Manuales de la Primaria y del Tiempo para compartir
Jesucristo tiene el poder para sanar


Lección 16

Jesucristo tiene el poder para sanar

Objetivo

Que cada niño comprenda que Jesucristo tiene el poder para sanar y que ha dado este poder a los poseedores del sacerdocio.

Preparación

  1. Estudie con la ayuda de la oración Mateo 9:18–19, 23–26; Marcos 5:22–24, 35–43; Lucas 8:41–42, 49–56; Santiago 5:14–15; y Doctrina y Convenios 42:48.

  2. Haga una copia o calque los dibujos que se encuentran al final de la lección y sepárelos. Estos dibujos se utilizarán para llevar a cabo la actividad “¿Quién Soy?”

  3. Materiales necesarios:

    1. Una Biblia y un ejemplar de Doctrina y Convenios.

    2. Un estuche de primeros auxilios o una bolsa con artículos para curar o para atender a los enfermos, tales como ungüento, vendas y jarabe para la tos.

    3. Un recipiente pequeño con aceite consagrado.

    4. La lámina 2-25, Jesús bendice a la hija de Jairo (Las bellas artes del evangelio 215; 62231 002); la lámina 2-26, Jesús sana a un enfermo; la lámina 2-27, La bendición de un enfermo (62342).

  4. Haga los arreglos necesarios para las actividades complementarias que desee llevar a cabo.

Sugerencias para el desarrollo de la lección

Pida a un niño que ofrezca la primera oración.

Pregunte a los niños cómo les fue con la asignación que recibieron la semana anterior de demostrar amor por los demás.

A veces nos enfermamos

Actividad para despertar el interés

Muestre a los niños el estuche de primeros auxilios o la bolsa y explique que adentro hay algunas cosas que nos ayudan a sanar cuando estamos enfermos o lastimados. Dé a los niños algunas pistas que les ayuden a adivinar lo que está dentro de la bolsa. (Por ejemplo: “Ayuda a mantener el polvo y los microbios alejados de las lastimaduras y cortaduras.)

Cuando hayan descubierto cada artículo, muéstreselo y mencione brevemente cómo se utiliza para sanar a las personas. Recuérdeles que ellos no deben usar estos productos sin la ayuda de sus padres.

Presentación por el maestro

Explique que casi todas las personas se enferman o se lastiman. A veces, las lastimaduras o enfermedades duran poco tiempo y no requieren más que la ayuda de nuestros padres, pero otras veces, las enfermedades son graves y nuestros padres necesitan llevarnos al doctor para que nos ayude a sanar.

Dígales que también podemos recibir ayuda de otra manera cuando estamos enfermos. Cuando Jesucristo vivió en la tierra, Él bendijo a muchas personas y las sanó mediante el poder del sacerdocio.

Jesucristo sanó a los enfermos

Relato de las Escrituras

Muestre la lámina 2-25, Jesús bendice a la hija de Jairo, y cuente el relato tal como se encuentra en Lucas 8:41–42, 49–56 (véase también Mateo 9:18–19, 23–26 y Marcos 5:22–24, 35–43).

Explique que Jairo tenía mucha fe y creía que si Jesucristo venía y bendecía a su hija, ella sanaría. Cuando Jesús iba hacia la casa de Jairo, mucha gente se amontonó alrededor de Él pidiéndole ayuda. Mientras se detuvo para ayudar a otra mujer enferma, un hombre llegó con un mensaje para Jairo.

Lea en voz alta Lucas 8:49–50.

• ¿Qué le dijo el mensajero a Jairo? (Véase Lucas 8:49.)

• ¿Qué le dijo Jesucristo a Jairo? (Véase Lucas 8:50.)

Explique que cuando Jesús llegó a la casa de Jairo, les dijo a todos que no lloraran porque la niña no estaba muerta, pero la gente se rió y se burló de Él porque pensaban que sí estaba muerta (véase Lucas 8:52–53).

Jesucristo hizo que todos salieran, con excepción de Sus discípulos Pedro, Santiago y Juan, y Jairo y su esposa. Entonces, Jesús tomó a la niña de la mano y le dijo que se levantara. La niña se levantó de su cama, completamente sana.

• ¿Por qué creen que Jesús mandó a todos salir de la casa con excepción de Pedro, Santiago y Juan, y los padres de la niña? (Tal vez porque la otra gente se estaba riendo de Él y dudaban que Él la pudiera sanar. No tenían fe.)

• ¿Por qué pudo Jesús sanar a la hija de Jairo? (Él tenía el sacerdocio y los padres de la niña tenían fe.)

Presentación por el maestro

Muestre la lámina 2-26, Jesús sana a un enfermo, y pida a los niños que se imaginen cómo sería si Jesús viniera a darles una bendición cuando están enfermos. Recalque que Jesús les ama a cada uno de ellos tanto como a los niños que vivían en la tierra al mismo tiempo que Él. A pesar de que no está en la tierra en este momento, Él ha dado a los hombres justos el sacerdocio y el poder para actuar en Su nombre. Ellos nos pueden dar bendiciones para sanarnos de la misma manera que Jesús lo haría si estuviera aquí.

Los varones que tienen el sacerdocio pueden darnos bendiciones

Análisis

Muestre la lámina 2-27, La bendición de un enfermo.

• ¿Qué sucede en esta lámina?

Explique que cuando los poseedores del Sacerdocio de Melquisedec dan una bendición a un enfermo, se llama unción. Pida a los niños que repitan la palabra unción varias veces.

Muéstreles el recipiente con aceite consagrado. Explíqueles que este aceite ha sido bendecido en forma especial por hombres que poseen el sacerdocio. Cuando alguien se enferma y necesita ayuda para mejorarse, dos hombres poseedores del Sacerdocio de Melquisedec utilizan el aceite para darle una bendición (véase Santiago 5:14–15).

• ¿Han sido ustedes ungidos alguna vez?

Permita que los niños le cuenten acerca de alguna bendición del sacerdocio que hayan recibido o que hayan visto en su familia.

Si lo desea, podría contarles de alguna ocasión cuando los poseedores del sacerdocio le hayan ungido a usted o a algún miembro de su familia.

Relato

Cuente la historia de alguien que se haya curado a causa de una bendición del sacerdocio. Una historia real acerca de alguien que usted o los niños conozcan sería lo ideal, pero si no conoce una historia como ésa, podría utilizar la que se encuentra a continuación:

Cuando Melisa llegó de la escuela, su papá salió a la puerta para recibirla y le dijo que esa mañana había nacido su nuevo hermanito. El bebé había llegado antes de tiempo y era muy pequeño y débil. El doctor dijo que creía que el bebé sólo viviría algunas horas.

Melisa pudo notar la preocupación de su padre. Ella también estaba triste porque quería que el bebé viviera.

El papá de Melisa llamó a uno de los maestros orientadores para que le ayudaran a darle una bendición al bebé. Cuando llegó el maestro orientador, todos fueron al cuarto donde estaban el bebé y su mamá. El papá de Melisa y el maestro orientador pusieron sus manos livianamente sobre la diminuta cabeza del bebé y el papá de Melisa lo bendijo para que viviera hasta cumplir su propósito en la tierra. Una tierna sensación de seguridad y paz invadió a Melisa. Ella sabía que gracias al poder del sacerdocio, su hermanito crecería y se pondría fuerte y sano. (Adaptado de “Moments to Remember”, Children’s Friend, feb. de 1963, pág. 41.)

Presentación por el maestro

Explique que nuestro Padre Celestial y Jesucristo aman a todas las personas que les piden ser sanadas, pero que a veces no se sanan aun cuando han sido ungidas porque nuestro Padre Celestial sabe que, si aprenden a vivir con su enfermedad o discapacidad, aprenderán a ser más fuertes. Otros no se sanan porque es el momento para que mueran y vuelvan con nuestro Padre Celestial (véase D. y C. 42:48). Debemos tener fe en que nuestro Padre Celestial sabe cuál es la mejor respuesta a nuestra oración.

Actividad

Pida a varios de los niños que pasen al frente de la clase y sostengan los dibujos para la actividad “¿Quién soy?” Pídales que digan lo que los dibujos representan.

Explique que van a leer algunas descripciones de cosas y de personas relacionadas con la unción de los enfermos. Pida que los niños decidan cuál dibujo corresponde a la descripción.

  1. A mí me utilizan cuando le dan una bendición a una persona enferma. El poseedor del sacerdocio pone una cuantas de mis gotas en la cabeza de la persona enferma. ¿Qué soy? (El aceite consagrado.)

  2. Yo les mostré a las personas cómo deben vivir. La fe en mí les ayudará a sobreponerse a las enfermedades. ¿Quién soy? (Jesucristo.)

  3. Yo necesito una bendición especial porque tengo fiebre. Le pedí a mi padre que me diera una bendición para ayudarme a sentirme mejor. ¿Quién soy? (Un niño enfermo.)

  4. A mí me han dado un poder especial que se llama el sacerdocio. Yo puedo usar este poder para dar bendiciones a la gente. ¿Quién soy? (Un poseedor del Sacerdocio de Melquisedec.)

  5. Cuando un enfermo pide una bendición, se llama a los poseedores del Sacerdocio de Melquisedec. Por lo general, un cierto número de hermanos participan. Yo soy ese número. ¿Qué número soy? (El número 2.) 6. Cuando los hermanos que tienen el sacerdocio bendicen a los enfermos, nos colocan sobre la cabeza del enfermo. ¿Qué somos? (Las manos.)

Resumen

Análisis de repaso

Muestre el estuche de primeros auxilios o la bolsa una vez más.

• ¿Para que se utilizan estos artículos?

• ¿Qué más nos puede ayudar cuando estamos enfermos o lastimados?

Testimonio

Comparta su testimonio de la grandeza de Jesucristo y Su poder para sanar. Diga a los niños lo agradecido que está porque Jesús ha dado a los hombres justos el Sacerdocio de Melquisedec para bendecirnos cuando estamos enfermos.

Pida a los niños que piensen en cómo podrían compartir lo que han aprendido con sus familiares. Anímelos a relatarles a sus padres la historia de cómo el Salvador sanó a la hija de Jairo.

Pida a un niño que ofrezca la última oración.

Actividades complementarias

Elija de entre las siguientes actividades aquellas que sean de mayor beneficio para los niños de su clase. Puede utilizarlas durante la lección o como repaso o resumen. Para mayor información, vea la sección “El período de clase” en “Ayudas para el maestro”.

  1. Escriba en la pizarra: Nosotros creemos en el don de sanidades y explique que José Smith nos dio esta gran verdad como parte del séptimo Artículo de Fe. Pida a los niños que se pongan de pie y repitan esta frase. Ayúdelos a aprenderla de memoria borrando una o dos palabras cada vez. Pida que la repitan hasta que quede borrada y la hayan aprendido en su totalidad.

  2. Canten o repitan la letra de “La fe” (Canciones para los niños, pág. 50), haciendo los movimientos que se indican a continuación:

    La fe es saber que saldrá el sol, (Formar con los brazos un círculo sobre la cabeza.)

    y alumbrará mi faz. (Lentamente baje los brazos hasta la altura de los hombros.)

    La fe es saber que Dios oirá (Mano detrás de la oreja.)

    mi oración veraz. (Junte las manos, como en oración.)

    Cual semillita es la fe: (Forme un hueco con la mano izquierda y haga como que planta una semilla en el hueco con la derecha.)

    sembrada crecerá. (Utilice la mano derecha para representar una planta que crece del hueco de su mano izquierda.)

    Tranquilidad en mi corazón (Coloque las manos sobre el corazón.)

    si es justa mi decisión. (Cruce los brazos.)

  3. Relate la historia de Jesucristo sanando a los nefitas, tal como se encuentra en 3 Nefi 17:5–9. Si es posible, utilice la lámina 317 de Las bellas artes del evangelio (ó 62541 en la biblioteca del centro de reuniones) para ilustrar la historia. Pida a los niños que señalen en su propio cuerpo algunas de las cosas que Jesús sanó, como ojos, orejas y piernas. Hablen de lo maravilloso que se habrán sentido los nefitas cuando Jesucristo los sanó. Lea en voz alta la última parte del versículo 8 (desde donde dice porque veo) y recuérdeles la importancia de tener fe en Jesucristo.

  4. Calque o copie las ilustraciones que se encuentran al final de la lección. Prepare una para cada niño. Anímelos a utilizarlas para contar a sus familiares cómo los enfermos pueden recibir bendiciones del sacerdocio.