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Deuteronomio 17-33: Exhortación a la obediencia: Segunda parte


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Deuteronomio 17-33

Exhortación a la obediencia: Segunda parte

(20-1) Introducción

Nuestro Padre Celestial gobierna por medio de la ley. Nada es fortuito o accidental en cuanto a la forma en que otorga sus bendiciones y los hombres reciben las recompensas prometidas si obedecen los mandamientos; pero si desobedecen, pierden los dones enumerados. Ahora es como ha sido siempre: “Yo, el Señor, estoy obligado cuando hacéis lo que os digo; mas cuando no hacéis lo que os digo, ninguna promesa tenéis”. (D. y C. 82:10.)

Así como en esta vida, también lo fue en la vida anterior: Los que mejor obedecieron los mandamientos del Señor en la vida premortal gozan de bendiciones adicionales en la vida terrenal. Así que Moisés escribió lo siguiente:

“Cuando el Altísimo hizo heredar a las naciones, cuando hizo dividir a los hijos de los hombres, estableció los límites de los pueblos según el número de los hijos de Israel. Porque la porción de Jehová es su pueblo; Jacob la heredad que le tocó.” (Deuteronomio 32:8-9.)

¿Por qué el pueblo de Israel fue tan favorecido? Es posible que los de este pueblo hayan ganado esos privilegios mediante su conducta en la vida premortal? Comentando el pasaje de Deuteronomio 32:8-9, el élder James E. Talmage hizo la declaración siguiente:

“Por esto aprendemos que la tierra fue repartida a las naciones, según el número de los hijos de Israel; por lo tanto, es evidente que se sabía dicho número antes de la existencia de la nación israelita en la carne; esto fácilmente se explica desde el punto de vista de una existencia anterior, en la cual eran conocidos los espíritus de la nación futura.

“Por consiguiente, es imposible que se haya dejado a la ventura el número o extensión de las creaciones temporales de Dios. Se ha fijado la población de la tierra de acuerdo con el número de espíritus señalados para recibir cuerpos de carne sobre este planeta. Cuando todos éstos hayan venido en su orden y tiempo señalados, entonces, y sólo hasta entonces, vendrá el fin.” (Los Artículos de Fe, pág. 215.)

¿Comprende cómo el Señor obra mediante leyes? Los hombres obtienen exactamente aquello que merecen, bendiciones o maldiciones, tal como Moisés indicó. El comprender este concepto nos ayuda a apreciar la razón por la que el Señor mandó a Israel a actuar tan duramente con sus vecinos los cananeos, los cuales habían madurado en iniquidad. También nos ayuda a ver por qué obligó a Israel a peregrinar cuarenta años por el desierto antes de permitirle entrar en la tierra prometida. Israel tenía que aprender ciertas lecciones antes de entrar a poseer aquella tierra.

El presidente Joseph Fielding Smith señaló la aplicación universal de este principio: “En la palabra del Señor a Moisés aprendemos que El eligió un lugar para los hijos de Israel, aun antes de que ellos hubieran nacido, indicando también el número de espíritus que fueron asignados a ser descendientes de Jacob. Tenemos razones para creer que el Señor también parceló la superficie de la tierra para todos los demás pueblos. Evidentemente, algunos de estos lugares fueron designados para habitantes que habían perdido interés o contacto con el plan de salvación. Es lógico creer que el Señor no permitió que los espíritus más progresistas y más dignos vinieran a familias de impíos y a los pueblos menos progresistas de la tierra.” (Answers to Gospel Questions, 4:11-12.)

El Señor designó a los espíritus más dignos para ser simiente de Abraham, de manera que finalmente todas las familias, todas las naciones, fueran bendecidas con el evangelio (véase Génesis 12:1-3, Abraham 2:6, 9-11.)

COMENTARIOS SOBRE DEUTERONOMIO 17-33

(20-2) Deuteronomio 17:1-7

En estos versículos Moisés establece el castigo por la adoración de dioses falsos: la muerte. La adoración de dioses falsos era tan destructiva para la vida espiritual del hombre y el orden de Israel como nación, que quienes intentaban seducir a Israel al abandono de Jehová debían perder la vida. Si se toleraba la idolatría o si se la castigaba ligeramente, el orden de la ley de Dios entraba en peligro. En otras palabras, en un sistema basado en la aceptación de Dios, la idolatría es alta traición contra ese sistema; y para el Israel antiguo, esa alta traición se castigaba con la muerte.

(20-3) Deuteronomio 17:8-13

Hoy en día los obispos de la Iglesia son jueces en Israel (véase D. y C. 58:14-17; 64:40). Sobre sus hombros descansa la delicada responsabilidad de escuchar y juzgar casos en los que está en juego la condición de miembro de la Iglesia de una persona, o su dignidad individual. Antiguamente los sacerdotes del Sacerdocio Aarónico desempeñaban funciones similares (véase Deuteronomio 17:9).

(20-4) Deuteronomio 17:14-20. Consejo para futuros reyes

El Señor entendía bien a sus hijos, y sabía que poco después de que entraran en la tierra prometida buscarían un rey a fin de ser como las naciones vecinas. Esto es exactamente lo que sucedió doscientos años después (véase 1 Samuel 8). De manera que el Señor dio los siguientes consejos en cuanto al futuro rey:

  1. Debía ser un hombre elegido por El (véase Deuteronomio 17:15).

  2. Tendría que ser israelita (véase vers. 15).

  3. No tendría que “aumentar para sí caballos” (vers. 16). En el antiguo Medio Oriente los caballos eran empleados principalmente para la guerra. Un estudioso de la Biblia consideró que este uso estaba prohibido por temor a que “el pueblo dependiera de un cuerpo de caballería bien organizado como medio de seguridad y dejara de confiar en la fuerza y protección de Dios. Y…a fin de no ser tentados a extender su dominio por medio de una fuerte caballería, y así esparcirse entre las naciones vecinas idólatras y dejar de ser, con el transcurso del tiempo, el pueblo diferente y apartado que Dios quería que fueran.” (Clarke, Bible Commentary, 1:783.)

  4. “Ni tomará para sí muchas mujeres” (vers. 17), pues comúnmente el rey tenía muchas esposas por razones políticas así como personales. Las esposas extranjeras representarían una tentación hacia los dioses falsos; de ahí que se prohibía que se desviara el corazón (vers. 17). Esta situación posteriormente llevó a que Salomón perdiera la gracia de Dios (véase 1 Reyes 11:4).

  5. No debía buscar aumentar su riqueza (véase vers. 17), pues esta meta a menudo llevaba a la opresión y aplicación injusta de impuestos sobre el pueblo.

  6. Su fundamento para gobernar debía ser la ley de Dios (véase vers. 18-19). David dio a Salomón un consejo semejante en 1 Reyes 2:2-4.

  7. No debía elevar “su corazón sobre sus hermanos” (vers. 20) en orgullo.

En la historia del mundo, pocos mandatarios políticos han seguido estas pautas, y mucho del pesar del mundo se debe directamente a que no lo hicieron.

(20-5) Deuteronomio 18:9-12. ¿Qué es lo que expresamente se prohibe aquí?

Los cananeos eran un pueblo supersticioso que creía en la adivinación y la magia negra y las practicaba. El adivino inspecciona las entrañas de animales muertos, observa el vuelo de las aves, o usa otros medios para predecir el futuro. El agorero emplea encantamientos para predecir acontecimientos futuros. Los médiums intentan ponerse en contacto con los espíritus de difuntos para saber cosas no conocidas por los seres humanos. El mago es una especie de brujo. El nigromante, como el médium, busca los secretos del mundo de los espíritus consultando a los muertos. Todas estas actividades eran prohibidas en el antiguo Israel. Se les amonestó a escuchar las palabras del profeta viviente.

(20-6) Deuteronomio 18:15-19. ¿Quién es el profeta semejante a Moisés?

Por lo menos otros cuatro pasajes de las Escrituras se refieren al profeta semejante a Moisés (véase Hechos 3:22-23; 1 Nefi 22:21; 3 Nefi 20:23; JS-H 1:40). En cada caso estos pasajes aclaran que el profeta semejante a Moisés era el Salvador, Jesucristo. Cuando Jesús visitó a los nefitas, tal como está escrito en el Libro de Mormón, se identificó en esta forma:

“He aquí, yo soy aquel de quien Moisés habló, diciendo: El Señor vuestro Dios os levantará un profeta, de vuestros hermanos, semejante a mí; a él oiréis en todas las cosas que os dijere. Y sucederá que toda alma que no escuchare a ese profeta será desarraigada de entre el pueblo.” (3 Nefi 20:23.)

(20-7) Deuteronomio 18:20-22. ¿Cuáles son las pautas para detectar a un verdadero profeta del Señor?

“¿Cuándo es profeta un profeta? Siempre que hable bajo la inspiración e influencia del Espíritu Santo…

“Cuando los profetas escriben y hablan acerca de los principios del evangelio, deben tener la guía del Espíritu. Si la tienen, entonces todo lo que digan estará en armonía con la palabra revelada. Si lo está, entonces sabemos que no han hablado presuntuosamente. Si un hombre habla o escribe, y lo que dice está en conflicto con las normas aceptadas, con las revelaciones que el Señor ha dado, entonces podemos rechazar lo que ha dicho, no importa quién sea él.” (Smith, Doctrina de Salvación, tomo 1, pág. 180.)

Sin embargo se debe tener presente que el Señor continuará añadiendo línea por línea por medio de sus profetas. La revelación continua seguirá expandiendo y aclarando revelaciones que el Señor ya ha dado. Los profetas vivientes ayudan así a mantener a los miembros de la Iglesia en comunicación con el Dios viviente.

(20-8) Deuteronomio 20

Este capítulo se relaciona con las actividades bélicas de Israel y establece reglas especiales para la selección de los soldados (véase vers. 1-9). Un reconocido estudioso de la Biblia expresó excelentes puntos de vista con relación a los principios contenidos en el código mosaico relativo a la guerra.

“Las leyes militares de las Escrituras son de importancia especial para el hombre, dado que se trata no solamente de pautas para la guerra sino de principios generales importantes.

“Al examinar las leyes militares, encontramos que, primero, cuando se emprenden guerras de la patria contra el enemigo, son parte de la obra de restitución o restauración necesarias y, por lo tanto, en las Escrituras se les menciona como las batallas del Señor (Nm. 21:14). La preparación de los soldados incluía una dedicación religiosa a su tarea (Jos. 3:5).

Segundo, la ley especificaba la edad de los soldados. Todos los hombres físicamente capaces, mayores de veinte años de edad, debían prestar servicio militar (Nm. 1:2, 3, 18, 20, 45; 26:2, 3). Esta norma prevaleció por mucho tiempo y fue, por ejemplo, empleada en la guerra de independencia de los Estados Unidos de América. El servicio militar de los israelitas fue, sin embargo, un servicio selectivo (Nm. 31:3-6), de manera que, por ejemplo, de 46. 500 hombres aptos para la guerra de la tribu de Rubén, 74. 600 de Judá y 35. 400 de Benjamín (Nm. 1), en la guerra contra Madián solamente mil de cada tribu fueron tomados (Nm. 31:4). El hecho de que todos los hombres que tenían capacidad física para pelear fueran declarados como tales en principio aseguraba su disponibilidad en una crisis extrema.

Tercero, siendo que la guerra contra el mal es santa y sirve para llevar a cabo la tarea de restauración, Dios prometió proteger a sus hombres si actuaban en base a la fe y la obediencia…En la batalla contra Madián, citada anteriormente, 12. 000 soldados israelitas quemaron todas las ciudades de Madián y mataron a sus hombres, se apoderaron de 675. 500 ovejas, 72. 000 cabezas de ganado, 61. 000 asnos y 32. 000 mujeres solteras, sin haber perdido un solo soldado. De todo esto, un diezmo fue entregado al Señor. Así, allí donde se emprende la guerra según los términos de la ley de Dios, y en fe y obediencia a su ley, los hombres pueden contar con su protección y con prosperidad, tal como sucedió con Israel.

Cuarto, la ley proveía exención del servicio militar en ciertos casos. El propósito de un ejército era pelear las batallas de Dios sin temor (Dt. 20:1-4). Las exenciones fueron dadas a varias clases de hombres: (a) los que habían edificado una casa y no la habían estrenado ni disfrutado de ella; (b) los que habían plantado una viña y todavía no habían disfrutado de su fruto; (c) y los que se habían desposado sin haber tomado a su esposa. En esos casos los hombres tendrían la mente distraída durante la batalla. Finalmente, (d) todos los que eran medrosos y pusilánimes eran eximidos como peligrosos para la moral del ejército, no fuera que apocaran ‘el corazón de sus hermanos, como el corazón suyo’ (Dt. 20:5-9). La exención de los recién casados era obligatoria de acuerdo con Deuteronomio 24:5.’ Cuando alguno fuere recién casado, no saldrá a la guerra, ni en ninguna cosa se le ocupará; libre estará en su casa por un año, para alegrar a la mujer que tomó.’ Además, exemptos del servicio militar estaban los (e) levitas (Nm. 1:48,49). Generalmente los levitas luchaban, pero no eran reclutados.

“En estas exenciones aparece un principio general: la familia es más importante que la guerra. El joven esposo no puede servir en el ejército; la casa nueva es también de suma importancia. El nuevo agricultor es dispensado. A pesar de lo importante de la defensa, la continuidad de la vida y la reconstrucción piadosa son más importantes.

“Un quinto aspecto de la ley militar requiere limpieza en el campamento (Dt. 23:9-14). Se necesitaba una letrina fuera del campamento y una estaca para cubrir (el) excremento (Deuteronomio 23:13).’ Porque Jehová tu Dios anda en medio de tu campamento, para librarte y para entregar a tus enemigos delante de ti; por tanto, tu campamento ha de ser santo, para que él no vea en ti cosa inmunda, y se vuelva de en pos de ti’ (Deuteronomio 23:14).

“Otro principio general se hace aparente al estudiar esta ley, así como la primera y la tercera: no es suficiente para la causa el hecho de ser santo; no solamente la causa, sino el pueblo de la causa debe ser santo, tanto espiritual como físicamente.

“Una sexta ley militar requería que, antes de un ataque, o más bien, antes de una declaración de guerra, se extendiera al enemigo una oferta de paz. Esta oferta no podía ser la de llegar a un acuerdo en el cual Israel tenía que ceder o abandonar la causa. Esta causa, si era justa, debía ser mantenida; el enemigo tenía que doblegarse para obtener la paz (Dt. 20:10-12. El ataque sorpresa, después de una declaración, a la manera de Gedeón, era legítimo: las hostilidades estaban en pie. Pero, antes de la declaración de guerra se requería el esfuerzo de negociar con honor a la causa. (Este procedimiento es respaldado también en las Escrituras modernas; véase D. y C. 98:33-36; Alma 43:46; 48:14-16.) El son de la trompeta tanto antes de la batalla como después de ella para expresar regocijo en el momento de la victoria llevaba la causa ante Dios como una esperanza de obtener la victoria y también como una expresión de gratitud por ella (Nm. 10:9, 10).

Séptimo, la guerra no es juego de niños. Es un asunto doloroso y desagradable aun cuando a veces resulta necesaria. Los cananeos contra los que Israel emprendió la guerra estaban bajo sentencia de muerte decretada por Dios. Eran un pueblo degenerado espiritual y moralmente. Entre ellos todo tipo de perversión era un acto religioso y existían grandes castas de hombres y mujeres prostituidos que constituían la concurrencia rutinaria de los lugares de adoración. De ahí que Dios ordenara que todos los cana-neos fueran muertos (Dt. 2:34; 3:6; 20:16-18; Jos. 11:14), tanto por estar bajo la sentencia de muerte decretada por El, como para evitar la contaminación de Israel. Entre los pueblos vecinos cuya depravación era similar, aunque no total, se mataba a los hombres (Nm. 31:7; Dt. 20:16, 17) y a veces a mujeres casadas también (Nm. 31:17, 18), pero se perdonaba a las jóvenes vírgenes (Números 31:18). Con otras naciones que llevaban una mejor forma de vida, toda mujer tomada prisionera podía casarse, pero no podía ser tratada como esclava o cautiva (Deut. 21:10-14), indicando así claramente la diferencia entre los cana-neos y otros pueblos. Sin embargo, estas disposiciones son condenadas generalmente por la época moderna, la cual hipócritamente ha recurrido a la forma de guerra más salvaje y total de toda la historia. Estas leyes no eran aplicables a todos los pueblos sino solamente a los más depravados. Ellas establecen un principio general que está todavía vigente: Si la guerra es para castigar o para destruir el mal, la obra de la restauración requiere que esto sea hecho, que un orden inicuo sea derrocado y, en algunos casos, que algunas o muchas personas sean ejecutadas

Octavo, el propósito común de una guerra es defender algo; de ahí que Israel tuviese prohibido el uso de más de cierto número limitado de caballos (Dt. 17:16), siendo que los caballos eran un arma ofensi- va en la forma antigua de hacer la guerra.

Noveno, en Deuteronomio 29:19, 20, aparece una ley militar muy importante que abarca un principio básico que tiene implicaciones de largo alcance. El Señor les dijo: ‘Cuando sities a alguna ciudad, peleando contra ella muchos días para tomarla, no destruirás sus árboles metiendo hacha en ellos, porque de ellos podrás comer; y no los talarás, porque el árbol del campo no es hombre para venir contra ti en el sitio. Mas el árbol que sepas que no lleva fruto, podrás destruirlo y talarlo, para construir baluarte contra la ciudad que te hace la guerra, hasta sojuzgarla’. La última parte de Deuteronomio 20:19 es presentada por distintos traductores también en esta forma: ‘¿Son acaso hombres los árboles del campo para que los trates como a sitiados?’ (La Biblia de Jerusalén, Dt. 20:19). En otras palabras, no se emprende la guerra contra la tierra, sino contra los hombres. Pero más importante aún, la vida debe proseguir y el fruto del árbol de la viña representa en todo momento una herencia del pasado y una herencia para el futuro: no debe ser destruido. Otros árboles pueden ser talados, pero sólo si es necesario para ‘edificar baluartes contra la ciudad’. La destrucción caprichosa no es permitida…

Décimo y último, las leyes del botín proporcionan una recompensa para los soldados (Nm. 31:21-31, 42; Dt. 20:14), de manera que hay base no solamente para la paga de los soldados sino también para una pensión, una recompensa por sus servicios. La indemnización de guerra era un aspecto de la pena impuesta sobre el enemigo (II Reyes 3:4) como pena por su ofensa y para sufragar el costo de la guerra.

“Según las Escrituras, en un mundo pecaminoso, la guerra es desagradable, pero es una necesidad si es que el mal va a ser destruido.” (Rushdoony, Institutes of Biblical Law, págs. 277-81.)

(20-9) Deuteronomio 21:18-21. ¿Realmente se requería que los padres hicieran ejecutar a sus hijos rebeldes?

Los lectores modernos se sorprenden y se sienten horrorizados por este requisito y algunos tratan de emplearlo como prueba de la naturaleza primitiva y salvaje de la ley.

  1. Como todo lo demás en la ley de Moisés, este principio fue dado por Jehová, el cual era Jesucristo en la vida premortal, y está de acuerdo con todos los demás aspectos de su naturaleza.

  2. La ley no se refería a los hijos solamente desobedientes sino a los incorregibles, aquellos para quienes ningún consejo o guía tenía sentido.

  3. Es seguro que estos eran hijos que habían llegado a la madurez física. (La acusación de borracho sirve de evidencia de esa madurez.) Los hijos pequeños no encajarían en la descripción de incorregibles.

  4. Los padres habían empleado ya todos los demás medios de corrección (véase vers. 18) y sin tener éxito

  5. Aunque los padres tenían que levantar acusaciones contra sus propios hijos, no se les requería que ellos mismos los ejecutaran tal como se requería de los testigos en otros delitos capitales.

  6. Siendo que la familia es la unidad básica de la sociedad y el medio más importante para la transmisión de la rectitud de una generación a otra, el hijo que rechazaba totalmente la autoridad paterna amenazaba el orden mismo de la sociedad. De modo que, como el idólatra, debía ser ejecutado (véase encabezamiento 20-2).

  7. El padre que respaldaba en su delito a un hijo venía a ser contribuyente del delito en el núcleo social.

    “Negar la pena de muerte es insistir en una vida dedicada al mal; significa que a los malos se les da el derecho de matar, raptar, violar y quebrantar la ley y el orden, y que en el proceso su vida, queda garantizada contra la muerte. El asesino recibe el derecho de matar sin perder su vida, y la víctima presente y las víctimas potenciales se ven negadas de su derecho a vivir. Los hombres pueden hablar de amor incondicional, y de misericordia incondicional, pero cada acto de amor y de misericordia es condicional, porque, al otorgarlo a un individuo, estoy afirmando las condiciones de su vida y negándoselas a otros al mismo tiempo. Si me muestro pleno de amor y misericordia hacia un asesino, no muestro amor y misericordia hacia sus víctimas presentes y futuras. Además, estoy despreciando abiertamente a Dios y a su ley, la cual requiere que no haya misericordia hacia el hombre culpable de la muerte de otro.” (Rushdoony, Institutes of Biblical Law, pág. 78.

    Rushdoony continúa: “Si los padres rehusaban quejarse contra el hijo, eran culpables por perdonar del delito del hijo y/o participar en dicho delito. Su papel era crítico pero necesario: ¿se pondría la familia del lado de la justicia o se mantendría sujeta a ataduras de sangre? En vista de la firme naturaleza de las lealtades familiares, la participación de los padres era necesaria a fin de asegurar de que no se formaran feudos y también para colocar a la familia firmemente contra sus integrantes que fueran criminales. El padre que rehusaba acusar se tornaba parte de la ofensa y defensor de un delito. El principio requerido era bien claro: no deben gobernar los lazos familiares sino la ley…

    “Está claro, entonces, que la intención de esta ley era que todos los criminales incorregibles y empedernidos fueran ejecutados. Si un hijo criminal tenía que ser ejecutado, ¿cuánto más un vecino hebreo que ha llegado a ser un criminal incorregible? Si la familia debe sujetarse a aceptar la ejecución de un hijo delincuente incorregible, ¿no demandará la muerte de un criminal en el medio social?

    “Que tal es la intención de la ley se desprende de su propósito declarado: ‘Así quitarás el mal de en medio de ti, y todo Israel oirá, y temerá’. El propósito de la ley es eliminar totalmente el elemento delictivo del seno de la nación, eliminar el crimen profesional. A la familia no se le permite el inicuo privilegio de decir: ‘Respaldaremos a nuestro hijo, suceda lo que suceda’; la familia misma debe hacer filas para luchar contra el crimen.” (Institutes of Biblical Law, págs. 187-88.)

  8. Pensemos por un momento cuán firmemente los padres se esforzarían por apartar del pecado a sus hijos, sabiendo que si fracasaban tendrían que enfrentar el horror de llevarlos ellos mismos ante los jueces para ejecutarlos. Seguramente los castigarían en toda forma posible para que tal cosa no sucediera nunca (véase vers. 18). En un mundo de libertinaje y con la consiguiente destrucción de la rectitud, la lección de este pasaje tiene gran significado.

  9. Cristo enseñó durante su ministerio mortal que el compromiso con El y su evangelio debía tomar preponderancia sobre todo lo demás, aun sobre las relaciones familiares (véase Mateo 10:34-38).

(20-10) Deuteronomio 21:22-23. ¿Por qué el cuerpo del que era ajusticiado no era dejado para que pasara la noche sobre el madero?

“Exponerlo durante un día era considerado suficiente. La ley que requería esto satisfacía todos los fines de la justicia pública, es decir, que exponía la vergüenza e infamia de la conducta del ajusticiado, pero no se hacía para torturar los sentimientos humanitarios exigiendo una exposición perpetua de un ser humano, presa lenta del repugnante proceso de putrefacción…En el caso dado en el texto, Dios considera que la tierra es profanada mientras el cuerpo de un criminal ajusticiado queda expuesto, de ahí que se especificara: Sin falta lo enterrarás el mismo día.” (Clarke, Bible Commentary, págs. 793-94.)

(20-11) Deuteronomio 22:5

La forma en la que uno se viste es importante para el Señor. Una prohibición especial en la ley de Moisés establecía que hombres y mujeres no vistieran ropas del sexo opuesto. Si esta práctica es tolerada por la sociedad, se produce gran confusión. El Señor expresamente prohibió una sociedad unisex. Todo intento de eliminar las diferencias obvias entre hombres y mujeres es antinatural y, por lo tanto, una abominación para el Señor.

(20-12) Deuteronomio 22:8. ¿Qué significa la expresión “pretil para tu terrado”?

“En el Oriente, por lo general, las casas son construidas con techos planos, y sobre ellos los individuos caminan para gozar del aire fresco, para conversar juntos, dormir, etc. ; por lo tanto, era necesario tener un tipo de pretil o balustrada para evitar que las personas cayeran. Si un hombre era negligente en este sentido y no hacía una defensa apropiada contra tales accidentes y se producía la muerte de otra persona por ese motivo, el propietario de la casa debía ser considerado culpable de asesinato.” (Clarke, Bible Commentary, pág. 795.)

(20-13) Deuteronomio 22:19.

Cuando un hombre se casaba con una mujer y luego la acusaba de no haber sido virgen cuando realmente lo era, se le imponía una multa. El padre podía defenderla ya fuera ella casada o desposada.

(20-14) Deuteronomio 22:23-27. ¿Por qué el castigo difiere en varias circunstancias con relación a la mujer que es agredida sexualmente por un hombre?

“Con relación a la seducción de una virgen…hay que diferenciar entre dos o tres casos distintos; esto es, (1) si ella estaba desposada (vers. 23-27), o no (vers. 28, 29); (2) si era desposada, hay que tener en cuenta si el hecho ocurrió (a) en el pueblo (vers. 23, 24), o (b) en el campo (vers. 25-27). Vers. 23-24: Si una virgen desposada permitía que un hombre se allegara a ella (por ejemplo, uno que no era el hombre con quien se había desposado), ambos, el hombre y la joven, eran llevados a las puertas del pueblo y apedreados hasta morir: ella porque no había gritado en el pueblo, esto es, no había pedido auxilio y en consecuencia se consideraba que había consentido en el hecho; el hombre, porque había humillado a la esposa de su prójimo. La mujer desposada era considerada en este sentido igual que la casada, y de hecho es expresamente llamada esposa en el vers. 24. El desposorio era el primer paso hacia el casamiento, aunque no era un acto solemne efectuado mediante testigos…

“Vers. 25-27: Si, por otra parte, el hombre encontraba en el campo a una joven desposada y abusaba de ella, el hombre era el único que era muerto y nada se le hacía a la joven…En el campo abierto la joven había pedido socorro, pero nadie había acudido para ayudarla. Por lo tanto, se trataba de una seducción por la fuerza.

Vers. 28-29: El último caso: si una virgen no desposada era tomada por un hombre y se les encontraba, o sea, si eran descubiertos o culpados de su hecho, el hombre tenía que pagar al padre de la joven cincuenta siclos de plata por la ofensa sobre él y su casa y tenía que casarse con la joven a la cual había humillado, sin derecho a divorciarse de ella. Este caso es semejante al mencionado en Exodo 22:16-17. La omisión de mencionar la posibilidad de que el padre rehusara entregar a la hija como esposa no hace diferencia alguna. Se supone, como hecho evidente, que tal era el derecho del padre.” (Keil y Delitzsch, Commentary, 1:3:412.)

(20-15) Deuteronomio 22:30. ¿Qué significa “no retirará el borde del manto de su padre”? (Texto según la Biblia de Jerusalén.)

Levantar el manto de alguien es un eufemismo hebreo similar a descubrir la desnudez de alguien (véase Levítico 18:6-19) y significa tener relaciones sexuales. De modo que esta prohibición probablemente se refiere a una madrastra. En algunos casos hombres de avanzada edad se casaban con mujeres mucho más jóvenes que ellos, después de la muerte de su primera esposa. Luego, al morir el hombre, uno de sus hijos mayores, más o menos de la edad de esta madrastra, se veía tentado a casarse con ella. La ley prohibía esta eventualidad, tal como prohibía también otros casos de incesto (véase Levítico 18).

(20-16) Deuteronomio 23:1-8. El derecho a integrar la “congregación de Jehová”

Quienes habían sufrido mutilación sexual, o los que eran hijos ilegítimos, o que eran de raza amonita o moabita, no eran recibidos en la “congregación de Jehová” ni aun en la décima generación (vers. 2).

Una posible explicación de esta prohibición es la siguiente: “Aquí parece haber corrupción de las reglas, pues en otros pasajes de las Escrituras se encuentran contradicciones a las mismas” (Rasmussen, Introduction to the Old Testament, 1:133). Rut, que era una moabita, es uno de estos ejemplos.

Otra explicación posible es que la palabra congregación tenía un significado especial, limitado. Se refería a la autoridad civil del pueblo.

“La prohibición no era de fe, es decir, que no declaraba que (los que aparecen enumerados en Deuteronomio 23:1-3) no pudieran ser creyentes. Hay, de hecho, una promesa particularmente firme de bendición para los eunucos creyentes, y la encontramos en Isaías 56:4, 5, y su lugar como prosélitos era real en la época del endurecido fariseísmo (Hechos 8:27, 28). Rut la moabita se casó dos veces; primero con un hijo de Noemí, luego con Booz y llegó a ser uno de los antepasados de Jesucristo (Rut 1:4; 4:13, 18-21; Mt. 1:5). No hay razón para dudar que los eunucos, los hijos ilegítimos, los amonitas y los moa-bitas comúnmente llegaban a ser creyentes y eran fieles adoradores de Dios. Congregación se refiere a toda la nación, a su función de gobierno como pueblo del pacto de Dios. G. Ernest Wright la definió como la ‘mancomunidad organizada reunida oficialmente con varios propósitos, particularmente de adoración’. Los hombres de la línea consaguínea legítima constituían la cabeza de las casas y de las tribus. Estos hombres eran la congregación de Israel, no las mujeres ni los niños, ni las personas excluidas. Toda integridad y honestidad exigidas por la ley también se demandaban de todo ‘extranjero’ (Levítico 19:33, 34) y no se negaba al hijo ilegítimo ni al eunuco, ni al amonita o moabita. El propósito del mandamiento aquí es la protección de la autoridad. La autoridad entre el pueblo de Dios es santa; requiere separación. No le corresponde a todo hombre simplemente por el hecho de ser hombre.” (Rushdoony, Institutes of Biblical Law, pág. 85.)

Otros eruditos concuerdan en que el vocablo congregación se refería a la autoridad civil. “Si el ingreso a la congregación se interpretaba como compartir un oficio civil en el pueblo, tal como magistrado, juez, etc. , entonces la razón de dicha ley queda bien clara; ningún hombre con un defecto de tal naturaleza podía ser considerado compatible a la vista de los demás que gobernaban entre el pueblo, no fuera que el desdén por sus defectos personales pudiera transferirse a su importante oficio y en esa forma la autoridad fuera considerada con menos respeto. El significado general de estas palabras es, sencillamente, que las personas aquí designadas no deben ser incorporadas con los judíos para participar de sus privilegios civiles.“ (Clarke, Bible Commentary, 1:797.)

(20-17) Deuteronomio 23:7-8. ¿Por qué los edomitas y los egipcios no sufrían las mismas restricciones si también eran enemigos de Israel?

“La base para excluirlos es significativa. Edom recibió a Israel en una enemistad abierta, franca (Nm. 20:18, 20), y Egipto se esforzó por destruirlo (Ex. 1:22), pero Amón y Moab, en cambio, intentaron pervertir a Israel (Nm. 22:2-5, 31:16) después que esta nación demostró paciencia para con ellos (Dt. 2:9, 19, 29)…Edom y Egipto intentaron destruir a Israel; Amón y Moab trataron de pervertir y degradar a Israel, y su juicio fue severo, de acuerdo con lo que habían intentado hacer.” (Rushdoony, Institutes of Biblical Law, págs. 85-86.)

(20-18) Deuteronomio 23:17-18

El vocablo perro es un término despectivo usado para referirse a varones que se habían prostituido o que se beneficiaban con la prostitución. Así, ningún dinero ganado mediante la prostitución u homosexualidad (”sodomita” vers. 17) podía ser usado como ofrenda a Dios.

(20-19) Deuteronomio 23:19-25

En cuanto a la restricción en la ley contra la usura, véase Levítico 25:36. Los votos hechos al Señor tenían que ser cumplidos sin demora.

(20-20) Deuteronomio 24:1-4

El propósito de la “carta de divorcio” (vers. 3) era permitir que una mujer que recibía el divorcio de parte de su marido pudiera volver a casarse, si así lo deseaba. La restricción aquí es que quien se divorciaba de la esposa no podía cambiar de parecer posteriormente y volver a casarse con ella. Los estudiosos de la Biblia explicaron esta regla en la forma siguiente:

“Si un hombre se casaba y despedía a su mujer con una carta de divorcio, porque ella ya no le agradaba, y la mujer divorciada se casaba con otro hombre y él también le daba el divorcio o moría, dejándola viuda, el primer marido no podía volver a tomarla por esposa…La ley que imponía que el primer esposo no podía volver a tomar a la mujer de la que se había divorciado, si ella se casaba luego con otro hombre, y aun suponiendo que este segundo marido muriera, necesariamente ponía el veto a los divorcios a la ligera.” (Keil y Delitzsch, Commentary, 1:3:417-18).

(20-21) Deuteronomio 25:3

Cuarenta azotes era el máximo que se podía aplicar al hombre como castigo por el pecado. A fin de evitar que se contara mal y por lo tanto se desobedeciera el mandamiento del Señor, generalmente se daban treinta y nueve azotes. Así, el apóstol Pablo informó que “de los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno” (2 Corintios 11:24).

(20-22) Deuteronomio 25:5-10. La ley de levirato

Estos versículos definen la ley de levirato de matrimonio, la cual mandaba que el hermano de un difunto se casara con la viuda y levantara simiente para el muerto. “La costumbre aseguraba el bienestar de la viuda, que de otro modo podía quedar empobrecida y sin amigos…Si no había un hermano, algún pariente más distante tenía que cumplir este deber. Cualquier pariente que se casara con la viuda se convertía en su ‘go’el’ (redentor o protector). El primer hijo nacido a la viuda mediante el nuevo casamiento era considerado como hijo del esposo fallecido y heredaba su propiedad.” (Great People of the Bible and How They Lived, pág. 132.)

El vocablo levirato no tiene nada que ver con la tribu de Leví. Más bien, es tomado del vocablo latino levir que significa ‘hermano del esposo’. Los sadu-ceos emplearon esta ley para tratar de confundir a Jesús cuando preguntaron de quién sería esposa la mujer en la resurrección, en el caso que presentaron ante El y que encontramos en Mateo 22:23-33.

(20-23) Deuteronomio 25:17-19

La aclaración del incidente mencionado aquí, con Amalee, se encuentra en Exodo 17:8-16.

(20-24) Deuteronomio 26:16-19

Después de recordarle a Israel, brevemente, la bondad de Dios para con el pueblo, Moisés expresó una de las mejores declaraciones de convenio que se puede encontrar en las Escrituras. Israel prometió guardar los mandamientos del Señor, y el Señor prometió honrar a Israel y hacerlo una nación santa (vers. 19).

(20-25) Deuteronomio 27:1-10

Como señal de la gratitud de Israel para con Dios por sus muchas bondades, Moisés mandó que se construyera un altar de piedras no cortadas por mano luego de la llegada de Israel a la tierra prometida. Sobre las piedras se escribirían las palabras de Dios dadas a Moisés.

(20-26) Deuteronomio 27:11-26

Para obtener una explicación de las maldiciones desde el Monte Ebal, véase encabezamiento 19-23.

(20-27) Deuteronomio 28. Las bendiciones y maldiciones de Israel son predichas nuevamente

Este capítulo de Deuteronomio es muy similar a Levítico 26, en el cual el Señor específicamente bosquejó las bendiciones que vendrían a Israel si eran obedientes (véase vers. 1-14) y también los castigos que sufrirían si se apartaban del Señor (véase vers. 15-68). Una predicción particularmente horrible añadida en este capítulo se refiere a ciudades que serían sitiadas por una nación perversa hasta el punto que se darían casos de canibalismo (véase vers. 49-57). Cuando Jerusalén cayó ante las fuerzas de Babilonia bajo el mando de Nabucodonosor, las condiciones fueron tan penosas que para sobrevivir la gente se dio al canibalismo (véase Lamentaciones 4:1-10). Pero en el sitio de Jerusalén por los romanos en el año 70 A. C., la profecía parece haberse cumplido con precisión particular. Notemos los paralelos:

“Una nación de lejos” (vers. 49). Roma está a más de 1. 600 kilómetros de Israel.

“Que vuele como el águila“ (vers. 49). El águila era el símbolo de Roma y era llevada en los estandartes de las legiones romanas.

“Cuya lengua no entiendas“ (vers. 49). Mientras que el arameo de Babilonia era una lengua emparentada con el hebreo, el latín era completamente diferente en alfabeto, estructura, etc.

“Gente fiera de rostro…no tendrá respeto…“ (vers. 50). La ferocidad romana en la batalla y en el trato dado a los cautivos no aprovechables como esclavos era bien conocida.

“Pondrá sitio a tus ciudades“ (vers. 52). Tito construyó una muralla de sitio alrededor de Jerusalén para que nadie escapara (véase Flavio Josefo, Guerras de los judíos, libro 5, cap. 12).

“Comerás el fruto de tu vientre“ (vers. 53). Bajo el sitio, el pueblo de Jerusalén pronto se vio tan desesperado por falta de alimento que toda clase de cosas sirvieron de alimento y finalmente la gente se volvió al canibalismo (véase Flavio Josefo, Guerras de los judíos, libro 5, cap. 10, párrs. 1-5; cap. 13, párr. 7; libro 6, cap. 3, párr. 2).

“La tierna y delicada…los comerá ocultamente…en el asedio“ (vers. 56-57). Josefo describió a una mujer de la nobleza de Perea que mató a su hijo y lo usó como alimento durante el sitio (Guerras de los judíos, libro 6, cap. 3, párrs. 4-5)

(20-28) Deuteronomio 29-30

En estos capítulos Moisés explicó la naturaleza del convenio que Israel hizo con Dios a fin de ser digno de la tierra prometida. El fracaso en guardar el convenio maldeciría al pueblo y la tierra así como Sodoma y Gomorra habían sido maldecidas. “Todas las maldiciones que están escritas en este libro” (el libro de Deuteronomio) entrarían en vigencia (Deuteronomio 29:20). Finalmente, el pueblo sería esparcido entre las naciones por haber rechazado el convenio.

Posteriormente, cuando Israel hubiera aprendido a depender del Señor, ¿qué dijo Moisés que sucedería entonces? (Véase Deuteronomio 30:3-6, 8-10.) ¿Qué sucedería con las maldiciones pronunciadas sobre Israel? (Véase Deuteronomio 30:7.) Moisés terminó este capítulo con un llamado conmovedor a Israel para que eligiera el camino de la bendición en lugar del de la maldición (véase Deuteronomio 30:16-20).

(20-29) Deuteronomio 31

Este capítulo es un estudio interesante de contrastes. Primero, Moisés dijo que el Señor protegería y preservaría a Israel al entrar en la tierra prometida. “Esforzaos y cobrad ánimo; no temáis ni tengáis miedo de ellos, porque Jehová tu Dios es el que va contigo” (vers. 6). Luego profetizó que después de su muerte Israel abandonaría al Señor. ¿Cuál pecado indicó que sería el más grave? (Véase vers. 20.) ¿Qué dijo que sucedería a Israel en ese caso? (Véase vers. 29.)

(20-30) Deuteronomio 32:14-15. ¿A qué se refieren los vocablos Basan y Jerusún?

El vocablo basan significa “fructífero”. Era el nombre dado a un distrito que estaba al oriente del Mar de Galilea y que fue tomado por los israelitas durante la conquista de Canaán. Se extendía desde la frontera de Galaad al sur, hasta la falda del Monte Hermón al norte y fue dado como herencia a la tribu de Manasés (véase sección de mapas). Basán incluía la zona conocida como Alturas de Golán.

El vocablo jerusún es hebreo y significa “recto”, o “recto ante la vista de Dios”, y se refiere a Israel mismo. Tal como es usado en Deuteronomio 32:15, implica que Israel una vez estuvo en la senda de la rectitud, pero al engordar (prosperar), “tiró coces” (se rebeló) contra Dios y estimó en muy poco la fuente de su salvación. Algunos piensan que se refiere al llamamiento de Israel a ser un pueblo justo y que Dios usó este vocablo para demostrar su evidente negligencia hacia El.

Bashan

Basán

(20-31) Deuteronomio 32:15, 18, 30-31. ¿A qué o a quién se refiere el vocablo Roca?

“Cristo es la Roca de Israel. (Gn. 49:24.) ‘Soy el buen pastor y la piedra de Israel. El que edifique sobre esta roca nunca caerá’ (D. y C. 50:44). Cristo es entonces la piedra o cimiento sobre el cual los hombres deben edificar. De El testificó el salmista: ‘La piedra que desecharon los edificadores, ha venido a ser cabeza del ángulo’. (Salmos 118:22; Mateo 21:42; Marcos 12:10-11; Lucas 20:17-18.) Pedro empleó esta verdad para enseñar que los santos ‘como piedras vivas son edificados como casa espiritual’ con Cristo, la Piedra de Israel, como el cimiento (1 Pedro 2:1-9).” McConkie, Mormon Doctrine, pág. 768.)

Por una declaración que hizo en cuanto a los hijos de Israel durante el período de peregrinaje, es evidente que Pablo entendía este concepto: “Porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo” (1 Corintios 10:4). En otras palabras, todos comieron el mismo pan espiritual y bebieron la misma bebida espiritual.

(20-32) Deuteronomio 32:44-52

Una vez más se hace referencia a la negativa del Señor de permitir a Moisés entrar a la tierra prometida. Para informarse en cuanto a la razón de esta prohibición, véase el encabezamiento 18-13.

(20-33) Deuteronomio 33

Un estudio comparativo de Génesis 49 y Deuteronomio 33 muestra algunas bendiciones añadidas a las bendiciones de los hijos de Jacob, bendiciones que fueron dadas cuando todavía eran doce familias pequeñas. En la época en que el libro de Deuteronomio fue escrito, eran doce tribus que contaban con miles de individuos cada una, y habían pasado cuatrocientos cincuenta años desde que Jacob dio a sus hijos la bendición patriarcal correspondiente. ¿Qué evidencia tenemos de que las bendiciones de Jacob fueron proféticas?

(20-34) Deuteronomio 34:1-4

Lo que Moisés vio desde el Monte Nebo fue mucho mayor que lo que un observador corriente puede ver a simple vista. Lo que él vio fue toda la tierra prometida hasta el Mediterráneo, el cual estaba fuera del alcance de la vista oculto por las montañas de Jerusalén. El pudo ver esta tierra tal vez mediante una visión o revelación.

Mount Nebo

El Monte Nebo desde el valle del Jordán

(20-35) Deuteronomio 34:5. ¿Murió Moisés realmente, tal como se lee en Deuteronomio?

“El registro del Antiguo Testamento con respecto a que Moisés murió y fue sepultado por la mano del Señor es un error grave. (Dt. 34:5-7.) Cierto es que fue ‘sepultado por la mano del Señor’, si es que esa expresión es una figura que significa que fue trasladado. Pero en el Libro de Mormón, en la narración dada por Alma, dice: ‘Fue arrebatado por el Espíritu…las Escrituras dicen que el Señor tomó a Moisés para sí; y suponemos que también ha recibido a Alma para sí en el espíritu;’ (Alma 45:18-19). Se debe tener presente que los nefitas tenían las Planchas de Bronce, que eran ‘Escritura’ e incluían el registro de que Moisés fue tomado por traslación.” (McConkie, Mormon Doctrine, pág. 805.)

Surge la pregunta de por qué Moisés fue trasladado. El presidente Joseph Fielding Smith contestó esa pregunta en esta forma:

“Moisés, como Elias el Profeta, fue llevado sin gustar de la muerte, porque tenía una misión que cumplir…

“Cuando Moisés y Elias el Profeta se le aparecieron en el monte al Salvador, a Pedro, Santiago y Juan, ¿qué propósito tuvo su venida? ¿Fue sólo una manifestación espiritual para fortalecer a los tres apóstoles? ¿O simplemente vinieron para consolar al Hijo de Dios en su ministerio y prepararle para su crucifixión? ¡No! Ese no era el propósito. Os lo leeré. El profeta José Smith lo explicó así:

‘El sacerdocio es eterno. El Salvador, Moisés y Elias (en otras palabras, Elias el Profeta) entregaron las llaves a Pedro, Santiago y fuan en el Monte de la Transfiguración. El sacerdocio es sempiterno: es sin principio de días o fin de años; sin padre, sin madre, etc. Si no hay modificación en las ordenanzas, no hay modificación en el sacerdocio. Donde se administraren las ordenanzas del evangelio, allí estará el sacerdocio…Cristo es el Gran Sumo Sacerdote; Adán, el siguiente.’ (Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 184.)

“Gracias a eso entendemos por qué Elias el Profeta y Moisés fueron preservados de la muerte: porque ellos tenían que cumplir una misión, y debía ser cumplida antes de la crucifixión del Hijo de Dios, y no podía ser hecha en el espíritu. Ellos deberían tener cuerpos tangibles. Cristo es las primicias de la resurrección; por tanto, si algunos de los primeros profetas tenían que realizar una tarea preparatoria a la misión del Hijo de Dios, o a la Dispensación del meridiano de los tiempos; era necesario que fueran preservados para cumplir esa misión en la carne. Por esa razón Moisés desapareció de entre el pueblo y fue llevado a lo alto de la montaña; lo que ocasionó que la gente pensara que el Señor le había sepultado. El Señor le preservó para que pudiera venir en el momento preciso y restaurar sus llaves, sobre las cabezas de Pedro, Santiago y Juan, quienes estaban a la cabeza de la Dispensación del meridiano de los tiempos.” (Doctrina de Salvación, tomo II, págs. 99, 102-03.)

RESUMEN ANALITICO

(20-36) La obediencia al Señor siempre ha tenido su recompensa. Cuando Moisés hizo recordar a Israel sus obligaciones espirituales y luego expuso ante el pueblo la maldición y la bendición, sabía que el pueblo tenía que tomar una decisión.

La vida es así también para nosotros. No podemos permanecer sin comprometernos, pues siempre nos enfrentamos a las diferentes situaciones que requieren que tomemos una decisión. Y en tanto que es verdad, tal como el Señor lo declaró, que El es un “Dios celoso” que visita “la maldad de los padres sobre los hijos” (Deuteronomio 5:9), no hay razón para deducir que podemos culpar de nuestros pecados a nuestros antepasados. Consideremos este inspirado consejo:

“Los judíos creían firmemente en la ley de la herencia, probablemente en un alcance mayor de lo que estaban justificados para hacerlo; y poco a poco tomaron este mandamiento, lo cristalizaron en un proverbio que establecía que ‘Los padres comieron las uvas agrias, y los dientes de los hijos tienen la dentera’ (véase Jeremías 31:29; Ezequiel 18:2). Luego, al ser reprendidos por sus pecados y abominaciones, ellos respondían diciendo: ‘Bien, no es culpa nuestra. Se trata de los pecados de los padres que caen sobre la cabeza de los hijos y ciertamente Dios no nos condenará por lo que hemos heredado de nuestros padres, porque tenemos la dentera a causa de que nuestros padres comieron las uvas agrias’. El Señor estaba muy disgustado con esta excusa y le declaró a Ezequiel el profeta: ‘Vivo yo, dice Jehová el Señor, que nunca más tendréis por qué usar este refrán en Israel’ (Ezequiel 18:3). Luego prosiguió diciendo, por medio del profeta, que requeriría de cada hombre y mujer de Israel que diera cuenta de su propia conducta y curso de vida, y todos serían juzgados de acuerdo con los hechos llevados a cabo en la carne. Estos israelitas parecían haber olvidado la parte del mandamiento que dice que mostraría misericordia a miles de los que lo amaran y obedecieran sus mandamientos.” (Hyrum M. Smith, en Conference Report, abril de 1904, pág. 52.)

Pero si las maldiciones de otros no son nuestras maldiciones, tampoco son nuestras sus bendiciones ya que debemos obtener las propias. José Smith, el Profeta, escibió lo siguiente: “Escudriñad las Escrituras; escudriñad las profecías, y aprended qué porción de ellas pertenece a vosotros y a la gente del siglo diecinueve. Indudablemente vosotros estaréis de acuerdo con nosotros, y diréis que no tenéis derecho de reclamar lo que se prometió a los habitantes antes del diluvio; que no podéis fundar vuestra esperanza de salvación en la obediencia de los hijos de Israel cuando viajaban en el desierto, ni podéis creer que las bendiciones pronunciadas por los Apóstoles sobre las iglesias de Cristo hace mil ochocientos años eran para vosotros. Además, si las bendiciones de otros no son vuestras, sus maldiciones tampoco lo son; por consiguiente, así como todos los que han sido antes de vosotros, sois vuestros propios agentes, y seréis juzgados de acuerdo con vuestras obras.” (Enseñanzas, pág. 7.)

Dedique un momento a revisar rápidamente las páginas de Deuteronomio. ¿Qué pasajes marcó? ¿Qué conceptos le impresionaron cuando leyó el consejo de Moisés, consejo cariñoso, dado por última vez? Escriba, en una o dos páginas, su reacción ante este consejo de Moisés. ¿Qué valor tiene para usted? ¿En qué forma su vida sería diferente si seriamente llevara este consejo a su corazón?