La botellita de silencio
El autor vive en Utah, EE. UU.
¿Por qué el abuelo le daría a Gage una botella vacía?
“La paz os dejo, mi paz os doy” (Juan 14:27).
Gage se quedó mirando la vieja botella vacía y la dio vuelta en las manos; era pequeña y de un color verdoso, con un tapón de corcho. El abuelo Russell se la había dado después de su bautismo.
“¿Qué es?”, preguntó Gage. “Sé que es una botella, pero no tiene nada adentro”.
“Oh sí, está llena”, dijo el abuelo.
Gage agitó la botella. “Pues a mí me parece que está vacía”.
El abuelo se rio; le quitó el corcho y sostuvo la botellita junto a la oreja de Gage. “¿Lo oyes?”, susurró.
“¿Que si oigo qué?”, susurró Gage.
El abuelo sonrió. “El silencio”, dijo; y entonces volvió a poner el corcho en la botella. “En el mundo de hoy en día, es bastante difícil encontrar silencio; es como la medicina, y cada gota es tan preciosa como el oro”.
Gage le dio las gracias y se llevó el extraño regalo del abuelo a casa, pero no pensó mucho en ello.
Unas semanas después, falleció Vince, el tío de Gage. Después del funeral, muchos familiares se juntaron en la sala de estar de la casa de Gage para conversar. Gage se escapó a su habitación y cerró la puerta. Podía oír las voces amortiguadas de sus padres y sus familiares al otro lado del pasillo.
Gage vio la vieja botella verde encima de su escritorio, la agarró y la dio vuelta en las manos. El abuelo había dicho que el silencio era como la medicina. Gage necesitaba encontrar un poco de paz y consuelo después del funeral del tío Vince.
Quitó el corcho de la botella y la sacudió por encima de la cabeza, como si intentara echarse un poco de silencio. Sabía que en realidad la botella no estaba llena de silencio, pero también sabía que necesitaba un poco de tranquilidad para sentirse cerca de Dios.
Sintió que los ojos se le llenaban de lágrimas. El tío Vince ya no estaría allí; no habría más bromas ni lucha libre con él. A Gage le dolía el corazón por extrañarlo.
Entonces, en el silencio, sintió que algo cálido le llenaba el corazón y suavizaba el dolor. Recordó que el tío Vince no se había ido para siempre; tan solo había pasado al mundo siguiente. Gracias a Jesucristo y al Plan de Salvación, todos vivirían para siempre. Gage sabía que algún día volvería a ver a su tío Vince.
Al sostener la botella en las manos, Gage sintió paz en su interior; sabía que era por el Espíritu Santo y no por la botella. La botella tan solo le había recordado estar en silencio para poder sentir el Espíritu Santo; le puso el corcho y la dejó allí.
Después volvió a la sala para estar con su familia. Podía llevar la paz y el consuelo del Espíritu Santo en su interior incluso fuera de su habitación silenciosa.