2019
Aprender una nueva forma de aprender
Marzo de 2019


Ven, sígueme

Aprender una nueva forma de aprender

A medida que avanzamos, considere estos cinco principios que guían el aprendizaje y la enseñanza del Evangelio.

Han pasado dos meses desde que comenzamos a utilizar Ven, sígueme en la Primaria, la Escuela Dominical y el hogar. ¿Cuáles son sus primeras impresiones? ¿Cómo les han ayudado a usted y a su familia estos nuevos recursos?

Piense en las respuestas a esas preguntas al leer los siguientes principios que pueden ayudarnos a utilizar con éxito estos nuevos recursos. Analizaremos de qué manera estos cinco principios pueden aplicarse tanto a los alumnos como a los maestros.

Imagen
woman studying

FOTOGRAFÍAS POR Tiffany Myloan Tong

Principio 1: El nuevo curso de estudio se centra en mejorar el aprendizaje en el hogar.

Para el alumno:

Cada semana tiene 168 horas, y solo algunas de ellas las pasamos en la Iglesia. Por tanto, si bien usted puede estar aprendiendo mucho en las clases de la Iglesia, también querrá esforzarse por aprender y vivir el Evangelio a lo largo de la semana. Considere que el aprendizaje espiritual es como el ejercicio: usted verá más beneficios si hace ejercicio varias veces por semana que si lo hace solo un día a la semana. Además, al grado que estudie las Escrituras en el hogar, recibirá perspectivas y entendimiento espiritual que bendecirán su vida y la vida de otras personas a medida que comparta lo que aprenda.

Para el maestro:

Tal vez no sea suficiente dar una buena lección cada domingo. Una de las metas del maestro debe ser promover el estudio personal y familiar de las Escrituras. ¿Qué experiencias tuvieron los miembros de la clase al estudiar las Escrituras esta semana? ¿Qué reflexiones pueden compartir? Quizás le sea útil ver su función como la del director de un coro que enseña canto y que hace que todas las voces se unan en una hermosa armonía. Usted pude enseñar una lección, dirigir el análisis y aportar todo lo que sabe, pero no creará música inspiradora si lo miembros de la clase no comparten sus propias perspectivas e inspiración.

Principio 2: El Señor desea que aprendamos y que aumentemos nuestra comprensión de la doctrina.

Para el alumno:

Cuando usted estudia las Escrituras, puede hallar verdades del Evangelio —doctrina— que le ayudan a conocer mejor a Dios y a adquirir un mayor entendimiento para afrontar sus desafíos. También podría descubrir que algunas verdades del Evangelio se declaran directamente en el texto, mientras que otras están implícitas. Piense en su búsqueda de la verdad como la búsqueda de un tesoro escondido. Tal vez necesite excavar un poco para desvelar y descubrir la verdad, pero al final, tendrá “el máximo don que podría mortal anhelar”1.

Para el maestro:

Los maestros son más que facilitadores y moderadores; tienen la obligación de enseñar la doctrina, de testificar, guiar e inspirar. A medida que se prepare para enseñar por medio del estudio, de la meditación y la oración, estará listo para ayudar a quienes enseña a comprender mejor una doctrina inspirada y a actuar de acuerdo con ella. Tenga confianza en su función de maestro en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Con un esfuerzo conjunto, usted puede enseñar más como el Salvador.

Imagen
woman teaching at church

Principio 3: La revelación personal es fundamental en el aprendizaje y la enseñanza del Evangelio en la Iglesia.

Para el alumno:

El presidente Russell M. Nelson recientemente invitó a los miembros de la Iglesia a que “aumenten su capacidad espiritual para recibir revelación”2. Al estudiar la palabra de Dios, usted le demuestra a Él que desea recibir revelación. La revelación personal a menudo llega cuando estudiamos revelaciones que el Señor ya ha dado a Sus profetas. Parafraseando el noveno artículo de fe: cuando estudiamos todo lo que Dios “ha revelado”, nos preparamos para recibir “todo lo que actualmente revela” y todo lo que “aún revelará”.

Cuando reciba revelación, adopte el hábito de escribir sus impresiones y de actuar de acuerdo con ellas. Eso no solo le demuestra al Señor que usted valora las cosas que Él le enseña, sino que comprende que, a fin de cambiar gracias a lo que aprendemos, debemos ponerlo en práctica3.

Para el maestro:

La revelación en cuanto a lo que debe enseñar en clase se puede recibir de muchas maneras. Se podría recibir mientras usted estudia las Escrituras o mientras repasa los recursos de Ven, sígueme para el hogar o para las clases de la Iglesia. Cuando llegue la inspiración, escriba las impresiones que reciba y actúe de acuerdo con ellas.

Aun después de planificar lo que podría hacer en clase, no tenga miedo de seguir la inspiración durante la clase a fin de satisfacer las necesidades de quienes enseña.

Principio 4: Los nuevos materiales son recursos, no son la fuente.

Para el alumno:

La palabra de Dios es una fuente de conocimiento y fortaleza espirituales. Ven, sígueme — Para uso individual y familiar tiene como fin ser un recurso que apoya el estudio personal y familiar de las Escrituras. Utilícelo como una guía o ayuda a medida que estudie el Nuevo Testamento. Si usted tiene hijos, puede utilizarlo para planificar experiencias inspiradoras durante la noche de hogar y ayudar a su familia a estudiar las Escrituras juntos. Los adultos solteros podrían reunirse y utilizarlo para estudiar las Escrituras en grupo. Utilice el recurso de cualquier modo que les sea útil a usted y a su familia para recibir el poder que proviene de aprender la palabra de Dios y actuar de acuerdo con ella.

Para el maestro:

Recuerde que los miembros de la clase tienen experiencias poderosas mientras estudian en el hogar. Dedique tiempo cada clase a averiguar qué están aprendiendo. Los recursos de Ven, sígueme para la Escuela Dominical y para la Primaria proporcionan actividades sugeridas a fin de ayudarle a crear experiencias interesantes de aprendizaje para quienes usted enseña. Sin embargo, no se sienta limitado por lo que está escrito en las páginas; modifique o cree actividades que considere que aumentarán la fe, el entendimiento y el testimonio de los miembros de la clase. Si algunos alumnos no sienten el deseo de compartir mucho, está bien. Hágales saber que la fe de ellos también se expresa al estar presentes y tener el deseo de escuchar la palabra de Dios.

Principio 5: Podemos mejorar nuestros esfuerzos por ministrar a los demás.

Para el alumno:

Sus esfuerzos por ministrar a los demás pueden ser bendecidos por lo que usted aprenda en la Escrituras. Tal vez halle algo en su estudio que podría compartir con otra persona. En el Nuevo Testamento, en especial, encontrará ejemplos de las Escrituras de cómo el Salvador y otras personas ministraron de maneras poderosas. La invitación del Señor de “ven, sígueme” (Lucas 18:22) se centra en lo que usted hará después de haber estudiado, al poner en práctica las cosas que está aprendiendo y sintiendo. Por tanto, al estudiar la vida de Jesucristo este año, preste atención a lo que la vida de Él le enseña en cuanto a cómo ministrar a los demás y cómo la ministración de usted puede bendecir la vida de los que le rodean.

Para el maestro:

El maestro es responsable de servir no solo a las personas que asisten a la clase, sino también a las que no asisten. Como maestro, esté al tanto de quién está en la clase y quién no. Usted puede ministrar a los miembros fuera de clase al visitarlos en sus hogares, llamarlos por teléfono o enviarles un mensaje electrónico, así como alentándolos a aprender el Evangelio en el hogar y en la Iglesia. La influencia que usted ejerce es mayor de lo que piensa, y su amor y preocupación por los demás marcará una gran diferencia.

Al centrarnos en los principios rectores del curso de estudio Ven, sígueme, tendremos más éxito en nuestros esfuerzos por hacer que este sea parte de nuestra vida y por permitir que cambie nuestra vida del modo que Dios tenía previsto.

Notas

  1. “¿Qué es la verdad?”, Himnos, nro. 177.

  2. Russell M. Nelson, “Revelación para la Iglesia, revelación para nuestras vidas”, Liahona, mayo de 2018, pág. 96.

  3. Véase Richard G. Scott, “Cómo obtener guía espiritual”, Liahona, noviembre de 2009, págs. 6–9.

Imprimir