2006
Abel y Camila León Sifuentes, de Trujillo, Perú
enero de 2006


De amigo a amigo

Abel y Camila León Sifuentes, de Trujillo, Perú

Bailar y cantar; tocar la flauta; nadar y jugar a las carreras; jugar al fútbol y al baloncesto. Ésas son algunas de las actividades de las que disfrutan Camila León Sifuentes y su hermano, Abel, del Barrio Los Laureles, Estaca Trujillo, Perú.

Hay otras actividades que también los mantienen ocupados: Hacer las tareas domésticas del hogar; ayudar a cuidar a sus hermanas menores, María Fé y María Pía (mellizas de cuatro años de edad) y a la nueva bebé, Valeria; y cuidar de 12 periquitos multicolores que viven en jaulas en el patio. Mientras Camila alimenta a los periquitos, explica: “Mamá dice que todos los días es el cumpleaños de ellos porque siempre están felices y cantando”.

Algo más mantiene a Camila y a Abel ocupados: Ellos se preparan. Camila, de ocho años de edad, se bautizó y fue confirmada recientemente; y Abel, de 11 años de edad, espera con ansias recibir muy pronto el Sacerdocio Aarónico. Ambos dicen que es importante prepararse cuidadosamente para tomar esos pasos en la vida.

“Quería bautizarme”, dijo Camila, “porque deseaba sentirme más cerca de mi Padre Celestial y ser fuerte en la Iglesia”.

“Y yo deseo recibir el Sacerdocio Aarónico”, dijo Abel. “Será un don del Señor de gran valor. Antes de que morir, Él dio la Santa Cena a Sus apóstoles. Cuando yo sea diácono, podré repartir la Santa Cena a los miembros de mi barrio. Será algo maravilloso tener el sacerdocio”.

Abel lucha con una discapacidad de aprendizaje, pero sus padres, Hugo y Mary Ann, dicen que él se esfuerza bastante, que tiene un corazón tierno y que muestra un gran progreso. Ellos están aprendiendo muchas formas de ayudar a Abel, a Camila y a sus otros hijos a prepararse para la vida. “Estamos tratando de enseñarles a tomar decisiones sabias”, dice su padre.

Lo que más nos ayuda es la noche de hogar y el conversar, como padres, con cada uno de ellos. “Durante la noche de hogar cantamos himnos, leemos las Escrituras, oramos y tenemos actividades y refrigerios”, dice Camila. “Todos nosotros, aun las mellizas, toman su turno para dirigir la reunión, enseñar la clase y dirigir la música”.

Abel recuerda una noche de hogar reciente que enseñó su papá, quien también es su presidente de estaca. “Nos enseñó una lección sobre el sacerdocio y explicó que el juramento y el convenio del sacerdocio es una promesa entre Dios y el hombre, y que a través del sacerdocio servimos a Dios y a las demás personas. Me quiero preparar muy bien para recibirlo”.

La oración familiar y el estudio de las Escrituras también son una preparación importante. Cada mañana, cuando los padres despiertan a los niños, todos se reúnen alrededor de la cama de sus padres. Allí cantan un himno, se arrodillan y oran, y toman su turno para leer las Escrituras en voz alta antes de desayunar y de alistarse para ir a la escuela, y hablan de los principios que se encuentran en las Escrituras.

“Es un gran desafío hacer que todos se levanten tan temprano”, dice su mamá, “pero desde que comenzamos a estudiar las Escrituras todos los días, los niños las pueden entender mucho mejor. Cuando no lo hacíamos, sentíamos que estábamos enviando a nuestros hijos a la escuela sin ninguna protección. Pero ahora están más preparados para enfrentar al mundo y tenemos la esperanza de que durante el día ellos piensen en algo que hayamos leído”.

Camila y Abel también se están preparando al asistir a la Primaria, ayunar, pagar sus diezmos y escribir apuntes durante las transmisiones de la conferencia general. Ellos llevan consigo sus Escrituras a la capilla y han viajado como familia hasta el Templo de Lima, Perú, en un viaje de ocho horas. Los niños visitan los predios del templo mientras sus padres están en el templo.

También ha sido de mucha ayudar hablar con el obispo. “Cuando me reuní con el obispo”, dice Camila, “dijo que yo debería preguntarle a mi Padre Celestial si debía bautizarme. Fue así como se lo pregunté a Dios, y Él me respondió que sí. Sentí la respuesta en mi alma”.

Abel tuvo una entrevista con el obispo para hablar acerca de recibir el Sacerdocio Aarónico. “Me siento agradecido por mi obispo y por los demás líderes que me guían”, dijo. Abel y su familia asistieron recientemente al programa de reseña del sacerdocio. Se invitó a todos los varones que durante el año cumplirían los 12 años a ir al programa junto con sus padres y su familia. Escucharon discursos y testimonios de los líderes, los maestros y de uno de los jóvenes. Abel y algunos de sus amigos se pusieron de pie al frente y cantaron “Joven digno y hábil seré” (Canciones para los niños, 88), una canción sobre el sacerdocio. Los padres entregaron cartas a sus hijos para alentarlos en su preparación. “Allí sentí el espíritu”, dice Abel.

Camila y Abel creen que toda la preparación ha valido la pena. “Cuando mi padre me bautizó”, dijo Camila, “sentí gozo. Cuando me confirió el don del Espíritu Santo, sentí como si estuviera dentro de un templo. El Espíritu Santo me ayuda a sentir paz y a acercarme más a Dios. Me ayuda a distinguir entre el bien y el mal”.

Recientemente, el Espíritu Santo ayudó a Camila a tomar una decisión importante sobre sus normas. “Quería bailar en una presentación”, dijo ella, “pero el vestuario que todas las niñas iban a usar eran faldas muy cortas. Hablé con mi madre y ella me dijo que orara en cuanto a ello y que escogiera lo correcto. Pensé mucho en el asunto y hablé con mi maestra de danza. Ella dijo que yo podía usar una falda más larga y mi abuela me hizo una. Mientras bailaba, me sentí contenta y sentí que el Espíritu Santo estaba conmigo. Yo era la única niña que estaba usando una falda más larga, pero nadie se burló de mí. Algunas de mis amigas dijeron que estaban aprendiendo de mí”.

Abel y Camila están descubriendo que el prepararse para el bautismo, la confirmación y el sacerdocio les está ayudando a prepararse para otros acontecimientos importantes de la vida. Esperan ansiosos servir en una misión, casarse en el templo, llegar a ser padres y prestar servicio en la Iglesia.

“Deseo tomar buenas decisiones porque amo a mi Padre Celestial”, dice Abel.

Marvin K. Gardner es miembro del Barrio Battle Creek 7, Estaca Pleasant Grove Este, Utah.