2019
Fuentes de paz y poder
Marzo de 2019


Fuentes de paz y poder

¿Cómo pueden aquellos que afrontan desafíos aun así estar en paz, alegres y fuertes?

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Joven astrónomo, por Brian Kershisnik

Una de las experiencias más conmovedoras que he tenido como Autoridad General es prestar servicio entre nuestros queridos santos de Venezuela. Allí la gente, incluso los miembros de la Iglesia, viven en circunstancias difíciles. Sin embargo, a pesar de que existe esa realidad, durante mis frecuentes visitas al país, también pude ver que había una diferencia entre la población general y los Santos de los Últimos Días.

La experiencia de Venezuela

Los santos de Venezuela hacen lo mejor que pueden. Es cierto que muchos están sufriendo y teniendo dificultades, y que la Iglesia ha apoyado activamente a los necesitados por medio de los fondos de las ofrendas de ayuno, programas de bienestar e iniciativas de autosuficiencia. No obstante, aunque los santos podrían fácilmente hallar razones para estar tristes, aun con todos los desafíos que afrontan, son personas felices que están en paz consigo mismas, que sonríen a menudo y que esperan la llegada de tiempos mejores.

Tal es el caso de los jóvenes de la Iglesia en Venezuela. Sus desafíos personales y familiares los están fortaleciendo y preparando para el futuro, y lo mismo sucede con nuestros misioneros venezolanos. Ellos deben ser fuertes para sí mismos, para sus investigadores y para sus familias; y lo son. Nos recuerdan a los 2000 jóvenes guerreros de Helamán. A pesar de que son pocos, son “sumamente valientes en cuanto a intrepidez” (véase Alma 53:20–21). En Venezuela el Señor está preparando a una generación fuerte de madres, padres y líderes. Cada vez que estamos allí entre los santos, nos sentimos llenos de fe en el Evangelio y en el futuro.

Paz en momentos de dificultad

¿Cómo pueden esos miembros, que afrontan tantos desafíos, aun así estar en paz, alegres y fuertes? Creo que lo que sucede con muchos de ellos es que dependen cada vez más de Dios. Por consiguiente, reciben fortaleza de la fuente de toda fortaleza; reconocen las bendiciones que reciben del Padre Celestial, confían en el poder de Jesucristo y Su expiación, y el Espíritu Santo los consuela, apoya y fortalece. Como resultado, sus cargas se vuelven más ligeras, su pesar se ve aliviado y hallan paz en medio de sus pruebas.

Los miembros venezolanos están experimentando un ejemplo moderno de lo que sucedió con Alma y su pueblo en el Libro de Mormón:

“Y aconteció que las cargas que se imponían sobre Alma y sus hermanos fueron aliviadas; sí, el Señor los fortaleció de modo que pudieron soportar sus cargas con facilidad, y se sometieron alegre y pacientemente a toda la voluntad del Señor” (Mosíah 24:15).

El poder expiatorio de Jesucristo

Mi testimonio de que Dios desea bendecirnos se ha fortalecido al pasar tiempo entre nuestros miembros en Venezuela. Al igual que la experiencia de Alma y sus seguidores, los santos de Venezuela han sido fortalecidos, y su mayor capacidad ha aliviado las cargas que llevan. El Salvador nos invita a venir a Él si tenemos cargas pesadas, y hallaremos descanso (véase Mateo 11:28–30). Esos buenos miembros han recibido poder para soportar sus cargas con la fuerza del Señor.

Venezuelan Saints

Los santos de Venezuela son personas felices que están en paz consigo mismas, que sonríen a menudo y que esperan la llegada de tiempos mejores.

Como consecuencia de sus pruebas, y como una bendición por poner su confianza en el Salvador y en Su gracia, han experimentado un cambio de corazón y cada uno de ellos se ha vuelto “… como un niño: sumiso, manso, humilde, paciente, lleno de amor y dispuesto a someterse a cuanto el Señor juzgue conveniente infligir sobre él, tal como un niño se somete a su padre” (Mosíah 3:19).

En resumen, por medio de las pruebas han desarrollado atributos cristianos que todos los discípulos de Cristo esperan obtener.

Lo que ha sucedido con ellos es el mismo proceso que debería ocurrir con cada uno de nosotros, ya que todos tendremos desafíos y pruebas en nuestra vida. Cuando eso suceda, debemos preguntarnos:

  • ¿Acudimos a Dios para que nos ayude a superar esos momentos difíciles?

  • ¿Estamos dispuestos a pagar el precio para llegar a ser mejores personas y para desarrollar atributos cristianos que son tan necesarios para nuestro progreso?

  • ¿Comprendemos que mediante el poder de la expiación del Salvador podemos hallar fortaleza y esperanza?

¿Cómo y por qué puede el Salvador proporcionar semejante consuelo y poder? Las Escrituras nos dicen: “Y él saldrá, sufriendo dolores, aflicciones y tentaciones de todas clases; y esto para que se cumpla la palabra que dice: Tomará sobre sí los dolores y las enfermedades de su pueblo.

“Y tomará sobre sí la muerte, para soltar las ligaduras de la muerte que sujetan a su pueblo; y sus debilidades tomará él sobre sí, para que sus entrañas sean llenas de misericordia, según la carne, a fin de que según la carne sepa cómo socorrer a los de su pueblo, de acuerdo con las debilidades de ellos” (Alma 7:11–12).

El Señor sabe

El élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó: “El Salvador no solo ha sufrido por nuestras iniquidades, sino también por la desigualdad, la injusticia, el dolor, la angustia y la aflicción emocional que con tanta frecuencia nos acosan… Es posible que, en un momento de debilidad, ustedes y yo exclamemos: ‘Nadie entiende; nadie sabe’. Tal vez ningún ser humano sepa, pero el Hijo de Dios sabe y entiende perfectamente, porque Él sintió y llevó nuestras cargas antes que nosotros; y, debido a que Él pagó el precio máximo y llevó esa carga, Él entiende perfectamente y puede extendernos Su brazo de misericordia en muchas etapas de la vida” (“La Expiación y el trayecto de la vida terrenal”, Liahona, abril de 2012, pág. 19).

El élder Bednar luego cita este pasaje de las Escrituras, el cual nos ayuda a entender que, gracias a la expiación de Jesucristo, cada uno de nosotros puede hallar paz:

“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.

“Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas.

“Porque mi yugo es fácil y ligera mi carga” (Mateo 11:28–30).

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Detalle de Inmigración de los santos, por Brian Kershisnik.

Deseo agregar mi testimonio a las palabras del élder Bednar. Yo también sé por experiencia propia que podemos hallar fortaleza y paz en los amorosos brazos de nuestro Salvador. El poder redentor y habilitador del Salvador no solo es la fuente del perdón de nuestros pecados, sino también una poderosa fuente de esperanza, paz, fortaleza, consuelo, talentos, inspiración y todo lo necesario para ayudarnos a recorrer con éxito nuestro trayecto en esta vida. En verdad podemos confiar en “los méritos, y misericordia, y gracia del Santo Mesías” (2 Nefi 2:8).

Aplicación en nuestra propia vida

¿Cómo podemos acceder a esa fuente de fortaleza? ¿Qué debemos hacer para recibir la ayuda que necesitamos?

Primero, debemos tener fe en el Señor Jesucristo y en Su expiación. Necesitamos comprender que Él y Su Padre son las fuentes de paz y poder. Ellos hacen que todo sea posible.

Luego, debemos actuar y hacer lo mejor que podamos sin importar lo que estemos pasando. Tal vez estemos esforzándonos por superar una debilidad, buscando alivio del dolor o tratando de desarrollar un talento. Aun si nuestro mejor esfuerzo a veces parece insuficiente, si realmente hacemos lo mejor que podemos, el Señor, mediante Su gracia, nos bendecirá con lo que necesitamos.

“A medida que ustedes y yo lleguemos a comprender y a emplear el poder habilitador de la Expiación en nuestra vida”, dijo el élder Bednar, “oraremos para tener fuerza y la buscaremos a fin de cambiar nuestras circunstancias en lugar de pedir que nuestras circunstancias cambien. Llegaremos a convertirnos en agentes que actúan, en vez de ser objetos sobre los que se actúe (véase 2 Nefi 2:14)” (“La Expiación y el trayecto de la vida terrenal”, Liahona, pág. 16).

También debemos recordar que cuando hacemos nuestra parte, el Señor está a nuestro lado. No necesitamos luchar solos nuestra parte de la batalla; Él estará con nosotros, desde el principio hasta el final. Testifico que las palabras de Isaías son verdaderas: “Porque yo, Jehová, soy tu Dios, quien te sostiene de la mano derecha y te dice: No temas, yo te ayudaré” (Isaías 41:13). Eso es así tanto para los santos de Venezuela, como lo es para los santos en todas partes del mundo.