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Esfuérzate y prepárate
No me fue bien en el ensayo de lengua malaya durante el examen del primer semestre y mi puntaje dentro de la clase disminuyó muchísimo. Estaba muy molesto, pero sabía que la culpa era sólo mía, ya que había pasado muchas horas después de la escuela jugando con amigos en vez de hacer la tarea y estudiar. Mi madre y yo hicimos un plan para ayudarme a mejorar. Cada día, cuando mamá me lo pedía, terminaba la tarea sin quejarme y los dos orábamos para que me fuera bien en el examen del segundo semestre. Me esforcé durante todo el semestre. Una semana antes del examen, mi madre sintió que debía preparar un tema especial para la parte del examen que consistía en una composición. La maestra decide qué tema será y la nota que nos ponen depende de cuán bien hayamos escrito acerca de ese tema.
El día del examen, me sorprendí al ver que ¡el tema que la maestra había elegido era el mismo para el cual me había preparado! Gracias a que me había esforzado y me había preparado, aunque no sabía cuál sería el tema, escribí muy bien y ¡me saqué la nota máxima! Mi maestra se sorprendió al ver que había mejorado tanto.
Obtuve un testimonio con respecto al trabajo: sé que, si oramos y trabajamos arduamente, recibiremos la inspiración que nos ayudará a lograr el éxito en nuestro trabajo.
Ethan D., 11 años, Malasia
Cuando era pequeño, mi madre me llevaba a muchos bautismos; sin embargo, el año pasado, cuando ya tenía la edad suficiente para bautizarme, estaba muy nervioso: tenía miedo de no poder participar correctamente de la ordenanza, como las personas a las que había visto. Y, más que nada, tenía miedo de entrar en el agua. Pero el Espíritu Santo me ayudó. Me pareció que todo el tiempo escuchaba las palabras: “¡No temas! ¡No temas!”. El Espíritu Santo me ayudó a superar esos problemas y entonces me pude bautizar, algo que era muy importante para mí. Fui muy bendecido. Cuando salí del agua, ya no le tenía más miedo y me sentía bien en mi interior.
Bryan K., 9 años, Taiwán
A veces cuando estoy acostada en la cama, me imagino qué podría pasar si la casa se incendiara, y entonces me asusto mucho. Cuando sucede eso, oro al Padre Celestial. Entonces me viene un sentimiento de tranquilidad y puedo dormirme sin problemas. Estoy agradecida por poder orar al Padre Celestial cada vez que estoy asustada o triste. Él me ayuda a superar todas las cosas.
Lea M., 9 años, Alemania