Voces de los Santos de los Últimos Días
Empleo: Mucha fe y pocos muebles
Lenine Santiago Duarte Nazareno, Salvador, Bahía, Brasil
Cuando mi esposa y yo nos casamos, yo no tenía empleo; teníamos muy pocos muebles, pero teníamos mucho amor y mucha fe.
Cuando por fin encontré trabajo, me veía obligado a trabajar los domingos por la tarde. Le había prometido al Señor que no trabajaría en Su día, pero todavía tenía la responsabilidad de mantener a mi familia. Aun así, la promesa que había hecho no se me iba de la mente.
Recibí la respuesta el domingo siguiente mientras cantaba “Bienvenido, día santo” (Himnos, nro. 182) y al darme cuenta de la importancia del día de reposo. Después de saber que intentar conseguir que me cambiaran el horario de trabajo no era una opción, renuncié a mi trabajo. Seguimos adelante, con la confianza de que el Señor cuidaría de nosotros. Mi esposa trabajaba para mantenernos, y tuvimos nuestra primera hija, Saría. Mientras tanto, tomé un curso de mecánica electrónica, utilizando el Fondo Perpetuo para la Educación; pero, aun así, no conseguía trabajo.
Mi esposa tuvo que volver a trabajar tres meses después de que Saría nació, pero la pequeña la echaba muchísimo de menos. Oramos para saber qué hacer y decidimos que ella dejara de trabajar. Parecía insensato, pero nos pareció que era lo que teníamos que hacer. Disponíamos de cuatro meses de seguro de desempleo para que yo encontrara trabajo, y un día milagroso conseguí un empleo temporal.
Cuando nació nuestra segunda hija, Amanda, por fin obtuve un contrato de aprendizaje técnico, pero las cosas siguieron siendo difíciles. Aún teníamos pocos muebles y ningún trabajo estable. En dos ocasiones tomé el curso profesional sobre la autosuficiencia que ofrece la Iglesia, y me esforzaba todo lo posible, pero lo poco que ganaba apenas cubría nuestras necesidades básicas.
Quince meses después de que empecé mi formación, conseguí mi trabajo actual. Actualmente soy técnico en la medición de la energía eléctrica en un gran centro comercial. Trabajo de lunes a viernes, lo que considero un milagro en esta industria. Todos mis otros colegas trabajan los domingos y los días festivos. ¡Tenemos un seguro de salud y muebles! Sé que el Señor y el Fondo Perpetuo para la Educación me ayudaron a llegar a este punto. Sé que si hacemos nuestra parte, el Señor siempre hará la Suya, y seremos capaces de seguir siendo autosuficientes.