Mensaje de las maestras visitantes
Cómo cultivar la unidad familiar
Estudie este material con espíritu de oración y procure saber lo que debe compartir. ¿De qué manera el entender el documento “La Familia: Una Proclamación para el Mundo” aumentará su fe en Dios y bendecirá a las hermanas que están bajo su cuidado en el programa de maestras visitantes? Si desea más información, visite reliefsociety.lds.org.
“El esposo y la esposa tienen la solemne responsabilidad de amarse y de cuidarse el uno al otro, así como a sus hijos”1. “El hogar ha de ser el laboratorio de Dios para el amor y el servicio”, dijo el presidente Russell M. Nelson, Presidente del Cuórum de los Doce Apóstoles.
“Nuestro Padre Celestial desea que los cónyuges sean fieles el uno al otro, y que estimen y traten a sus hijos como herencia de Jehová”2.
En el Libro de Mormón, Jacob dijo que el amor que los maridos sentían por sus esposas, el amor que las esposas sentían por sus maridos y el amor que ambos sentían por sus hijos, era una de las razones por las que hubo un momento en que los lamanitas fueron más justos que los nefitas (véase Jacob 3:7).
Una de las mejores maneras de invitar el amor y la armonía a nuestro hogar es hablar con bondad a los miembros de nuestra familia. El hablar con bondad invita la presencia del Espíritu Santo. La hermana Linda K. Burton, Presidenta General de la Sociedad de Socorro, nos pidió que considerásemos “¿con cuánta frecuencia ‘[nos hablamos] con tiernos acentos’ a conciencia?”3.
Escrituras adicionales
Relatos de la vida real
El élder D. Todd Christofferson, del Cuórum de los Doce Apóstoles, compartió una experiencia de su infancia que grabó en él la importancia de una familia amorosa. Cuando sus hermanos y él eran niños, su madre se sometió a una operación quirúrgica para erradicar un cáncer que hizo que fuera muy doloroso para ella usar el brazo derecho. Con una familia de varones, había mucho que planchar; y cuando su madre planchaba, con frecuencia tomaba un descanso e iba a la habitación a llorar, hasta que el dolor disminuía.
Cuando el padre del élder Christofferson se dio cuenta de lo que pasaba, en secreto dejó de llevarse comida para el almuerzo durante cerca de un año a fin de ahorrar suficiente dinero para comprar una máquina que hiciera que planchar fuera más fácil. A causa del amor por su esposa, él estableció un ejemplo para sus hijos de cómo cuidarse unos a otros en el seno de la familia. De esa bondadosa interacción, el élder Christofferson dijo: “En ese tiempo yo no me percaté del sacrificio y del acto de amor de mi padre por mi madre; pero ahora que lo sé, me digo a mí mismo: ‘He ahí a un [gran] hombre’”4.