“¿Crees que volverás a ver a tu hermano?”
Wendy Jennings (según lo relató a Leah Barton)
Utah, EE. UU.
Era ya tarde; esa noche yo era la única cajera en turno y no había nadie más en toda la tienda. Empecé a tararear mientras limpiaba los mostradores de las cajas.
Mi tatareo rápidamente se convirtió en canto. Comencé a cantar: “¡Oh, está todo bien!” (Himnos, nro. 17). Generalmente no canto himnos por diversión, pero canté con vigor hasta que me detuve al ver a alguien.
Un hombre mayor se acercó.
“Conozco esa canción”, dijo. “¿Cómo es que la conoce?”.
“Es un himno que cantamos en mi Iglesia”, respondí.
“¿Eres mormona?”.
Le dije que sí.
Me dijo que su esposa había sido miembro de la Iglesia y que había fallecido de cáncer en 2011. Él dijo: “¡Oh, está todo bien!” se cantó en su funeral. Le expresé mis condolencias y le dije que mi hermano mayor había fallecido en 2011, mientras servía en una misión en Chile. También cantamos ese himno en su funeral. El Espíritu nos tocó el corazón a medida que nos maravillamos por esa “coincidencia”.
“¿Crees que volverás a ver a tu hermano?”, preguntó.
Yo misma me había hecho esa pregunta infinidad de veces. En los difíciles meses posteriores al fallecimiento de mi hermano, tuve dificultades al hacer frente a las dudas. Con el tiempo, el Padre Celestial me bendijo con el dulce conocimiento de que las familias son eternas. Todavía tenía preguntas, pero miré al hombre a los ojos y afirmé: “¡Sí, lo creo!”.
“Tienes mucha fe”, dijo el hombre. “Mi esposa solía decir que debemos tener ‘un fulgor perfecto de esperanza’”. Asentí y cité el resto de 2 Nefi 31:20, que debíamos amar a Dios y a todos los hombres, marchar adelante, deleitarnos en la palabra de Cristo, y perseverar hasta el fin.
“¡Exacto!”, dijo el hombre con lágrimas en los ojos. “¡Eso es lo que decía! Cómo lo sabías?”.
Le dije que se encontraba en el Libro de Mormón. Me preguntó cómo podía obtener un ejemplar. Le dije cómo podía hacerlo en línea. El hombre me estrechó la mano y me agradeció, llamándome por mi nombre, y se fue.
Tener fe significa que confiamos en Dios, aunque no sepamos todas las respuestas. Estoy agradecida porque cuando tuve que responder la pregunta de ese hombre, pude confiar en mi fe y en las verdades que conozco. Mi fe no era perfecta, pero sabía que era suficiente ante los ojos del Señor.