2006
Ser valiente
enero de 2006


Ser valiente

“…Anímate y esfuérzate, y manos a la obra” (1 Crónicas 28:20).

Basado en una experiencia de la autora

El día en que me enfermé y vomité en la escuela fue mi peor día, pero también fue mi mejor día. Ése fue el día en que Rosella se hizo mi mejor amiga. Me sentía enferma y torpe, y ella se acercó, tomó unas toallas de papel y me ayudó a limpiar el piso. Cuando le dije que no era necesario que hiciera eso, me respondió: “Oh, quiero ser doctora cuando crezca, y no me molesta para nada hacer esto”. Después de clases, ella caminó conmigo hasta casa.

Daba la impresión de que Rosella nunca le tenía miedo a nada. Una vez rescató a una víbora, que no era venenosa, de manos de unos niños que la maltrataban. La llevó hasta su casa para que viviera en unos arbustos del jardín de atrás de su casa. Yo observé la víbora y sus redondos y brillantes ojos negros y me preguntaba si en algún momento iba a voltear la cabeza para morderla. Pero Rosella no parecía estar preocupada en lo más mínimo.

Un día Rosella y yo estábamos sentadas juntas en la clase de música. Estábamos ensayando canciones para el programa de la primavera cuando se escuchó la voz del director por el altavoz, y le pidió al profesor de música que fuera a su oficina. El profesor nos dijo a todos que nos portáramos bien y que volvería en un minuto, pero se ausentó por largo tiempo.

Algunos niños comenzaron a tirar montones de papel al basurero que se encontraba del otro lado del aula. Muy pronto el piso se llenó de papeles.

Uno de los niños que estaba arrojando papeles volteó hacia un niño que se llamaba Alan y le dijo: “Alan, mira el desorden que hiciste. Será mejor que recojas esos papeles”.

Alan no había arrojado ningún papel, pero aún así no alegó. Asintió con la cabeza, se levantó de su asiento y comenzó a recoger los papeles. Le llevó mucho tiempo hacerlo porque recogió cada montón, uno por uno. Alan tenía los lentes torcidos y el pelo se le paraba en mechones por toda la cabeza. Algo había sucedido cuando había nacido y no recibió suficiente oxígeno. Por esa razón, tenía problemas de aprendizaje; a veces se tropezaba o cometía errores, pero deseaba hacer amistad con todos y sonreía mucho.

Después de que Alan hubo recogido todos los papeles, volvió a su asiento. Los demás niños se reían. Cuando dio vuelta para sentarse, uno de ellos le sacó la silla. Alan cayó sentado fuertemente en el piso. Le dolió porque le vimos lágrimas en los ojos; pero cuando los niños empezaron a reírse, Alan intentó reírse también.

En ese momento, Rosella se puso de pie, caminó al otro lado del salón hasta llegar donde estaban los niños y se puso frente a ellos con una mirada desafiante. Luego le dio la mano a Alan y le ayudó a tomar asiento. La clase entera se hallaba en silencio. Ella le preguntó a Alan si se había lastimado y él, con un movimiento de la cabeza, indicó que no. Después, ella se puso las manos sobre la cadera. “Maltratar a los demás es la forma más cobarde de tratar de ser gracioso”, les dijo a los niños.

Ellos sólo la observaron. Ella no parecía estar molesta ni enojada, pero todos sabían que hablaba en serio.

Entonces Rosella se dio la media vuelta y regresó a su asiento. La clase quedó en absoluto silencio. Me pregunté qué harían los niños. Por lo general, no les gustaba que les dijeran lo que debían hacer, especialmente si se lo decía una niña. Yo esperaba que volviera el profesor antes de que sucediera algo más. Luego, uno de los niños se volvió hacia Alan. “Siento mucho que te quitamos la silla”, dijo.

Alan se agarró las manos y mostró una gran sonrisa. “Está bien. Tengo amigos”, dijo, y miró a Rosella.

En ese momento entró el profesor. Nadie dijo nada sobre los papeles y la clase continuó como de costumbre. Cuando Rosella levantó su música, me di cuenta de que las manos le temblaban, pero tenía una mirada tranquila.

Nuestra clase comenzó a ensayar. Podía oír la música del piano y a la clase cantar, pero yo pensaba en Rosella, en la forma en que había defendido a Alan a pesar de que probablemente tuviera miedo. Observé a Rosella cantar la canción y luego observé a Alan. Entonces comprendí que ser valiente no significa que no tienes miedo. Ser valiente significa hacer lo correcto aun si sientes temor.

Charmayne Gubler Warnock es miembro del Barrio Alpine 5, Estaca Alpine Oeste, Utah.

“¿Se necesitará más valentía para mantenerse erguidos? Por supuesto que sí. ¿Pueden reunir el valor suficiente? Por supuesto que pueden. Procuren fortaleza de nuestro Padre Celestial”.

Obispo H. David Burton, Obispo Presidente, “Mantengámonos erguidos”, Liahona, enero de 2002, pág. 76.