2010
Sé ejemplo de los creyentes
Noviembre de 2010


Sé ejemplo de los creyentes

Deseo invitarles a ser “ejemplo de los creyentes… en fe y en pureza”.

Mary N. Cook

Hace poco, nació en nuestra familia la pequeña Ruby. Al contemplar su dulce carita, me maravillé por el conocimiento de que, antes de que viniera a la tierra, ella vivió en la presencia de nuestro Padre Celestial, aceptó Su gran plan de felicidad y escogió seguirlo a Él y a Jesucristo, nuestro Salvador1. A causa de su decisión, se le permitió venir a la Tierra a experimentar la mortalidad y progresar hacia la vida eterna. Con su espíritu unido a su cuerpo, Ruby ha entrado en una etapa de aprendizaje en la que puede probarse a sí misma, escoger seguir a Cristo y prepararse para ser digna de la vida eterna.

Ruby llegó a esta tierra siendo pura pero, como parte del plan, enfrentará pruebas y tentaciones, y cometerá errores. Sin embargo, mediante la Expiación de nuestro Salvador, Ruby puede ser perdonada, recibir una plenitud de gozo y ser pura de nuevo, para estar lista y vivir para siempre en la presencia de nuestro Padre Celestial.

A las pocas horas de haber nacido, tuve el privilegio de sostener a esa preciosa criatura en mis brazos; le dije a su madre: “Ah, tenemos que enseñarle a Ruby a ser una mujer virtuosa, pura y valiosa, como lo implica su nombre”2.

Su madre respondió: “Voy a empezar hoy mismo”.

¿Qué hará la madre de Ruby para “empezar hoy mismo”? ¿Cómo podemos los padres, los abuelos y los líderes encaminar a nuestros hijos y a nuestros jóvenes en el sendero de la vida eterna, y mantenerlos en él? Debemos “[ser] ejemplo de los creyentes”3.

El profeta Brigham Young dijo: “Nunca debemos permitirnos hacer nada que no estemos dispuestos a ver hacer a nuestros hijos. Debiéramos darles el ejemplo que deseamos que imiten”4. Cada uno de nosotros puede empezar hoy mismo a llegar a ser ese buen ejemplo.

Hoy deseo invitarles a ser “ejemplo de los creyentes… en fe y en pureza”5, dos principios necesarios para la salvación.

Sean ejemplo de los creyentes en fe. Refuercen activamente su propia fe y testimonio de Jesucristo, preparándose así para testificar a sus hijos mediante la palabra y el ejemplo.

Permítanme hablarles de una madre maravillosa cuya vida fue un ejemplo de fe. Cuando el profeta José Smith era un jovencito, observaba a su madre, Lucy Mack Smith, de quien aprendió a tener fe en Dios. Para buscar respuestas, Lucy escudriñaba las Escrituras6, y también José empleó esa práctica, acudiendo a la Biblia en busca de guía, así como su madre lo había hecho7.

Lucy también solucionaba problemas familiares solicitando en privado la ayuda del Señor mediante la oración. Un día en que se produjo cierto desacuerdo en la familia respecto a la religión, Lucy dijo que se retiró a “una arboleda de bellos cerezos silvestres no muy lejana y [oró] al Señor…”8.

Lucy también oraba con gran fe cuando se enfrentaba a cuestiones personales de salud cuando José casi perdió una pierna a causa de la osteomielitis, y cuando Sophronia, hermana de José, casi muere de fiebre tifoidea. Respecto a la enfermedad de Sophronia, Lucy escribió: “Miré fijamente a mi niña… Mi esposo y yo nos tomamos de la mano y nos arrodillamos a un lado de su cama, donde derramamos nuestro dolor y nuestras súplicas en su oído…”9. Sophronia vivió. Estoy convencida de que los hijos de Lucy solían verla orar con fe, y recibir respuestas a esas oraciones.

Lucy oraba con fe para recibir guía, y José también se retiró a una arboleda donde él oró con fe, en busca de una respuesta del Señor, tal y como su madre la había recibido.

Al igual que Lucy, debemos mostrar a nuestros hijos y nuestros jóvenes cómo fortalecer su fe y su testimonio de Jesucristo al fortalecer el nuestro a través del estudio de las Escrituras y de la oración, de manera individual y con ellos.

A diferencia de Lucy, hoy día somos bendecidos por tener más que la Biblia. Tenemos Escrituras de los últimos días y las palabras de nuestros profetas de los últimos días, porque “a salvo nos [pueden] guiar”10 por el sendero de la vida eterna. En el Libro de Mormón se nos enseña acerca de aquellos que, estando en el sendero, se hallaban “asidos constantemente a la barra de hierro”11, la cual representaba “la palabra de Dios”12. En el mundo actual, repleto de tentaciones, “mantenerse asidos” puede resultar difícil, pues Satanás, con sus engaños, trata de alejarnos del camino de Dios. Si tenemos una mano en la barra de hierro y la otra en el mundo, ponemos a nuestros hijos y jóvenes en peligro de desviarse del sendero. Si nuestro ejemplo resulta confuso, sucede que, en las palabras de Jacob, perdemos “la confianza de [nuestros] hijos por causa de [nuestros] malos ejemplos…”13.

Padres, abuelos y líderes, su mensaje debe ser claro, y la claridad sólo se puede obtener al tener ambas manos en la barra y al vivir las verdades que se encuentran en las Escrituras y en las palabras de los profetas de los últimos días. Tal vez no estén criando a un profeta, como lo hacía Lucy, pero ciertamente están criando a los líderes del mañana, y las obras de ustedes están tangiblemente unidas a su fe.

El siguiente paso es ser ejemplo de los creyentes en pureza. La única manera de llegar a ser puros es mediante la Expiación de nuestro Salvador. Para cada uno de nosotros, el proceso de llegar a ser puros comienza con la fe, el arrepentimiento y nuestro primer convenio: el bautismo.

A fin de ayudar a nuestros hijos a vivir su convenio bautismal, el élder Robert D. Hales aconsejó lo siguiente: “Les enseñamos que, en cuanto salen del agua, salen del mundo y entran en el reino de Dios. Mediante un convenio, acceden a obedecer Sus mandamientos…”14.

“Los convenios nos colocan bajo una fuerte obligación de honrar nuestros compromisos con Dios. Para guardar nuestros convenios, debemos abandonar las actividades o los intereses que nos impidan honrarlos”15.

Para la fortaleza de la juventud es una maravillosa herramienta para ayudar a los jóvenes a entender esta sagrada obligación de efectuar convenios y las bendiciones de pureza que se reciben al honrar los convenios. Contiene palabras de los profetas de los últimos días: la barra de hierro que los guiará a salvo por el sendero estrecho y angosto, alejándolos de las trampas de Satanás que pueden retrasar su progreso. En este folleto encontrarán también muchas bendiciones procedentes de la obediencia y del buscar aquello que es “virtuoso [y] bello”16.

Padres, consigan un ejemplar de este librito, léanlo a menudo y vivan sus normas ustedes mismos. Tengan conversaciones reflexivas del Evangelio con los jóvenes a fin de ayudarlos a desarrollar su propio deseo de vivir y descubrir por sí mismos el significado y el propósito de las normas.

Las normas de las secciones “La diversión y los medios de comunicación” y “El modo de vestir y la apariencia” pueden resultar en particular difíciles a causa de que cada vez están en mayor desacuerdo con las normas del mundo.

Debemos seguir el modelo de lo que es virtuoso y bello de lo que elijamos de los medios de comunicación. Debemos tener cuidado de que los medios de comunicación que invitemos a nuestro hogar no adormezcan la sensibilidad al Espíritu, no dañen las relaciones con nuestra familia y amigos, ni revelen prioridades personales que sean contradictorias con los principios del Evangelio. Por medio del ejemplo podemos ayudar a nuestros hijos a entender que pasar largos períodos de tiempo en internet, las redes sociales, los celulares, los videojuegos o viendo televisión nos aleja de actividades productivas y de valiosas interacciones con los demás.

También imitamos lo que es virtuoso y bello mediante nuestro modo de vestir y nuestra apariencia. Nosotros, el pueblo del convenio, tenemos la responsabilidad de cuidar, proteger y vestir debidamente nuestro cuerpo. Debemos ayudar a nuestros hijos y jóvenes a entender que consideramos el cuerpo como un templo y un don de Dios17. Nosotros damos el ejemplo al negarnos a comprar o a vestir ropa inmodesta que sea demasiado ajustada, demasiado transparente o reveladora de algún modo.

Quienes observan sus convenios se esfuerzan por ser obedientes “en todo tiempo… y en todo lugar”18 debido a su amor por Dios y las bendiciones que Él les promete. Una noche, mientras paseaba con mi esposo, pasamos frente a una recepción de bodas al aire libre. No conocíamos a aquellas personas, pero la impresión de virtud fue inmediata. Las decisiones que habían tomado en cuanto a la música y el vestir eran encantadoras. El radiante traje de la novia era indudablemente modesto, al igual que los vestidos de las damas de honor. Aquella familia optó por no mezclar los caminos del mundo con la santidad de aquel día.

Ahora, permítanme dirigir unas palabras a los maravillosos jóvenes de nuestra Iglesia. Gracias por los ejemplos de rectitud que dan a sus amigos, maestros, líderes y familias. Reconozco que muchos de ustedes son los únicos miembros de la Iglesia que hay en sus familias; es posible que incluso asistan solos a la Iglesia. Los felicito por su compromiso y su ejemplo de rectitud. Sean pacientes y sigan viviendo en rectitud. Hay muchas personas dispuestas a ayudarlos. El presidente Thomas S. Monson dijo: “Incluso una familia ejemplar… puede aprovechar toda la ayuda y todo el apoyo que pueda recibir de hombres [y mujeres] buenos que en verdad se [preocupan]”19.

Busquen en sus barrios y estacas a líderes y amigos que sean ejemplos de los creyentes, y aprendan de ellos.

Cuando yo era una jovencita, buscaba ejemplos de los creyentes. Además de mis padres, uno era mi tía Carma Cutler. Recuerdo claramente sus palabras en un programa de noche de normas de estaca cuando yo tenía dieciséis años. Enseñó sobre la importancia de ser castas y dignas de casarse en el templo. Su testimonio me conmovió profundamente. Yo había observado su vida virtuosa desde pequeñita y sabía que estaba en armonía con sus enseñanzas. Deseé seguir su ejemplo.

Hombres y mujeres jóvenes, ustedes pueden empezar hoy mismo siendo un ejemplo de los creyentes en fe y en pureza. Fortalezcan su fe y su testimonio diariamente mediante el estudio de las Escrituras y la oración. Honren su convenio bautismal que los conservará puros y dignos de la guía del Espíritu Santo. Pueden empezar hoy mismo a ser la clase de ejemplo que otros seguirán.

Y nunca se sabe, pero tal vez ustedes sean el ejemplo que mi pequeña Ruby necesite algún día. De momento, ella tiene un maravilloso comienzo en el sendero que conduce a la vida eterna. Sus padres están fijando modelos de rectitud en su hogar, comenzando cada día con la determinación de ser ejemplos de los creyentes. Esperamos que Ruby utilice su albedrío para decidir seguir.

Me siento agradecida por el plan de felicidad y testifico que es el único medio para que Ruby y cada uno de nosotros seamos puros de nuevo y vivamos para siempre en la presencia de nuestro Padre Celestial. Ruego que empecemos hoy mismo. En el nombre de Jesucristo. Amén.