El presidente Thomas S. Monson ha instado a los Santos de los Últimos Días a que sigamos ejerciendo nuestra fe y oraciones para que los “lugares del mundo donde nuestra influencia es limitada y donde no se nos permite compartir el Evangelio” se abran (véase la barra lateral de la página 25). Él estuvo presente en la histórica reunión de 1974 en la que el presidente Spencer W. Kimball (1895–1985) instó a los líderes de la Iglesia a alargar el paso y a ampliar su visión para magnificar el programa misional en el mundo entero y “para encontrar las llaves que muchas naciones parecen haber perdido, mediante las cuales podamos abrir esos mundos”1.
El presidente Monson promete que pueden producirse milagros a medida que persistamos en nuestra fe y oraciones. Él sabe por experiencia que esto es cierto. En los años posteriores a la súplica del presidente Kimball, él presenció un aumento espectacular en el número de misioneros y bautismos de conversos2. Fue testigo de la apertura de muchas regiones a medida que los Santos de los Últimos Días obedecían la súplica del presidente Kimball de orar para que las naciones del mundo abrieran sus puertas a la predicación del Evangelio. El presidente Monson jugó un papel decisivo en la construcción del Templo de Freiberg, Alemania. Él presenció la apertura de muchos países al Evangelio tras la caída del Muro de Berlín en 19893.
Él y todos los profetas de los últimos días desde la restauración del Evangelio saben que estas palabras escritas por el profeta José Smith en marzo de 1842 son verdaderas: “El estandarte de la verdad se ha izado; ninguna mano impía puede detener el progreso de la obra; las persecuciones podrán encarnizarse, los populachos se podrán combinar, los ejércitos podrán juntarse y la calumnia podrá difamar; mas la verdad de Dios seguirá adelante valerosa, noble e independientemente hasta que haya penetrado en todo continente, visitado todo clima, abarcado todo país y resonado en todo oído, hasta que se cumplan los propósitos de Dios y el gran Jehová diga que la obra está concluida”4.
Aunemos nuestra fe y oraciones para que las regiones que actualmente están cerradas se abran y se produzcan milagros al aceptar la invitación del presidente Monson.