuel 11
Nahas, rey de los amonitas, y su ejército atacaron a las tribus que estaban al este del Jordán. Sin duda intentó reclamar parte de Galaad, la que estaba en poder de su antecesor en la época de Jefté (véase Jueces 11:13). En desesperación los hombres de Jabes-galaad pidieron ayuda a las tribus que estaban al oeste del Jordán. Aunque Saúl había sido llamado rey oficialmente, las tribus todavía parecían haberse mantenido independientes y como estados autogobernados. Algunas parecen haber rechazado a Saúl como rey (véase 1 Samuel 10:27; 11:12). En este momento crítico, Saúl se encontraba en el mejor momento de su vida. Mató a sus bueyes y envió los trozos a cada tribu para dar una idea gráfica de que esta crisis requería la unión de Israel (véase vers. 7). Juntó su autoridad a la de Samuel en el mensaje. Bajo su dirección, los ejércitos de Israel lograron una aplastante derrota sobre los amonitas, y Saúl dio el reconocimiento al Señor (véase vers. 13). La victoria proporcionó el catalizador para unir a las tribus en una nación por primera vez. Tan grande fue el apoyo a Saúl que algunos sugirieron que quienes anteriormente hubiesen dudado de su derecho a reinar fuesen ejecutados. Saúl rechazó esta propuesta.
La ceremonia de Gilgal fue una sabia solución de parte de Samuel y ayudó a formalizar la aceptación popular de Saúl después de su gran victoria.
(24-28) 1 Samuel 12
Este capítulo contiene el testimonio de Samuel en cuanto a la forma en la que el Señor había bendecido a Israel desde el principio. Samuel les hizo presente que el Señor siempre había sido justo en sus tratos con ellos y les dijo que ellos debían igualmente tratarse de esa manera unos a otros. Luego les recordó las épocas en las que Israel se había olvidado del Señor y sufrido grandes calamidades. Los instó a servir al Señor no fuera que una calamidad mayor cayera sobre ellos.
(24-29) 1 Samuel 13:5. ¿Había realmente treinta mil carros filisteos preparados para luchar contra los israelitas?
La Biblia dice que había treinta mil carros, pero esta cifra es considerada errónea en su transcripción. Un reconocido estudioso comentó el problema y expresó la opinión de que la cifra correcta es tres mil (véase Clarke, Bible Commentary, 2:247). Errores de este tipo surgieron de problemas de traducción y de la exageración por parte de escribas de épocas posteriores, quienes decidieron agregar al relato, pensando que en esa forma añadían a la gloria de Israel. Tales errores son generalmente obvios, como en este caso. (Para obtener más información, véase la sección E de Temas suplementarios, “El problema que presentan las cifras que se mencionan en el Antiguo Testamento”.)
(24-30) 1 Samuel 13:5-14. ¿Por qué Saúl buscó tomar sobre sí deberes del sacerdocio?
No pasó mucho tiempo antes de que Saúl comenzara a tener una opinión exagerada de su poder e importancia. Esta tendencia es natural en los hombres que olvidan al Señor y confían en sí mismos. El profeta José Smith dijo: “Hemos aprendido, por funesta experiencia, que la naturaleza y disposición de casi todos los hombres, en cuanto reciben un poco de autoridad, como ellos suponen, es comenzar inmediatamente a ejercer injusto dominio” (D. y C. 121:39). Cierto es que éste fue un momento de gran crisis. Los filisteos estaban conglomerados en una gran potencia, y el pueblo desertaba del ejército de Saúl (véase 1 Samuel 13:6). Al demorar Samuel en llegar, Saúl tomó las cosas en sus propias manos y ofreció los sacrificios, y esto fue un gran pecado.
“Considérese también el caso de Saúl, a quien se había llamado del campo para ser rey de la nación. Hallándose los filisteos dispuestos para la batalla contra Israel en Micmas, Saúl esperaba a Samuel, de cuyas manos había recibido su unción regia y a quien había ido en los días de su humildad para pedir orientación. Saúl había rogado al profeta que ofreciera holocausto al Señor por el pueblo, pero impacientándose porque Samuel no llegaba, Saúl mismo preparó el holocausto, olvidándose de que aunque ocupaba el trono, lucía la corona y portaba el cetro, estas insignias de poder real ningún derecho le daban para oficiar, ni como diácono, en el Sacerdocio de Dios; y por este y otros ejemplos de su injusta presunción, Dios lo rechazó y fue puesto otro rey en su lugar.” (Talmage, Artículos de Fe, pág. 205.)
Las circunstancias eran extremas, pero uno de los propósitos de la mortalidad es demostrar que uno permanecerá fiel y obediente bajo toda circunstancia (véase D. y C. 98:14-15). Saúl fracasó en esa prueba y por lo tanto perdió su derecho de ser el representante de Dios ante el pueblo.
(24-31) 1 Samuel 13:19-21. ¿Por qué no había herrero en Israel?
Los eruditos estiman que en aquella época los israelitas no conocían la forma de trabajar el hierro. Los filisteos guardaban celosamente el secreto para mantener la superioridad de sus armas sobre las de bronce, que eran más blandas. Los israelitas usaban armas de bronce y como resultado, no tenían los carros de guerra hechos de hierro ni podían fabricar espadas y lanzas con ese metal. Los otros instrumentos mencionados: la reja del arado, la azada, el hacha, la piqueta, el aguijón (picana)…tenían que ser llevados a los filisteos para ser afilados. La piqueta era una herramienta de origen egipcio; era un tipo de escardillo o azada. Y el aguijón era una barra de hierro de unos dos metros cincuenta de largo usada para azuzar a los animales.
(24-32) 1 Samuel 14:15. ¿Quiénes eran los que iban a merodear?
En los ejércitos de la antigüedad, ciertos hombres eran asignados para ir y destruir las plantaciones, las casas, los graneros, el ganado y demás. Su propósito principal no era matar a los enemigos, sino causar dificultades a la población civil que apoyaba a los militares (Clarke, Bible Commentary, 2:249).
(24-33) 1 Samuel 14:1–15
Estos versículos nos dan pautas en cuanto al carácter de Jonatán, hijo de Saúl, un joven de gran fe en Dios (véase vers. 6, 10). La operación contra el campamento filisteo no fue temeraria sino basada en la fe y en el valor.
(24-34) 1 Samuel 14:19-46. ¿Por qué trató Saúl de matar a Jonatán?
Nuevamente Saúl intentó alocadamente ganar una batalla contra los filisteos, tratando de obtener la intervención del Señor en una forma no aprobada. El valiente ataque de Jonatán y su paje al campamento de los filisteos repentinamente alteró las circunstancias de la batalla. Los filisteos fueron rechazados y hasta algunos hombres que se habían escondido cobraron valor y salieron de sus escondrijos para unirse a la batalla (véase vers. 22).
En el fragor de la lucha, Saúl había obligado a sus hombres a jurar que ayunarían todo el día. Esta restricción puso en dificultades a los hombres, pues su ayuno agregó la debilidad del hambre a la fatiga de la pelea (véase vers. 24).
“Este mandamiento de Saúl no procedía de una actitud correcta hacia el Señor, sino que fue un acto de falso celo, en el cual Saúl tenía más interés en sí mismo y en su propio poder que en la causa del reino de Jehová, tal como vemos en la expresión ‘antes que haya tomado venganza de mis enemigos’.” (Keil y Delitzsch, Commentary, 2:2:142.)
Dos incidentes lamentables resultaron de la orden de Saúl. Primero, Jonatán, que había estado en el campamento de los filisteos cuando Saúl hizo que su ejército jurara no comer, violó el juramento al comer miel silvestre (vers. 25-27). Cuando se le informó del juramento, Jonatán francamente dijo que su padre había hecho algo alocado. Como su propia fuerza había sido reavivada por el alimento, se preguntó en voz alta cuánto mayor hubiera sido la victoria si se hubiera permitido que los hombres comieran en lugar de luchar en un estado de desgaste físico (véase vers. 28-30).
El segundo incidente ocurrió posteriormente ese mismo día cuando el pueblo, débil por el hambre, cayó sobre los animales tomados de los filisteos y “comieron con sangre” (vers. 22). Los animales no fueron carneados en forma apropiada para sacarles la sangre, hecho que violaba la ley de Moisés (véase Levítico 17:10-14).
Saúl inmediatamente buscó expiar esta transgresión ofreciendo sacrificios al Señor (véase vers. 33-35). Pero cuando buscó revelación del Señor con relación al momento oportuno para ir contra los filisteos, no obtuvo respuesta (véase vers. 36-37). Saúl dedujo que algún otro pecado del pueblo era la causa de que no hubiera respuesta del Señor. Entonces instruyó a que todo el pueblo se reuniera con él y con Jonatán, jurando que los culpables serían ejecutados. Para subrayar su determinación de llevar a cabo su amenaza, Saúl indicó que daría muerte a su propio hijo si él fuera hallado culpable (véase vers. 39), ignorante de que en verdad Jonatán era quien enfrentaría la muerte.
“Lo que Jonatán había hecho no había sido malo, a no ser por el juramento con el cual Saúl lo había prohibido. Pero Jonatán no supo del juramento, y por lo tanto no había transgredido conscientemente…En el caso presente, Saúl había proclamado la prohibición sin autoridad divina y la había hecho obligatoria sobre el pueblo mediante un juramento solemne. El pueblo había obedecido a conciencia, pero Jonatán había transgredido sin tener conocimiento del juramento. Por esta razón Saúl estaba a punto de ejecutarlo, a fin de respaldar su juramento, pero el pueblo se opuso. No solamente declararon la inocencia de Jonatán por haber quebrantado involuntariamente el mandato del rey, sino también exclamaron que había obtenido la victoria para Israel ‘#con Dios‘. En esto (en la victoria de Jonatán) había un veredicto divino, y Saúl no pudo dejar de reconocer que no fue Jonatán sino él mismo quien había pecado, y por medio de su mandato arbitrario y despótico había acarreado culpa sobre Israel, razón por la cual Dios no le había respondido.” (Keil y Delitzsch, Commentary, 2:2:146-47.)
(24-35) 1 Samuel 15:2–35
Los amalecitas eran antiguos enemigos de Israel, y su castigo había sido predicho tiempo atrás (véase Exodo 17:8-16; Deuteronomio 25:17-19). El fracaso de Saúl en llevar a efecto la palabra de Dios con exactitud y honor hizo que el Señor lo rechazara como rey de Israel (véase vers. 11, 26.) La pobre excusa presentada por Saúl de que había reservado lo mejor para el sacrificio sencillamente no era aceptable, aunque fuera verdad. Tal como dijo Samuel: “Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios,…Porque como pecado de adivinación, es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación” (1 Samuel 15:22-23). Aquí se revela la raíz del problema de Saúl (véase vers. 17). Saúl había sido llamado por causa de su humildad (”aunque eras pequeño en tus propios ojos” [vers. 17]); ahora confiaba en su propio saber y no buscaba a Dios.
El arrepentimiento de Saúl (véase vers. 24-25) vino demasiado tarde y fue de poca duración. Esta segunda violación fue esencialmente el mismo pecado de desobediencia del cual había sido culpable anteriormente (véase 1 Samuel 13:8-14). Si el arrepentimiento hubiera sido profundo y sincero, el segundo incidente nunca habría acontecido. Cabe notar la advertencia que el Señor hizo en tiempos modernos: “pero los pecados anteriores volverán al alma [después que el Señor haya perdonado] que peque” (D. y C. 82:7).
RESUMEN ANALITICO
(24-36) El Antiguo Testamento proporciona muchos contrastes notorios y lecciones prácticas. Conteste las siguientes preguntas a medida que considera la vida de los personajes comentados en esta parte de la Biblia.
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Penina, la otra esposa de Elcana, probablemente se daba cuenta del amor especial de su marido hacia Ana y resentía tal afecto. Tal vez fue por esa razón que ella seguía haciendo hincapié en la esterilidad de Ana y en esa forma la provocaba (1 Samuel 1:7). Es fácil comprender los celos de Penina, pero, ¿pudo ella haber sido responsable, hasta cierto punto, por la situación de su marido? ¿Habría sido más fácil amar a Ana o a Penina? ¿Ha culpado usted a alguien por los problemas que, al menos parcialmente, están dentro de usted? ¿Qué consejo habría dado a Penina en esta situación?
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¿Cuáles son los primeros indicios de que Elí había perdido el poder de discernimiento? (Véase 1 Samuel 1:12-14.) ¿Es injusto suponer que Elí debía haber podido discernir que Ana no estaba embriagada? Lea en Doctrina y Convenios 46:27 antes de responder. Como sumo sacerdote, Elí era el equivalente al Obispo Presidente de hoy día. ¿Se aplica a él este pasaje de las Escrituras de los últimos días?
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El rey Benjamín enseñó que si buscamos pagar la deuda que tenemos con Dios viviendo rectamente, El nos bendice aún más por esa obediencia y así volvemos a estar en deuda; de esa forma nunca terminamos de pagarle (véase Mosíah 2:23-24). ¿Cómo se aplicó este principio al caso de Ana? (Véase 1 Samuel 1:24-28; 2:21.)
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En los tiempos modernos el Señor advirtió a algunos líderes de la Iglesia que ciertos problemas en su vida espiritual se debían a problemas de familia. Lea en Doctrina y Convenios 93:38-50. ¿En qué forma se aplica este consejo a Elí?
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¿Cómo es que el pecado de Elí, de tolerar la iniquidad de Ofni y Finees, se agravó por el hecho de que él era a la vez su padre y sumo sacerdote? (Lea en Levítico 21:9-23; Deuteronomio 21:18-21.)
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Es obvio que Elí no aprobó la mala conducta de sus hijos (véase 1 Samuel 2:22-24). ¿En qué, entonces, consistía su problema y por qué el Señor lo maldijo a él y a su familia? (1 Samuel 2:29; 3:13.)
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¿Se ha preguntado alguna vez por qué fue Samuel quien recibió la revelación? ¿Por qué no Elí? Elí también estaba en la casa aquella noche en la que el Señor habló, y sin duda también estaban allí Ofni y Finees. ¿Habrían ellos entendido la voz si la hubieran oído? ¿En qué se asemeja esta situación a la de Lamán y Lemuel? (Véase 1 Nefi 17:45.)
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El élder Harold B. Lee nos recordó que es necesario cierto nivel de preparación espiritual para poder recibir comunicaciones divinas. Dijo:
“El Señor nos dará sus bendiciones al grado en que seamos diligentes en vivir sus mandamientos. Cada uno de vosotros, en otras palabras, debe depender de sí mismo si es que quiere recibir las grandes bendiciones que el Todopoderoso tiene guardadas para otorgaros.” (“But Arise and Stand upon Thy Feet” — And I Will Speak with Thee, Brigham Young University Speeches of the Year, Provo, 7 de febrero de 1956, pág. 7.)
“Erguios sobre vuestros pies, para que el Señor pueda hablaros. En humildad preparaos para decir con Pablo: ‘Señor, ¿qué quieres que haga?’ Y con valor y firmeza decid junto con Samuel: ‘Habla, Señor, que tu siervo oye’. Sed humildes, orad, y el Señor os tomará de la mano y contestará vuestras oraciones.” (Ibid., pág. 11.)
¿Qué evidencias encuentra en 1 Samuel 3-8 de que Samuel hizo algo más que tan sólo escuchar al Señor aquella noche en el tabernáculo? Note la primera parte de lo que dijo el élder Lee. ¿Cumplió Samuel durante su vida con esos requisitos? (Véase 1 Samuel 12:1-5.)
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¿En qué aspectos se asemejaban Samuel y Saúl en sus primeros años? (Véase 1 Samuel 9:2, 21; 10:6, 9-13.) ¿En qué consistió la diferencia en años posteriores? (Véase especialmente 1 Samuel 13:13-14; 15:17.)