Nuestro hogar, nuestra familia
Cómo administrar los dispositivos digitales y recuperar a tu familia
Aquí se encuentran siete consejos para garantizar que los dispositivos digitales sean nuestros siervos y no nuestros amos.
Imagina los casos siguientes:
-
Una familia se encuentra en un restaurante esperando su comida pero, en lugar de hablar entre ellos, todos miran sus teléfonos inteligentes.
-
Una adolescente se siente inadecuada y sola al repasar las publicaciones de actuaciones cuidadosamente seleccionadas de otros jóvenes en las redes sociales.
-
En el parque, una niña pequeña intenta que su padre levante la vista del teléfono y le preste atención a ella.
-
Un esposo se la pasa revisando alertas deportivas en su reloj inteligente mientras su esposa le habla.
-
Un joven está constantemente enviando mensajes de texto durante la lección de la noche de hogar.
Cada uno de estos ejemplos, y decenas de otros que sin duda has experimentado, son pequeñas tragedias. Los teléfonos inteligentes y otros dispositivos digitales son una bendición y una maldición. Nos conectan a un asombroso mundo de información, nos ayudan a hacer historia familiar, estudiar las Escrituras y hablar con la familia a través de grandes distancias; pero cuando no se administran adecuadamente, los dispositivos digitales también pueden alterar las relaciones familiares y afectar nuestra salud mental, espiritual y física.
La ironía de la tecnología
Como terapeuta matrimonial y de familia, soy testigo del desafío cada vez mayor de personas sinceras que compiten con pantallas por la atención de sus seres queridos. Es una gran ironía. Los mismos dispositivos que se suponía que nos ayudarían a conectarnos y mejorar nuestras relaciones, en algunos casos han hecho que las relaciones sean más triviales y que las personas se sientan inseguras. De hecho, muchos investigadores están descubriendo que cada vez más informes sobre depresión, ansiedad, acoso escolar y suicidio tienen una conexión con la epidemia de soledad provocada, en gran parte, por el uso generalizado de dispositivos electrónicos personales1.
En nuestro hogar, aunque todos puedan estar físicamente juntos, cuando se están usando los dispositivos estos pueden generar de forma instantánea sentimientos de soledad y desconexión. Si hemos de crear unidad y conexión en nuestras relaciones familiares, debemos reconocer la división de la atención que se produce cuando los dispositivos se infiltran en nuestras reuniones familiares.
No hace falta que reaccionemos de manera exagerada y eliminemos por completo la tecnología de nuestra vida; en cambio, debemos colocar la tecnología en su lugar apropiado para que beneficie nuestras relaciones en lugar de erosionarlas.
Los signos propios del mundo virtual
El estar totalmente absortos en nuestros dispositivos empequeñece el mundo físico que nos rodea, con todos sus sonidos, texturas, imágenes y un sinfín de otras sensaciones, y los cambia por un mundo virtual que no nos conecta tan profundamente con nuestro cuerpo y nuestro entorno. Debido a ello, podemos pasar por alto señales físicas importantes que nos dicen lo que necesitamos para estar saludables. Por ejemplo, una cantidad excesiva de tiempo dedicado a las pantallas puede impedir que nos demos cuenta de que estamos cansados, con hambre o estresados.
Tal desconexión del mundo físico también puede socavar nuestra noción del gozo. Hay una diferencia significativa, por ejemplo, entre recibir un emoji de risa en una pantalla y experimentar personalmente la risa alegre de un ser querido.
La necesidad de mayordomos digitales
Los dispositivos digitales están diseñados para ser irresistibles y difíciles de dejar de lado. De hecho, muchos programadores de software y de teléfonos apuntan de modo intencional a nuestras vulnerabilidades humanas para mantenernos revisando y desplazándonos por un sinfín de canales de información2.
Esa dependencia de los dispositivos es tan común que es fácil hacer caso omiso de cómo nos está afectando; por tanto, los jóvenes necesitan de adultos que puedan servir como modelo del uso apropiado de esos dispositivos y que puedan educar a los niños en cuanto a sus efectos.
Como enseñó el presidente M. Russell Ballard, Presidente en Funciones del Cuórum de los Doce Apóstoles, los dispositivos digitales “deben ser nuestros siervos, no nuestros amos”3.
Teniendo esto en cuenta, a continuación figuran siete consejos sobre cómo administrar nuestros dispositivos digitales:
1. Sé como el Salvador: presta completa atención.
El Salvador nos mostró lo que es estar verdaderamente con otras personas, sin distracciones. A lo largo de Su ministerio, siempre se centró en la persona en particular (véanse Marcos 5:25–34; 35–42; Lucas 19:2–8); Cristo prestó Su total atención a todos ellos. Cuando mostró Sus heridas a los nefitas, no apresuró el proceso. Por el contrario, las personas fueron “uno por uno, hasta que todos hubieron llegado” (3 Nefi 11:15; cursiva agregada).
A medida que somos un modelo de esta práctica, enseñamos a nuestros hijos la forma de estar verdaderamente en un lugar a la vez en lugar de dividir su atención entre los dispositivos y quienes los rodean. Cuando hables con alguien, en especial con un hijo o tu cónyuge, guarda tu teléfono y préstale tu completa atención.
Lamentablemente, el alejarse de aquellos a quienes amamos para responder un mensaje de texto y atender las necesidades de otra persona se ha convertido en la norma. Esto puede tener un efecto negativo en nuestras relaciones y puede enviar un mensaje involuntario de que la persona que está frente a nosotros es menos importante.
Comprométete con quienes están frente a ti a que tendrán prioridad sobre las interrupciones de tu teléfono o dispositivo inteligente. Míralos a los ojos. Escúchalos como lo haría el Salvador. Concentra tu atención.
2. Demora en darles teléfonos inteligentes y cuentas de redes sociales a los niños.
Retrasa la posesión de teléfonos inteligentes y la participación en las redes sociales hasta que los niños y adolescentes hayan desarrollado aptitudes sociales adecuadas en persona, como escuchar, hacer contacto visual, mostrar empatía y estar al tanto de los demás. Antes de que los niños ingresen al mundo de la ciudadanía digital, es importante que practiquen el civismo al respetar y relacionarse con los demás.
Una de las razones por las que la edad promedio de exposición a la pornografía es de 11 años4 (y en muchos casos, aun menor) es que muchos niños reciben teléfonos inteligentes a una edad temprana. Ten esto en cuenta también: incluso si tus hijos son lo suficientemente maduros para tener cuentas de redes sociales, muchas otras personas en línea, que tendrán acceso a las cuentas de tus hijos, no lo son5.
3. Implementa reglas familiares y establece límites.
Crea límites claros en tu hogar para cuándo se utilizarán y luego se guardarán los teléfonos y los dispositivos inteligentes.
Una firme recomendación: Invita a todos los miembros de la familia a que deliberadamente tomen descansos de sus dispositivos de forma regular. Tal vez puedas designar un lugar para colocarlos, un lugar fuera del alcance al cual no se pueda acceder fácilmente; por ejemplo, un canasto en la cocina.
Una familia decidió que los dispositivos debían enchufarse y colocarse aparte durante la cena y después de esta, para que los miembros de la familia pudieran concentrarse en pasar tiempo juntos sin interrupciones.
Cuando establezcamos límites intencionalmente a nuestros dispositivos, los miembros de nuestra familia comenzarán a sentirse más conectados.
4. No utilices los mensajes de texto como método preferido de comunicación.
Cuando compartas sentimientos sinceros o ideas importantes con otras personas, aproxímate a una experiencia en persona tanto como tu situación lo permita. Si no es posible la comunicación cara a cara, intenta una videollamada para que veas y escuches a la persona. Si esa no es una opción, entonces realiza una llamada telefónica para poder escuchar la voz de la persona.
5. Evita jugar o desplazarte por internet de manera mecánica.
Es fácil recurrir sin pensar a nuestros dispositivos para relajarse, distraerse y divertirse. Resiste el impulso. En cambio, deja tu dispositivo de lado y haz algo que involucre tus sentidos, como salir fuera de la casa.
En junio de 2018, el presidente Russell M. Nelson invitó a los jóvenes de la Iglesia a “despeg[arse] de la constante dependencia de las redes sociales y llev[ar] a cabo un ayuno de siete días de las redes sociales”6.
Como padres, ustedes pueden hacer la misma invitación en su hogar, manteniendo ayunos ocasionales de juegos, redes sociales u otras distracciones digitales.
6. Aprende a no responder de inmediato.
Considera si debes responder de inmediato a cada mensaje y aviso. Nuestros dispositivos nos están entrenando para que creamos que cada interrupción es urgente y crítica, lo que posiblemente desvía nuestra atención de lo que más importa. Intenta aminorar la velocidad y retrasar tu respuesta a los mensajes para que puedas estar más presente y al tanto de los que te rodean. El élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles, observó que algunas personas de la Iglesia “descuidan las relaciones eternas a causa de las distracciones, diversiones y desvíos digitales que no tienen valor perdurable”7.
7. Establece áreas libres de dispositivos digitales.
Designa espacios sagrados donde nunca se permitan los dispositivos. Por ejemplo, una familia decidió que, cuando conducen por la ciudad, los teléfonos y dispositivos no están permitidos en el vehículo, a fin de que los miembros de la familia puedan conversar entre ellos. Estos tipos de límites permiten una atención y conexión sostenidas, lo que puede prevenir la soledad dentro de las familias.
Santificar nuestro hogar
Hacer de nuestro hogar un refugio del mundo requiere esfuerzo y vigilancia, en especial con tantas distracciones digitales a nuestro alrededor. Por el bien de nuestras relaciones familiares y nuestra salud, todo esfuerzo vale la pena.