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5 razones por las que los solteros deberían participar en sellamientos en el templo
¡Podemos beneficiarnos al participar en sellamientos incluso mientras somos solteros!
Cuando los profetas nos instan a realizar las ordenanzas del templo por nuestros antepasados, eso incluye todas las ordenanzas de salvación necesarias. Sin embargo, algunos jóvenes adultos solteros tal vez eviten los sellamientos con la idea de que son relevantes solo para aquellos que están casados, ¡pero eso no es cierto! Hay bendiciones exclusivas de la ordenanza del sellamiento que pueden ayudarnos ahora mismo si participamos.
Muchos adultos solteros suponen que realizar sellamientos vicarios sin un cónyuge puede ser embarazoso. No obstante, al igual que con la mayoría de las ordenanzas, nuestra experiencia depende de nuestra preparación. Si vemos una sesión de sellamiento como una oportunidad de aprender, ayudar a redimir a los muertos y sentir el Espíritu, entonces no nos preocupará nuestro estado civil.
A continuación hay cinco razones por las que aquellos que somos solteros podemos disfrutar el realizar sellamientos.
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Llegaremos a entender y a apreciar la importancia de la ordenanza del sellamiento.
Puede que no estemos casados, pero eso no significa que no estamos preparados para ser bendecidos con una mayor comprensión del convenio eterno del matrimonio. De hecho, el modelo del Evangelio para todos nuestros convenios es aprender acerca de ellos antes de realizarlos. En ninguna otra parte del templo podemos escuchar las poderosas palabras de la ordenanza del sellamiento, las cuales están llenas de enseñanzas profundas y promesas celestiales. Podemos aprender mucho acerca del “nuevo y sempiterno convenio” (Doctrina y Convenios 132:19) mediante las Escrituras, los líderes de la Iglesia y otros materiales de la Iglesia. Sin embargo, si tenemos la oportunidad, el participar en sellamientos por nuestros antepasados puede ayudarnos a comprender todas las gloriosas implicaciones de esa ordenanza para nuestro futuro.
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Los sellamientos vicarios nos ayudarán a prepararnos para ser mejores cónyuges.
Ya sea que nuestro propio sellamiento ocurra en un futuro cercano o lejano, estaremos más preparados para el matrimonio eterno al profundizar nuestro entendimiento de esa ordenanza suprema. Una de las mejores maneras de familiarizarnos con esos convenios que haremos “así por el tiempo como por toda la eternidad” (Doctrina y Convenios 132:7) es presenciarlos cuando se realizan en el templo. Podemos escuchar las promesas que haremos a nuestro cónyuge y al Señor para que cuando en efecto estemos casados, sepamos qué se espera de nosotros y estemos listos para cumplir con esas expectativas. Si somos fieles, no se nos negará ninguna bendición prometida del Evangelio. El escuchar las bendiciones de la ordenanza del sellamiento mientras somos solteros puede darnos algo maravilloso que anhelar, cuando sea que llegue ese momento.
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¡Nuestros antepasados están esperando que realicemos los sellamientos por ellos!
La obra del templo es aun mejor cuando va acompañada de la historia familiar. Experimenté eso en carne propia cuando llevé un nombre de un familiar, por quien ya había recibido todas las demás ordenanzas, para sellarlo a sus padres. Tuve una fuerte impresión espiritual de que mi antepasado estaba observando y que había aceptado la obra que yo había hecho por él. Ese sentimiento no habría sido el mismo si yo hubiese realizado todo menos el sellamiento.
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Los sellamientos brindan oportunidades únicas de aprender.
Cada ordenanza del templo está llena de simbolismo. Los sellamientos en el templo nos enseñan verdades que no se enfatizan en otras ordenanzas mediante símbolos, como el altar y los espejos que están colocados para representar la eternidad. Podemos escuchar las palabras sagradas del convenio del sellamiento. En ocasiones, el sellador hasta podría hacer algunos comentarios inspirados sobre la importancia y el significado de la ordenanza.
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Los sellamientos ponen nuestra vida en perspectiva.
El participar en sellamientos vicarios no cambia nuestro estado civil, pero nos da una idea clara de lo que nos espera. Ayudar a nuestros antepasados a realizar ese convenio nos ayudará a trazar el curso para hacer lo mismo. Si vemos las bendiciones de la eternidad solo como metas elevadas y lejanas, nos privamos de la oportunidad de comenzar a experimentarlas ahora. El Evangelio se trata de prepararnos para los convenios y honrarlos, y una manera poderosa de hacerlo es vivir dignamente y llevar a cabo todas las ordenanzas esenciales del templo.