Voces de los Santos de los Últimos Días
Preparación para emergencias: Terremotos y damajuanas
Ricardo Sosa, Santa Lucía, Argentina
Cuando tenía nueve meses, a mis padres —una pareja joven con tres hijos y esperando otro— los sorprendió un terremoto de 7,5 de magnitud en Argentina. Cuando la casa comenzó a derrumbarse, mi padre y mi madre nos agarraron y corrieron. Después de verificar que estábamos bien, vieron los estragos a su alrededor. Mi padre rápidamente evaluó los daños y las pérdidas, y se dio cuenta de que no tendríamos agua limpia del sistema público. Ni siquiera había suficiente agua para quitarnos el polvo que nos había cubierto cuando se derrumbaron las casas.
Una vez que se tranquilizó un poco, mi padre tomó su bicicleta y fue a ver cómo estaba su madre, que vivía a unas pocas cuadras. Cuando llegó a la casa destruida de su madre, caminó hacia la parte de atrás, donde ella estaba sentada con solo unos rasguños.
Mi abuela le pidió a mi padre que salvara algunas cosas de entre el escombro y, al hacerlo, encontró dos damajuanas (recipientes de vidrio en los que se vendían de 20 a 60 L de vino) llenas de agua potable. No habían sufrido ningún daño.
Unos meses antes del terremoto, el presidente Spencer W. Kimball (1895–1985) había instruido a los santos de todo el mundo que almacenaran alimentos y agua. Mi abuela, una conversa reciente, había escuchado. Con esas dos damajuanas pudimos satisfacer las necesidades de nuestra familia por un par de días hasta que llegó la ayuda de emergencia.
Ese ejemplo de obediencia de mi abuela fue un testimonio para mi padre, que más tarde se convirtió al Evangelio. Desde entonces, nuestra familia ha sido sellada en el templo. Estoy tan agradecido por la fe y la obediencia de mi abuela al llamado de estar preparada.