25
1 Samuel 16–31
El llamamiento de David para dirigir a Israel
(25-1) Introducción
¿Quién sigue al Señor?
Hoy ya se deja ver,
Clamamos sin temor,
¿Quién sigue al Señor?
(Himnos de Sión, núm. 70.)
La conducta de David mostró que su respuesta a esta pregunta habría sido: “¡Yo lo sigo!” Llegando al frente de batalla en un momento cuando el temible gigante Goliat había desafiado abiertamente a Israel para que enviara a un hombre para luchar con él, David osadamente se ofreció a aceptar el desafío. Cuando se le acusó de orgulloso, el futuro rey de Israel preguntó a su hermano mayor: “¿No es esto mero hablar?” (1 Samuel 17:29).
Muchos jóvenes de nuestro tiempo son grandes adeptos. Se unen a ésta o a aquella organización o grupo porque desean hacer que el mundo sea un lugar mejor en el cual vivir; necesitan un propósito en sus vidas, una razón de ser…necesitan una causa.
El joven David, pastor de Israel, tenía una causa. Y esa causa fue recalcada cuando Samuel, el profeta del Señor, lo ungió para ser el futuro rey de Israel. En su juventud, David se mantuvo allegado al Señor. En todas sus campañas militares, en presencia de amenazas contra su vida y a pesar de las numerosas oportunidades de dar muerte a Saúl, David fue fiel a su causa escogida. “Y David se conducía prudentemente en todos sus asuntos, y Jehová estaba con él” (1 Samuel 18:14).
¿Y qué pasa hoy día? ¿Tenemos una causa? Ciertamente que la tenemos. Encontramos esa causa al obtener nuestro testimonio del verdadero evangelio y del valor de ser ciudadanos del reino de Dios.
“Declaro con toda mi alma: ¡Existe una causa! Es una causa digna de que la vida se dé por ella. Es la causa de la justicia. Es una causa que todo joven de la Iglesia debería abrazar al declarar la guerra contra Satanás y sus legiones. Tal como David le dijo a Goliat, así cada joven debería decirle a Satanás: “Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado’ (1 Samuel 17:45).” (Victor L. Brown, “Is There Not a Cause?” Ensign, noviembre de 1974, pág. 104.)
¡Hay una causa y es la del Señor!
COMENTARIOS SOBRE 1 SAMUEL 16-31
(25-2) 1 Samuel 16:1-13
Estos versículos contienen las instrucciones del Señor a su profeta en cuanto a la selección de un nuevo rey. Nótese el consejo especial del Señor incluido en el versículo 7. Los hombres tienden a fijarse en el aspecto externo, pero el Señor tiene el poder de mirar en las mismas profundidades de los hombres y de las cosas. El “cuerno del aceite” probablemente era un cuerno de carnero, lleno de aceite de oliva y empleado para ungir a los elegidos del Señor (vers. 13; véase también vers. 1).
(25-3) 1 Samuel 16:14-23. ¿Realmente envió el Señor al espíritu malo para atormentar a Saúl?
Los espíritus malos no son enviados por Dios, ni Dios da revelaciones mediante los espíritus malos que a veces atormentan a los hombres. El expulsó a esos espíritus que estaban en los cielos, hace mucho tiempo, por causa de su rebelión contra El. En la traducción hecha por José Smith dice que el espíritu malo que lo atormentaba no era del Señor. Aquí tenemos los primeros efectos del rechazo del Señor por parte de Saúl. Más y más Saúl fracasó en encontrar la paz interna hasta que finalmente se sintió totalmente despreciable y perseguido por el remordimiento.
(25-4) 1 Samuel 17:1-3. ¿Dónde se encuentra el valle de Ela?
Descendiendo del territorio montañoso de Judá hacia el Mediterráneo se encuentran numerosos valles o wadis. Uno de estos es el valle de Ela, en el cual tuvo lugar la batalla de David contra Goliat, cerca de Azeca en el Sefela o territorio de los cerros (véase 1 Samuel 17:1). El mapa que se incluye muestra al valle casi directamente al oeste y un poco al sur de Jerusalén.
(25-5) 1 Samuel 17:4. “Salió…un paladín…se llamaba Goliat”
“Paladín: ish habbenayim, un hombre intermediario, el hombre que se interpone entre dos, esto es, como en este caso, el hombre que se decide a resolver las disputas entre dos ejércitos o naciones. De manera que nuestros antiguos campeones, o paladines, resolvían las disputas entre dos partes contendientes mediante lo que se conocía como lucha en el campo, de ahí el vocablo campeón.” (Clarke, Bible Commentary, 2:261.)
Aunque parece extraño en este tiempo de guerras modernas, en los tiempos antiguos no era raro que los ejércitos contrarios, que generalmente eran bastante pequeños, eligieran un representante por bando para enfrentarse personalmente. El resultado de ese combate determinaba quién era el vencedor de la batalla. (Compare este versículo con 2 Samuel 2:12-17, donde se relata la elección de representantes para luchar por cada bando.)
(25-6) 1 Samuel 17:4-11. ¿Qué estatura tenía Goliat y cuánto pesaba su armadura?
De acuerdo con este pasaje, la estatura de Goliat era dé seis codos y un palmo. La opinión más ampliamente aceptada en cuanto a la medida de un codo es de aproximadamente cuarenta y dos centímetros, o sea, la distancia desde el codo a la punta del dedo medio extendido. El palmo es la mitad de la distancia entre el pulgar y el índice, teniendo los dedos extendidos. El palmo es la mitad de la distancia entre el pulgar y el índice, teniendo los dedos separados al máximo. Estas medidas le darían a Goliat una estatura de unos dos metros setenta y tres centímetros, aproximadamente. No es de extrañar que los filisteos hayan elegido a tal paladín, ni que ningún hombre de Israel quisiera ser el paladín de Saúl.
Es muy poco probable que hoy en día haya alguien que mida más de dos metros diez de estatura, pero se cree que en tiempos antiguos existieron hombres cuya altura excedía esta medida. En las Escrituras hay referencias de gigantes en los primeros períodos de la historia: en la época de Enoc (véase Moisés 7:15), en los días de Noé (véase Moisés 8:18; Génesis 6:4), y en la época de los israelitas (véase Números 13:33; Deuteronomio 2:10-11). Llamada anakim (”de cuello largo”, o “alto” en hebreo) por los israelitas, esta raza de gigantes parece haber sido totalmente destruida en la conquista de Canaán bajo el mando de Josué (véase Josué 11:21). De hecho, leemos que ninguno de los anaceos quedó, excepto en Gaza, Asdod y Gat (véase Josué 11:22), que era el pueblo de Goliat (véase 1 Samuel 17:4).
Los expertos han calculado el peso de la armadura de Goliat en unos setenta kilogramos (150 libras). (Clarke, Bible Commentary, 2:261.) El rodillo del telar es un trozo de madera dura del cual se cuelgan los hilos en preparación para la trama del tejido. El peso de la cabeza de la lanza de Goliat se ha calculado entre seis y trece kilogramos, o sea, entre doce y veintiséis libras, dependiendo de la autoridad que sea consultada y el peso que le adjudique al siclo. (Véase la tabla de pesos y medidas.) La greba es una placa metálica, parte de la armadura, que se sujetaba sobre la pierna e iba desde abajo de la rodilla hasta el tobillo.)
(25-7) 1 Samuel 17:12–20
Estos versículos son una breve vuelta al pasado para introducir al joven David en el relato. Aunque era portador de la armadura de Saúl, el joven David, a diferencia de los hombres de lucha, evidentemente tenía permiso para abandonar el campo de batalla y volver a su casa de vez en cuando.
(25-8) 1 Samuel 17:17
El efa era una medida seca equivalente a veintidós litros aproximadamente. (Véase tabla de pesos y medidas.)
(25-9) 1 Samuel 17:20-51. “Vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos”
El relato de David y de Goliat es tan conocido que algunos lectores dan por sentado el valor de David. Pero su valor no surgió de la autoconfianza solamente, aunque creía en su propia habilidad. Como joven pastor, había practicado mucho con la honda. Era una forma eficaz tanto para alejar a los lobos y otros animales rapaces que atacaban a los rebaños, como para llamar la atención de las ovejas que se apartaban del rebaño. Como resultado de su experiencia, David tenía confianza en sus habilidades, pero la verdadera fuente de su valor estaba en la fe en el poder del Dios viviente. De hecho, el contraste entre David y los otros israelitas era grande, tanto en términos de fe como de valor. David se encolerizó porque “este filisteo incircunciso” [uno que no era del convenio sino del mundo]…desafiaba al Dios viviente” (vers. 26). No hubo ira semejante entre los hombres de Israel, solamente un temblor de miedo por causa del tamaño y la fuerza de Goliat. Y la respuesta de David a la risa de Goliat, que se burlaba de él porque había ido a aceptar el desafío, presenta un ejemplo clásico de fe y de valor. “Tú vienes a mí”, le dijo a Goliat, “con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos…Jehová te entregará hoy en mi mano,…toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel…porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos” (vers. 45-47; cursiva agregada).
(25-10) 1 Samuel 17:49. El saco pastoril y la honda
Los pastores de la época de David llevaban una honda y un pequeño saco de cuero o lana (una bolsa) en el cual podían llevar piedras o alimentos al lugar donde pastaban las ovejas. David empleó su bolsa pastoril para llevar las piedras que sacó del arroyo.
Las hondas eran de distintos materiales, siendo de cuero las más comunes. Para preparar el receptáculo donde se colocaba la piedra, se usaba pelo, lana, tendones de animales y juncos. Este receptáculo era sujeto con cordeles a ambos lados y teniendo el extremo de éstos en la mano, se revoleaba en el aire hasta que alcanzaba cierta velocidad. Al soltar de la mano una de las cuerdas, la piedra salía disparada del receptáculo hacia el blanco. Cualquier defecto que tuviera la piedra, la que debía ser de una redondez perfecta, afectaba la certeza del golpe. El peso uniforme y el tamaño también tenía importancia. Antiguamente, los honderos, particularmente los pastores que disponían de tiempo, desarrollaban gran puntería y habilidad para arrojar piedras. Cuando no utilizaban las hondas, los pastores las llevaban sujetas a la frente o a la cintura.
Las hondas eran bastante usadas en el antiguo Cercano Oriente. Los israelitas, que no tenían carros de guerra, empleaban a muchos expertos en el manejo de la honda. Lo mismo se aplicaba a los pueblos de las zonas vecinas.
(25-11) 1 Samuel 17:52–58
Estos versículos pueden llevar al lector a deducir que Saúl, que antes había conocido a David, no sabía quién era éste. La pregunta de Saúl a Abner en cuanto a quién era David significa: “¿Quién es este muchacho poseedor de tanta habilidad y valor? Obviamente hace mucho más que sólo tocar el arpa. ¿Quién es Su padre? ¿De qué familia proviene? ¿Dónde obtuvo semejante valor? ¿Es éste el muchacho que ha estado con nosotros durante todo este tiempo?”
(25-12) 1 Samuel 18
Una vez más las debilidades del carácter de Saúl comenzaron a manifestarse. Estaba celoso de la popularidad ganada por David (véase vers. 6-8, 16).
Saúl intentó de dos maneras deshacerse de David (véase vers. 10-11; 21-25). Pero, aunque Saúl estaba celoso de la creciente popularidad de David con el pueblo, no hay indicación todavía de que supiera que David había sido ungido para ser su sucesor.
Aunque el pueblo de Israel celebró la destreza de David en la guerra, el Señor más adelante indicó que a causa de sus grandes guerras, David no recibió permiso de edificar el templo. El privilegio fue dado a su hijo Salomón (véase 1 Crónicas 22:8).
(25-13) 1 Samuel 19:1–11
Jonatán, hijo de Saúl, fue uno de los hombres más nobles del antiguo Israel. Pudo haber considerado que David era una gran amenaza, tal como lo veía Saúl, siendo que el hijo mayor generalmente heredaba el trono. En cambio, Jonatán apoyó a David hasta el punto de ayudarlo a escapar de Saúl. Ciertamente, Jonatán amaba a David “como a sí mismo” (1 Samuel 18:1).
(25-15) 1 Samuel 19:18-25. Samuel y la escuela de los profetas
Después que David escapó de Saúl con la ayuda de su esposa, Mical, Saúl envió mensajeros para matarlo. Pero David había buscado refugio con Samuel, en lo que los eruditos han llamado “escuela de los profetas” (Keil y Delitzsch, Commentary, 2:2, 199). Estos eruditos han mostrado que profetas como Samuel, Elias y Eliseo dirigían escuelas especiales que recibían el nombre de “compañía de profetas” (vers. 20). En otros pasajes se les conoce como “hijos de los profetas” (1 Reyes 20:35). Este hecho es de interés para los Santos de los Ultimos Días porque José Smith estableció una escuela similar en Kirt-land, Ohio, para ayudar a los poseedores del sacerdocio en sus deberes especiales.
Cuando los mensajeros de Saúl, y finalmente Saúl mismo, llegaron, lo hicieron bajo la influencia del Espíritu, y así la vida de David fue salvada. El hecho de que la gente dijera “¿También Saúl entre los profetas?” se explicó en esta forma:
Saúl “se quitó sus atavíos reales o militares, reteniendo únicamente su túnica; y continuó así todo el día y toda aquella noche, uniéndose a los hijos de los profetas en oración, canto de alabanzas y en otras prácticas religiosas, los que eran poco usuales en los reyes y guerreros; y esto dio lugar al dicho ¿También Saúl entre los profetas? Trayéndolo junto con sus hombres bajo la influencia divina, Dios evitó que lastimaran a David” (Clarke, Bible Commentary, 2:274).
Este acontecimiento destacable tiene un paralelo en la historia de la Iglesia. Durante su misión en Gran Bretaña, el élder Wilford Woodruff fue librado de las manos de las autoridades del gobierno mediante la influencia del Espíritu.
“Al ponerme de pie para hablar en la casa del hermano Benbow, un nombre entró y me dijo que era un alguacil y que había sido enviado por el rector de la parroquia con una orden para arrestarme. Le pregunté: ‘¿Por qué delito?’ Dijo: ‘Por predicar al pueblo’. Le dije que yo, así como el rector, tenía permiso otorgado por las autoridades para predicar el evangelio a la gente y que si tomaba asiento me pondría a su disposición después de la reunión. Se sentó a mi lado. Durante una hora y cuarto prediqué los primeros principios del evangelio sempiterno. El poder de Dios descansó sobre mí, el Espíritu llenó la casa y los presentes se sintieron convencidos. Al final de la reunión abrí la puerta para el bautismo, y siete manifestaron querer bautizarse. Entre estas personas había cuatro predicadores y el alguacil. Este se puso de pie y dijo: ‘Sr. Woodruff, deseo ser bautizado’. Le dije que me gustaría bautizarlo. Bajé al agua y bauticé a los siete. Luego nos reunimos. Confirmé a trece personas, repartí la Santa Cena y todos nos regocijamos juntos.
“El alguacil fue a ver al rector y le dijo que si quería que el Sr. Woodruff fuese arrestado por predicar el evangelio, él mismo debía ir y cumplir la orden; le dijo que él había oído predicar el único sermón verdadero del evangelio que había oído en toda su vida. El rector no sabía qué hacer, de manera que mandó como espías a dos escribientes de la Iglesia de Inglaterra para concurrir a nuestra reunión y averiguar qué predicábamos. Ambos fueron tocados en su corazón, recibieron la palabra del Señor con alegría, y fueron bautizados y confirmados miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días. El rector se sintió alarmado y no se aventuró a enviar a nadie más.” (Citado en Cowley, Wilford Woodruff, pág. 118.)
(25-16) 1 Samuel 20
David tuvo que saber de las intenciones de Saúl hacia él antes de poder sentirse fuera de peligro en la corte y quedarse en ella tal como Saúl había ordenado (véase 1 Samuel 16:22; 18:2). Un sacrificio y una fiesta de luna nueva (véase vers. 5; Números 10:10; 28:11) permitieron que Jonatán tuviera una oportunidad perfecta para averiguar en cuanto al asunto. El amor fraternal de Jonatán hacia David permaneció firme, aun ante la ira de su padre.
(25-17) 1 Samuel 20:26
La referencia de Saúl a la posible impureza de David se refiere a los requisitos de la ley mosaica respecto a que el individuo tenía que ser purificado ceremoniosamente, si era necesario, para poder concurrir a una festividad santa. Supuso que David estaba ausente porque no había podido satisfacer los requisitos ceremoniales.
(25-18) 1 Samuel 20:30. ¿Por qué insultó Saúl a la madre de Jonatán?
En su ira Saúl acusó a su esposa como responsable de la rebelde deslealtad de Jonatán por ser éste fiel a David en lugar de ser fiel a su propio padre. Saúl se hundía cada vez más en el mal y se retiraba constantemente del Espíritu. Aun sus propios hijos, primero Mical y luego Jonatán, apoyaron a David porque sabían que el odio de Saúl era injustificado.
(25-19) Este punto no se aplica.
(25-20) 1 Samuel 20:41. ¿Por qué “David lloró más”?
Ambos hombres estaban en lágrimas al separarse, pero el dolor de David era mayor que el de Jonatán. Saúl le había quitado la esposa para dársela a otro hombre (1 Samuel 25:44), y ahora David se veía imposibilitado de entrar al tabernáculo y a los rituales de sacrificio porque se veía obligado a ocultarse de Saúl. Tenía que vivir entre los filisteos y mandar a sus padres a vivir entre los moabitas para que estuvieran protegidos (véase 1 Samuel 22:3-4). De aquí que “el pesar de David debe de haber sido, por su naturaleza, mucho mayor. Además de su amigo Jonatán, al que estaba por perder para siempre, perdió a su esposa, a sus parientes, a su país; y lo que más lo apenaba era que perdía los altares de su Dios y las ordenanzas de su religión” (Clarke, Bible Commentary, 2:277).
(25-21) 1 Samuel 21–24
Estos capítulos relatan la huida de David de la presencia de Saúl. El mapa que se incluye muestra los lugares en los que David buscó refugio.
(25-22) 1 Samuel 21:1–5
El hecho de que David haya comido del pan de la proposición, reservado solamente para los sacerdotes (véase encabezamiento 13-7), técnicamente constituyó una violación de la ley. No obstante, Jesucristo empleó este incidente para mostrar que en tiempos de urgencia una violación del ritual no era pecado (véase Mateo 12:1-8). Como dijo Pablo: “la letra mata, mas el espíritu vivifica” (2 Corintios 3:6).
(25-23) 1 Samuel 22:1–2
La deserción constante de los hombres de Saúl hacia el ejército de David finalmente alcanzó tales proporciones que el ejército de David se transformó en “un gran ejército, como ejército de Dios” (1 Crónicas 12:22; véase también 12:1-7, 16-21).
(25-24) 1 Samuel 22:3–4
Aunque el rey de Moab no era precisamente un amigo de Israel, su odio iba dirigido principalmente hacia Saúl. Por lo tanto, el rey moabita dio asilo a los padres de David. El arreglo que éste hizo para la seguridad de sus padres fue sencillamente una medida de precaución en caso de que Saúl decidiera castigarlos y torturarlos para que revelaran dónde se encontraba su hijo.
(25-25) 1 Samuel 22:5–19
Una vez más Saúl demostró debilidad, la mayor hasta ese momento, pues asesinó a personas inocentes que nada sabían de sus problemas con David.
(25-26) 1 Samuel 24:10. “No extenderé mi mano contra…el ungido de Jehová”
Este capítulo expone un rasgo del carácter de David que necesariamente debe ser admirado. Aunque ungido por el profeta de Dios para ser rey de Israel, y aunque Saúl constantemente intentó quitarle la vida, este siervo escogido del Señor no quiso levantar su mano contra Saúl (véase vers. 5-6). David entendía un importante principio del sacerdocio, esto es, que uno debe demostrar lealtad hacia los llamados por el Señor a presidir aun cuando ellos no actúen perfectamente en su llamamiento. Saúl estaba fracasando miserablemente, pero David sabía que era responsabilidad del Señor derrocar a Saúl, no suya.
(25-28) 1 Samuel 25:29
Abigail aquí empleó imágenes hermosas, una con relación a un haz y la otra a una honda. Abigail sencillamente estaba diciendo que la vida de David, sujeta como estaba a Dios, era preciosa y sería protegida, en tanto que la vida de sus enemigos se apartaría de David y de Dios tal como la piedra sale disparada de la honda.
(25-29) 1 Samuel 25:37. “Y desmayó su corazón en él, y se quedó como una piedra”
Esto significa que Nabal quedó aterrado al pensar que había escapado solamente porque David escuchó el ruego de su esposa. Tal vez sufrió un infarto o un derrame cerebral por causa del terror.
(25-30) 1 Samuel 25:42–44
En esta época David se casó con dos mujeres, pues Saúl dio a su hija Mical, la primera esposa de David, a otro hombre (véase vers. 44). Aunque Abigail es mencionada aquí antes que Ahinoam, esta última fue la madre del hijo mayor de David, Ammón, y siempre se la menciona primero cuando se nombra a las esposas de David (Clarke, Bible Commentary, 1:2:291).
(25-31) 1 Samuel 26
Este capítulo detalla la segunda negativa de parte de David en cuanto a matar a Saúl, aunque hubiera resultado fácil hacerlo. Como prueba, David tomó la lanza del rey y su vasija de agua, las llevó al otro lado del arroyo y luego dio voces a Abner, capitán del rey, manifestándole que había fracasado en protegerlo. Una vez más se muestra el carácter de David. Cuando David dijo “pague Jehová a cada uno su justicia y su lealtad” (vers. 23) estaba pidiendo que el Señor juzgara sus obras en comparación con las de Saúl.
“En este discurso de David hay mucha dignidad, y ella arranca de la conciencia de su propia inocencia. No pide por su vida, no ofrece razón para prevalecer sobre Saúl a fin de que desista de sus intentos de destruirlo, sino que deja todo el asunto en manos de Dios, como juez y vindicador de la inocencia oprimida. Saúl mismo queda sin palabras, a no ser por el sencillo reconocimiento de su pecado; y en representación de su rey ninguno de sus oficiales tiene palabra para expresar. Es extraño que ninguno de ellos ofreciera ahora dañar a David. Todos vieron que David estaba bajo el cuidado de Dios y que su amo aparentemente había sido abandonado por El. Saúl invitó a David a regresar, pero David conocía demasiado bien lo mutable del carácter de Saúl como para confiarse al poder de aquel rey veleidoso. ¡Cuán carentes de valor son las decisiones de los hombres contra la voluntad de Dios! Cuando El decide salvar, ¿quién puede destruir? ¿Y quién es capaz de librarse de sus manos?” (Clarke, Bible Commentary, 2:294.)
Desde este momento en adelante Saúl dejó de perseguir a David y de tratar de quitarle la vida (véase 1 Samuel 27:4).
(25-32) 1 Samuel 27:10
“¿Dónde habéis merodeado hoy” es otra forma de preguntar dónde habían estado ese día. Parece que David estuvo entre los enemigos de Israel (véase vers. 8), y tuvo que apoderarse de las rituallas que éstos tenían de ellos para mantener a su ejército, que lo acompañaba en Siclag. Aunque muchos comentaristas condenan esta conducta de David, se debe notar que estaba cumpliendo el mandato de Dios dado a Moisés y a Josué de destruir enteramente a los cana-neos en ocasión de la llegada de Israel a la tierra prometida (véase encabezamiento 19-15 para conocer las razones por las que el Señor requirió esta destrucción).
(25-33) 1 Samuel 28:3-14. ¿Por qué Saúl se valió de una adivina?
Anteriormente se ha hecho mención de lo que en el antiguo Israel significaba tener espíritu de adivinación (véase encabezamiento 16-5). Saúl, ahora despojado de sensibilidad espiritual por causa de su maldad e incapaz de tener respuesta del Señor, “ni por sueños, ni por Urim, ni por profetas” (vers. 6), buscó una médium, una encantadora, una que decía ser capaz de comunicarse con los que estaban en el mundo de los espíritus. Fue el acto de un hombre desesperado.
“Aquellos que intentan y frecuentemente obtienen comunión (tal como creen) con espíritus de difuntos reciben el nombre de espiritistas. Su doctrina y creencia de que médiums y otros mortales pueden realmente comunicarse con los espíritus de difuntos recibe el nombre de espiritismo. Tal comunicación, si ocurre y cuando ocurre, se manifiesta a través de fenómenos físicos, tales como lo que llaman raptos espirituales, o durante estados mentales anormales tales como los trances. Estas comunicaciones generalmente son fraguadas y manifiestas a través de médiums…
“…por sinceros que sean los médiums al creer que están siguiendo un camino aprobado divinamente para que los hombres escuchen a los muertos; en realidad están valiéndose de las fuerzas del mal para lograrlo. Los que son realmente espirituales saben esto por revelación personal que viene del verdadero Espíritu; además, la información revelada por parte de los espíritus mediante los médiums no está en concordancia con ‘la ley y el testimonio’.
“…en el antiguo Israel, las prácticas espiritistas eran castigadas con la muerte.’El hombre o la mujer que evocare espíritus de muertos, o se entregare a la adivinación, ha de morir’ (Lv. 20:27; Ex. 22:18).” (McConkie, Mormon Doctrine, págs. 759-60.)
(25-34) 1 Samuel 28:15-20. ¿Puede alguien dominado por un demonio o espíritu maligno hacer hablar a un profeta muerto?
“La adivina de Endor,…en lugar de ser una profetisa del Señor, era una mujer que practicaba la necromancia, esto es, la comunicación o falsa comunica ción con los espíritus de los difuntos. Pero ella era dominada por un espíritu de adivinación. En otras palabras, era una médium espiritista, semejante a los que en la actualidad profesan ese arte, quienes dicen estar bajo el control de conocidos difuntos, y que mediante ellos pueden comunicarse con los muertos. Es menester observar que en la sesión espiritista con el rey de Israel, Saúl no vio a Samuel ni a nadie, sino sólo a la médium o adivina. Ella declaró que veía a un anciano que se aproximaba y que estaba cubierto con un manto. Fue ella quien le dijo a Saúl lo que se suponía que había dicho Samuel. El rey percibió que se trataba de éste por lo que la adivina le estaba diciendo. La conversación que se produjo entre Samuel y Saúl fue dirigida por la adivina. Todo esto pudo suceder sin la presencia del profeta Samuel. La mujer, bajo la influencia de un espíritu de adivinación, pudo haberle dado a Saúl el mensaje que se suponía que provenía de Samuel, en la misma forma en que se pretende dar mensajes de los difuntos a través de médiums en esta época, los que, como en el caso que estamos estudiando, hacen su trabajo de noche o protegidos por la obscuridad.
“Está más allá de la creencia racional que tales individuos puedan, en la antigüedad o en los tiempos modernos, invocar los espíritus de siervos o siervas del Señor que ya han partido. Estos no están a la orden y llamado de adivinos, magos, encantadores o brujos. Ciertamente lastimosa sería la condición de los espíritus que están en el paraíso si estuvieran bajo tal control. No tendrían descanso, ni podrían verse libres de las dificultades y afanes de la vida terrenal, libertad que es esencial para su felicidad, pues estarían en condición de sujeción, esclavos de la voluntad y caprichos de personas que no concen a Dios y cuya vida y aspiraciones son de la tierra, o sea, mundanas.” (Smith, Answers to Gospel Questions, 4:107-8.)
(25-35) 1 Samuel 28:16-20. ¿Pueden los adivinos predecir el futuro?
“Se ha sugerido que en este caso el Señor envió a Samuel, en el espíritu, para comunicarse con Saúl, a fin de que supiera lo que acontecería con él; pero este punto de vista no armoniza con las declaraciones del caso hechas en el pasaje que aporta los detalles. Si el Señor deseaba impartir esta información a Saúl, ¿por qué no le respondió cuando él inquirió a través de los canales legítimos de la comunicación divina? Saúl había intentado todo y fracasó en obtener una respuesta. ¿Por qué el Señor iba a dejar a un lado los medios que El mismo había establecido, enviando a Samuel, un profeta, a revelarse a sí mismo mediante un método prohibido? ¿Por qué iba a emplear a alguien que tenía un espíritu de adivinación, una médium que positivamente El había condenado mediante su propia ley?
“ ‘Pero’, se dice, ‘la predicción expresada por el espíritu que se manifestó en esa ocasión se cumplió literalmente. Israel fue entregado en manos de los filisteos, y Saúl y sus tres hijos, su escudero y los hombres de su cuerpo de armas fueron muertos. Por lo tanto, fue una profecía verdadera.’ Admitiendo eso como correcto, la posición tomada en este artículo no se debilita. Si los encantadores, los magos, los brujos y los adivinos, puestos bajo la prohibición de la ley, a veces no anunciaran la verdad, no habría necesidad de advertir al pueblo que no fuera a ellos para consultarlos. Si el diablo nunca dijera la verdad, no podría engañar con sus falsedades a los hombres. Los poderes de las tinieblas no prevalecerían si no recurrieran a un poco de luz. Mezclar algunas verdades con el error es uno de los medios por los que ellos desvían a la humanidad. No hay nada, entonces, en la historia de la entrevista entre Saúl y la mujer de Endor que, racional o doctrinalmente, establezca que ella era una profetisa del Señor o que Samuel en realidad haya aparecido en esa ocasión.” (Smith, Answers to Gospel Questions, 4:108-9.)
(25-36) 1 Samuel 30:7–8
Ciertamente el uso del efod por David debe de haber incluido el del Urim y Tumim. El pectoral del sumo sacerdote, que contenía el Urim y Tumim, estaba sujeto al Efod (véase Exodo 28:26-30; encabezamiento 13-13). Así tenemos que David le pidió al sumo sacerdote que preguntara al Señor mediante el Urim y Tumim y obtuvo una respuesta inmediata (véase 1 Samuel 30:8).
(25-37) 1 Samuel 31:10. ¿Quién es Astoret?
Véase Temas suplementarios, Sección F: “Idolatría antigua y moderna”, especialmente el encabezamiento F-7.
RESUMEN ANALITICO
(25-38) La sección del Antiguo Testamento que contiene la historia de Samuel, David, Jonatán y Saúl está repleta de situaciones que se pueden aplicar a la vida moderna, está a tal grado llena de lecciones que anula el tiempo. No es extraño que los profetas actuales hayan dirigido su atención a ella una y otra vez al hablar al Israel de nuestros días. Lea y medite las citas siguientes en su esfuerzo por encontrar lecciones para su propia vida. Posiblemente desee anotar en su diario aquellas cosas que sean de valor particular para usted.
(25-39) ¿Qué aprendemos de la elección de Samuel al escoger a David como futuro rey de Israel?
“Al examinar la experiencia de Samuel al elegir a un rey, podemos lograr mayor comprensión del hecho de que el hombre no está calificado para juzgar. El Señor había rechazado a Saúl como rey de Israel e instruyó al profeta Samuel a escoger un nuevo rey. Le dijo que fuese a la casa de Isaí (éste tenía ocho hijos), que una vez allí el ungido pasaría delante de él, y él sabría quién tenía que ser escogido. Cuando el mayor, Eliab, se presentó, Samuel pensó que era el elegido, pero el Señor lo rechazó y le dio al profeta la llave para juzgar: ‘No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo qüe está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón’. (1 Samuel 16:7.)
“Cada uno de los siete hijos pasaron delante de Samuel, y todos fueron rechazados. Luego David, el más joven, fue llamado a presentarse y fue aprobado por el Señor.
“Por lo tanto, la razón por la que no podemos juzgar es obvia. No podemos ver lo que hay en el corazón. No conocemos los motivos de ciertas acciones, aunque imputamos motivos a todo acto que vemos. Tal vez estos actos sean puros, y nosotros pensamos que no lo son.
“No es posible juzgar a los demás a menos que conozcamos sus deseos, su fe y sus metas. Por causa de un medio ambiente diferente, de oportunidades desiguales y de muchos otros detalles, no todos estamos en la misma posición. Uno puede comenzar desde la cumbre, y otro desde la base, y tal vez se encuentren al dirigirse en direcciones contrarias…¿Cómo podemos nosotros, con todas nuestras debilidades y flaquezas, osar arrogarnos el lugar de jueces? A lo sumo el hombre puede juzgar solamente lo que ve; no puede juzgar el corazón o la intención, ni comenzar a juzgar el potencial de su prójimo.” (N. Eldon Tanner, “Judge Not That Ye Be Not Judged”, Ensign, julio de 1972, pág. 35.)
(25-40) ¿Qué debemos hacer para vencer al Goliat que vive en cada uno de nosotros?
“Recordad que todo David tiene un Goliat al cual vencer y cada Goliat puede ser vencido. Tal vez no sea un hombre fuerte que pelea con sus puños o espada o con un rifle. Puede ser de carne y huesos. Tal vez no tenga dos metros setenta de estatura; tal vez no esté protegido por una coraza…pero todos los jóvenes tienen un Goliat. Y cada joven tiene su honda y tiene acceso al riachuelo donde están las piedras redondeadas.
“Encontraréis los Goliats que os amenazan. Sea Goliat el fortachón del pueblo, o sea la tentación de hurtar o destruir, o la tentación de robar o el deseo de decir malas palabras; si vuestro Goliat es el deseo de destruir o la tentación de la lujuria y del pecado, o la inclinación a evitar la actividad, cualquiera que sea vuestro Goliat, puede ser destruido. Pero recordad, para ser vencedores debemos seguir la senda que siguió David:
“ ‘David se conducía prudentemente en todos sus asuntos, y Jehová estaba con él’ (1 Samuel 18:14).” (Spencer W. Kimball, “The Davids and the Goliaths”, Ensign, nov. de 1974, pág. 82.)
(25-41) Armados de fe en Dios, nuestra causa no puede ser obstaculizada
Las personas prudentes se arman como lo hizo David, no con honda o piedra, sino con fe. Aunque David era experto en el manejo de la honda, su confianza descansaba en el Señor de los ejércitos, el Dios de las huestes a las que Goliat desafiaba. Del mismo modo, nosotros también debemos armarnos para nuestras batallas.
“Sugiero que cada individuo se apreste con la armadura de Dios. Así llegará a ser un ejemplo para los demás, y muchos seguirán sus pasos. A medida que cada uno haga esto, ayudará a formar el ejército que obtendrá la gran victoria y finalmente preparará al mundo para la segunda venida del Salvador.
“Al vestir la armadura de Dios, debemos llegar a conocer al Salvador. A los 14 años de edad, José Smith, en su búsqueda de conocimiento y sabiduría, se dirigió al Señor en oración. Dios el Padre y su Hijo, Jesucristo, aparecieron ante él en una visión. Vio a dos personajes, uno diciendo del otro: ‘Este es mi Hijo Amado. ¡Escúchalo!’ (José Smith 1:17). Este fue el comienzo de la restauración del evangelio de Jesucristo en la tierra. Si tenemos fe, podemos prepararnos mediante oración y estudio y obtener la misma seguridad que tuvo José Smith: que Dios vive y que El y su Hijo son dos personas distintas. Jesús de Nazaret entonces llegará a ser el centro de nuestra vida. Con esta certidumbre, nuestra causa no puede ser obstaculizada. Sin ella, no tenemos causa.” (Víctor L. Brown, “Is There Not a Cause?” Ensign, nov. de 1974, pág. 104.)
(25-42) Es la causa a la que honramos y no a los miembros indignos que la profesan.
“Aunque un hombre no sea el ungido del Señor, es posible que tengamos hacia él sentimientos de simpatía, los cuales nos los enseña la misma naturaleza humana; mas cuando un hombre es el ungido del Señor, nos sentimos de la misma forma en que David se sintió hacia Saúl. El no levantaría su mano contra Saúl, porque, como él mismo lo dijo, es ungido del Señor. Pero, ¿cómo podrían trabajar en armonía y estar en unidad si los dos tuvieran espíritus diferentes? En Saúl había un espíritu contrario, pero aun así David no levantaría la mano para matarle, aunque lo tenía en su poder, pues él era el ungido del Señor. Un hombre puede estar asociado con otro y estar en el mismo reino y ser a la vez de espíritus diferentes; incluso puede pasar sin ser notado por algún tiempo. Cuando el ungido del Señor no se esfuerza por cumplir con las responsabilidades del reino, permanece inactivo todo el tiempo. De manera que ¿cómo puede aquel que obedece los principios de la rectitud y la justicia y que está lleno del amor de Jesús amar a ese hombre? El no puede hacerlo como quisiera. Tenemos que estar inspirados por el mismo Espíritu y por la misma clase de conocimiento para poder amarnos y ser uno en corazón y mente.” (Lorenzo Snow, en Journal of Discourse, 4:156.)