Mensaje de las maestras visitantes
Brindemos servicio y apoyo a cada hermana
Por medio de la oración, seleccione de este mensaje los pasajes de las Escrituras y las enseñanzas que satisfagan las necesidades de las hermanas a las que visite. Comparta sus experiencias y su testimonio e invite a las hermanas a las que enseñe a hacer lo mismo.
Las bendiciones del pertenecer a la Sociedad de Socorro: La Sociedad de Socorro contribuye a que las hermanas sientan que se las necesita, se las incluye, se las valora y se las ama, sin tener en cuenta sus circunstancias personales. Las hermanas de la Sociedad de Socorro se apoyan unas a otras cuando comparten su fe, su amistad y su amor.
¿De qué forma nos hace sentir la Sociedad de Socorro que se nos valora y se nos ama?
Mosíah 18:21: “Y les mandó que… fijasen su vista hacia adelante… teniendo entrelazados sus corazones con unidad y amor el uno para con el otro”.
Bonnie D. Parkin, presidenta general de la Sociedad de Socorro: “Cada vez que velamos las unas por las otras, el alma de las personas a las que visitamos se llena de las cualidades divinas de amor, paciencia, bondad, generosidad y dedicación espiritual, ensanchándose al mismo tiempo nuestras propias almas. Con ello, honramos nuestros convenios. Veo un grupo numeroso de hermanas fieles en todo el mundo que siguen adelante cumpliendo con la obra del Señor y efectuando un servicio sencillo pero significativo” (“Visiting Teaching: The Heart and Soul of Relief Society” [discurso pronunciado en el Programa de recepción al público en otoño de 2003]).
Kathleen H. Hughes, primera consejera de la Presidencia General de la Sociedad de Socorro: “A veces oímos a hermanas decir que no sienten el amor del Señor. Pero quizás sentirían más de Su amor si pudieran ver la influencia que Él tiene sobre las personas que las atienden con cariño. Podrá ser un miembro de su rama o barrio, algún vecino o incluso una persona desconocida que les haga un bien y les manifieste el amor de Cristo” (“Quienes nos brindan su amor: amigos que tienen el amor de Cristo”, Liahona, mayo de 2005, pág. 75).
¿De qué forma nos prestamos servicio y nos apoyamos unas a otras mediante la Sociedad de Socorro?
1 Tesalonicenses 5:11: “Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros”.
Presidente Gordon B. Hinckley: “¿Quién puede medir el gozo que ha llegado a la vida de… las mujeres que se han edificado unas a otras?
“¿Quién… se puede imaginar los incontables actos de caridad que se han llevado a cabo, la comida que ha llegado a mesas vacías, la fe que se ha nutrido en horas desesperantes de enfermedad, las heridas que se han vendado, los dolores que manos amorosas han aminorado y las tiernas y confortantes palabras, el consuelo que se ha dado en tiempos de muerte y de la consiguiente soledad?
“Lucy Mack Smith, madre del Profeta, al dirigirse a las hermanas de Nauvoo, dijo: ‘Debemos atesorarnos unas a otras, velar unas por otras, consolarnos unas a otras y adquirir conocimiento a fin de que todas nos sentemos juntas en el cielo’. …Las mujeres de la Iglesia no han tenido que esperar a sentarse juntas en el cielo para probar el dulce fruto de la clase de actividades que ella describió. En la tierra han experimentado lo que es el cielo, ya que en vida se han atesorado unas a otras, se han consolado unas a otras e instruido unas a otras” (“Ambitious to Do Good”, Ensign, mayo de 1992, págs. 4–5).
Élder Joseph B. Wirthlin, del Quórum de los Doce Apóstoles: “La Iglesia no es un lugar donde se reúnen personas perfectas para decir cosas perfectas o tener pensamientos y sentimientos perfectos. Más bien es un lugar donde se reúnen personas imperfectas para brindarse ánimo, apoyo y servirse mutuamente… estamos aquí con el mismo propósito: aprender a amarlo [a Dios] con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerza, y a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos” (“La virtud de la bondad”, Liahona, mayo de 2005, pág. 28).