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Exodo 11-19
La Pascua y el Exodo
(10-1) Introducción
Tal como hemos visto en los capítulos anteriores, a menudo el Señor influyó en la historia de tal forma que le dio a la misma una importancia simbólica. Jacob enseñó que el mandamiento de sacrificar a Isaac fue una semejanza del sacrificio del Unigénito del Padre (véase Jacob 4:5). José, vendido en Egipto, es un símbolo de Cristo y de su ministerio (véase el encabezamiento 8-19). Nefi enseñó que desde el principio del mundo todas las cosas han sido dadas para representar o simbolizar a Cristo y su expiación (véase 2 Nefi 11:4).
Estos capítulos de Exodo contienen un profundo simbolismo ya que la liberación de la casa de Israel de su cautiverio no es solamente uno de los acontecimientos más dramáticos de la historia, sino que está lleno de significado simbólico para los santos de todas las épocas.
Como preparación para la lectura de este relato bíblico, considere el resumen hecho por el élder Bruce R. McConkie en cuanto al significado del mismo:
“Llegado el momento señalado para su liberación del cautiverio entre los egipcios, el Señor mandó que cada familia en Israel sacrificara un cordero, que salpicara con la sangre del mismo los marcos de la puerta de su casa y que luego todos comieran pan sin levadura durante otros siete días, todo esto para simbolizar el hecho de que el ángel destructor no tocaría a los israelitas al venir a destruir al primogénito de todas las familias de los egipcios, y también para mostrar que Israel saldría apresuradamente de la esclavitud a la libertad. Como modelo para todas las instrucciones que Moisés recibiría, los detalles de las ceremonias aquí concluidas fueron dispuestos de tal manera que dan testimonio de la liberación de Israel y de su Libertador. Como parte de estas instrucciones, el Señor mandó, tal como aparece en Exodo 12:
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‘El animal será sin defecto, macho de un año’, lo que significaba que el Cordero de Dios, puro y perfecto, sin mancha o defecto, en lo mejor de su vida, sería muerto por los pecados del mundo.
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Tenían que esparcir la sangre del cordero sobre los dinteles y los marcos de las puertas de sus casas, y ésta es la promesa que recibieron: ‘Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad’ (véase Exodo 12:13). Esto significaba que la sangre de Cristo, la cual caería por gotas en Getsemaní y fluiría del costado abierto al colgar el Salvador de la cruz, purificaría y salvaría a los fieles; y que, tal como aquellos en Israel fueron salvados en la carne por causa de la sangre de los corderos sacrificados que fue esparcida sobre sus puertas, así los fieles de todos los tiempos lavarían sus vestiduras en la sangre del Cordero Eterno y de El recibirían salvación eterna. Así como el ángel destructor pasó de largo sin herir a las familias de Israel por causa de su fe (tal como dijo Pablo de Moisés: ‘Por la fe celebró la pascua y la aspersión de la sangre, para que el que destruía a los primogénitos no los tocase a ellos’ (Heb. 11:28), así el Angel de la Vida dará vida eterna a todos los que confían en la sangre del Cordero.
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En cuanto al sacrificio del cordero, el decreto fue que no debían quebrar ni uno de sus huesos, lo que simbolizaba que cuando el Cordero de Dios fuera sacrificado en la cruz, aunque quebrarían las piernas de los dos ladrones para inducir su muerte, no quebrarían los huesos del Crucificado ‘para que se cumpliese la Escritura: No será quebrado hueso suyo’ (Juan 19:31-36).
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En cuanto a comer la carne del cordero sacrificado, el mandato divino fue: ‘Ningún extraño comerá de ella’, lo que significaba que las bendiciones del evangelio son reservadas para aquellos que entran al redil de Israel, que se unen a la Iglesia, que llevan su parte de la carga en la obra del reino; también quería decir que aquellos que comen la carne y beben la sangre de Cristo, como El mismo dijo, tendrán vida eterna, y El los levantará en el último día (Juan 6:54).
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Y así como ‘Jehová hirió a todo primogénito en la tierra de Egipto’ porque no creyeron la palabra del Señor dada a ellos por medio de Moisés y Aarón, así el Primogénito del Padre, que da vida a todo el que cree en su santo nombre, destruirá a los que no creen en el último día, a los que están en el Egipto de las tinieblas, cuyos corazones están endurecidos tal como estaban el corazón de Faraón y de sus siervos.
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El primero y el séptimo día de la fiesta de los panes sin levadura, los israelitas recibieron el mandato de tener convocaciones santas, y en esos días no se podía hacer ningún trabajo, excepto la preparación de sus alimentos. Estas convocaciones eran ocasiones para predicar y explicar, exhortar y testificar. Nosotros asistimos a las reuniones sacramentales para ser fortalecidos en la fe y testimonio, y los habitantes de la antigua Israel concurrían a las convocaciones santas con el mismo fin. Sabiendo que todas las cosas funcionan mediante la fe, ¿sería erróneo llegar a la conclusión de que es tan fácil para nosotros confiar en Cristo y en su sangre derramada por nuestra salvación eterna, como era para los antiguos confiar en la sangre del cordero del sacrificio, que fue esparcida sobre sus puertas para darles salvación temporal cuando el ángel destructor hirió a la tierra de Egipto?
“Fue, naturalmente, cuando Jesucristo y los Doce estaban celebrando la festividad de la Pascua que nuestro Señor instituyó la ordenanza de la Santa Cena, con los mismos fines y por las mismas razones que se efectuaban los sacrificios durante los cuatro milenios anteriores. Fue después de aquella Pascua final y del sacrificio del verdadero Cordero Pascual sobre la cruz, que el día para la celebración de la festividad antigua cesó. Después de eso Pablo pudo decir: ‘nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros’ y pudo dar la exhortación que de allí se originó: ‘Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad’.” (1 Co. 5:7-8.) (The Promised Messiah, págs. 429-31.)
COMENTARIOS SOBRE EXODO 11-19
(10-2) Exodo 11. ¿Cuál es el significado de la plaga final sobre Egipto?
En el encabezamiento 10-1, el élder McConkie hizo notar las semejanzas entre el castigo desatado sobre los egipcios desobedientes y de duro corazón y la muerte espiritual de quienes rehusan escuchar al Primogénito de Dios. Hay, sin embargo, una comparación adicional que podríamos hacer. En el simbolismo de la Pascua, los hijos de Dios (Israel) estaban en cautiverio bajo un poder opresor (Egipto). Del mismo modo, todos los hijos de Dios vienen a un mundo de pecado y pueden encontrarse en esclavitud bajo el poder de Satanás y los poderes del pecado. (La terminología relacionada con “esclavitud” se usa en pasajes tales como 2 Nefi 2:29; Alma 34:35; D. y C. 84:49-51; Moisés 4:4; 7:26.) Así entonces, Faraón podría considerarse como símbolo de Satanás. Si consideramos el pasaje desde este punto de vista, se debe notar que lo que finalmente liberó a los hijos de Israel de la servidumbre ante Faraón (símbolo de Satanás) fue la muerte de los primogénitos de Egipto. Del mismo modo, el sacrificio expiatorio del Primogénito de Dios liberó a los hijos de Dios de la muerte eterna, que no es más que un cautiverio bajo el poder de Satanás.
(10-3) Exodo 11:2. ¿Fue honesto que los israelitas pidieran prestado a los egipcios (según algunas versiones de la Biblia) cosas que no intentaban devolver luego?
Adam Clarke, erudito de la Biblia, comentó la traducción del vocablo hebreo sha’al que en algunas versiones aparece como “pedir prestado”.
“Ciertamente no es una traducción acertada; el vocablo original…shaal sencillamente significa pedir, solicitar, demandar, requerir, preguntar, etc.; pero no significa pedir prestado en el sentido usual de esta expresión, aunque en algunos pasajes de las Escrituras así aparece. En este versículo y en el capítulo 12, versículo 35, el vocablo significa pedir o demandar, y no pedir prestado, pues esta expresión sería un gran error…Dios mandó que los israelitas pidieran o demandaran cierta recompensa por sus servicios prestados e inclinó el corazón de los egipcios para dar libremente; y esto, lejos de ser un asunto de opresión, maldad o caridad, no fue sino una recompensa parcial por la larga y dolorosa servidumbre de seiscientos mil israelitas en Egipto, durante un número considerable de años. Y no puede haber duda de que mientras duró su opresión no se les permitió acumular ninguna clase de propiedades, ya que todas sus ganancias iban a manos de sus opresores.” (Bible Commentary, 1:307.)
Los egipcios, que parecen haber sido de corazón menos duro que su faraón y más impresionables ante los poderes de Moisés, respondieron a este mandamiento y parece ser que los israelitas llevaron consigo gran riqueza (véase Exodo 12:35-36). Quizás algunos de estos bienes posteriormente fueron usados en la construcción del becerro de oro (véase Exodo 32:1-4) y en la construcción del tabernáculo (véase Exodo 35:22-24). La riqueza proporcionada por los egipcios también dio cumplimiento a la promesa dada a Abraham de que los hijos de Israel saldrán con gran riqueza (véase Génesis 15:14).
(10-4) Exodo 12:2. El principio de los meses
Tan significativo fue el acontecimiento que estaba por producirse que el Señor mandó que Israel usara este hecho como principio de su calendario. Así, el calendario sacro de las festividades de los israelitas comienza con el mes de Abib (posteriormente llamado Nisán), que corresponde a fines de marzo y principios de abril de nuestro calendario. Lo que se ha dado en llamar “Año Nuevo judío”, y que puede celebrarse en septiembre u octubre, comenzó mientras los judíos estaban cautivos en Babilonia.
(10-5) Exodo 12:8-10. Instrucciones para cocinar el cordero
El cordero tenía que ser asado, no cocido en agua. La descripción de todo lo que había que comer, dada en el versículo 9, explican Keil y Delitzsch, indica que el cordero quedaba entero, de manera que ni la cabeza ni las patas le eran cortadas, ni le eran quebrados los huesos [Exodo 12:46] y las visceras eran asadas en el vientre junto con las entrañas, habiéndolas limpiado antes, naturalmente…Es seguro que el mandamiento de asar el cordero no se fundaba en la rapidez del procedimiento, puesto que un animal entero puede ser hervido tan rápidamente como es asado, si es que no resulta más rápido aún, especialmente si tenemos en cuenta que los israelitas deben haber tenido recipientes apropiados para hacerlo. Debía ser asado a fin de poder ser puesto entero sobre la mesa y sin cambios en su constitución. Por medio de la unidad e integridad del cordero que les era dado a comer, los participantes eran ligados en una unidad indivisible y en comunión con el Señor, quien les había proporcionado el alimento. (Véase Commentary, 1:2:14-15.)
(10-6) Exodo 12:14. ¿Por qué decimos que la Pascua es una ordenanza perpetua?
“La conmemoración de la Pascua fue una ley dada a Israel, la que debía continuar vigente hasta la expiación de Cristo, y su propósito era que los hijos de Israel recordaran la venida del Mesías, quien sería el Cordero expiatorio. Después de su crucifixión y resurrección, el Salvador mismo cambió esta ley, y desde entonces fue instituido el sacramento de la Santa Cena. Hoy día efectuamos el sacramento de la Santa Cena en lugar de la Pascua porque ésta fue consumada plenamente por la muerte de Jesucristo y era una costumbre que indicaba la espera de la venida de Cristo y su crucifixión, y el cordero simbolizaba su muerte…
“La palabra ‘perpetuo’, usada en el Antiguo Testamento, no significa necesariamente hasta el fin de los tiempos sino hasta el fin de un período en particular.” (Smith, Answers to Gospel Questions, 5:153-54.)
(10-7) Exodo 12:18-20. ¿Cuál es el significado simbólico del pan sin levadura y de las hierbas amargas?
La levadura era considerada antiguamente como símbolo de corrupción porque fácilmente se echa a perder y se llena de moho. Jesucristo empleó esta figura al advertir a los discípulos en cuanto a la “levadura de los fariseos” (Mateo 16:6), haciendo referencia con eso a la doctrina corrupta de aquéllos (véase Mateo 16:6-12). Bajo la ley de Moisés no se podía ofrecer levadura al presentar la ofrenda por el pecado (véase Levítico 6:17), lo que sugiere que la ofrenda debía ser sin corrupción alguna. Para los israelitas, comer el pan sin levadura simbolizaba que participaban del pan que no tenía corrupción o impureza; en otras palabras, que comían el Pan de Vida, el cual es Jesucristo (véase Juan 6:35). El hecho de retirar del hogar toda levadura (véase Exodo 12:19) era un hermoso símbolo de quitar toda impureza del seno de la familia. Pablo recurrió a esta imagen del pan sin levadura cuando invitó a los santos de Corinto a apartarse del pecado (véase 1 Corintios 5:7-8). (Nota: La comparación que Cristo hizo del reino de los cielos a la levadura en el pan no se refiere a la naturaleza de la levadura con relación a su capacidad de echarse a perder, sino a otra característica que hace que la masa crezca o leude [véase Mateo 13:33].)
Las hierbas amargas servían para que Israel recordara la esclavitud amarga y severa que tuvo que soportar en Egipto.
(10-8) Exodo 12:37-38. Unos seiscientos mil hombres
La cifra mencionada aquí, seiscientos mil hombres, concuerda aproximadamente con el censo oficial de los israelitas dado en Números 1:45-46. Allí, sin embargo, hombres solamente se refiere a los varones de por lo menos veinte años de edad que eran capaces de ir a la guerra. Este hecho significa que el total de los habitantes del pueblo fácilmente podían ser más de dos millones de personas. (Véase Temas suplementarios, sección E, “El problema que presentan las cifras que se mencionan en el Antiguo Testamento”.)
La “multitud de toda clase de gente” que aparece en el versículo 38 parece referirse a personas de otras nacionalidades que se unieron a los israelitas y los acompañaron en el Exodo. Parecen haber sido las mismas personas mencionadas en Deuteronomio 29:10-11, que hacían labores domésticas para ellos. También, más adelante, se unieron a los israelitas en las rebeliones contra Dios (véase Números 11:4).
(10-9) Exodo 12:40. ¿Cuánto tiempo estuvieron en cautiverio los israelitas?
La Biblia contiene dos versiones del lapso que Israel estuvo en Egipto. De acuerdo con Exodo 12:40-41, el período fue de 430 años exactos. Pablo, sin embargo, en Gálatas 3:17, parece sugerir que pasaron 430 años desde que Abraham recibió el convenio hasta el Exodo, aunque posiblemente Pablo haya querido decir otra cosa.
El texto samaritano, uno de los manuscritos más antiguos del Antiguo Testamento, dice: “Y la permanencia de los hijos de Israel y de sus padres, la cual pasaron en la tierra de Canaán y en la tierra de Egipto, fue de 430 años“. (Citado en Clarke, Bible Commentary, 1:358.) Otros textos igualmente significativos, sin embargo, no respaldan este comentario.
“Hace algunos años estaba de moda hacer remontar el Exodo al siglo décimoquinto a. C. En I Reyes 6:1 dice que transcurrieron 480 años desde el Exodo hasta el cuarto reinado de Salomón, o sea, hasta el siglo XV. Además, fueron descubiertas las Cartas de Amarna, del siglo XIV, cartas de príncipes tributarios en Canaán a Amenofis IV (el famoso Ahkenaton), que hablan de confusión en la tierra. El disturbio fue ocasionado por la poca severidad y la mala administración del gobierno egipcio y por bandas merodeadoras de bandoleros llamados ‘hapirus’. Los hapirus eran asociados, en la mente de algunos eruditos, con los hebreos invasores. Además, el profesor John Garstang, encargado de las excavaciones en Jericó, dijo que la ciudad había sido destruida a fines de la época de bronce, lo que coincidiría con el resto de la evidencia. La Biblia dice que esta ciudad fue la primera en ser tomada por los hebreos en Canaán al marchar alrededor de sus murallas haciendo sonar sus trompetas hasta que las murallas cayeron. De manera que cierto número de factores convergieron para respaldar lo que parecía ser la fijación de una fecha bíblica definitiva para el Exodo y se pensaba que el faraón del Exodo era Tutmes III (aprox. 1490-1435 a. C.) o Amenofis III (aprox. 1406-1370 a. C.).
“Hoy día el concepto ha cambiado enteramente. Uno por uno, los factores que señalaban hacia una fecha anterior para el Exodo han pasado a la etapa de la duda o se ha demostrado que nada tienen que ver con el asunto. Al mismo tiempo, ha aparecido nueva evidencia que indica una fecha posterior: el siglo XIII, quizás en la primera parte del reinado de Ramsés II (1290-1224). Exodo 1:11 nos dice que la esclavitud hebrea coincidió con la reconstrucción de las ciudades de los tesoros reales, Pitón y Ramsés (Tanis). La naturaleza de este cautiverio, tal como es descripto en Exodo 1:14, sugiere con firmeza que, siendo nómadas que estaban cerca de los lugares a edificar, estos grupos fueron obligados a formar cuadrillas de trabajo y forzados a trabajar los campos que alimentarían a la población de las ciudades, así como a hacer ladrillos con los cuales serían construidos los espléndidos bastiones reales. La historia de estas ciudades, recuperada gracias a descubrimientos arqueológicos, indica que entraron en decadencia cuando los hyksos fueron expulsados del país, pero que fueron reconstruidas por Ramsés II o tal vez por su padre, Seti I (1309-1290 a. C.) También leemos en los capítulos 20 y 21 de Números, que cuando los hebreos intentaron cruzar Edom y Moab fueron repelidos y tuvieron que abrirse camino a lo largo de la frontera entre esas tierras. Nuevamente la investigación arqueológica nos dice algo en cuanto a la historia de esta zona de Transjordania, la cual no tuvo una población establecida sino a partir del siglo XIII. Antes de esa época no existía Edom ni Moab que rehusara dejar pasar a los hebreos. También ha salido a luz otra fuente escrita que nos puede ayudar a dar a conocer la fecha del Exodo. Se trata de una inscripción egipcia celebrando las victorias del faraón Merneptá en Canaán alrededor del año 1220 a. C. Esta habla de ‘Israel’ y es ciertamente la mención de Israel más antigua que se conoce. Naturalmente, esto solamente muestra la última fecha en la que se puede señalar la presencia de Israel en Canaán. Pero la fecha de la inscripción —1220 a. C. — es considerada por algunos como significativa, ya que respalda otra evidencia. Parte de esa evidencia, además de lo que ha sido mencionado, es la violenta destrucción de cierto número de ciudades cananitas en el siglo XIII. ¿Fue obra de invasores hebreos?
“Claramente no puede darse la fecha del Exodo en forma definitiva. Sin embargo, el peso de la evidencia es fuerte y casi todos los eruditos de nuestra época concuerdan en que fue Ramsés II, o tal vez su padre, el gobernador que endureció su corazón contra los hebreos.” (Frank, Discovering the Biblical World, pág. 56.)
(10-10) Exodo 12:43-51. ¿Por qué no se permitía que personas que no eran israelitas comieran la cena de Pascua?
La Pascua era una ordenanza y ceremonia que identificaba a Israel como una nación escogida, un pueblo elegido por Jehová, pueblo que a su vez había elegido servirlo. El Señor prohibió que los extranjeros, o aquellos que no eran “miembros” del pueblo de Israel, participaran de la Pascua, tal como ha establecido que la participación de la Santa Cena es solamente para quienes se han arrepentido y son bautizados y dignos de participar de ella (véase 3 Nefi 18:16, 28-32). Participar de la cena de Pascua o de la Santa Cena sin haber sido convertido implicaría la renovación de convenios que, de hecho, nunca han sido establecidos. El Señor siempre ha recalcado que si un extranjero quisiere celebrar la Pascua (Exodo 12:48) debe unirse a Israel mediante la circuncisión, o, en nuestros días, mediante el bautismo (véase 3 Nefi 18:30; véase también en el encabezamiento 10-1, el cuarto punto indicado por el élder McConkie).
(10-11) Exodo 13:1-2, 11-16. ¿Por qué el Señor pidió para sí el primogénito de Israel?
“Además, el Señor, mediante el esparcimiento de la sangre del cordero sobre los marcos de las puertas de los israelitas, habiendo así salvado la vida de todo primogénito en Israel, tuvo derecho a reclamar los servicios de ellos en Su causa…
“Pero el primogénito de los egipcios, para quien no fue ofrecido cordero en señal propiciatoria alguna, fue destruido. Fue únicamente mediante la propiciación y Expiación que los israelitas se salvaron y, bajo las circunstancias, debían haber muerto con los egipcios que estaban condenados, de no haber sido por la Expiación y propiciación de Cristo, de la cual la Pascua era un símbolo.
“De ahí que el Señor reclamara para sí a aquellos a quienes había salvado, y considerándolos como suyos, demandó sus servicios; pero después [véase Números 8:16-18] aceptó a la tribu de Leví en lugar del primogénito de Israel; y como había más primogénitos que miembros de la tribu de Leví, la diferencia tenía que ser redimida con dinero, el cual era entregado a Aarón, un levita, como gran Sumo Sacerdote y representante del Sacerdocio Aarónico [véase Números 3:50-51].” (Taylor, Mediation and Atonement, pág. 108.)
De mayor significado es la verdad de que Cristo es el Primogénito entre todos los hijos espirituales de nuestro Padre Celestial (véase D. y C. 93:21). Vino como Redentor, pagó el precio por todos y, por lo tanto, se justifica que solicite que lo sirvamos. Como dijo Pablo, todos los hombres somos “comprados por precio” (1 Corintios 6:20).
(10-12) Exodo 13:9-10
Véase el encabezamiento 19-12 en cuanto a una explicación del mandamiento de sujetar la señal sobre la mano y entre los ojos.
(10-13) Exodo 13:17-22
“La ruta que Israel tenía que seguir estaba señalada por un pilar de fuego que indicaba que el Señor iba delante de ellos. Habrían efectuado un viaje corto si hubieran estado preparados para seguir la ruta de la costa a través de las tierras de los filisteos hasta Canaán” (Rasmussen, Introduction to the Old Testament, 1:80). Su fe, sin embargo, no era suficiente para tal tarea. Dios no requiere una prueba de fe mayor de lo que podemos soportar. (Véase 1 Corintios 10:13.) La frase “…subieron…armados” (Exodo 13:18) parece implicar organización, orden y preparativos para un posible ataque. Aunque la táctica de llevar a dos millones de personas al desierto es absolutamente sorprendente, este versículo sugiere que no fue una huida desorganizada sino más bien un éxodo ordenado.
(10-14) Exodo 14:4, 8, 17
José Smith fue inspirado a traducir estos versículos de forma que indicaran que Faraón endureció su corazón por su propia voluntad (véase encabezamiento 9-16).
(10-15) Exodo 14:10-31. ¿Por qué Dios condujo a Israel hacia el Mar Rojo?
Algunos eruditos modernos han argumentado que Moisés no llevó a Israel directamente hacia el Mar Rojo y luego a través de él (o a través del Golfo de Suez, rama del Mar Rojo) sino a través del “Mar de Juncos”, siendo que la expresión hebrea Yam Suph significa “Mar de Juncos”. Estos eruditos creen que la zona cruzada era una región anegada que estaba cerca de los Lagos Amargos (véase el mapa del Exodo en la sección de mapás y gráficas) y sostienen que los carros de los egipcios se hundieron en el barro y que los soldados se ahogaron al subir la marea. Pero los Santos de los Ultimos Días tenemos la información de que el relato de Exodo es correcto ya que tan to el Libro de Mormón como Doctrina y Convenios expresan claramente que fue el Mar Rojo (véase 1 Nefi 17:24-27; D. y C. 8:3). En Exodo 14:22, 29 dice que “las aguas eran como muro a su derecha y a su izquierda”, implicando ciertamente algo más que el cruce por una zona pantanosa secada por un viento repentino.
Tal vez el Señor haya tenido varias razones para llevar a Israel a través del Mar Rojo, siendo la primera desplegar la plenitud de su poder protector. El fue el único guerrero en esta batalla contra uno de los ejércitos más formidables del mundo en aquella época. Por lo tanto, este hecho sirvió para que el pueblo depositara en El su confianza y le fuera obediente. Segundo, cuando la batalla hubo terminado, el ejército egipcio fue destruido. El tiempo necesario para reconstruir el poder de Egipto dejó a Israel libre de amenazas durante el tiempo suficiente para establecerse en la tierra prometida.
Pablo enseñó que el pasaje a través del Mar Rojo y la señal de la nube, o pilar de fuego, eran símbolos claros de bautismo por agua y fuego (véase 1 Corintios 10: 1-4).
(10-16) Exodo 15:24. “El pueblo murmuró contra Moisés”
Este versículo contiene el primero de más de veinte usos del vocablo murmurar en sus distintas formas, usos que aparecen en las diferentes jornadas de Israel por el desierto. Murmurar parece haber sido un rasgo dominante en la naturaleza de los israelitas y raíz de muchos de los problemas que enfrentaron. Esta palabra es usada con la misma frecuencia para describir la actitud de algunos rebeldes que se encontraban entre los que viajaron con Lehi a través del mismo desierto después de salir de Jerusalén.
Murmurar se define como “quejarse entre dientes, o en voz baja” (Pequeño Larousse Ilustrado, ed. 1976).
En lugar de una expresión abierta que denota interés o una crítica que se hace a fin de que se pueda resolver un problema, es una queja a regañadientes. Ese problema no lo fue solamente para los israelitas, ni para Lamán y Lemuel, sino que con demasiada frecuencia es común entre los Santos de los Ultimos Días. El élder Marión G. Romney dijo:
“Deseo dirigir vuestra atención al principio de la lealtad, lealtad a la verdad y a los hombres a quienes Dios ha elegido para dirigir la causa de la verdad. Hablo de ‘la verdad’ y de estos ‘hombres’ al mismo tiempo, porque es completamente imposible aceptar lo primero y rechazar parcialmente lo segundo.
“Hablo sobre este asunto para advertiros y aconsejaros que os guardéis contra las críticas…Ellas vienen, en parte, de aquellos que tienen, o han tenido, posiciones prominentes y que ostensiblemente, son miembros dignos de la Iglesia. Al expresar sus sentimientos frecuentemente dicen: ‘Nosotros somos miembros de la Iglesia, y nuestros sentimientos deben ser tenidos en cuenta’.
“Ellos suponen que uno puede estar en plena armonía con el espíritu del evangelio, gozar de todos los privilegios de los miembros de la Iglesia y al mismo tiempo estar en desarmonía con los líderes de la misma y con el consejo y las instrucciones que ellos dan. Tal actitud es enteramente sin fundamento, porque la guía de esta Iglesia viene no solamente de la palabra escrita, sino también de la revelación continua que el Señor nos da solamente por medio de sus líderes escogidos. Por lo tanto, quienes profesan aceptar el evangelio y al mismo tiempo critican y rechazan seguir el consejo de los líderes están asumiendo una posición indefendible.” (En Conference Report, abril de 1942, págs. 17-18.)
El presidente David O. McKay mostró la relación directa que existe entre las críticas y las murmuraciones en la siguiente declaración:
“Encontramos en la Iglesia dos tipos de individuos: los que edifican y los que murmuran. Que cada uno de nosotros se pregunte: ¿En cuál de los dos grupos debo ser contado?’
“Cuando se nos llama a trabajar en la obra y cada vez que el sacerdocio y los líderes de las organizaciones auxiliares introducen nuevos programas, muchos de los miembros dicen: ‘Lo aplicaremos. Trabajaremos en estos nuevos programas’. Pero algunas veces se oye a un murmurador, a uno que se solaza en encontrar faltas: ‘No, no podemos hacer eso’. Juzgando mal los motivos, algunos pronto se encuentran con Lamán y Lemuel en lugar de estar con Nefi, quien siempre expresaba su deseo de seguir la voz de Dios. (Véase 1 Nefi 17:17.)
“Seamos leales al ejemplo dado por nuestros líderes. Esta advertencia a veces es expresada en estas palabras: ‘No habléis contra las autoridades’. ¿Qué quiere decir? Quiere decir ‘no seáis murmuradores’. Murmurar contra el sacerdocio y contra los líderes de las organizaciones auxiliares es una de las cosas más ponzoñosas que pueden entrar en el hogar de un Santo de los Ultimos Días. ¿Por qué hay hombres llamados a servir como líderes? ¿Es para su beneficio personal? No, no hay un solo caso que se pueda señalar en el que alguien haya sido llamado para su beneficio personal. Cuando se hace un llamamiento, es para bendecir a alguna persona, a algún grupo o a la humanidad en general. Esa es la misión de todo miembro, desde el Presidente deja Iglesia hasta el último que ha sido convertido. Todos ocupamos el puesto que nos es dado para edificar, bendecir, establecer la justicia, pureza y virtud entre los hombres.” (”Four Guideposts”, Improvement Era, marzo de 1969, pág. 3.)
(10-17) Exodo 16:1-35; 17:1-7. ¿Qué quiso enseñar Dios a Israel mediante la forma en que le proporcionó agua y maná?
“El maná fue usado por Dios tanto para enseñar lecciones espirituales así como para el sostén físico. Israel aprendió que al faltar otros alimentos (’te hizo tener hambre’), Dios proporcionó el maná para que supieran que ‘no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre’ (Dt. 8:3; confrontar con el vers. 16). Dios proveyó a Israel de maná durante seis días, pero no el séptimo, para enseñar así el principio de la obediencia; cuando no obedecieron, lo castigó (véase Exodo 16:19; confrontar con vers. 20, 25-30). Jesucristo usó el maná, el ‘pan del cielo’ dado por Dios, como semejanza de Sí mismo, el verdadero Pan de Vida, e hizo una comparación entre el simbolismo y la realidad: ‘Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron’ [Juan 6:49]; también dijo: ‘Yo soy el pan de vida…que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre’ [Juan 6:35, 51, confrontar con los versículos 26-59].” (Douglas, New Bible Dictionary, “manna”, pág. 780.)
La afirmación de Pablo en 1 Corintios 10:1-4 aclara lo que el Señor intentaba enseñar a Israel con relación a Cristo al proveerles de maná y agua. El élder Bruce R. McConkie comenta la declaración de Pablo, y sus comentarios resultan muy informativos:
“Cristo es el pan que bajó del cielo, el Pan de Vida, el maná espiritual, del cual los hombres deben participar para obtener la salvación. (Juan 6:31-58.) El es la bebida espiritual, el agua viva, el agua de vida, la cual sacia la sed de quien la bebe (Juan 4:6-15).” (Doctrinal New Testament Commentary, 2:355.)
El “maná escondido”, mencionado por Juan en Apocalipsis 2:17, fue explicado por el élder McConkie como “el pan de vida, la buena palabra de Dios, la doctrina de Aquel que es el Pan de Vida, todo lo cual está escondido para la mente carnal. Quienes participan de él nunca más tendrán hambre; la vida eterna es su herencia final.” (Doctrinal New Testament Commentary, 3:451.)
(10-18) Exodo 17:8-16. ¿Por qué Dios mandó a Moisés destruir a los amalecitas?
Los amalecitas pueden haber sido descendientes de Esaú (véase Génesis 36:12, 16). Atacaron a los israelitas en una forma cobarde, matando primero a los débiles y cansados que iban en la retaguardia de la nación en marcha (véase Deuteronomio 25:17-19). Por esta falta de respeto a Dios, los amalecitas fueron maldecidos por el Señor. A los israelitas, posteriormente les fue mandado ejecutar el juicio pronunciado por Dios: “raeré del todo la memoria de Amalee de debajo del cielo” (Exodo 17:14).
En esta primera batalla con otro pueblo, Israel nuevamente mostró su falta de confianza en Dios. Solamente cuando veían a Moisés sosteniendo la vara en alto, símbolo de la autoridad, prevalecían. El presidente Harold B. Lee vio el significado simbólico de este acontecimiento y lo aplicó a nuestra propia época:
“Creo que ése es el papel que yo y el presidente Tanner tenemos que desempeñar. Las manos del presidente Smith tal vez se cansen y tiendan a bajar algunas veces a causa de sus grandes responsabilidades; pero en tanto que nosotros sostengamos sus manos y os dirijamos bajo la guía de él, a su lado, las puertas del infierno no prevalecerán contra vosotros ni contra Israel. Vuestra seguridad y la nuestra dependen de que sigamos o no a quienes el Señor ha puesto para presidir en su Iglesia. El sabe a quién quiere para presidir en esta Iglesia y no comete errores, pues el Señor no hace nada por accidente. Y creo que los científicos y todos los filósofos nunca han descubierto o aprendido algo que Dios no conociera ya. Sus revelaciones son más potentes, más significativas y tienen más substancia que todo el saber secular en el mundo.
“Mantengamos la vista sobre el Presidente de la Iglesia y sostengamos sus manos tal como el presidente Tanner y yo continuaremos haciéndolo”. (En Conference Report, octubre de 1970, pág. 153.)
(10-19) Exodo 17:14
¿Qué evidencia existe de que Moisés haya escrito anales que pasaron de generación en generación y que refute la teoría que algunos sostienen de que la Biblia está basada en tradición oral y que fue escrita mucho tiempo después de Moisés?
(10-20) Exodo 18
“Jetro hizo una valiosa contribución a Moisés al sugerir una organización de líderes sobre las unidades de diez, cincuenta, cien y mil individuos a fin de enseñar y juzgar al pueblo en todos los asuntos excepto los más difíciles. Estos serían pasados, por medio del sistema de cortes menores a las más altas, si fuera necesario, hasta llegar a Moisés, que estaba a la cabeza. Moisés mostró una humildad digna de ser alabada y también sabiduría al aceptar el consejo del viejo sacerdote. (En D. y C. 136 se ve el uso moderno del mismo tipo de organización.)” (Rasmussen, Introduction to the Old Testament, 1:82-83.)
En la traducción de José Smith de Exodo 18:1 dice que Jetro era el sumo sacerdote de Madián, confirmando así lo que aparece en Doctrina y Convenios 84:6-7: que Jetro tenía el Sacerdocio de Melquisedec.
(10-21) Exodo 19:5. Un pueblo que es “especial tesoro”
No es raro usar el vocablo especial en el sentido de diferente o fuera de lo común. Puesto que Israel iba a ser un pueblo especial en este sentido también, Exodo 19:5 y pasajes similares (véase Deuteronomio 14:2; 1 Pedro 2:9) a menudo así lo indican. El vocablo original tanto en hebreo como en griego significa “propiedad, riqueza, cosa propia que es atesorada o reservada; la idea que encierra es la de algo selecto, precioso, caro para quien lo posee; algo sumamente apreciado y preservado diligentemente”. (Wilson, Old Testament Word Studies, “peculiar”, pág.305.)
(10-22) Exodo 19:10-25. “Moisés…procuró diligentemente santificar a los de su pueblo, a fin de que pudieran ver la faz de Dios” (D. y C. 84:23)
“Si hubieran aceptado todos los privilegios que les habían sido ofrecidos y si hubieran seguido las instrucciones que los habrían calificado para recibir el cumplimiento de todas las promesas de Dios, habrían sido receptores de la más grande de todas las revelaciones: El ofreció venir a la vista de todo el pueblo y permitirles escuchar cuando hablara con Moisés para que supieran por sí mismos en cuanto a su voluntad y ley, y creyeran en las revelaciones futuras de Dios a Moisés, y veneraran al Señor para siempre (confrontar con Deuteronomio 4:10). Nótese la necesidad de pureza y dedicación espiritual en su preparación para esta gran experiencia espiritual.
“A la señal anunciada, el sonido de ‘bocina muy fuerte’, el pueblo tembló lleno de expectación y profunda reverencia, pero, aparentemente, no estaban plenamente preparados para presentarse ante el Señor en el monte donde Moisés estaba, pues el Señor le dijo que bajara y les advirtiese que no subieran. En el capítulo siguiente, versículos 18 y 19, Y en D. y C. 84:21-25 se encuentran algunas ideas que explicarían esto. Pero aunque sus corazones no estaban plenamente preparados para soportar su presencia, ellos oyeron la voz y las palabras de Dios cuando fueron dados los Diez Mandamientos, tal como se verá posteriormente al estudiar el repaso que hace Moisés de estos acontecimientos en su discurso de despedida en Deuteronomio 4:10, 12, 33, 36; 5:22-26.
“(La presentación de los Diez Mandamientos sobre las planchas, de piedra es narrada poco más adelante, en Exodo 31:18; 32:15, 19; y un segundo juego de planchas, preparadas después que las primeras fueron rotas, es mencionado en Exodo 34:1.)” (Rasmussen, Introduction to the Old Testament, 1:83.)
RESUMEN ANALITICO
(10-23) La Pascua tuvo lugar hace más de tres mil años, pero todavía es conmemorada por los judíos en todo el mundo. Por motivo del sacrificio de Cristo, nosotros, los Santos de los Ultimos Días, ya no celebramos la misma festividad, pero sí seguimos considerando el acontecimiento como uno de los más significativos para los santos de todas las épocas. Supongamos que usted estaba presente aquella noche y en los días que le sucedieron, y que escribía fielmente en su diario personal. En una hoja de papel (o en su propio diario, si lo desea) anote los sentimientos que habría tenido si hubiera vivido los grandes acontecimientos descritos en Exodo 11-19. No relate lo que sucedió, sino más bien lo que habría pensado y sentido en el desenvolvimiento de los hechos. En lo posible, trate de escribir en el estilo que se usa en el diario personal.