Peldaños a la felicidad
De un discurso que dio a los jóvenes de Salta, Argentina, en noviembre de 2011.
Los mandamientos no se dan con el fin de restringir, sino más bien con el fin de hacer posible lo que verdaderamente deseamos y lo que nuestro Padre Celestial, que nos ama, desea para nosotros.
A veces, algunas personas se confunden y piensan que los mandamientos son restricciones o limitaciones que complican la vida, que nos privan de oportunidades, de la felicidad o de los placeres de la vida. La realidad es que los mandamientos nos protegen y nos conducen a la felicidad. No tienen la finalidad de limitar, sino de hacer posible —permitirnos alcanzar en esta vida y en la venidera— lo que verdaderamente deseamos y lo que nuestro Padre Celestial, que nos ama, desea para nosotros.
Son como una escalera: cada peldaño podría representar un mandamiento y, tras la obediencia a cada mandamiento, ascendemos. Luego, si comprendemos la esencia de los mandamientos, queremos más. No nos resentimos por los mandamientos; queremos más para poder progresar más; y un Padre Celestial que nos ama nos da según nuestros deseos. Si lo deseamos, Él nos dará más mandamientos para facilitar nuestro progreso.
Así que, jóvenes, por favor no se quejen de los mandamientos. No digan: “No quiero más”; digan, en cambio, “Sí, más, más. Quiero progresar; quiero ser feliz; quiero ser como mi Padre Celestial. Los mandamientos me muestran la forma de hacerlo; allanan mi camino y además me protegen del mal y de las cosas que destruyen la felicidad y, a veces, hasta protegen la vida misma”.
Espero que estén convencidos. Debemos hacer todo lo que sea necesario a fin de guardar los mandamientos, aun cuando parezca que nos encontramos totalmente solos al hacerlo.